Medicina natural, actualidad y economía

Interesantes inquietudes del presidente de Haití sobre cambio de rol de las misiones de paz en su país. Su acción debe estar más orientada al desarrollo.

Positivas coincidencias se aprecian entre las palabras del Presidente de Haití, Michel Martelly y el Jefe de la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití, el chileno Mario Fernández, ex canciller de nuestra República. El Presidente caribeño habla de desarrollo integral  y nuestro ex canciller plantea que no nos podemos enfocar sólo en el orden público, porque la gente está en una situación complicada respecto al empleo, educación y salud”.

Es muy importante el planteamiento presidencial, ya que refleja una voluntad política nacional en torno a que el apoyo de Naciones Unidas pueda ser mucho más amplio que sólo el de una misión de paz. Sin dudas el desarrollo que se logre en lo social y en lo económico, muy en especial el aumento del empleo productivo junto a la satisfacción de trabajar para el progreso del país, son contribuyentes a una situación de paz más sólida y además de carácter más permanente.

En El Mercurio de hoy sale la noticia:  «Michel Martelly se reunió ayer con Piñera: Presidente de Haití plantea cambio de rol de las misiones de paz en su paìs»

Más adelante presento parte importante de este artículo de y algunos contenidos de dos artículos anteriores que están en mi página web.

Anoto parte de los contenidos del artículo de hoy de El Mercurio.

“El Mandatario propuso que la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (Minustha) esté más orientada al desarrollo que a la seguridad”.

“En su visita a La Moneda, el Presidente de Haití Michel Martelly, planteó que el deseo de su gobierno es que la Minustha se convierta más bien en un apoyo al desarrollo integral de su país”.

“Nos gustaría poder transformar esta misión en una misión de desarrollo, porque hoy día es una misión de mantenimiento de la paz”, apuntó el Mandatario haitiano.

En este sentido, adelantó que tiene en sus planes, estudiar “las posibilidades en términos técnicos y de material que tiene (la Minustha) en terreno para ver de qué manera podríamos llegar a cambiar esta misión”.

Las palabras de Martelly adquieren especial importancia, pues el jefe de la misión es el ex canciller chileno, Mariano Fernández, quien asumió el nuevo cargo hace poco más de dos meses.

Y es que según ha dicho Fernández, el objetivo de la misión que dirige es que “Haití pueda reincorporarse a la comunidad internacional como un país autónomo y que avanza”, por lo que “no nos podemos enfocar sólo en el orden público, porque la gente está en una situación complicada respecto al empleo, educación y salud”.

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He tenido la oportunidad de trabajar ya hace tiempo atrás en Haití contribuyendo durante varios años al establecimiento de una política nacional de alimentación y nutrición a través de un programa interagencial de Naciones Unidas.

Le hice llegar en junio pasado mis inquietudes y sugerencia al jefe de la Misión, a Mariano Fernández, a quien conozco personalmente. Espero que lo que le he mandado le sea útil.

He escrito en mi página web dos artículos anteriores, uno en diciembre de 2008 tituado «Haití merece más preocupación nuestra» y el otro de febrero de 2010 «Haití necesita un gran programa de reconstrucción y un plan nacional de desarrollo socio económico»

Presento algunos contenidos del primer artículo:

El 26 noviembre apareció en el Diario El Mercurio un interesante artículo sobre Haití escrito por Juan Emilio Cheyre, ex Comandante en Jefe del Ejército chileno y actualmente un distinguido académico de la P. Universidad Católica de Chile. Destaca en su artículo un absoluto estancamiento en la generación de instituciones en ese país y en la tarea de hacer producir a esa nación de El Caribe. Además manifiesta la imperiosa necesidad de actuar a favor del desarrollo del país.

Éste es el artículo de Juan E. Cheyre

“El incierto futuro de Haití”

“… las instituciones públicas y privadas chilenas tenemos el derecho y el deber de exigir que pasemos de la retórica de hoy a una urgente fase de generar instituciones… ”

JUAN EMILIO CHEYRE. Director Centro de Estudios Internacionales Universidad Católica de Chile

La preocupación por Haití no es sólo académica, también obedece a la cercanía que tuve con el tema desde los inicios de la participación de Chile en el proceso de pacificación haitiano, a la investigación del fenómeno y a una reciente visita a la zona.

El absoluto estancamiento en la generación de instituciones y en la tarea de hacer producir a esa nación es algo que nadie quiere para Haití y que tampoco es conveniente para el resto de América, menos aún para los países que hemos aportado para que esa nación abandone su condición de Estado fallido.

No se trata de un proceso fracasado; sin embargo, está paralizado por falta de un proyecto que permita encontrar la solución de fondo para ir construyendo un camino viable de autonomía. Los organismos internacionales, analistas, políticos y ONG coinciden en que esta solución pasa por establecer una institucionalidad y un Estado de Derecho, inexistentes hasta ahora e imprescindible para avanzar hacia el desarrollo. Sin embargo, se enuncia el tema, pero no se implementa la solución.

Hasta ahora Haití vive del aporte internacional que en 2005 alcanzó los US$ 514 millones en programas de asistencia; a ello se suman créditos por US$ 134 millones para implementación de servicios y las remesas de haitianos en el exterior de US$ 1.300 millones.

Sin embargo, todos los índices de desarrollo confirman que la situación es lamentable y no se avanza. Aunque Haití mostró un crecimiento de 3,21% en 2007, tuvo un 0% de inversión privada; el PIB per cápita es de US$ 1.840; la población ocupada es de sólo un 49,6 %; los graduados de universidades: 1,1 %; los que saben leer: el 61 %; la mayoría gana cerca de US$ 2 diarios; la esperanza de vida es de 51,5 años, y la desnutrición alcanza al 47 % de la población.

En este escenario se agrega un grave problema de migración a República Dominicana. Mil haitianos cruzan diariamente la frontera y se suman a los dos millones que ya viven allí. La causa es clara: van en búsqueda de oportunidades; y la consecuencia es imprevisible, dado el impacto en un vecino que estando mejor no puede satisfacer todas sus necesidades.

Del diagnóstico debe pasarse a las soluciones que generen instituciones y permitan empezar a producir. Lo primero es establecer objetivos cuantificables y exigibles al gobierno de Preval. Si la comunidad internacional está proveyendo fondos e incluso arriesgando vidas, le es lícito demandar mayor eficiencia y accountability a un gobierno que, habiendo tenido logros, tiene mucho que avanzar.

Pienso que, en este caso, el concepto de soberanía convencional debería evolucionar ante la existencia de un Estado fallido. Pueden evaluarse diversas opciones como la administración transitoria, el fideicomiso de facto, la soberanía compartida. Es una opción drástica, pero resulta urgente generar gobernabilidad a través de instituciones que rompan con el statu quo.

Un gobierno haitiano más eficiente y una autoridad ONU empoderada deberían potenciar temas vitales pendientes o ni siquiera insinuados. Destacan el desarrollo del sistema judicial; la consolidación urgente de una policía eficiente; la implementación del registro civil y electoral; el control aduanero; el catastro de bienes del Estado y de los privados junto al levantamiento de la cartografía oficial; la definición de una política de migración y mesas de diálogo y confianza con República Dominicana; el diseño de planes educacionales y de salud así como un proyecto nacional de recursos naturales y energía. La carencia de esas certezas o precondiciones hace improbable que, por ejemplo, un extranjero se aventure a invertir en forestación sin la seguridad de saber quién es el verdadero dueño del terreno. Esta línea incompleta pero definida significa crear instituciones y apunta a aquellas que permitirían inversión y empezar a producir. No hacerlo llevará a que Haití siga viviendo de la “limosna internacional”.

Chile participa en el proceso de pacificación de Haití desde el 3 de marzo de 2005. El ex Presidente Lagos ordenó desplegar una fuerza del Ejército chileno en 24 horas para evitar una masacre tan grave como Darfour o el Congo en nuestro continente. Esta decisión, las tropas enviadas y el interés generado en la opinión pública nacional han creado un especial vínculo con este país. Es por ello que las instituciones públicas y privadas chilenas tenemos el derecho y el deber de exigir que pasemos de la retórica de hoy a una urgente fase de generar instituciones, planes concretos y actores empoderados y responsables.

Me llamó  la atención entonces que esta presentación no tuvo mayor repercusión, ya que nada más se publicó sobre el tema en ese diario en los días siguiente.

A continuación transcribo la carta que envié al Director de El Mercurio el 26 de noviembre, la que no fue publicada; se sabe que muchas cartas llegan a la Dirección de este matutino y el diario tiene que priorizar, muchas veces en torno a temas más inmediatos. En mi carta planteé algunas ideas a favor del desarrollo haitiano.

26 de noviembre de 2008

“Señor Director

Quisiera referirme al interesante artículo “El incierto futuro de Haití” en el que su autor Juan Emilio Cheyre hace valiosos planteamientos. Destaca un absoluto estancamiento en la generación de instituciones y en la tarea de hacer producir a esa nación. Y la imperiosa necesidad de actuar a favor del desarrollo del país.

Es mucho lo que se necesita llevar adelante pero para ello se requiere una visión clara de lo que debe hacerse en el tiempo, con sus respectivas prioridades y establecer una gran cabeza con poderes y recursos para que impulse ese desarrollo; estoy seguro que una línea de esa naturaleza tendría respaldo interno. Creo que de hombres con mentalidad de estadista como Cheyre podría elegirse esa cabeza. Debiera ser como un Plan Marshall.

Debe prepararse y ejecutarse un plan nacional de desarrollo, pero que ello no signifique postergar acciones que debieran ser de inicio inmediato.

El país tiene importantes potencialidades y el empezar a hacer los programas prioritarios, iría generando de inmediato un crecimiento económico inicial. El país tiene una interesante fuerza de trabajo, con deseos de laborar

Tuve en contacto con Haití entre 1975 y 1980, apoyando la preparación de una política nacional de alimentación y nutrición, dentro de un Proyecto Interagencial de Naciones Unidas. Aprendí entonces a querer a ese pueblo.

Prioridades importantes estimo que podrían ser programas nacionales y regionales de agua potable y saneamiento ambiental, que darían base a una significativa ocupación de mano de obra junto con crear una demanda por materiales de construcción. Sus resultados impactarían en el bienestar de la población y especialmente en el terreno de la salud.

Existen obras matrices de regadío que deben ser rehabilitadas para aprovecharlas en una agricultura de riego en buenos suelos disponible.

La pequeña agricultura debiera ser apoyada por una entrega masiva de fertilizantes, que contribuirían a mejorar su productividad; lo que podría ir acompañado por un paulatino uso de semillas mejoradas que vayan demostrando resultados positivos.

El país requiere un gran programa de reforestación de largo alcance.

Además de lo señalado en lo institucional por Emilio Cheyre, podría considerarse la creación de una Corporación de Fomento de la Producción, como fue la antigua CORFO chilena la que junto con impulsar la preparación de un Plan Nacional de Desarrollo, lleve adelante rápidamente programas y proyectos de clara prioridad y factibilidad. Con esta CORFO se podría entrar a apoyar proyectos a base de inversión propia y de asociación en empresas mixtas con capitales privados nacionales y extranjeros.

Haití poseía una interesante infraestructura turística, que podría irse reestableciendo paulatinamente con programas dirigidos en un comienzo a un turismo especial. Desde luego podrían ser importantes los programas de vivienda.

Hay una masa significativa de profesionales haitianos en el extranjero, que estoy cierto darían una valiosa contribución.

Atentamente

Rolando Chateauneuf”

Me refiero ahora al segundo artículo de febrero de 2010, poco después del destrozador terremoto de Puerto Príncipe, la capital haitiana.

Titulé este segundo artículo, como ya lo he señalado, «Haití necesita un gran programa de reconstrucción y un plan nacional de desarrollo socio económico»

Reproduzco partes de este artículo que me han parecido pertinentes.

El terremoto reciente fue de características impresionantes. De corta duración y de un epicentro a poca profundidad, de unos 10 Km. Se han presentado fuertes réplicas posteriores y posiblemente nuevos sismos de intensidad con epicentros cercanos al inicial. Se mencionan más de 200 mil muertos. Sufrió la destrucción de antiguos edificios como el Palacio de Gobierno construido por EE UU durante la ocupación de 19 años, entre 1915 y 1934. Impresionó el derrumbe del Hotel Montana con el fallecimiento de la esposa del General Ricardo Toro en momentos en que él estaba a cargo de las tropas multinacionales. Hacía muchos años, dicen que más de 200, que el país no era afectado por un terremoto.

Se dan más adelante planteamientos sobre un plan nacional de reconstrucción y desarrollo, como también varios otros antecedentes que me han parecido de interés presentar y analizar sobre esta nación.

La reconstrucción de Puerto Príncipe, la intervención anterior y actual de Naciones Unidas, la disposición mundial de apoyar a este país – el más pobre del Continente Americano – , el deterioro de su territorio y de su vegetación, la pobreza de su población y su debilidad institucional, hacen aconsejable que el país se lance en un gran plan de desarrollo socio económico. Poco se sacará con reconstruir si no se logra que el país inicie un proceso sostenido de desarrollo de características integral.

Éste plan debiera prepararse con la participación de un grupo de expertos internacionales y de profesionales nacionales, apoyados por respetados estadistas y descansando en un serio y profundo diagnóstico. Pero debiera existir una gran cabeza, generada de un sólido esfuerzo de selección, a la que se le dé autoridad y recursos para preparar un gran plan y que sea además el gran ejecutivo de éste y de las acciones desde ya en marcha.

La preparación del gran plan no debiera detener acciones inmediatas y programas en marcha, los que posiblemente deban intensificarse. El Plan debe considerar lo que se llama una “Imagen objetivo”, que sea a lo que se desea llegar en un mediano a largo plazo; así lograr que los recursos y los esfuerzos se dirijan hacia el cumplimiento de esa gran meta. El Plan debería estar en un permanente proceso de evaluación y de ajuste, basado éste principalmente en las experiencias recogidas, en las dificultades enfrentadas y de los avances obtenidos.

Experiencias del pasado en el ámbito internacional debieran tomarse en cuenta. Posiblemente del exitoso Plan Marshall para la reconstrucción europea o la experiencia de lo que hizo la ocupación estadounidense de Japón, que permitió una recuperación profunda y un gran cambio en la sociedad japonesa; debe recordarse la exitosa dirección del general MacCarthur.

Se dan más adelante planteamientos sobre un plan nacional de reconstrucción y desarrollo, como también varios otros antecedentes que me han parecido de interés presentar y analizar sobre esta nación.

Por qué he preparado este artículo

Me ha llevado a escribirlo, el creer poder dar un aporte basado en mi experiencia profesional y académica y, especialmente, por haber trabajado en Haití entorno al objetivo de establecer una política nacional de alimentación y nutrición. Estoy convencido que es perfectamente posible lograr el desarrollo de Haití, con un apoyo mundial como el que se ha ofrecido. Es un país pequeño, con un gran potencial de desarrollo y con una población deseosa de trabajar, que tampoco representa una masa humana inmensa, es del orden de los 10 millones de habitantes.

Me correspondió trabajar en Haití, como también en varios otros países, en un programa de Naciones Unidas entre 1975 y 1980. Conocí bastante de esa realidad haitiana ya que colaboramos en la proposición de una política nacional de alimentación y nutrición


Algunas ideas para este Plan General de Desarrollo

La reconstrucción inmediata de la ciudad y de su infraestructura, creará una actividad económica importante, de uso y capacitación de mano de obra, de demanda de insumos, de generación de empleo e ingresos y de una organización institucional para lograrlo.

Una infraestructura en agua potable y eliminación y posiblemente de tratamiento de aguas servidas, que será sin dudas prioritario, dará base a una importante actividad, a ganar experiencia y a una preparación de recursos para extender este accionar a otras ciudades del país. Los costos de todo esto no serían de gran consideración.

La agricultura haitiana debe merecer un apoyo masivo, donde se incluya un gran plan de reforestación de parte considerable de su territorio, junto a un gran programa de obras de conservación de suelos y a una masiva incorporación de fertilizantes a los suelos empobrecidos. La experiencia cercana de República Dominicana podría ser muy útil. Es impresionante la deforestación sufrida y la destrucción de suelos que contrasta con lo que se observa en el país vecino..

Es probable que deban hacerse programas especiales de viveros, como también de estaciones experimentales. Recuerdo su riqueza en especies frutículas tropicales, en especial la diversidad de mangos, que debieran estudiarse, a lo cual sumar la introducción de buenas especies y variedades desde el extranjero.

Seguramente se podrá pensar en un gran programa de desarrollo agrícola del Valle del Artibonite, con amplias superficies de suelos que pueden mejorar su regadío y también ampliar las áreas regadas.

Debiera pensarse en un plan subregional para el noroeste, una de las subregiones más pobres del país.

Uno de los problemas serios para Haití es el de la energía. En torno a esto debe pensarse en un programa nacional, que considere especialmente las energías renovables y entre éstas, la proveniente de los cultivos bioenergéticos.

La industria manufacturera debe dar base a un gran programa y conseguirse mercados preferenciales para sus producciones, pero en empresas que den un digno trato a sus trabajadores. Debe aprovecharse las disponibilidades de mano de obra y las habilidades que ésta tendría. La industria alimentaria podría destacarse como también la del ron y de licores, que ya tienen un prestigio ganado.

Posiblemente pueden ser importantes programas avícolas y porcinos, los que además de su aporte alimentario y de la creación de empleos, pueden contribuir a mejorar fertilidades de suelos.

El turismo fue muy importante en el pasado y debe tener una significativa recuperación. El país tiene una interesante riqueza cultural que debe ser aprovechada y reforzada. Su cultura y sus costumbres sin dudas son atractivos para el turismo, como también lo son sus paisajes y sus playas. Merece destacarse su comida típica.

La infraestructura caminera posiblemente requiere de mejoramientos y de ampliaciones. Podría pensarse como en la India, en ocupar tecnologías que requieran mucha mano de obra.

El reforzamiento de una institucionalidad se hace muy necesario, dentro de ello un sistema policial, sobre el cual Chile tiene una valiosa experiencia y ya una importante presencia en el país caribeño, como también ha dado y está dando a la capacitación de recursos humanos en los temas policiales..

Educación y Salud debieran ser especialmente atendidas. Chile tuvo una valiosa experiencia pasada en sus Sistemas Nacionales Públicos en la Educación y en la Salud (Sistema Nacional de Salud); lamentablemente éstos se debilitaron seriamente durante el Gobierno Militar con la Municipalización, que aún perdura, después de 20 años de la Concertación gobernante. Las escuelas normales ya desaparecidas, serían también una interesante experiencia. Hoy posiblemente mejores aportes en estos temas pueden hacer otros países.

En mi segundo artículo entrego bastante más información sobre esta nación, la más pobre de nuestras Américas y a la que debemos ayudar.

Con agrado me he permitido escribir este tercer artículo tratando de contribuir con un grano de arena a esta nación que tanto aprecio y en especial a su población, que sin duda se merece mejor suerte.

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