Interesantes informaciones y opiniones aporta el economista Felipe Morandé, hoy Decano de Economía de la Universidad de Chile, en torno a inquietudes, experiencia y comportamiento cuando fuera gerente de Estudios del Banco Central. Informa cómo el Banco Central en período de crisis económica en 1998, consecuencia en parte de la Crisis Asiática, deja de cumplir el compromiso de la banda de precios del dólar y la estrecha para evitar problemas inflacionarios y el ajuste lo deja en torno a la tasa de interés que llega a niveles altísimos, cuyos dañinos efectos aún perduran en algunos sectores de la producción. Él se ve obligado a respaldar públicamente esta medida, lo hace contra su voluntad. Señala que no renunció para no crear mayores problemas.
Es un ejemplo más de cómo el Banco Central prefiere sacrificar la producción y una más justa distribución del ingreso, con tal de mantener las metas inflacionarias. Ha primado la visión cortoplacista en su Directorio, incluso por encima de las recomendaciones de sus técnicos.
Me parece conveniente incluir aquí algunos contenidos textuales de lo que señala Morandé en La Segunda del 12 de junio. Agrego algunos comentarios.
«El ´98 me desempeñaba como gerente de Estudios del Banco Central y fue un año especialmente difícil para las políticas macroeconómicas. Me había integrado en marzo de 1997 con una economía en pleno crecimiento: tasas superiores al 6 % anual, acompañadas con una inflación a la baja. Sin embargo al poco andar sobrevino la devaluación en Tailandia con el posterior contagio de varios países de la región, generándose la crisis asiática«.
«De este modo el ´98 enfrentamos una fuerte recesión tanto en Asia como en América Latina, un aumento considerable en las tasas de interés y una fuerte presión para que el peso se depreciara«.
«Al interior del Banco Central cundió el temor de no lograr la meta inflacionaria de ese año, entonces los planes eran anuales. Por otra parte había un déficit creciente en la balanza de pagos y cada vez se hacía más difícil conseguir financiamiento externo. La situación no era fácil y se generó una importante disyuntiva: elevar considerablemente la tasa para enfriar la economía o dejar que subiera el dólar (entonces en banda de flotación) y que el peso se ajustase libremente con riesgo de que se escapara la inflación«.
«Mi postura, junto a otros economistas del banco y que trasmití en una serie de análisis a los consejeros, era la de avanzar hacia la flotación del peso. Sin embargo el Banco Central decidió justamente lo contrario: en junio se angostó la banda, dejando menos espacio para la depreciación del peso y el grueso del ajuste quedó supeditado a la tasa de interés. Dos meses después (agosto) sobrevino la crisis rusa y agregó el ingrediente que faltaba para que las tasas llegaran a las nubes y se desatara la recesión en Chile«.
Frente a lo anterior cabe preguntarse ¿cómo actuará el Banco Central cuando los precios internacionales se normalicen y el precio del dólar deba tener una importante alza?. ¿Limitará su alza, lo que puede afectar a todo nuestro sistema de comercio exterior, con tal de que no aumente la tasa de inflación?
Continúo con contenidos de tan interesante artículo de La Segunda.
«Pese a lo equivocada que consideré la decisión de estrechar la banda cambiaría, el Consejo me pidió – junto a Guillermo Lefort – que la explicara públicamente en una conferencia de prensa. Se me estaba exigiendo defender algo en que no sólo no creía, sino que sabía que no funcionaría (como efectivamente sucedió). Estaba la opción de renunciar al banco o aceptar ser un jugador más del equipo y asumir la vocería de lo que mi institución había resuelto«.
«Con el corazón en la mano frente a esta difícil disyuntiva, me incliné por la segunda alternativa. Y es que renunciar en ese minuto habría si pésimo para la imagen del Banco Central»
Es triste captar que en aquél momento el Banco Central haya presionado a Morandé para que fuera vocero de una posición de la institución, en contra de lo que era su planteamiento, respaldado por un equipo, planteamiento del que estaba seguro de no ser válido. Sin embrago él le dio justificación pública a eso que no compartía y que perjudicaría al país. Se engañó así a la opinión pública. Su disyuntiva era hacerlo o renunciar. El optó por la primera, pues creyó que su renuncia perjudicaría la difícil situación en que se encontraba el país. Lástima que el Banco Central lo haya forzado a la disyuntiva; me parece que eso compromete valores éticos, similares a lo que significan las presiones sobre funcionarios técnicos para que en las comisiones medioambientales se pronuncien en contra de sus honestas posiciones.
Más adelante Morandé señala:
«El tiempo nos dio la razón y la misma crisis se encargó de demostrar lo errado que estaban tales medidas. Después de todo lo que pasó (Chile tuvo un crecimiento negativo en 1999), el banco decidió desenterrar del baúl de los recuerdos un informe que habíamos entregado cuando recién ingresé a la institución e implementar una serie de políticas que habíamos recomendado (eliminación de la banda, encaje, modificar metas inflacionarias y la tasa de política monetaria)”.
Al parecer la posición de Morandé era no sólo que el dólar subiera dentro de la banda sino dejar su valor al libre ajuste del mercado, lo que ha conducido posteriormente a sus grandes inestabilidades, a caídas tan acentuadas y a inseguridad futura.
El país, lo reitero, debe tener una política de Estado para el valor de la divisa; no puede éste depender de visiones cortoplacistas y de temores de inmediatas tasas inflacionarias.
.
2 respuestas
Creo oportuno agregar algo sobre la tremenda acumulación de dólares en las arcas fiscales. Concuerdo con los economistas, en que no se debe gastarlos «bondadosamente» en el país, e ir así en ayuda de los que tienen menos, a fin de evitar un recrudecimiento de la inflación.
Sin embargo, ¿por qué no se aprovecha este tiempo de «vacas gordas» para reequipar, por ejemplo: los hospitales y consultorios populares con aparatos médicos de última generación (Scanners, Rayos X, equipos de laboratorios de análisis, ambulancias, etc.) en reemplazo de lo ya obsoleto; las escuelas públicas (computadores, equipos de video, buses de acercamiento, etc.); carros bomba y otros equipos relacionados con siniestros (da pena ver a los bomberos recurrir a la caridad pública para cubrir malamente esos gastos, etc.,etc.,etc.
A pesar de las justificaciones técnicas de la época hechas por el prof. Morandé, el artículo de R. Chateauneuf, no deja de responzabilizar al Banco central por adoptar un política que lleva a vaivenes y desestabilizaciones muy importantes en el valor de la divisa. Aparte del episodio de 1998, resta seguir profundizando sobre la materia ya que la instalación de un dólar alrededor de $520, encierra el riesgo que la vuelta a la «normalidad» provoque otro desajuste o que el precio por llegar a un valor de «equilibrio» provoque otros trastornos. En la actualidad en el Banco se están estudiando las variables no explícitas que miden el crecimento potencial y se busca conocer la brecha entre el crecimiento real y ese crecimiento potencial. Esto en parete en vista de la debilidad en la Inversión Interna que debe acrecentar o mantener la capacidad productiva y de servicios en el país. Ya que ese es un factor cuyas repercuciones se sostienen en plazos mayoes que una política exclusivamente monetarista. O sólo una política del Banco Central.