Medicina natural, actualidad y economía

Delicada situación económica mundial. ¿EE. UU. y China culpables? El comercio exterior y el tipo de cambio

Deseo insistir en lo que planteé en un artículo anterior, en que señalo que una de las causas más importante de la crisis mundial son los comportamientos de China y EE UU, con sus políticas económicas. El país asiático con su política de desarrollo acertada para los intereses de esa gran nación, con la invasión de sus productos industriales a gran parte del mundo, basado en una política de planificación, de una política de Estado, ha sabido sacar provecho del neoliberalismo algo dogmático de gran parte del mundo desarrollado occidental, que se refleja entre otras decisiones en la apertura irrestricta al comercio exterior y en algunos países como Chile con aranceles muy bajos o nulos. En el caso de nuestro país se agregan los acuerdos bilaterales que reducen más aún los aranceles.

EE UU por otra parte con sus déficits fiscal y de su comercio exterior, debe endeudarse en el exterior peligrosamente con una serie de consecuencias que más adelante en parte se analizan.

China ha sabido acertadamente usar todas sus herramientas de política económica, donde se destaca la cambiaria, que le contribuye no sólo a exportar, sino que también a desde luego a producir más, junto con fomentar el ahorro nacional y motivar la acumulación de divisas provenientes de sus grandes excedentes de su balanza comercial. Se ha transformado además en un gran prestamista internacional como también en un importante inversionista mundial, nacional y en el extranjero. Por otra parte ha pasado a tomar un poder político internacional y a constituirse en una potencia militar impresionante, que ya parece hacerla sentir en sus relaciones con el mundo.

Su crecimiento económico le genera una expansión del empleo y de los ingresos privados, que van constituyendo una positiva expansión de su demanda interna junto a un reforzamiento del respaldo político a su régimen de gobierno, que tiene a sus detractores fuertemente controlados.

A pesar de su atropello a los derechos humanos, pocas voces externas con poder se atreven a levantarse. Recientemente ha sido golpeada con la asignación del Premio Nobel de la Paz al chino Liu Xiabao, disidente que cumple una condena de 11 años de cárcel desde 2008, por defender la democracia y los derechos humanos para su país. La reacción del Gobierno chino ha sido de una violencia verbal inesperada a lo que se suma persecuciones internas a abogados de derechos humanos y un criticable trato a su esposa.

Por otra parte EE UU, aparece como el gran deudor internacional, estancado económicamente, sin capacidad de ahorro, con altos déficits fiscal y comercial internacional. También sufre un desempleo alto, sin visos de reducirse. Su moneda que ha tenido y tiene una importancia mundial, se debilita y se levantan voces para que deje de ser el dólar la gran monedad de valoración y pago del comercio exterior;  resalta su gran endeudamiento principalmente con China.

Cabe preguntarse hasta dónde su endeudamiento con el paìs asiático le hace perder independencia internacional para levantar su voz de protesta en defensa de los derechos humanos, similar a la que ha usado frente a otros países más débiles, incluso donde los atropellos a los derechos humanos aparecen menos importantes. Una demostración de este actuar ha sido el tibio apoyo  a Dalai Lama, líder espiritual y político en exilio del Tíbet, nación anexada por China y ocupada militarmente por ella..

China, con su política de desarrollo, ya se ha transformado en la segunda potencia económica mundial, medida por el PIB nacional; ha superado en los últimos años primero a Alemania y después a Japón.

El PIB chino está alrededor de la mitad del de EE.UU. Mientras su economía crece del orden del 10% anual, la del país norteamericano está prácticamente estancado y con malos pronósticos. De mantenerse estas tendencias, dentro del decenio llegará China a constituirse en la potencia económica más grande del mundo, junto con ser además el gran acreedor mundial. Llegaría a ese primer lugar con una economía en fuerte crecimiento, mientras que los de la segundas tendrían posiblemente bajas tasas de crecimiento.

Una de sus medidas más importantes ha sido la que ha establecido con relación al llamado tipo cambiario, que a pesar de las protestas mundiales y del FMI entre otros organismos internacionales, mantiene su moneda depreciada. Con sus exportaciones industriales ha dañado a sectores industriales de muchas naciones, entre otras, especialmente a EE UU.

Uno de los problemas que enfrenta el mundo desarrollado es el desempleo, seguramente generado en grado importante por las importaciones industriales especialmente desde China. Hace algunos años una familiar me regaló un sombrero típico de Australia traído de ese país y en él estaba la frase característica “Made in China”. Recientemente viajé por Canadá y en muchas de sus artesanías observé que se anotaba “diseñada en Canadá, fabricada en China”.

En nuestro país como consecuencia del aperturismo exterior, de la rebaja de aranceles a niveles mínimos, a los acuerdos comerciales bilaterales y a una errada política cambiaria se han reducido apreciablemente muchas producciones industriales grandes empleadoras de fuerza de trabajo, especialmente en los rubros metalmecánico, textil y del cuero y calzado. Se han generado así desempleos y se han destruido grandes organizaciones gremiales. Ello ha contribuido a un alto desempleo, al deterioro de la calidad del empleo de muchos  y a la agudización de su desigualdad en la distribución de su ingreso, pasando a ser uno de sus negativos records mundiales; la delincuencia y la violencias es posible que tenga como causa importante lo antes señalado.

Muchas transnacionales han dejado las naciones de sus casas matrices, con la pasividad de sus países de origen, para instalarse en China, con una mano de obra barata y de gran calidad, con el beneplácito del país receptor; se han trasladado así no sólo capitales sino que también tecnologías, sus marcas prestigiadas, capacidades empresariales y también sus mercados. Estas inversiones se han visto alentadas por la política cambiaria china, que mantiene devaluada su moneda. Varias transnacionales han dejado en sus países matrices muchos desempleados, países en que tal vez sus élites económicas se consideran felices porque cumplen con los ideales del neoliberalismo y ven acrecentar sus patrimonios, en perjuicio de amplios otros trabajadores y empresarios de medianas y pequeñas empresan.

Observemos los alarmantes desempleos de varios países europeos y en los EE UU, como también el chileno. Tratan estos países de neutralizar su recesiones con las políticas monetarias, rebajando sus tasas de interés a niveles casi cero y hasta en términos reales negativos, sin que ello aliente la inversión. Los bajos intereses más bien estimulan el consumismo, que logra motivar transitoriamente un crecimiento económico, pero formando un potencial negativo a futuro, especialmente si los interese deberán subir.

Debe llamarnos la atención los crecimientos económicos de la India y de Brasil, grandes países democráticos, poco neoliberales. Brasil resguarda su industria con fuertes aranceles proteccionistas, que no dañan su crecimiento sino que por el contrario parecen  estimularlo, generando un significado apoyo político nacional.

Chile se ve favorecido por sus colocaciones de materias primas en China y por el aumento de sus precios, pero con tasas de desempleo altas. El cobre sobre triplica con sus precios sus costos de producción. Sobre el 50% del valor de sus exportaciones provienen del cobre, lo que contribuye a hacer caer el valor de la divisa, lo que equivale a la apreciación del peso. El autónomo Banco Central, símbolo del neoliberalismo nacional e internacional, permanece impertérrito a las inquietudes de los sectores productivos reales e incluso a las preocupaciones que al respecto ha manifestado el Presidente de la República.

La banca chilena obtiene grandes y crecientes utilidades con captaciones de dinero y con ofertas del Banco Central a muy bajas tasas de interés y prestando con altos spreads. Los créditos son estimulados con una publicidad que para algunos nos parece irritantes; por otra parte el Banco del Estado ha desalentado el ahorro en contra de sus responsabilidades históricas, para lucrar con altas comisiones establecidas unilateralmente a las que fueron millones de cuentas de ahorros, las que en alto porcentaje han ido desapareciendo; con ello el banco estatal ha estado fomentando el endeudamiento para el consumo, alentado además con su publicitada al igual que lo hace el resto de la banca comercial.

Cabe preguntarnos, hasta dónde estamos creciendo a base de acumular un peligroso endeudamiento que dañará a la economía y a los consumidores a futuro por su incapacidad de contraer mayores deudas y con el probable aumento venidero de las tasas de interés. Ello dejará probablemente menos capacidad futura de demanda privada y originando situaciones muy aflictiva a millones de familias; es muy posible también que esto afecte a la banca comercial, por menores demandas de créditos y por debilitamiento de sus recuperaciones de préstamos. Eso lo vimos para la gran crisis de los primeros años de lo 80.

Por otra parte, el crecimiento de China, especialmente en la parte correspondiente a la expansión de su demanda interna para inversión y consumo, estimula la demanda internacional en particular de insumos y para Chile, de materias primas y en forma muy especial del cobre.

Cuando a China se le presiona para que cambie su política cambiaria, baje así sus exportaciones y su crecimiento,  hace surgir la duda de hasta dónde ese proceder puede dañar a toda la economía mundial. Cabría preguntarse, si no realmente estamos metidos en “un zapato chino”. Podría pensarse hasta dónde cualquier camino que se busque para neutralizar el aumento de poder económico, político y militar de China, a favor del resto del mundo, no dañe más a la economía mundial.

Me ha impresionado un interesante artículo de Guillermo Larraín, publicado en La Segunda del 12 de octubre, titulado “La próxima crisis es Made in China. Lo presentaré en un próximo artículo y haré algunos comentarios en torno a él.

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