Medicina natural, actualidad y economía

Interesante artículo preparado por el Ingeniero Civil Hugo Tejo sobre el terremoto de Chillán de enero de 1939

Nota inicial de Rolando Chateauneuf:  El Ingeniero Hugo Tejo, vicepresidente de la Comisión del Ingeniero Mayor (CIM) del Colegio de Ingeniero hizo llegar a los miembros de esta Comisión un interesante artículo, testimonio de su presencia en Parral en este grave sismo. Me pareció conveniente que su contenido tuviese mayor difusión, por lo cual lo consulté sobre su publicación en mi página web blog; su respuesta fue favorable a ello. Tener presente que el terremoto se inició a las 23 de enero a las 23 horas 32 minutos. A muchos los sorprendió en el sueño.

A continuación presento el artículo

81 AÑOS SISMO 24 ENERO 1939

El periódico “El Mercurio” en su edición del Viernes 27 de Enero de 1939, tres días después del terremoto que tuvo su centro en Chillán, publicaba en su primera página:

“CHILLAN, CAUQUENES, PARRAL, SAN CARLOS  Y  LINARES SERÁN EVACUADOS”. “CHILLÁN LA PERLA DE ÑUBLE ES HOY UNA CIUDAD MUERTA”.

Y más adelante refiriéndose a esta ciudad: entre las necesidades apremiantes:”Faltan ataúdes, excavadores de sepulturas y camiones para transportar los restos al cementerio”. También se refiere al:”Cuadro apocalíptico que ofrecen Chillán, Parral y otras ciudades con miles de víctimas bajo los escombros”. Muestra una fotografía de “La torre de la Parroquia de Parral”, destruida sobre un montón de escombros. Además se derrumbó el enorme Convento Franciscano, el mayor de la región, recuerdo haber ido a sus misas dominicales, y verlo destruido con sus albañilerías bloqueando ambas calles perimetrales.

Este terremoto y sus réplicas causaron más de 30.000 muertes, para comprender ahora su dimensión de acuerdo de la población del país de entonces, ahora representaría 100.000 muertos.

Esa noche desperté en la oscuridad del jardín, acomodado por mis padres sobre una improvisada cama, igual que al resto de hermanos (éramos siete y uno por nacer). El aire era irrespirable, provocado por el derrumbe de viviendas de adobes del vecindario. Escuchaba muchos gritos lastimeros, especialmente de una mujer que  repetía sin cesar con aguda voz: ”Misericordia, misericordia Señor”, frase que gravé en mi mente y la recuerdo ante un sismo. Mi garganta estaba afectada por el polvo, entre llantos pedí a mi madre agua, la llave de agua potable del jardín no funcionó, observé que mi padre recurrió al pozo de regadío, el agua tardó pero llegó. Después de beberla quedé dormido.

A la mañana siguiente, desperté muy temprano en un silencio profundo, observé que mis tres hermanos mayores empezaron a vestirse, los imité mientras mamá  parecía estar preocupada con el desayuno. Recuerdo que inspeccionamos la sala de visitas, donde en una esquina estaba la joya, una victrola en mueble de caoba, la encontramos en la esquina diagonal opuesta sin sufrir daño, el lugar de su ubicación original acumulaba un montón de escombros.

Con alguna dificultad entre escombros accedimos a la puerta de calle, contemplé un espectáculo desolador, sin vida alguna, Debido al derrumbe de los muros exteriores de las viviendas, nuestra calle estaba llena de escombros con algunos puntos mayores a mi altura, que impedía transitar. En seguida nos dirigimos al patio trasero, aquí había dos árboles corpulentos, bajo el cual algunos vecinos habían instalados camas de emergencia, aprovechando que nuestro muro exterior se había derrumbado.

Más adelante, verificamos que la mayoría de los cercos divisorios de propiedades yacían derrumbados, entonces podíamos recorrer toda la manzana por su interior. Los vecinos intercambiaban productos alimenticios para preparar sus comidas, y facilitaban espacio bajo sus árboles para instalar camas de emergencia. “Solidaridad efectiva”.

La cantidad de escombros acumulados en las calles,  era impedimento para el tráfico de ambulancias y otros vehículos de auxilio, por tanto era frecuente ver pasar  brigadas de voluntarios de Cruz Roja, portando literas con heridos y seguramente fallecidos cubiertos con sábanas blanca. Debido que el suministro de agua potable se obstruyó, y obligó a la población usar agua de pozo con posibilidad de contraer enfermedades, la autoridad ordenó instalar un vacunatorio en carpas levantadas en la Plaza, atendidos por damas de blanco luciendo una Cruz Roja, donde acudimos en grupos familiares a recibir la vacuna.

La Municipalidad, junto con el retiro de escombros, ordenó la demolición de todas las construcciones que quedaron debilitadas, y por tanto expuestas a derrumbarse.

Después de esta tragedia que enlutó al país, se dictaron normas sísmicas obligatorias, para evitar o amortiguar los efectos de futuros sismos; determinación que ha salvado muchas vidas y destrucción de viviendas.

Narración de un testigo presencial que entonces tenía solo cinco años y meses, lo que vio y escuchó de esta tragedia que destruyó Parral y ciudades vecinas hace 81 años, cuando la mayoría de los actuales habitantes de la zona afectada aún no nacía.

 

Hugo Tejos Fuentes
Ingeniero Civil
Universidad de Chile

 

 

 

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