Medicina natural, actualidad y economía

Qué nos está pasando en Chile. Por qué no se cumplen las exigencias existentes. Por ahora el tema del transporte y sus riesgos.

Ayer se tuvo la triste noticia, la de un conductor de 22 años, con grado de alcoholemia superaba 2, genera un accidentes en el camino a Lonquén en que al chocar motiva la muerte de un ciclista y de una niña de 7 años,

Ese grado de alcoholemia motiva. En comportamiento: estupor, pérdida de la comprensión, deterioro de sensaciones, posibilidades de caer inconsciente. En discapacidad: deficiencia motora grave, pérdida de la conciencia y amnesia.

Varias veces me he referido a la falta de control en ese camino. Su velocidad máxima es de 60 Km/hora, que muy poco se respeta. En esas vías debe conducirse con luces prendidas; un alto porcentaje no cumple con esta exigencia. Varios años atrás se estacionaban vehículos de Carabineros con sus pistolas para controlar velocidades; pero ello ya no se observa más.

Los que usan esta vía, ya están acostumbrados a no respetar las velocidades máximas. Como en gran parte de este camino hay solo dos vías, una de circulación al sur y otra al norte, sin separación de ellas, es habitual si uno circula a la velocidad límite que muchos lo pasen y los que no pueden hacerlo se acercan al máximo a uno sin respetar las distancias recomendadas, no pocas veces son camiones al alto tonelaje o buses de pasajeros, como haciendo presión para que uno acelere.

Si mal no lo recuerdo, hubo un tremendo accidente de un camión cargado de combustibles que se volcó e incendió; entiendo que su conductor murió quemado. El incendio fue de proporciones. Largo tiempo estuvo el camino cortado. Eso fue en el Km 9; el riesgo fue mayor porque por ahí, paralelo al camino, se extiende un gaseoducto.

El sábado pasado circulé por ese camino y pudo haber un grave accidente al un auto pasar por la izquierda a un gran camión y después cruzarse delante de él, porque hay un obstáculo para seguir derecho;  fue en el cruce con camino Lo Espejo.

Nuevamente el sábado circulé en ambos sentidos por la Avenida Presidente Pedro Aguirre Cerda (o Camino a Melipilla). Impacta ver a la velocidad que circulan diferentes vehículos, no pocos son buses de la movilización colectiva local y de fuera de Santiago, incluso buses turísticos; la usan como carretera. A esa avenida no hace mucho que se le rebajó la velocidad máxima desde 60 Km/hora, exigencia que poco se cumplía, a 50 Km/hora; tiene señalización muy frecuente. Ahora menos se respeta ese límite más exigente.

Preocupa que las autoridades tan poco se preocupen de que se cumplan las exigencias; parece que quedan muy contentas por ahora con que ellas sean mayores. Cuesta comprender por qué las autoridades tienen ese pasivo comportamiento Mucho les gusta exhibirse en medios de comunicación masivos y/o hacer grandes anuncios para el futuro.

Pienso que realmente el país se desprestigia ante los tantos extranjeros que nos visitan.

Otro tema que me ha preocupado es el de los buses de dos pisos, que a menudo se accidentan, con consecuencias más graves.

En un reciente accidente en el sur, murieron 6 personas, casi la totalidad de los otros viajantes quedaron heridos; se desconocía las causas del accidente, en una camino recto. De eso nada más se supo.

Se sabe que estos buses tienen más riesgos de accidentarse, accidentes que se caracterizan por la alta proporción de heridos, muchos de ellos graves y también con casos fatales; pero cada día estos buses se más usan. He sabido que en el extranjero se les están eliminando los buses en carreteras por las razones ya expuestas. Por lo menos se debieran establecer velocidades máximas menores, eso reduciría la posibilidad de accidentes y haría que su uso fuera menos lucrativo.

Pensemos un poco, cuál puede ser el efecto de un tornado en un bus de dos pisos frente al de un piso. Su probabilidad de volcarse es mayor, y el daño humano también es superior.

Es lamentable en la sociedad que vivimos, poco importa la salud y la vida de los ciudadanos, con tal de abaratar costos, en un país que tanto hace falta crear empleos. Lo vemos tanto en las empresas del Estado, el caso Metro, como en la empresa privada; la automatización del Metro, sin conductor humano presente, genera un riesgo potencial más alto. Ello puede favorecer a terroristas y más motivarlos, por el daño mayor que pueden ocasionar con su actuación. Frente a cualquier accidente, más inquietudes se generan en los pasajeros, incluso pánico; siempre una nave debe llevar un capitán.

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