El caso de ENERSIS golpea a amplios sectores nacionales y actualiza inquietudes sobre la marcha de nuestro país. Parece sumarse a otras gravísimas situaciones que se nos han ido presentando; una parece agregarse a otra y van siendo tantas que parecen conducir a que cada una de ellas vaya perdiendo importancia frente a un impresionante conjunto.
Del interesante artículo de Carlos Peña, me permito destacar algunas de sus expresiones como también señalar algunos temas tratados:
– El caso Enersis-un directorio más preocupado del controlador que del interés social- mostró, como en un resumen, algunos de los problemas que aquejan a la sociedad chilena
– Conflictos de interés entre directores de la Bolsa de Comercio, incluido su presidente, quienes son miembros del directorio de ENERSIS. Aunque la legislación no lo impide. Impacta la frase: “Pero una clase empresarial virtuosa sería menos promiscua”.
– Muy fuerte lo que menciona del Presidente Piñera: “El fenómeno no es nuevo. Basta recordar la resistencia del Presidente Piñera para despejar sus propios conflictos de interés. Dio el ejemplo. El deseo de ubicuidad -estar allá y acá, y en todas partes a la vez- tuvo en Piñera a su representante más conspicuo”.
– Fuertes críticas hace al accionar de dos personas en particular Hernán Somerville y Eugenio Tironi.
– También hace comentarios especiales con relación a la izquierda chilena.
Es posible que mucho de lo expuesto por este rector universitario sea compartido por muchos.
Sin duda que este artículo de Carlos Peña, como puede decirse, traerá cola. Poco después de las 21 horas ya habían llegado a El Mercurio 139 comentarios. Leí parte de los primeros, sin duda que hay muy interesantes opiniones al respecto. Me parece muy importante leer este artículo, echarle una mirada a los comentarios y posiblemente detenerse en algunos.
Más adelante me refiero a algunos de los escándalos. Presento finalmente en forma textual lo que hoy salió publicado con la firma de Carlos Peña
Sobre escándalos:
Ayer fue el escándalo de las farmacias, lo de la colusión y otras cosas muy graves a las que no se le ha dado mayor atención eso de forzar a los vendedores a motivar la elección de medicamentos más caros para mejorar sus ingresos por comisiones y posiblemente a su vez forzados a hacerlo para cumplir con met que de no hacerlo pueden perder sus cargos.
Después se conoció el vergonzoso caso de la Polar cuyo genio gestor de esos negociados había merecido distinciones profesionales especiales por el éxito de esta empresa. Posteriormente aparece la discutida condonación de intereses penales a la firma Johnson que a pesar de tener facultades el Servicio de Impuestos Internos para hacerlo, aparecen otras oscuras relaciones y cuyas decisiones de significada magnitud se hacen aparecer como desconocidas por las autoridades superiores del Servicio, lo que parece que no fue así.
Se suma el escándalo de las universidades que de hecho persiguen fines de lucro pero, que por lo que podría llamarse resquicios legales, quedarían amparados por la ley; impacta como a universidades chilenas ingresan capitales extranjeros que sin duda lo hacen por lucrar. Se agrega el más reciente escándalo de las acreditaciones de las universidades lo que estaría al parecer relacionado con vergonzoso cohechos.
Más recientemente aparece lo de ENERSIS y sus relaciones con ENDESA. Sobre este último tema aparece esta impresionante columna de Carlos Peña en Reportajes del diario El Mercurio de hoy.
Semanas atrás tuve la oportunidad de ver el programa televisivo “En la mira” donde muy bien se presentaron los escándalos en varios supermercados de diferentes grandes formas en que se apreciaban irregularidades entre las más graves a mi juicio las adulteraciones en los vencimientos de alimentos perecibles, delitos a los que se veían obligados a respaldar los empleados de esas firmas. Nuevamente el cumplimiento de metas motivarían en parte estos nefastos procedimientos. De estos antecedentes nada o muy poco mencionó la prensa más tradicional muy beneficiadas con la publicidad de estas grandes empresas comprometidas.
Muy plausible las investigaciones periodísticas y en especial las llevadas adelante cuyos resultados los presenta CIPER.
He escuchado debates radiales sobre ENERSIS y ENDESA. Oí al pasar como uno de los participantes en esas interesantes sesiones que se dan en Radio Cooperativa en el programa de los días hábiles de 9 a 10 de la mañana, algo que cuesta entender, cómo estas empresas no pueden pertenecer al Estado chileno pero si ser a lo menos propietarios del sistema capitales estatales de España y de Italia. No olvidemos que gran parte de los derechos de aguas no utilizados en Chile pertenecen a ENDESA, una empresa de capitales extranjeros, parte de ellos pertenecientes a estados extranjeros.
Llama la atención como CENCOSUR propietarios de unas de las cadenas de supermercados que aumentan sus utilidades a costa de vender productos alimenticios vencidos y adulterados en sus fechas de vencimiento aparezca inaugurando la torre de más altura de Sudamérica y también adquiriendo Johnson, posiblemente gracias a esa condonación inmensa de interesas penales. Son sendas sombrías para agudizar las concentraciones de la riqueza en Chile
Hay temas que la prensa más tradicional parece omitirlos; estos centros de poder fáctico tienen la gran fuerza de sus gastos en publicidad.
Ahora presento el artículo de Carlos Peña:
Carlos Peña
Domingo 12 de Agosto de 2012
El caso Enersis
El caso Enersis-un directorio más preocupado del controlador que del interés social- mostró, como en un resumen, algunos de los problemas que aquejan a la sociedad chilena.
Desde luego, puso en evidencia los conflictos de interés, la facilidad con que se trabaja a ambos lados del mesón, como si fuera lo más natural del mundo. Pablo Yrarrázaval es, a un tiempo, presidente de la Bolsa y presidente de Enersis. Hernán Somerville y Leonidas Vial, directores de ambas. ¿Cometen alguna ilegalidad? No, ninguna. Pero una clase empresarial virtuosa sería menos promiscua.
El fenómeno no es nuevo. Basta recordar la resistencia del Presidente Piñera para despejar sus propios conflictos de interés. Dio el ejemplo. El deseo de ubicuidad -estar allá y acá, y en todas partes a la vez- tuvo en Piñera a su representante más conspicuo.
El caso mostró también la autoimagen de la élite. Es propio de las élites (las minorías que concentran el capital de toda índole: social, económico, simbólico) tener una alta opinión de sí mismas, creer que merecen la confianza en virtud de lo que simplemente son. El mejor ejemplo lo dio Hernán Somerville. Su primera reacción en este caso fue indignarse y reclamar:
¿Qué pasa en Chile? -dijo-. ¿Cómo podemos llegar a estos niveles de intolerancia? Una persona de la trayectoria pública y privada como la mía. ¿Cómo pueden cuestionar mi idoneidad? -concluyó, sin ocultar su indignación.
El enojo de Somerville es ridículo. Un director de una sociedad anónima abierta es como un parlamentario: actúa en interés de terceros y, a fin de cuentas, tiene como deber la protección del público. ¿Por qué, entonces, se ofende cuando se hace el escrutinio de su conducta profesional? En las sociedades que se modernizan -alguien debiera explicarle esto a Somerville-, la confianza se gana con la conducta actual, no es algo a lo que se tiene derecho de una vez y para siempre.
El incidente puso también de manifiesto la principal ley del capital: el capital económico busca traer cerca suyo al capital cultural, político o social. Por eso, los directorios (el caso de las empresas españolas es paradigmático) suman no sólo conocimiento financiero o administrativo sino también redes y habilidad para manejarlas. Esto explica la presencia de Eugenio Tironi; pero también plantea una pregunta. ¿Cómo un experto en comunicaciones no advirtió el daño reputacional que la operación que autorizaba causaría a la compañía? ¿Por qué un experto en legitimidades sociales escuchó el par de informes en derecho que favorecían al controlador y desoyó sus propios análisis?
En fin, si el caso Enersis reveló la idea que la élite tiene acerca de sí misma (como lo mostró Somerville), algunas críticas a Tironi (que esta vez no se refieren a su desempeño de director, sino a su trayectoria vital) muestran un problema que atraviesa al progresismo chileno.
La izquierda en Chile vacila entre concebirse a sí misma como un estilo de vida o como una orientación ideológica. Concebida como estilo de vida, ser de izquierda consistiría en ser alérgico a los empresarios, vivir con sencillez extrema y ser opaco a la hora de los éxitos. Una suerte de sacerdocio laico, contenido y austero. Concebida como ideología, en cambio, consistiría en promover una distribución más igual de los recursos y las oportunidades. ¿Se puede ser de izquierda en un sentido ideológico aunque no en el estilo de vida? A juzgar por las críticas que suscita la trayectoria de Tironi, parece que la gente de izquierda piensa que no. Que todos deberían ser como Navarro: incluso, los domingos por la tarde, mientras conducen una moto de nieve, trabajar para la revolución.
Conflictos de interés, intolerancia al escrutinio público, laxitud a la hora de cumplir los propios deberes, estilos de vida en cuestión. He ahí algunas de las aristas del caso Enersis.
Alguna vez la política se hizo en los salones y era cosa de caballeros. De pronto, saltó a la calle. Cualquiera opinaba. Fue el inicio de la democracia de masas.
Ahora le toca a los negocios.
