No es sano para una economía como la chilena – que está tan relacionada con el comercio exterior y en especial con las exportaciones mineras, dentro de ellas en particular con el cobre, de precios internacionales muy fluctuantes, -no tener una política adecuada cambiaría. Se presta para que uno pocos tengan una información privilegiada y la usen a su propio beneficio. Tenemos una triste experiencia histórica poco dada a conocer en el gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, con su hasta entonces colaborador Hugo Rosende Subiabre. Lo existente genera justificada desconfianza.
En estos días se estima que el dólar pueda llegar a los simbólicos 1000 pesos, y por ello, que el Banco entre a vender la moneda extranjera.
Una política de comercio exterior tan abierta como la que tiene Chile, permite que, al subir el precio de la divisa, se encarezca el costo de vida y se vea favorecido el sector exportador. A la inversa, si el dólar está bajo se favorecen las importaciones, al bajar su costo, y con ello se perjudica a gran parte de los sectores productivos nacionales.
Se sabe que el precio del cobre tiene un significativo efecto sobre el valor de la divisa.
Al subir el metal su precio internacional, baja el precio del dólar. Con ello se estimulan las importaciones competitivas con la producciones nacionales. Especialmente se ven perjudicadas las producciones agrícolas y las industriales. Sus efectos regionales pasan a ser muy diversos. Muy favorables a las zonas mineras y perjudiciales a los sectores agrícolas e industriales, salvo en el caso de las producciones nacionales de exportación, como por ejemplo, las frutícolas y las vitivinícolas.
En el país se deberían mantener estudios permanentes sobre cuál debería ser el mejor precio del dólar y sobre ese nivel, considerar una banda, y que frente a valores que salgan de ella, el Banco Central intervenga ya sea como comprando o vendiendo la divisa.
_____________________________
