Numerosos antecedentes existen sobre la diferencia de precios de entre los del mercado chileno y los de varios de otros países.
Personalmente tuve la experiencia de tener que comprar un determinado medicamento para mi esposa en Madrid, España. No podíamos creer el precio que se nos cobraba, no guardaba relación con el de Chile; pensamos que podría ser otro producto, pero era el mismo.
Uno se pregunta qué pasa en nuestro país que se dan estas situaciones. Da la impresión que no tuviéramos Gobierno, no tuviéramos Ministerio de Salud, no tuviéramos organizaciones de consumidores, no tuviéramos colegios profesionales que se preocupen de la ética profesional en estas materias. No debería el SERNAC preocuparse también de estos temas.
Difícil es entender por qué las Aduanas de Chile tengan el comportamiento que se observa.
Hay dos cartas enviadas a El Mercurio que contienen inquietudes frente a un producto concreto, el cloruro de potasio 600 mg. Las incluyo al final de este artículo.
Qué valioso es el hecho que El Mercurio seleccione, entre una infinidad de cartas al Director, a este tipo de comunicaciones.
La primera carta se publicó el 26 de diciembre y la segunda al día siguiente. Ambas están muy relacionadas.
De ellas se desprende, lo que pasa para varios otros medicamentos, que escasean y/o desaparecen en algunos locales o en general. Cadenas informan en un local que se les ha agotado, buscan en qué otro local de la cadena lo tienen, se va a ella y tampoco lo tienen. Tuvimos la experiencia en nuestra familia; nos vimos obligados a hacer una nueva consulta pagada al médico que nos atiende, para conseguir otra alternativa de medicación de efectos equivalentes.
Se da en las cartas el caso del cloruro de potasio 600 mg.
Presento el siguiente párrafo de la primera carta
“Comencé hace dos años con un medicamento de laboratorio internacional con presencia en Chile, carísimo. Súbitamente dejó de comercializarse y me lo reemplazaron por otro fabricado en Argentina, importado y envasado por un conocido laboratorio de la plaza. Era más barato que el anterior, pero también repentinamente salió de las farmacias”.
Otro párrafo de la primera carta, preocupante especialmente en lo referente a precios
“Contacté a una farmacéutica canadiense que vende por internet, donde tienen el famoso remedio original a un precio de exactamente un décimo del citado tarrito. Estoy tratando de superar el «red tape», consistente en que acepten la receta chilena para que me puedan vender el producto”.
De la segunda carta publicada, al día siguientes, extraigo algunos párrafos, uno primero:
“…debo tomar este medicamento en forma permanente, el que he tenido la posibilidad de comprar en España y Alemania, sin receta, por exactamente un décimo del valor al que se vende en Chile (esto, cuando se logra encontrar después de una maratónica búsqueda por un buen número de farmacias locales”).
Un segundo párrafo:
“Encargué a Alemania, por internet, un despacho de 10 frascos. Reflejo de la eficacia y precisión alemana, el despacho estaba en Chile cinco días después de efectuada la compra y a menos de un cuarto de su valor en Chile, incluyendo el costo de envío. Desgraciadamente, al tocar tierra chilena se termina la eficacia y comienza el calvario para quienes tenemos que depender de un medicamento”.
Un tercer párrafo:
“Después de solicitar el correspondiente permiso de internación al Instituto de Salud Pública (ISP), el remedio cae en manos de Aduanas de Chile, quienes «por sobrecarga de trabajo» se demoran dos meses en revisar la información (un formulario del ISP de dos páginas) y liberar el producto para ser entregado a Correos de Chile”
Lo que señala este párrafo para inaudito: Que Aduanas de Chile demore dos meses en dar el paso a un medicamento. Tiene dos temas criticables: 1. Que no se dé prioridad a medicamentos y 2. Que Aduanas tenga esa demora. Ello no debería suceder.
Aduanas debiera iniciar la atención de una solicitud en el mismo día que se recibe y atender el tema en forma continua hasta terminar el proceso.
No deberia haber retrasos, si hay congestión debiera trabajarse con horas extraordinaria o con personas capacitadas que puedan contratarse temporalmente, bien podría hacerse con personal jubilado.
Las Aduanas en carreteras y aeropuertos operan día y noche, incluso supe tiempo atrás que en carreteras se cobraba algo más a horas distintas del horario normal.
A continuación presento las cartas.
1. Carta del miércoles 26 de diciembre de 2018
Precio de medicamentos
Señor Director:
Debo tomar permanentemente cloruro de potasio de 600 mg. Comencé hace dos años con un medicamento de laboratorio internacional con presencia en Chile, carísimo. Súbitamente dejó de comercializarse y me lo reemplazaron por otro fabricado en Argentina, importado y envasado por un conocido laboratorio de la plaza. Era más barato que el anterior, pero también repentinamente salió de las farmacias.
Una doctora amiga me consiguió el último tarrito de 50 comprimidos del remedio original que había en su clínica por un valor de 100 dólares (con lo que tengo para un mes más). Contacté a una farmacéutica canadiense que vende por internet, donde tienen el famoso remedio original a un precio de exactamente un décimo del citado tarrito. Estoy tratando de superar el «red tape», consistente en que acepten la receta chilena para que me puedan vender el producto.
Esto es inaceptable. Este remedio es básico en el listado de esenciales, pero los laboratorios hacen y deshacen, los venden o no -y a los precios que se les antoja- y, entre medio, uno queda en nada, y los médicos, perplejos por tener que rebuscar qué hacer cuando sus prescripciones no pueden ser cumplidas, pese a que los recetan porque los vendedores de los laboratorios, los visitadores médicos, se lo han sugerido y recomendado.
Juan Carlos Valle
Ingeniero civil
2. Carta del jueves 27 de diciembre de 2018
Precio de medicamentos
Señor Director:
El señor Juan Carlos Valle reclama en su carta del miércoles por el precio del cloruro de potasio 600 mg. Efectivamente, como es el caso del señor Valle, debo tomar este medicamento en forma permanente, el que he tenido la posibilidad de comprar en España y Alemania, sin receta, por exactamente un décimo del valor al que se vende en Chile (esto, cuando se logra encontrar después de una maratónica búsqueda por un buen número de farmacias locales).
Encargué a Alemania, por internet, un despacho de 10 frascos. Reflejo de la eficacia y precisión alemana, el despacho estaba en Chile cinco días después de efectuada la compra y a menos de un cuarto de su valor en Chile, incluyendo el costo de envío. Desgraciadamente, al tocar tierra chilena se termina la eficacia y comienza el calvario para quienes tenemos que depender de un medicamento.
Después de solicitar el correspondiente permiso de internación al Instituto de Salud Pública (ISP), el remedio cae en manos de Aduanas de Chile, quienes «por sobrecarga de trabajo» se demoran dos meses en revisar la información (un formulario del ISP de dos páginas) y liberar el producto para ser entregado a Correos de Chile. Ahora mis remedios están en manos de Correos de Chile, donde la persona encargada me contesta, mientras se lima las uñas frente al mostrador, que debo revisar la página web para seguir mi envío.
Entre Aduanas de Chile y Correos de Chile, mis remedios llevan casi tres meses quién sabe dónde. Ambas empresas se escudan en su carga de trabajo y así cada uno de nosotros continúa, porque no hay otra opción, solventando el escándalo que significa comprar un remedio en este país y manteniendo la ineficacia y negligencia de las empresas «de Chile».
Silvia Fernández Edwards