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Carta de ayer de Francisco Cumplido al Director de El Mercurio sobre la Asamblea Constituyente; extraños contenidos y breve análisis de algunos de ellos

Me ha extrañado mucho que Francisco Cumplido tenga el modo de pensar que expresa en su carta a El Mercurio del 16 de febrero de 2013. Yo he sido un defensor de una Asamblea Constituyente para una nueva autenticamente democrática cosntitución para Chile. Analizo más adelante contenidos de esa carta; recuerdo la presencia de Cumplido en actos universitarios que nos llevaron a fines de los años 60 a un nuevo estatuto para la Universidad de Chile, en un proceso similar a una Asamblea Constituyente. Hago recuerdos de Eduardo Frei Montalva, ese gran presidente y estadista, que planteó poco antes de que se aprobara la constitución de 1980, la necesidad futura de una nueva constitución democrática, preparada por una Asamblea Constituyente. Al final presento la carta de Cumplido in extensa. Hago breve referencias a los comentarios que fueron enviados al Director de El Mercurio.

 

Nos conocemos con Cumplido desde hace muchos años, de fines de los año 40 cuando éramos alumnos del Instituto Nacional. Lo aprecio enormemente. Fuimos académicos de la Universidad de Chile y miembros del Congreso Transitorio de fines de los años 60; participamos así en la preparación del nuevo estatuto de la Universidad de Chile. Este congreso tuvo mucho las características de una asamblea constituyente. Fue triestamental, con amplia mayoría de académicos; también estaban representados los alumnos y los funcionarios no académicos de esa casa de estudios. En el trabajo de ese congreso, Cumplido hizo brillantes exposiciones. Los representantes de estudiante y funcionarios fueron elegidos nacionalmente y los de los académicos en tres ámbitos. Unos pocos por votación nacional, otros por votaciones de sedes y otros por votaciones de facultades. Cumplido fue congresal nacional, si mal no lo recuerdo. Yo lo fui elegido por la sede de Santiago. Ningún grupo de congresales llevaba un proyecto de estatuto especial. Muchos se identificaban con determinadas posiciones políticas, pero un grupo importante no las tenía. Cumplido era demócrata cristiano, yo no lo era pero me identificaba en muchos aspectos con el llamado Frente Universitario. El otro gran grupo eran los congresales de izquierda, podríamos decir de la Unidad Popular. El sistema de trabajo se basaba en llegar a un pronunciamiento del congreso, que si era ampliamente mayoritario, quedaba a firme; en caso de resultados más estrechos, esos temas iban a plebiscito. Así fue como se llegó a un muy interesante nuevo estatuto para la Universidad de Chile aprobado por la gran masa representativa de la Universidad de Chile: académicos, estudiantes y funcionarios no académicos. Este modelo, como lo he señalado en una artículo anterior, podría servir de base para constituir una Asamblea Constituyente, que elabore una constitución basada en posiciones ampliamente mayoritarias y en que planteamientos con resultados más estrechos vayan a un plebiscito nacional.Sin duda puede haber otros sistemas Volviendo a Francisco Cumplido, él fue un brillante académico de la Universidad de Chile, gran defensor de la Casa de Bello en difíciles momentos de la dictadura militar. Fue nada menos que ministro de Justicia durante los cuatro años del primer Gobierno de la Concertación, el del Presidente Patricio Aylwin Azócar. Seguramente Cumplido debe recordarse de cuando los opositores a la Dictadura Militar  convocaron a un encuentro histórico, ese del 27 de agosto de 1980 en el Teatro Caupolicán, en días previos al plebiscito de aprobación de la nueva constitución. El principal orador fue el ex Presidente Eduardo Frei Montalva; su discurso quedó grabado para siempre en la historia política. Él planteó explícitamente la necesidad de la conformación de una asamblea constituyente que se abocara a elaborar nuestra constitución futura en democracia. Volviendo a la carta, me extraña el primer párrafo. Más adelante va la carta in extenso. No necesariamente el proceso sustituirá a la constitución existente; se ha planteado que podría darse el caso que si la mayoría considera que ella les satisface, como parece ser a Cumplido y a muchos otros de diferentes posiciones políticas, especialmente de derecha, como también a otros demócrata cristianos y socialistas y desde luego de independientes, la Asamblea Constituyente asociada o no a un plebiscito, le daría validez democrática a la que hoy nos rige y que gran parte de la ciudadanía poco la conoce en profundidad. Cabría preguntarse por qué se teme ponerla a juicio de la mayoría ciudadana. Yo pienso que es muy probable que esa mayoría ciudadana desee una constitución muy distinta. Recordemos que la educación cívica desapareció en los programas de estudio formales de la educación, no sólo básica sino también media. Comprensible que la implantación de una dictadura de las características de la nacida en 1973, la haya eliminado; pero preocupante que esa importante enseñanza no se haya restablecido en los gobiernos de la Concertación. Esta realidad puede ser una causa de que no se aprecie la necesidad de disponer de una auténtica constitución democrática en su base de gestación y que, además, poco se conozca las características de la existente. A modo de ejemplo de esto último. Tuve tiempo atrás la experiencia de revisar en un grupo el tema sobre qué sucede si el Presidente de la República debe abandonar su cargo, por ejemplo si fallece; los integrantes del grupo estábamos haciendo un viaje internacional. Nadie de lo sabía; yo algo había leído y no lo recordaba. Revisé mi computador portátil donde tenía la Constitución y allí vi que si se producía esa vacancia y quedaban más de dos años de gobierno, se llamaba a elección para llenar el cargo sólo hasta el término del período. El Presidente electo no podía ser reelegido. Si faltaba menos de dos años, era el Congreso pleno quien en un plazo limitado estaba obligado a elegir al nuevo presidente, quien tampoco podía ser reelegido. Me recuerdo que intercambiamos idas con un distinguido juez que estaba en el grupo y coincidimos que frente a esa realidad, podría ser muy conveniente que en Chile se eligiese junto al Presidente también a un Vicepresidente, quien debiera ser el que termina el período de cuatro años. Los constitucionalistas que aprobaron la constitución de 1980, al parecer consideraron muy importante que hubiese cada cuatro años una elección de Presidente coincidente con la elección de la Cámara de Diputados y la mitad del Senado. Recordemos que la última constitución democrática frente al alejamiento de un presidente, el sucesor se elegía por votación popular para desempeñarse por los 6 años. Así fueron elegidos los presidentes Juan Antonio Ríos y Gabriel González Videla frente a la muerte de sus antecesores. No todos parece que saben que el Banco Central, por disposición de la Constitución, no puede prestarle al Fisco, salvo en caso de guerra o temor de guerra; sin duda que es una limitación bastante discutible. Conservando la limitación, me permití sugerir en uno de mis artículos que se ampliase esas excepciones al caso de una catástrofe nacional, como fue el terremoto del 2010; la calificación de catástrofe nacional podría requerir para ser considerada como tal por el pronunciamiento no sólo del Ejecutivo sino que también de una amplia mayoría del Senado. Una disposición de esa naturaleza podría haber evitado afectar a muchas inversiones de zonas no dañadas por el terremoto, como sucedió con el desvío de recursos a la reconstrucción, mientras los nuevos financiamientos, basados principalmente en mayores impuestos entrasen a generar disponibilidades financieras en moneda nacional. Esos nuevos recursos tributarios podrían ir a servir la deuda del Fisco con el Banco Central. En el segundo párrafo de la carta de Cumplido, me ha llamado la atención la afirmación que hace: Nuestro proceso político adolece de dos graves defectos: análisis, opiniones o propuestas fuera de contexto; es decir, no tienen presente la época y circunstancias en que los hechos se produjeron, y el «nominalismo», que denomina con términos similares situaciones originarias y actuales que son diferentes.  No cabe duda de que las condiciones imperantes en una dictadura, que junto con tratar de imponer un modelo de desarrollo y que buscaba caminos para perpetuarse, hacen a esa constitución de 1980 tremendamente sesgada, sin respaldo de una ciudadanía libre e informada. Me extraña que un constitucionalista como Cumplido valore la carta constitucional de 1980, tan criticada por ese gran estadista, Eduardo Frei Montalva, quien, como ya se ha señalado, destacó en su gran discurso del Caupolican en agosto de 1980, la necesidad de que Chile a futuro tuviese una auténtica constitución emanada de una Asamblea Nacional Constituyente o de otros procesos similares.  En el mismo segundo párrafo cumplido plantea textualmente “Tal ocurre con las denominadas ´asambleas constituyentes´ del pasado histórico. Es efectivo que las Constituciones de 1833 y 1925 fueron aprobadas para resolver graves crisis políticas, pero cada una tuvo causas diferentes y soluciones distintas, de acuerdo con el contexto de la época. Por lo que aprecio de su posición, Cumplido no considera que estamos en una crisis política; no parece considerar grave la realidad política en que vivimos, reflejada entre otras manifestaciones en el desprestigio de los partidos políticos y de la política en general, como también en la tan baja participación cívica de nuestra ciudadanía. Me extraña también en la posición que creo captar de Cumplido, que las demoradas modificaciones marginales que se ha logrado de la Constitución de 1980, valide nuestro marco constitucional. Muchas otras modificaciones propuestas no han logrado progresar, como ha sido el sistema electoral chileno. No cabe duda que las minorías que han defendido la Constitución de 1980 han ido cediendo posiciones en materias que a ellos les conviene; de eso creo que muchos chilenos están conscientes, pero eso no altera la base de esa espuria constitución. Me preocupa el último párrafo de su carta: “Si se desea modificar la Constitución para crear una asamblea constituyente, dése a conocer él o los proyectos de nueva Constitución que se propondrán, llámese a votar en la próxima elección de diputados y senadores y de Presidente de la República por los candidatos que estén de acuerdo con la convocatoria y con los proyectos de nueva Constitución. Así, será la ciudadanía activa la que resuelva en definitiva si desea o no modificar o cambiar la Constitución, con voto debidamente informad”. A mi juicio son argumentos que buscan bloquear a una nueva constitución que nazca de una Asamblea Constituyente. Pide que se conozca el o los proyectos de nueva constitución que se propondrán para que se llame a votar por los candidatos que estén de acuerdo con la convocatoria y con los proyectos de nueva Constitución. Cumplido plantea al parecer que se preparen varios proyectos constitucionales para que una vez conocidos, los candidatos se pronuncien por uno u otro; me parece algo inviable. No me cabe dudas de que será imposible que se preparen proyectos de nueva constitución por las diferentes corrientes políticas y que el electorado se pronuncie por uno u otro al elegir a sus representantes, Presidente de la República y parlamentarios. De lograrse algún avance es esta línea, se terminaría en un verdadero caos político, que terminase en un statu quo que sólo finalice en que la voluntad de minorías mantengan la situación vigente, hasta que la democracia chilena llegue a una profunda crisis, posiblemente con salidas revolucionarias. En mi opinión entre los grandes objetivos de una Asamblea Constituyentes está el que a través de ella se vayan obteniendo grande consensos nacionales a base de exposiciones y debates en que en profundidad se analicen los distintos pros y contras. Los debates irían enriqueciendo los conocimientos cívicos de la ciudadanía para que ésta finalmente se pronuncie en un gran plebiscito nacional en lo que sería una constitución auténticamente democrática que sea nuestro orgullo nacional, como nuestros emblemas patrios y nuestra canción nacional. A continuación va la carta in extensa.  Cartas Sábado 16 de febrero de 2013

Asamblea constituyente

Señor Director: Varias cartas al diario y sus respectivos comentarios abogan por establecer en Chile una asamblea constituyente para sustituir la Constitución vigente, pero muy excepcionalmente se difunde el proyecto de nueva Constitución que se propone; es decir, se busca la creación de un Poder Constituyente «en blanco», situación muy peligrosa en un proceso político caracterizado por la influencia de movimientos que no respetan la institucionalidad legal existente, usan la violencia y atropellan los derechos humanos de los demás, lo que se suma a la tolerancia de las conductas extralegales. Nuestro proceso político adolece de dos graves defectos: análisis, opiniones o propuestas fuera de contexto; es decir, no tienen presente la época y circunstancias en que los hechos se produjeron, y el «nominalismo», que denomina con términos similares situaciones originarias y actuales que son diferentes. Tal ocurre con las denominadas «asambleas constituyentes» del pasado histórico. Es efectivo que las Constituciones de 1833 y 1925 fueron aprobadas para resolver graves crisis políticas, pero cada una tuvo causas diferentes y soluciones distintas, de acuerdo con el contexto de la época. Las modificaciones a la Constitución de 1980 se produjeron inicialmente en el proceso político de transición del gobierno autoritario a un gobierno democrático, fruto de una negociación política, para producir un cambio pacífico, moderado y gradual. La vía armada no tenía posibilidad de éxito ante fuerzas militares como las chilenas; la resistencia pacífica, no violencia activa, terminó con la muerte de personas, generalmente los más desvalidos. Las reformas de 1989 fueron aprobadas por un mayoritario plebiscito y la de 2005 por la mayoría de los diputados y senadores. Si se desea modificar la Constitución para crear una asamblea constituyente, dése a conocer él o los proyectos de nueva Constitución que se propondrán, llámese a votar en la próxima elección de diputados y senadores y de Presidente de la República por los candidatos que estén de acuerdo con la convocatoria y con los proyectos de nueva Constitución. Así, será la ciudadanía activa la que resuelva en definitiva si desea o no modificar o cambiar la Constitución, con voto debidamente informado.   Han sido muy interesantes los comentarios que se han hecho de esta carta enviados a la Dirección de El Mercurio. Daría para un valioso análisis. __________________________________________________

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2 respuestas

  1. Muy interesante y completo, con informacion valiosa sobre la trayectoria de
    Cumplido y su época junto a Rolando Chateauneuf. Momentos historicos! y asuntos actuales en plena gestacion.

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