Medicina natural, actualidad y economía

Haití merece más preocupación nuestra

El 26 noviembre apareció en el Diario El Mercurio un interesante artículo sobre Haití escrito por Juan Emilio Cheyre, ex Comandante en Jefe del Ejercito Chileno y actualmente un distinguido académico de la P. Universidad Católica de Chile. Destaca en su artículo un absoluto estancamiento en la generación de instituciones en ese país y en la tarea de hacer producir a esa nación de El Caribe. Además manifiesta la imperiosa necesidad de actuar a favor del desarrollo del país.

Me ha llamado la atención que esta presentación no tuvo mayor repercusión, ya que nada más se publicó sobre el tema en ese diario en los días siguiente. Envié una carta a su Director, la que no fue publicada. Seguramente son miles las que le llegan y deben seleccionar. Para nuestro primer diario, es posible y hasta lógico, que otros temas tengan prioridad.

Me ha parecido conveniente reproducir el artículo de Cheyre como también mi carta. Creo que varios chilenos que hemos trabajado con Haití, queremos al país y a su pueblo. Estaríamos dispuestos a colaborar con ellos altruistamente.

Éste es el artículo de Juan E. Cheyre

«El incierto futuro de Haití»

«… las instituciones públicas y privadas chilenas tenemos el derecho y el deber de exigir que pasemos de la retórica de hoy a una urgente fase de generar instituciones… »

JUAN EMILIO CHEYRE. Director Centro de Estudios Internacionales Universidad Católica de Chile

La preocupación por Haití no es sólo académica, también obedece a la cercanía que tuve con el tema desde los inicios de la participación de Chile en el proceso de pacificación haitiano, a la investigación del fenómeno y a una reciente visita a la zona.

El absoluto estancamiento en la generación de instituciones y en la tarea de hacer producir a esa nación es algo que nadie quiere para Haití y que tampoco es conveniente para el resto de América, menos aún para los países que hemos aportado para que esa nación abandone su condición de Estado fallido.

No se trata de un proceso fracasado; sin embargo, está paralizado por falta de un proyecto que permita encontrar la solución de fondo para ir construyendo un camino viable de autonomía. Los organismos internacionales, analistas, políticos y ONG coinciden en que esta solución pasa por establecer una institucionalidad y un Estado de Derecho, inexistentes hasta ahora e imprescindible para avanzar hacia el desarrollo. Sin embargo, se enuncia el tema, pero no se implementa la solución.

Hasta ahora Haití vive del aporte internacional que en 2005 alcanzó los US$ 514 millones en programas de asistencia; a ello se suman créditos por US$ 134 millones para implementación de servicios y las remesas de haitianos en el exterior de US$ 1.300 millones.

Sin embargo, todos los índices de desarrollo confirman que la situación es lamentable y no se avanza. Aunque Haití mostró un crecimiento de 3,21% en 2007, tuvo un 0% de inversión privada; el PIB per cápita es de US$ 1.840; la población ocupada es de sólo un 49,6 %; los graduados de universidades: 1,1 %; los que saben leer: el 61 %; la mayoría gana cerca de US$ 2 diarios; la esperanza de vida es de 51,5 años, y la desnutrición alcanza al 47 % de la población.

En este escenario se agrega un grave problema de migración a República Dominicana. Mil haitianos cruzan diariamente la frontera y se suman a los dos millones que ya viven allí. La causa es clara: van en búsqueda de oportunidades; y la consecuencia es imprevisible, dado el impacto en un vecino que estando mejor no puede satisfacer todas sus necesidades.

Del diagnóstico debe pasarse a las soluciones que generen instituciones y permitan empezar a producir. Lo primero es establecer objetivos cuantificables y exigibles al gobierno de Preval. Si la comunidad internacional está proveyendo fondos e incluso arriesgando vidas, le es lícito demandar mayor eficiencia y accountability a un gobierno que, habiendo tenido logros, tiene mucho que avanzar.

Pienso que, en este caso, el concepto de soberanía convencional debería evolucionar ante la existencia de un Estado fallido. Pueden evaluarse diversas opciones como la administración transitoria, el fideicomiso de facto, la soberanía compartida. Es una opción drástica, pero resulta urgente generar gobernabilidad a través de instituciones que rompan con el statu quo.

Un gobierno haitiano más eficiente y una autoridad ONU empoderada deberían potenciar temas vitales pendientes o ni siquiera insinuados. Destacan el desarrollo del sistema judicial; la consolidación urgente de una policía eficiente; la implementación del registro civil y electoral; el control aduanero; el catastro de bienes del Estado y de los privados junto al levantamiento de la cartografía oficial; la definición de una política de migración y mesas de diálogo y confianza con República Dominicana; el diseño de planes educacionales y de salud así como un proyecto nacional de recursos naturales y energía. La carencia de esas certezas o precondiciones hace improbable que, por ejemplo, un extranjero se aventure a invertir en forestación sin la seguridad de saber quién es el verdadero dueño del terreno. Esta línea incompleta pero definida significa crear instituciones y apunta a aquellas que permitirían inversión y empezar a producir. No hacerlo llevará a que Haití siga viviendo de la «limosna internacional».

Chile participa en el proceso de pacificación de Haití desde el 3 de marzo de 2005. El ex Presidente Lagos ordenó desplegar una fuerza del Ejército chileno en 24 horas para evitar una masacre tan grave como Darfour o el Congo en nuestro continente. Esta decisión, las tropas enviadas y el interés generado en la opinión pública nacional han creado un especial vínculo con este país. Es por ello que las instituciones públicas y privadas chilenas tenemos el derecho y el deber de exigir que pasemos de la retórica de hoy a una urgente fase de generar instituciones, planes concretos y actores empoderados y responsables.

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A continuación transcribo la carta que envié al Director de El Mercurio el 26 de noviembre

26 de noviembre de 2008

«Señor Director

Quisiera referirme al interesante artículo “El incierto futuro de Haití” en el que su autor Juan Emilio Cheyre hace valiosos planteamientos. Destaca un absoluto estancamiento en la generación de instituciones y en la tarea de hacer producir a esa nación. Y la imperiosa necesidad de actuar a favor del desarrollo del país.

Es mucho lo que se necesita llevar adelante pero para ello se requiere una visión clara de lo que debe hacerse en el tiempo, con sus respectivas prioridades y establecer una gran cabeza con poderes y recursos para que impulse ese desarrollo; estoy seguro que una línea de esa naturaleza tendría respaldo interno. Creo que de hombres con mentalidad de estadista como Cheyre podría elegirse esa cabeza. Debiera ser como un Plan Marshall.

Debe prepararse y ejecutarse un plan nacional de desarrollo, pero que ello no signifique postergar acciones que debieran ser de inicio inmediato.

El país tiene importantes potencialidades y el empezar a hacer los programas prioritarios, iría generando de inmediato un crecimiento económico inicial. El país tiene una interesante fuerza de trabajo, con deseos de laborar

Tuve en contacto con Haití entre 1975 y 1980, apoyando la preparación de una política nacional de alimentación y nutrición, dentro de un Proyecto Interagencial de Naciones Unidas. Aprendí entonces a querer a ese pueblo.

Prioridades importantes estimo que podrían ser programas nacionales y regionales de agua potable y saneamiento ambiental, que darían base a una significativa ocupación de mano de obra junto con crear una demanda por materiales de construcción. Sus resultados impactarían en el bienestar de la población y especialmente en el terreno de la salud.

Existen obras matrices de regadío que deben ser rehabilitadas para aprovecharlas en una agricultura de riego en buenos suelos disponible.

La pequeña agricultura debiera ser apoyada por una entrega masiva de fertilizantes, que contribuirían a mejorar su productividad; lo que podría ir acompañado por un paulatino uso de semillas mejoradas que vayan demostrando resultados positivos.

El país requiere un gran programa de reforestación de largo alcance.

Además de lo señalado en lo institucional por Emilio Cheyre, podría considerarse la creación de una Corporación de Fomento de la Producción, como fue la antigua CORFO chilena la que junto con impulsar la preparación de un Plan Nacional de Desarrollo, lleve adelante rápidamente programas y proyectos de clara prioridad y factibilidad. Con esta CORFO se podría entrar a apoyar proyectos a base de inversión propia y de asociación en empresas mixtas con capitales privados nacionales y extranjeros.

Haití poseía una interesante infraestructura turística, que podría irse reestableciendo paulatinamente con programas dirigidos en un comienzo a un turismo especial. Desde luego podrían ser importantes los programas de vivienda.

Hay una masa significativa de profesionales haitianos en el extranjero, que estoy cierto darían una valiosa contribución.

Atentamente

Rolando Chateauneuf»

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Notas sobre este país:

La isla llamada La española o Isla de Santo Domingo, fue descubierta por Colón en diciembre de 1942.

La historia de Haití en los primeros años coincide con la de toda la Isla.

La desaparición de los indígenas en el proceso de colonización por Europa, indujo a la introducción de los esclavos negros africanos para la explotación de sus tierras..

La isla fue de dominio inicial de España.

El sector occidental de la Isla, hoy Haití, fue la base de numerosos grupos de filibusteros.

Por el tratado de Ryswic (1697), Francia hizo reconocer su posición de Haití como un hecho consumado.

En el siglo XVII la colonia francesa alcanzó gran prosperidad gracias al cultivo del café, del algodón, de la caña de azúcar. Fue una de las colonias más ricas de Francia.

La población negra dirigida por Toussaint Louverture, se sublevó en 1791 y obtuvo la independencia en 1804; fue el primer país de América Latina que se independizó. Ese mismo año de la independencia de Haití, Jean Jacques Dessalines fue proclamado emperador. Dessalines fue derrotado y asesinado en 1807.

Su sucesor, H. Christophe proclamó la República de la que se convirtió en presidente. Fue destituido en 1807 por el Senado. Fue nombrado A Sabes (Petión) como nuevo presidente hasta su muerte en 1818. Lo sucede Jean Pierre Boyer hasta 1843.

Siguieron varios períodos de estabilidad y de inestabilidad. Se tuvo un emperador por 10 años, entre 1849 y 1859(Faustino Soulouque).

EE UU invadió el país en 1915 para superar dificultades internas de este país de El Caribe, ocupación que perduró hasta 1934. Durante ese período se hicieron muchas obras, entre las que se puede destacar su palacio de Gobierno, que tiene un parecido con el Capitolio.

Siguieron varios gobiernos de cortos períodos hasta que en 1956 Jean Francois Duvalier,(Papá Doc) derroca a su antecesor y establece una férrea dictadura; a su muerte, en 1971, lo sucede su hijo Jean Claude(Baby Doc), que termina en 1986, expulsado del país. Gobierna una Junta Militar. En 1990 se tienen la primera elección libre, pero continúan las inestabilidades hasta que EE UU en 1994 interviene militarmente el país por mandato de la ONU para restablecer la autoridad de un presidente electo(Aristide). Continuaron los cambios de autoridad hasta que frente a la inestabilidad económica y política del 2004, Naciones Unidas con fuerzas internacionales actúa para garantizar la seguridad del país. Chile participa en el proceso de pacificación de Haití desde marzo de 2005

Haití se ha caracterizado por su inestabilidad política.

Hasta 1809 la isla estuvo independiente, pero la parte oriental volvió al dominio español en 1809.

La parte oriental de la isla, la actual República Dominicana, siguió en manos de España hasta que logró su independencia en 1821, diecisiete años después que Haití. Apenas declara su independencia fue ocupada por el ejército haitiano, ocupación que duró hasta 1844. En ese año se produjo la división definitiva de la Isla en los dos países.

Haití tiene como idiomas oficiales el francés y el criollo haitiano (creole), en cambio República Dominicana es una nación de habla hispánica. En Haití predomina la raza negra, se estima en un 95 % a lo que se agrega un 4,5 % de mulatos. Su población se estima en unos 7 millones de personas-

En cambio en República Dominicana se tienen todos los matices, desde negros hasta blancos en proporciones relativamente importantes, pero se puede decir que predomina la población mulata (73 %); 16 % son blancos y 11 % negros. Esa integración bastante plena de esas dos razas, generó un idioma único, en cambio en Haití, una minoría habla el francés en cambio la mayor parte de la población sólo habla el creole. Su población supera a la de Haití, se puede estimar en unos 8,5 millones.

Ambos países, a pesar de ocupar una misma isla, mantienen bastante separación entre ellos, en sus diversos aspectos. Hay migración haitiana a República Dominicana, como también bastante a EE UU. También fuerza de trabajo haitiana participa tradicionalmente y en forma estacional en trabajos de cosecha. A fines de los año 80 se estimaba que el 50 % de los médicos recibidos en Haití estaban en el extranjero, gran parte de ellos en EE UU.

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