Medicina natural, actualidad y economía

Gustavo Monckeberg Barros, un médico extraordinario.

He estimado conveniente aportar algunos antecedentes de este médico chileno que tan gratos recuerdos ha dejado. También incursionó en la política chilena, seguramente atendiendo a las solicitudes de su Partido y al tener conciencia que desde el Parlamento podía aportar algo más a lo que ya estaba dando como profesional en ejercicio a la sociedad.

Su reciente muerte, después de una larga enfermedad, ha hecho recordar su obra y sus valores. Creo que mucho más debiera hablarse de él. Es verdaderamente un símbolo de un médico que debe ser ejemplo para tantos profesionales de la salud.

Primero presento algunos antecedentes de él que los recibí muy directamente, para después agregar otras publicaciones que se han hecho de tan distinguido médico obstetra y también meritorio diputado.

Lo conocí cuando atendió a mi esposa. No recordamos cómo llegamos a su nombre, pero fue quien asistió el nacimiento de mis tres hijos. Además mi esposa debió recurrir a sus servicios en otras ocasiones. De él tengo muy gratos recuerdos. Era de esos profesionales de grandes ideales de servicio a la sociedad; lo palpé en varios hechos. Siempre caballeroso, respetuoso, parco y oyente de sus pacientes. Parece que él captaba la situación económica de quienes atendía y sus honorarios parecían asociarse a ello. Demoraba en hacer llegar sus cuentas; parece que esperaba que la familia pudiese primero cubrir sus otros compromisos financieros, no mandaba a cobrar sino que sólo entregaba el monto de la deuda sin ninguna premura por recibir el pago. Siempre buscaba los caminos menos onerosos para las atenciones especiales que debía dar. Recomendaba la Clínica Carolina Freire y el Hospital de Carabineros, lugares donde él atendía gratis.

Recuerdo para el nacimiento de mi primer hijo, mi hija mayor, que por los plazos del embarazo ya prácticamente vencidos, señaló que mi señora debía internarse en la clínica. Sin que él todavía se hiciese presente, procuró que el parto se iniciase por inducción, pero no hubo reacción; antes de preparar para la cesárea le planteé a la matrona mis dudas sobre si mi esposa estuviese ya término, con una series de antecedentes que se me vinieron a la mente mientras las horas de espera pasaban y el plazo se vencían. Cuando a la matrona le señalé mis argumentos, ella me indicó que se los diera al doctor. Apenas él llegó, se los expuse, la examina, y parcamente me dijo que la llevara a la casa y que podíamos esperar hasta una semana. A los tres días aparecieron los síntomas de la venida del nuevo ser y mi hija nace de parto normal, aunque con algunos síntomas de atraso reflejados en su piel.

Recordamos con mi esposa, que el alta del último nacimiento, el de mi hija menor, lo fue a dar a la clínica a las tres de la mañana, después de atender un parto.

Para él no había día ni noche. A veces llegaba a altas horas nocturna o bien a las primeras del nuevo día.

Un compañero de trabajo me contaba que un día chocó con su automóvil que venía en sentido contrario al que correspondía a esa avenida, lo chocó suavemente de frente pues venía lento. Al parecer estaba casi dormido. Él no tuvo obstáculo alguno para pagar sus reparaciones.

Recuerdo que así, a veces como medio dormido, llegaba a las sesiones de la Cámara de Diputados y en una oportunidad, en forma muy injusta, se le acusó de ebriedad.

No hace mucho tiempo conversando con su hermano, el Dr. Fernando Monckeberg, pregunté por él, manifestándole el aprecio que le tenía y mis agradecimientos. Me dijo que estaba muy delicado de salud. Su muerte ya se esperaba.

Pocos homenajes me parece que se le han rendido, con relación a lo que él se merecía.

Trasmito en esta página el contenido de tres publicaciones que he podido leer en la prensa, siguiendo su orden cronológico. Agrego finalmente los antecedentes que presenta de él el Parlamento chileno.

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Jueves 2 de Octubre de 2008. Diario El Mercurio

Gustavo Monckeberg Barros, médico caritativo y diputado distinguido

La trayectoria del doctor Monckeberg dejó una impronta imborrable en la vida social y política del país. Parco, seguro, no necesitaba proclamar sus firmes principios cristianos, porque su vida profesional y familiar los encarnaba de suyo con admirable consecuencia. Figura significativa de la mejor calidad de la pediatría chilena, entró a la arena política, con enorme sacrificio personal, porque no habría podido concebir ningún egoísmo si lo demandaba el servicio público.

Desde 1961, entonces, y hasta el cierre del Congreso en 1973, recibió la confianza inalterada del electorado de Santiago, como diputado conservador, primero, y del Partido Nacional después. Con plena dedicación a sus deberes legislativos y políticos, hizo durante muchísimos años dobles jornadas agotadoras, porque jamás se permitió dejar la atención gratuita de los policlínicos surgidos de su ancha caridad.

Cumpliendo el dicho, nunca su mano derecha se enteró de lo que hacía su izquierda, pero lo cierto es que miles de mujeres, a lo largo de su vida, supieron del médico confiable que se negaba a cobrarles, pensando en la situación de ellas y sus problemas, y no en la condición propia.

Integrante de una familia de honrosa tradición médica -la que continúan sus hijos- y de otros profesionales destacados, había nacido en 1914 y, tras terminar sus estudios en el colegio de los Sagrados Corazones, ingresó a la Universidad Católica y, posteriormente a la Universidad de Chile, donde se tituló en 1939 como médico cirujano en su especialidad.

Ayudante del eminente profesor Víctor Manuel Avilés, trabajó en distintos hospitales de Chile, entre ellos en el de Humberstone, en la dura pampa salitrera, del que fue tempranamente director entre 1942 y 1944. Fue, asimismo, médico de la Armada, del Hospital del Salvador de Santiago, de Carabineros y director ejecutivo del Servicio Asistencial de la Maternidad Carolina Freire, otra de sus grandes dedicaciones, hasta 1962.

Como médico, fue autor de varias obras destacadas en su especialidad.

Como parlamentario, impulsó numerosas mociones de visionario sentido social relativas a descanso maternal, salas cunas en industrias y múltiples otras iniciativas encaminadas a lograr la superación de la pobreza y la igualdad de oportunidades.

Su acción profesional y su participación en numerosos congresos internacionales y su calidad de director de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología le valieron importantes galardones científicos y honoríficos. Pero ello no constituía el centro de su atención, sino un acendrado patriotismo, que se expresó hasta muy tarde en su larga vida con planteamientos y miradas muy independientes en defensa de nuestros valores y tradiciones.

El doctor Monckeberg trajo al mundo a siete hijos propios de su esposa Victoria Balmaceda, y a cientos y cientos en otros hogares chilenos, que guardan de él un recuerdo emocionante de gratitud y afecto, que ayer se reflejó en la misa de sus funerales en la Parroquia de Santa Elena.

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Carta al Director de El Mercurio
Viernes 3 de octubre de 2008

Gustavo Monckeberg

Señor Director:

Ha fallecido el doctor Gustavo Monckeberg Barros.

Fuimos colegas en la Cámara de Diputados en 1973. En los pocos meses que compartimos, todos apreciamos su gran calidad humana. Encarnó los valores más encomiables en una persona: bondad, generosidad, sencillez, solidaridad, afecto y amistad.

A raíz del «naranjazo» en 1964, liberales, conservadores y radicales quitaron su apoyo al candidato presidencial Julio Durán para apoyar a Eduardo Frei, a fin de evitar el triunfo de Allende. Frei obtuvo mayoría absoluta en septiembre de ese año. En las elecciones parlamentarias de marzo del año siguiente, la DC obtuvo 11 senadores y 82 diputados. El Partido Liberal sacó seis diputados y el Conservador sólo tres: Fernando Ochagavía, Venancio Coñoepán y el doctor Monckeberg. Así era él. Sus electores traspasaban las barreras políticas.

Los diputados de Renovación Nacional sentimos su partida, y en lo personal, la lamento como ex colega y amigo.

MAXIMIANO ERRÁZURIZ
Diputado

 

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Carta al Director de El Mercurio

Un médico bueno. 5 octubre de 2008

Señor Director:

Hace pocos días falleció el Dr. Gustavo Monckeberg Barros, a quien conocí como estudiante de medicina y luego como médico de la Academia de Medicina de San Lucas; también como médico de mi señora cuando atendió el parto de mis dos hijas mayores.

Sólo tengo palabras de reconocimiento y agradecimiento para él. Creo que es de justicia rendirle un merecido tributo a su quehacer profesional, dedicado a atender a muchas mujer gratuitamente, especialmente a las más pobres y necesitadas, a quienes llenaba con su simpatía, buen humor, sencillez y humildad, acompañándolas al mismo tiempo con sabios y prudentes consejos.

Logró compaginar su extensa e intensa vida profesional con su papel de padre y esposo, dejando como herencia un testimonio de años a la vida de los suyos y a la de sus pacientes.

Creo, finalmente, que su vida es digna de ser imitada, sobre todo por las nuevas generaciones de médicos que deben trabajar en un mundo consumido por un materialismo práctico y una medicina cada vez más tecnológica, donde desaparece cada vez más la visión humanista y cristiana del quehacer médico.

DR. MIGUEL BURMESTER GUZMÁN

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Portada biografías parlamentarias > Gustavo Monckeberg

Gustavo Monckeberg Barros – Diputado

Último período: 1973- 1977
Última militancia política: Partido Nacional

Nació en Santiago, el 19 de septiembre de 1914; hijo de Gustavo Monckeberg Bravo y Beatriz Barros Calvo.
Se casó con Victoria Balmaceda Undurraga, en 1939 y tuvieron siete hijos.

Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio de los Sagrados Corazones de Santiago; luego de finalizar su etapa escolar, ingresó a la Pontificia Universidad Católica de Chile y, posteriormente, a la Universidad de Chile, donde finalmente se tituló de médico cirujano, con especialidad en Obstetricia y Ginecología, en 1939; presentó la memoria «Diagnóstico precoz y diferencial del embarazo».

Durante su época de estudiante fue ayudante de la Clínica Obstétrica Universitaria del profesor Víctor Manuel Avilés en Santiago.

Fue consejero del Centro de Alumnos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile.

Entre los años 1940 y 1944 trabajó en el Hospital Humberstone de la Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta, como médico obstetra, siendo director, entre 1942 y 1944; fue médico de la Armada entre 1944 y 1945; también ejerció en el Hospital Salvador de Santiago entre 1946 y 1953; fue Jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Carabineros de Santiago, durante 10 años, y en 1962 obtuvo el grado de mayor, mientras trabajó en dicho hospital. Asimismo, se desempeñó como director del Servicio Asistencial Maternidad Carolina Freire, en 1969.

Inició sus actividades políticas al ingresar al Partido Conservador en 1939, donde permaneció hasta 1967; dentro de esta colectividad fue presidente provincial de Tarapacá, entre 1950 y 1955 y miembro de la Junta Ejecutiva, entre 1958 y 1965.

Miembro del Partido Nacional, desde 1967 a 1973; con la apertura democrática, se integró al Partido Renovación Nacional.

En 1962 fue electo diputado, en elección complementaria, por la Séptima Agrupación Departamental «Santiago», Primer Distrito, período constitucional 1961-1965; fue elegido para reemplazar a don Humberto Pinto Díaz, quien falleció el 23 de junio de 1962; y el 9 de octubre siguiente, se incorporó en su reemplazo don Gustavo Monckeberg.

En 1965 fue reelecto diputado, por la misma Séptima Agrupación Departamental
«Santiago», Primer Distrito, período 1965-1969; integró la Comisión Permanente de Asistencia Médico-Social e Higiene.

 Miembro de la Comisión Especial para Combatir el Alcoholismo, 1965; Comisión Especial de Solicitudes Particulares en 1967; y Comisión Especial Investigadora de Crisis del Fútbol Profesional, 1967 y 1968.

Fue miembro de la Comisión Política de su Partido.

En 1969 fue nuevamente electo diputado, por la misma Séptima Agrupación y mismo Distrito, período 1969-1973; integró la Comisión Permanente de Salud; y fue miembro del Comité Parlamentario Independiente, ya que había renunciado al Partido Nacional.

En 1973 nuevamente electo diputado, por la misma Agrupación y Distrito, período 1973 a 1977; integró la Comisión Permanente de Salud Pública.

 El pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973, puso término anticipado al período. El Decreto-Ley 27, de 21 de septiembre de ese año, disolvió el Congreso Nacional y declaró cesadas las funciones parlamentarias a contar de la fecha.

Entre las mociones presentadas que llegaron a ser Ley de la República, está la Ley N°16.434, de 28 de febrero de 1966, sobre Código del Trabajo, artículo 309, modificación en lo relativo al descanso maternal; Ley N°16.511, de 25 de julio de 1966, relativo a Código del Trabajo, Artículo 315, modificación que se refiere al establecimiento de salas cunas en las industrias y Ley N°17.431, de 17 de mayo de 1971, correspondiente a creación y establecimiento de normas para el Centro de Investigaciones Hematológicas «Rodolfo Virchow», en la Universidad Austral de Valdivia.

Asistió a diversos congresos de su especialidad, en Estados Unidos, Japón, Australia, y otros países, en representación de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Santiago de Chile.

Jubiló en 1984.

Entre otras actividades, fue consejero del Servicio Médico Nacional de Empleados, SERMENA, entre 1958 y 1962.

Director de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología, en varios períodos. Presidente de la Academia de Medicina San Lucas, entre 1958 y 1968; y director de la Revista de obstetricia y ginecología, entre 1968 y 1970.

Presidente de la Asociación Chilena-Húngara y del Instituto Chileno-Chino Nacionalista; y fue uno de los fundadores del Instituto Chileno-Alemán.

Recibió numerosas distinciones, entre ellas, la Medallla de Honor, de la Confederación de Ex Combatientes Mayores, en 1970; el Premio «Juan Malfant», otorgado por la Sociedad de Obstetricia al mejor trabajo científico del período, entre 1952 y 1956; y la Condecoración «Caballero Orden Soverana» de San Ladislao, como reconocimiento a su labor en Hungría y por el pueblo húngaro, en 1970.

Dejó de existir en Santiago, el 30 de septiembre de 2008

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10 comentarios

  1. Estimados señores, no tuve el honor de conocer a este importante doctor y mejor persona, he leido con detención muchas de las palabras que algunas personas han dicho de él, solo me queda agradecer y sentirme orgullosos de que aún existen seres humanos de alta calidad humana en el cielo chileno.
    Atte.
    Mauricio Aliaga Fellmer

  2. Mauricio Aliaga,
    Gracias por sus comentarios. Creo que es conveniente para la sociedad
    destacar hombres con esos valores, como también que se manifieste
    públicamente el agradecimientos a sus atenciones. Estamos
    insertos en un mundo donde uno siente que se pierden valores y mucho
    se persigue obtener altos ingresos, pasando por encima de dónde y cómo
    éstos se obtienen.

    Atentamente
    Rolando Chateauneuf

  3. yo le doy las gracias por que el me salvo la vida cuando naci, atendio a mi mama en la clinica carolina freire en el año 1974 sino hubiera sido òr el DR GUSTAVO MONCKEBERG yo no estaria en este mundo.

  4. 19 de junio de 2012
    Pamela: Sin dudas que era un médico extraordinario. Es positivo que casos como el suyo queden registrados. Recuerdo que él atendía en diferentes clínicas. La Carolina Freire era unas de las que tenían atenciones a bajo costo. Recuerdo que algunas pacientes las atendía gratuitamente en el Hospital de Carabineros. Atentamente. Rolando

  5. Me emociona leer esta publicaciòn, conocí al Dr. Monckeberg, recibiò a 4 de mis 6 hijos, una persona humana, inteligente, dispuesto siempre en su calidad de médico, recuerdo que cuando estaba a punto de tener a mi tercera hija, me dijo me voy a la playa pero cualquier síntoma, me llama y regreso de inmediato a Santiago, era así el DR. GUSTAVO MONCKEBERG, jamás dejaba a sus pacientes uno se sentía tranquila. Atesoro en mi memoria recuerdos maravillosos compartí con él mis momentos de máxima felicidad que he sentido en mi vida……..el nacimiento de mis hijos.

    Gracias Dr. Monckeberg que descanse en paz.

  6. 11 de mayo de 2014
    Estimada Carmen Patricia:
    Creo que es el primer comentario que recibo de mi artículo. Como Ud. señala, era un médico y un hombre extraordinario. Daba su vida entera por su trabajo, día y noche. Todos los días del año. Siempre llegaba aunque fuera a las horas más extrañas. Saludos. Rolando

  7. Estimados:

    No lo conozco, ni lo conocí, me imagino que para muchos fue una gran persona para mi que nací en la Clinica Carolina Freire solo fue parte de mi nacimiento, sin embargo con horror veo como la gente solo quiere ver lo que quiere ver, este tan buen hombre que atendía a bajos precios en su clínica, e incluso a gente pobre solo escondía una horrorosa verdad, estas tan honrosas atenciones eran para dar en adopción a muchos niños a gente rica que pagaba por ello, hoy en día cientos de niños (si es que no más) buscan una respuesta para encontrar a sus madres biológicas, por respeto a ellos escribo estas letras, porque incluso quien sabe hasta yo soy adoptada, o muchos de los que acá hablan de este «gran medico» fueron victimas de este doctor, averigüen, investiguen quizás ese niño que usted creía muerto por que así se lo informo su honorable medico, no lo este y este buscándola desesperadamente…

  8. 26 de mayo de 2015
    Estimada Claudia:

    Lamento mucho lo sucedido con algunas de estas intervenciones del doctor Gustavo Monckeberg.

    Escribí mi artículo hace ya muchos años cuando supe de su muerte. Buscando el artículo fue en octubre de 2008. Recuerdo que ofrecía si no queríamos a un hijo, él lo adoptaba; lo señalaba abiertamente. Pienso que eso lo hacía para salvar vidas en gestación y evitar así los abortos. No puedo creer que haya sido por dinero.

    Es una lastima lo que ha sucedido. Se ha creado un ambiente negativo a su honra, que desgraciadamente será muy difícil de que se aclare, de llegar a saber hasta dónde hay alguna responsabilidad de él en los tristes procedimientos que algunos desarrollaron, por probablemente beneficios económicos.

    Para mí fue muy triste conocer lo que ha sucedido con esa serie de casos, en los que parece estar comprometido un sacerdote. Qué espanto saber que hasta se celebraron misas por niños que se daban como fallecidos y no lo estaban; que la muerte anunciada era nada más que para ocultar a una madre la posible apropiación de su hijo por otros intereses; entre estos el anhelo de los abuelos “por mantener el prestigio de tan digna familias”, de no mostrar a la sociedad la realidad de una hija que fuese madre soltera.

    Realmente no puedo creer que para ello se haya prestado este médico, pienso más bien que fue engañado por otros. Lo que sí es posible que él se haya prestado a generar adopciones ilegales, pero si con aceptación de la madre verdadera y con la mujer adoptante, que aparece falsamente como madre biológica. Con su actuar, salvaba una vida, evitaba que una madre abortara y que quedase con un cargo de conciencia por todo el resto de su vida y permitiera a su vez la felicidad de esa nueva madre que adoptaba.

    Positivo que se siga investigando para conocer las verdades y bien identificar a los verdaderos responsables.

    Posiblemente lo sucedido refuerce la conveniencia de que siempre se diga la verdad y se respeten las disposiciones legales y reglamentarias.

    Quiero señalar que yo no compartía sus posiciones políticas. Pero respetaba sus pensamientos ideológicos en parte distintos a los míos.

    Claudia, reciba mis sinceros sentimientos de pesar y que pueda llegar a aclarar sus dudas.

    Atenta y respetuosamente la saluda.

    Rolando

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