Medicina natural, actualidad y economía

«La receta aplicada para rescatar al Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA)», interesante artículo de la Revista del Campo del 8 de octubre

Me ha gustado mucho este artículo tanto por su contenido general como por la optimista perspectiva que uno se forma sobre el futuro de esta importante institución.

Muy responsable de esta positiva evolución, después de momentos muy críticos por el cual había pasado, parece ser el nuevo Director, Ingeniero Agrónomo Pedro Bustos Valdivia, que asumiera este cargo hace poco más de un año, en julio de 2011.

Pedro Bustos muestra una meritoria carrera profesional muy relacionada con dos temas importantes, el empresarial donde se ha desempeñado exitosamente y en la transferencia tecnológica, uno de los aspectos poco cubiertos por la institucionalidad pública agrícola.

Me permito felicitar a la autora del artículo, Carmen Luz Ibarra.

No hace mucho preguntaba a un destacado investigador que fuera despedido del Instituto por la anterior administración, sobre el INIA actual. Capté de él una opinión positiva. Además ya no se conocían públicas opiniones críticas sobre la institución, como había sucedido anteriormente.

No puedo dejar de señalar en mi opinión la importancia de tener una buena cabeza en una institución; es quizá de las cosas más importantes. He conocido varios ejemplos de casos en que la autoridad que lo dirige puede hacer verdaderos milagros, como parece ser éste.

El artículo debe ser analizado por empresarios, profesionales y académicos relacionados con el sector agrícola. Muy importante también es que lo haga el sector productivo agrícola.

A continuación destaco los temas que me han parecido más dignos demencionar  y hago otras consideraciones. Para terminar con la presentación textual del artículo, destacando en negrita aspectos que he considerado muy importante.

Temas que deben a mi juicio destacarse:

  1. La crisis financiera que enfrentaba el INIA y que se ha ido mejorando notoriamente sin mayores conflictos laborales. Dos resultados positivos, el financiero y el mejoramiento en las relaciones humanas.
  2. La sensación de haberse recuperado un entendimiento necesario entre investigadores, otros trabajadores y los directivos de la institución.
  3. Lograr romper la sensación o el real propósitos de algunos de hacer desaparecer al INIA. El despido de investigadores tan capaces, como lo que había sucedido, hacía pensar justificadamente una intención de su desaparición.
  4. La incorporación de investigadores jóvenes, que pueden contribuir a más innovaciones en la investigación y a evitar que no se abandonen áreas importantes por no tener más adelante investigadores de reemplazo.
  5. Parece interesante la designación de coordinadores en siete líneas de investigación que, en una no aún no totalmente madurada opinión personal, me parecen acertadas: sistemas ganaderos, cultivo, fruticultura, horticultura, recursos genéticos, sustentabilidad y medio ambiente.
  6. Importante que con estas coordinaciones se pretende potenciar áreas en las que el Instituto estaría más débil.
  7. Muy importante parece ser el reforzamiento del área de la transferencia tecnológica, para la cual se habrían contratado 20 profesionales. Llena un importante vacío que diferentes análisis lo habían ya señalado. Entre los cambios más importantes está un mayor énfasis en la transferencia a los agricultores de las nuevas tecnologías que desarrollan.
  8. Importante es destacar el significado que el INIA tiene en la agricultura nacional que poco se conoce: más del 50% de las variedades de trigo de Chile son desarrolladas por el INIA, más del 80% de las variedades de arroz al igual que más del 70 % de las variedades de papas. La creación de la Unidad de Impacto perseguirá dar a conocer oportunamente el impacto que tiene para el país lo que desarrolla el INIA.

Los temas de la extensión agrícola y la transferencia tecnológica son muy importantes. Ya en el pasado se tuvo una interesante experiencia en el esfuerzo de positivos resultados que tuvo el ministro Jorge Prado poco después de la crisis de comienzos de la años 80 en la transferencia tecnológica que junto con el mejoramiento de los precios agrícolas y un mayor apoyo financiero a la agricultura, significó un mejoramiento extraordinario de la productividad y la producción agrícola. He leído algunas críticas a lo que fue esa política de transferencia, que habría descuidado a la investigación misma, al sacarle recursos financieros..

Hoy se echa de menos una carencia de política en torno al valor de la divisa a pesar de lo que ofreció como candidato el Presidente Piñera y su primer ministro de Agricultura. El tema está de nuevo en actualidad y no sólo daña a la actividad agrícola sino que también a la industria manufacturera y a la del turismo.

Es lamentable que el boom minero, derivado principalmente del alto precio de los minerales, especialmente del cobre, nos lleve a debilitar a la actividad productiva de carácter más estable y que menos compromete al agotamiento de los recursos no renovables. Esto parece no captarlo el Gobierno y menos el Banco Central, que aparece más preocupado de su propio patrimonio que de los grandes intereses nacionales.

Quisiera destacar que la responsabilidad tanto de la transferencia tecnológica como de la extensión, es también captar las necesidades de los productores y trasmitir ello al sistema de investigación.

A continuación va el artículo:
Revista Del Campo 8 octubre de 2012

 La receta aplicada para rescatar el INIA

 Hasta mediados del año pasado el organismo vivía una crisis financiera y su personal se resistía a los cambios. Pedro Bustos aplicó su experiencia en el sector privado, consiguió el retiro de 80 funcionarios y ordenar las arcas internas. Reconoce que aún hay mucho por hacer.

CARMEN LUZ IBARRA

El 27 de julio del 2011, el ingeniero agrónomo Pedro Bustos Valdivia dejó el sector privado para asumir la dirección del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia). El desafío era complejo. El Inia es conocido por ser una institución que desde hace años venía gritando que requería cambios. Sin embargo, hasta ese momento los que lo habían intentado se habían enfrentado a sindicatos duros que complicaban cualquier intento.

Así, Bustos recibió de parte del entonces ministro de Agricultura, José Antonio Galilea, una organización con un abultado déficit económico, con desconfianzas entre los trabajadores y la autoridad, especialmente después de una serie de despidos de 73 investigadores y personal administrativo de la Dirección Nacional, que los sindicatos calificaron como injustos y arbitrarios. Una situación agravada por las denuncias de irregularidades en contra del saliente director Guillermo Donoso.

A nivel nacional se venía cuestionando que el Inia no estaba aportando todo lo que podía, especialmente en el ámbito de investigación que permitiera avances en nuevos productos específicos para el entorno local que ayuden al sector a recuperar la competitividad que ha perdido en los últimos años.

En pocas palabras, un escenario muy poco amigable y altamente exigente para quien aceptara el cargo.

Pero como buen deportista -según algunos compañeros de universidad un buen arquero y caballeroso contrincante-, Bustos dijo sí al reto que le propuso Galilea y se empeñó en cumplir dos tareas consideradas fundamentales: estructurar bien los pasivos del Inia y ordenar su déficit financiero… pero, además, recuperar confianzas y sacar de la mente de los profesionales y funcionarios de la institución que él había llegado a «cerrar la casa».

A poco más de un año de gestión, logró reducir el endeudamiento bancario en 85 por ciento.

«Ha sido un ordenamiento importante. Hemos ido invirtiendo donde se debe, ahorrando donde se debe, creando una cultura de responsabilidad. Y la gente ha respondido, está cuidando los activos, los recursos, entiende que estamos en una situación complicada y que tienen que hacer un esfuerzo. Hemos logrado ser coherentes y eso nos ha dado resultados», precisa un Bustos satisfecho con el camino recorrido, aun cuando reconoce que todavía queda mucho que hacer.

En marzo de este año, bajo su administración, salieron del Inia 80 personas. Pero esta vez, la situación era distinta. Con las arcas más ordenadas y un aporte de mil 600 millones de pesos que llegó desde el Ministerio de Agricultura se cumplió con lo que no se había hecho desde el 2010, denominado «retiros mandatorios», es decir, la salida de quienes cumplen 65 años y cuyo retiro se acompaña de la indemnización correspondiente.

Y esta vez no hubo reclamos por parte de los sindicatos. La presidenta del sindicato de profesionales del Inia, María Inés González, comenta que el clima es claramente otro, que no se compara con el «período terrible» que vivieron con la anterior dirección.

«Pensábamos que lo que querían era cerrar la institución y despedir a los profesionales», recuerda.

Por ello, el trabajo base fue convencer a todos que ese no era el objetivo.

«Aquí lo más importante es la coherencia, que la gente comprendiera que estábamos en una situación difícil de la que teníamos que salir, pero también que la idea no era hacer desaparecer el Inia. Los convencimos de que era todo lo contrario», comenta Bustos.

Así, al interior del organismo las confianzas vienen recuperándose, aunque algunos, como María Inés, critican la lentitud con la que la autoridad toma ciertas decisiones o resuelve, lo que para otros se transforma en señal de falta de voluntad o estancamiento.

Como ejemplo de esto último menciona el término de las asignaciones elevadas para algunos cargos de la dirección nacional y la contratación de investigadores, especialmente en algunas áreas en las que no hay claridad respecto de lo que pasará (entre ellas la Producción Animal en la VIII Región y Mejoramiento Genético).

Sumando sangre nueva

Pero los retiros tuvieron también otro objetivo: disponer de fondos y reforzar el instituto con nuevas contrataciones, especialmente en el staff de profesionales e investigadores. De hecho, una de las críticas que se escuchaban era que el organismo estaba anquilosado y que requería urgente el ingreso de gente -especialmente a nivel de investigadores- que viniera con una visión más renovada y que pudieran hacer llegar lo que se hacía a sus destinatarios finales, los agricultores.

Es parte de lo que ha hecho Bustos en los últimos meses: designó a siete coordinadores que abordarán las siguientes líneas de investigación: Sistemas ganaderos, cultivo, fruticultura, horticultura, recursos genéticos, sustentabilidad y medio ambiente. Con ello pretende potenciar áreas en las que el Inia está más débil

«Le van a dar un vuelco a la actividad de investigación en el instituto. Su perfil es de investigadores, en general gente senior del Inia, pero también inyectamos algo de gente de afuera para que haya algo de cambio cultural», precisa.

Junto con ello se contrataron 20 profesionales para el área de Transferencia Tecnológica.

«No sacamos nada con que la investigación se quede en los libros, en los computadores y laboratorios. Esa información tiene que bajar, permear y llegar a los agricultores. Con estos profesionales que contratamos estamos haciendo la transferencia tecnológica, formamos 50 grupos, tres centros de transferencia y extensión, adicionados a la transferencia habitual», explica.

Parte del problema que arrastra el Inia es que mucho de lo que hace es prácticamente desconocido por quienes podrían aprovecharlo. Según Bustos son pocos los chilenos que saben que más del 50% de las variedades de trigo de Chile son desarrolladas por el Inia; o que más del 80% de las variedades de arroz utilizadas en el país son también desarrollos del organismo, al igual que más del 70 % de las variedades de papas.

Por ello se creó la Unidad de Impacto, similar a la que tienen organismos similares al Inia de otros países, y busca precisamente dar a conocer el impacto que tiene para el país lo que desarrollan. Para ello, esta unidad tomará los resultados de los nuevos desarrollos y los dará a conocer.

«Eso lo iremos sumando para que la autoridad sepa lo que estamos aportando, lo que estamos retribuyendo y se entienda que la inversión tiene una rentabilidad muy positiva para el agro».

Los desafíos pendientes

Si bien se ha avanzado, no significa que la tarea de Bustos esté finalizada. De hecho, él mismo reconoce que todavía se requiere seguir consolidando el ordenamiento financiero.

«Un instituto deficitario siempre va a tener dificultades para seguir avanzando y formar su capital humano y sacar sus proyectos. Hemos logrado revertir, pero no abordar la situación completa; por tanto, la misión es seguir trabajando para que eso se anule. La meta es reducir en 50 por ciento el déficit, lo que en cifras es del orden de los 5 mil millones de pesos».

También existe conciencia de que queda mucho por hacer tanto en el foco interno de la investigación -en el sentido de orientarla más a las necesidades locales- como en el traspaso de los avances a la comunidad.

«Como instituto tenemos que entender que no sacamos nada con investigar por investigar, sino que tenemos que estar encadenados con el sector productivo, establecer alianzas», resalta.

Y agrega que «hay muchos factores que incorporar, lo importante es cómo encadenamos al instituto con el sector privado para sacar el mejor provecho».

Hasta ahora el foco de la investigación práctica se ha concentrado en la parte agrícola, pero hay áreas, como labores de poscosecha, o de calidad que todavía están débiles; o tendencias productivas o de adaptación a situaciones como el cambio climático.

«El desarrollo de nuevas variedades en el mundo, en muchas partes se está haciendo por clubes. Es decir, se desarrolla una variedad y esa variedad se le está vendiendo a un grupo; entonces, si Chile no tiene sus propias variedades y no pertenece al club, quedará fuera. Por lo tanto, tenemos la obligación de crear nuevas variedades que nos permitan no quedar fuera del mercado y ser competitivos», acota.

Entre los cambios está un mayor énfasis en la transferencia a los agricultores de las nuevas tecnologías que desarrollan. 

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El perfil del director. Al parecer la experiencia de Bustos, evaluada al momento de su designación y destacada en el comunicado con que se informó sobre su llegada, ha sido un bagaje de herramientas que le han permitido dar pasos acertados: Su experiencia en el sector privado en altos cargos como la gerencia general de Iansagro, Iansafrut y de Iansa, así como su participación en el diseño y ejecución de los programas de asistencia técnica, logrando avances relevantes en la reducción de costos e introducción de nuevas tecnologías. A ello se suma su trayectoria en la actividad gremial del sector, ya que formó parte de la Federación de Procesadores de Alimentos (Fepach), la Asociación de Exportadores de Jugos (Aseco) y la Asociación de Fabricantes de Conservas de Chile (Asfach). Algo no menor si se piensa en alianzas futuras con determinados sectores.

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MAYOR CONEXIÓN CON EL AGRO

Para Juan Pablo Matte, secretario general de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), los cambios que se han producido en la forma de trabajar del Inia son notorios: «Más que una percepción, son hechos concretos, porque hemos verificado un cambio en términos de su orientación, de su conexión con la realidad, y en este caso de la agricultura».

Comenta que desde hace años había preocupación porque esta institución hacía una gran labor de investigación y análisis, pero poquísima extensión, que además tuviese que ver con las necesidades del agricultor.

«Hoy, hay una evidente mayor conexión entre lo que el agricultor está necesitando, lo que el mercado está exigiéndole, con lo que el Inia está investigando y difundiendo. Y eso pasa porque efectivamente en la cúpula de la institución -su dirección nacional y sus directores regionales- están conectados con los agricultores a través de los grupos de transferencia tecnológica», acota.

Isabel Quiroz, consultora que trabaja muy de cerca con exportadores y productores frutícolas, comenta que en el último tiempo se observa una activa participación del Inia en las regiones IX y X, especialmente en el área productora de berries y cerezas, algo que no se replica hacia la zona central.

«El Inia está haciendo mucha investigación en conjunto con los productores, algo que se agradece. Ha tenido un importante rol en este momento en el desarrollo de esta nueva fruticultura de sur, algo tremendamente importante en varios aspectos. Hay doctores en fruticultura que están trabajando, gente joven que está operando en equipo y con mucha energía», precisa.

CARMEN LUZ IBARRA.

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