Este es un tema que ha ido teniendo cada vez más importancia, En la Salud Pública de un país la atención a la población mayor se hace paulatinamente más importante por los avances de la medicina y de los ingresos en general que hacen alargar la esperanza de vida. Se une a eso que se van necesitando conocimientos nuevos para atender a cada vez a personas de edades superiores que presentan enfermedades y otros problemas de salud de características algo diferentes.
Muy ligado a lo anterior está como problema el alejamiento de los miembros de edad más avanzada de la familia que ellos contribuyeron a formar, por las realidades económicas y sociales en que se vive y por los cambios culturales y evolución de valores especialmente en los hogares urbanos, donde la esperanza de vida al parecer más aumenta.
La tercera edad enfrenta en grado importante problemas humanos; en esto está especialmente lo relacionado con salud, los que son generados significativamente por deficiencias en su alimentación. No puede dejar de mencionarse también la importancia de la actividad física y mental.
El diario El Mercurio de Santiago del 21 de marzo de 2016, presentó un interesante artículo que es conveniente a mi juicio divulgarlo y analizarlo. Al final de lo que yo he redactado acompaño esta publicación in extenso.
El artículo menciona especialmente la importancia en la alimentación de los mayores de las frutas, los granos y los líquidos. Se titula “Frutas, granos y líquidos deben primar en la alimentación de los adultos mayores”. Su autor C. González. (link al artículo)
Destaca inicialmente que los alimentos mencionados ayudan a disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, la hipertensión y problemas cardíacos.
El artículo se basa en el lanzamiento de EE.UU. de nuevas guías de nutrición para la tercera edad.
Se señala que muchas de las patologías de la tercera edad se relacionan con estilos de vida modificables, mediante principalmente el ejercicio y la alimentación.
EE.UU muestra indicadores para la tercera edad nada positivos; más del 25% de la población es obesa y un tercio no realiza ningún tipo de actividad física.
En Chile, las estadísticas son peores a los del país de Norte. Según la última Encuesta Nacional de la Salud, el 31% de los adultos mayores sufre de obesidad y más del 95% es sedentario.
Una distinguida doctora universitaria, Simin Nikbin, manifiesta: «Mucha gente no está informada del rol clave que una alimentación sana y un estilo de vida activo pueden jugar en la función del organismo, por ejemplo a nivel cerebral o en el sistema inmune«.
Es importante que esta materia tenga mucha divulgación, por varios canales, como también lo debieran tener muchos otros problemas. Por ejemplo poco se divulga sobre la obesidad abdominal que es de las más comprometedoras y de la forma apreciarla y atacarla.
La malnutrición se agrava por condiciones propias de la edad. El Dr. Homero Gac, vicepresidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, ha expresado que. «Las personas mayores, en general, son propensas a dejar de consumir proteínas por dificultades al masticar, costos más altos de productos cárnicos y pescados, y por efecto de vivir o comer solos«. «Muchas personas que viven solas se preparan comida para varios días; pero se aburren de comer lo mismo y dejan de ingerir alimentos adecuadamente, sus dietas se vuelven menos variadas y, como el comer es una acción social, se aburren y prefieren comer un sándwich o simplemente no comer«.
La monotonía de una dieta deficiente genera problemas crónicos en el adulto mayor. Las dietas deben ser variadas.
Dieta saludable
Los expertos precisan que, salvo situaciones supervisadas por un médico, un adulto mayor no debiera hacer dieta por su cuenta, porque puede terminar con déficits nutricionales importantes. Relevante también es la participación del nutricionista, que dentro de su especialización se está destacando la alimentación del adulto mayor.
A nivel nacional, los mayores de 70 años que se atienden por Fonasa reciben en los consultorios, por parte del Ministerio de Salud, leche en polvo y cremas instantáneas. Paulatinamente los alimentos para ellos se han ido modificando de acuerdo con los mejores conocimientos de sus requerimientos nutricionales. Se ha ido reduciendo el nivel de ingesta requerida de sodio y de grasas saturadas, y aumentando el de vitaminas y fierro. Esos mismos cambios son los que proponen las nuevas guías en EE.UU.
Los granos enteros y sus derivados integrales, las verduras y frutas, los aceites vegetales, los productos lácteos descremados y las fuentes de proteína son parte importante de una dieta recomendable. También los menores consumos de sal y la ingesta de azúcares sin refinar. Las ingestas de alimentos que evitan los cánceres o ayudan a su control, aparecen como especialmente recomendable para estos mayores que están más propensos estos males; para esto son recomendables especialmente ciertas variedades de verduras, las harinas de cereales sin refinar, los azúcares no refinados y las grasas de origen animal.
Un problema común en el adulto mayor es el estreñimiento; un cambio en la alimentación con mayor presencia de fibras ayuda a prevenirlo.
Esto también favorece la prevención de enfermedades cardíaca y algunos tipos de cánceres. Alimentos con contenido alto de fibra son los cereales enteros y sus derivados integrales, las legumbres y las frutas y verduras, especialmente estas últimas.
El adulto mayor tiende a deshidratarse ya que se debilita o pierde su sensación de sed. Es importante el consumo de agua natural y otros consumos con contenido de agua como infusiones especialmente te y del verde, leche descremada y sopas.
A continuación presento el artículo in extenso.
EE.UU. lanzó nuevas guías de nutrición en la tercera edad:
«Frutas, granos y líquidos deben primar en la alimentación de los adultos mayores»
lunes, 21 de marzo de 2016
C. González
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio
Estos alimentos ayudan a mejorar síntomas o disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, la hipertensión y problemas cardíacos.
Si alguna vez fue la pirámide alimenticia, desde hace unos años, especialistas de EE.UU. explican a través de un «plato» cuáles son las porciones ideales de cada alimento en la dieta diaria de un adulto mayor. Ahora acaban de lanzar una nueva actualización de esas recomendaciones, en las que sobresale el consumo de frutas y verduras, así como granos y la ingesta de líquidos.
«A pesar de que las necesidades calóricas disminuyen con la edad, debido a una desaceleración de la actividad en el metabolismo y física, los requerimientos nutricionales siguen siendo los mismos, o en algunos casos más altos», explica la doctora Alice Lichtenstein, del Centro de Investigación en Nutrición Humana y Envejecimiento, del Departamento de Agricultura de EE.UU.
Con base en la Universidad de Tufts, ubicada cerca de Boston, es este el centro el que desde hace algunas décadas dicta las pautas nutricionales para quienes han pasado los 65 años. El anterior «plato» fue presentado en 2010.
«Nunca es tarde para realizar cambios útiles en la dieta. Estos apuntan a alimentos más saludables que puedan mejorar síntomas o disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, la hipertensión y cardiopatías, que son más comunes en la tercera edad», agrega la investigadora.
Muchas de estas patologías se relacionan con estilos de vida modificables, como el ejercicio y la alimentación. Dos áreas que no muestran indicadores positivos: más del 25% de la población de tercera edad en EE.UU. es obesa y un tercio no realiza ningún tipo de actividad física.
En Chile, las estadísticas no son mejores. Según la última Encuesta Nacional de la Salud, el 31% de los adultos mayores sufre de obesidad y más del 95% es sedentario.
«Mucha gente no está informada del rol clave que una alimentación sana y un estilo de vida activo pueden jugar en la función del organismo, por ejemplo a nivel cerebral o en el sistema inmune», lamenta la doctora Simin Nikbin, directora del Laboratorio de Inmunología Nutricional de la U. de Tufts.
Esta malnutrición también se agrava por condiciones propias de la edad, según comenta el doctor Homero Gac, vicepresidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile. «Las personas mayores, en general, son propensas a dejar de consumir proteínas por dificultades al masticar, costos más altos de productos cárnicos y pescados, y por efecto de vivir o comer solos».
Esto último es una realidad creciente en el país, según el experto.
«Muchas personas que viven solas se preparan comida para varios días; pero se aburren de comer lo mismo y dejan de ingerir alimentos adecuadamente, sus dietas se vuelven menos variadas y, como el comer es una acción social, se aburren y prefieren comer un sándwich o simplemente no comer».
Dieta saludable
Los expertos precisan que, salvo situaciones supervisadas por un médico, un adulto mayor no debiera hacer dieta por su cuenta, porque puede terminar con déficits nutricionales importantes.
A nivel nacional, los mayores de 70 años que se atienden por Fonasa reciben en los consultorios, por parte del Ministerio de Salud, leche en polvo y cremas instantáneas.
A través de los años, esos productos se han ido modificando de acuerdo con los requerimientos nutricionales de la población, por ejemplo, disminuyendo el nivel de sodio y grasas saturadas, o aumentando vitaminas y fierro.
Precisamente, cambios como esos son los que proponen las nuevas guías en EE.UU.
Los granos enteros, las verduras y frutas, los aceites vegetales, los productos lácteos descremados y las fuentes de proteína son parte importante de una dieta saludable (ver infografía).
Las fibras, por ejemplo, pueden ayudar a prevenir el estreñimiento, un problema común que aparece con el envejecimiento, así como reducir el riesgo de enfermedad cardíaca y algunos tipos de cáncer. Alimentos con alto contenido de fibra son los panes de granos enteros y los cereales, las frutas, verduras y legumbres.
La inclusión de varios tipos de líquidos -como agua, té, leche y sopas- apunta a contrarrestar el habitual declive de la sensación de sed relacionado con la edad, lo que puede poner a los adultos mayores en riesgo de deshidratación.