Medicina natural, actualidad y economía

Inquietudes por la reforma educacional. Una luz roja, financiamiento sólo para 4 años de carrera universitaria

Desconcierto seguramente a muchos nos han originado las expresiones del ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, sobre solamente la gratuidad para los primeros cuatro años de la educación universitaria, y también las reacciones que originaron estas palabras y las posteriores en que se refiere a la duración de las carreras.

Los contenidos de una entrevista de Carlos Peña, que a mi entender no es periodista sino un destacado profesional en otras áreas, (abogado, magíster en sociología, Doctor en Filosofía, profesor y rector universitario) publicada en El Mercurio del domingo pasado, originan este desconcierto.

El ministro señala que habría sido mal interpretado pero en carta a El Mercurio, Peña defiende su publicación y hace una dura afirmación final: El ministro tiene todo el derecho a cambiar de opinión, incluso en unas pocas horas, especialmente luego de conversar con el Comité Político. Pero no es correcto que, para ocultar ese cambio de opinión, lo disfrace de malentendido. Esta carta ya acumula 200 comentarios.

Es lamentable a mi juicio que el ministro haya entrado a la polémica sobre la reducción de las carreras universitarias, que muchos no la compartimos. Acortar una carrera tiene a mi juicio dos grandes efectos nefastos: el profesional egresa con menos preparación y más inmaduro. El país necesita profesionales con amplia y sólida formación general, para posteriormente, si es necesaria su especialización, esa la obtenga en lo posible, después de algún periodo importante de ejercicio profesional.

Se ha dado como uno de los argumentos críticos de esta reducción, el negocio universitario de los posgrados y los postítulos, con altos aranceles y que sectores de derecha están interesados en ello, los más ligados a los negocios universitarios.

Incorporar la reforma a esta polémica discusión, en mi opinión daña a la reforma y atrasa su avance; quizás conduzca a que los años pasen y termine el período presidencial sin importantes logros.

Da la sensación desde hace algún tiempo, que hay serios problemas con la estrategia seguida por el gobierno en la búsqueda de alcanzar los nobles objetivos propuestos, que en general parecen tener un amplio respaldo.

En las críticas hay bastante consenso en que un componente estratégico de la reforma debe ser darle prioridad al reforzamiento de la educación pública, a la escuela pública que fuera en el pasado un orgullo nacional y al liceo fiscal de similares características, como también entregarle prioritariamente un digno tratamiento al profesorado de las áreas públicas. Estrategia prioritaria sin dudas para muchos es la desmunicipalización de esta educación, de consecuencias tan nefastas.

El pago de la deuda histórica al profesorado debería ser una medida prioritaria, aunque ésta se pagase a plazo y en lo posible documentada, pero que desde ya se incorporasen esos montos adeudados al patrimonio de los educadores que no los han recibido. No olvidemos que a algunos se las han pagado, especialmente en las comunas de municipalidades con más recursos, y donde tienden sus establecimientos educacionales a funcionar mejor.

En el ámbito universitario, no debe solamente pensarse en la educación o docencia, sino que también en las otras grandes responsabilidades de una autentica universidad que son la investigación, la extensión y la creación artística.

A mi juicio la educación pública universitaria chilena debiera tener como eje central a la Universidad de Chile, como lo fue en el pasado, en que además era vigilante de la enseñanza universitaria nacional. Como lo he dicho en artículos anteriores, la universidad pública estatal debiera volver a tener un financiamiento por legislación especial, que le permita una plena autonomía en el cumplimiento de sus responsabilidades académicas como la tuvo con impuestos especiales que generaban montos que aumentaban al ritmo del crecimiento económico del país. Lograr esto hoy día es difícil, pero debieran hacerse esfuerzos en ese sentido. Para lograrlo no basta una ley especial sino que una modificación constitucional.

Creo que uno tiene el derecho a pensar hoy con las experiencias vividas que el ministro Eyzaguirre, de grandes cualidades profesionales y humanas, no es el más indicado para encabezar una reforma de esta naturaleza.

Revisando la historia de las grandes reformas educaciones más recientes se destaca la persona de ese gran profesional y educador, Juan Gómez Millas quien fue el que las encabezó como ministro de educación de los presidentes Carlos Ibáñez del Campo y Eduardo Frei Montalva y destacadísimo rector de la Universidad de Chile, en la que impulso grandes y positivas reformas.

Desgraciadamente parece difícil encontrar en Chile en el día de hoy profesionales con esas características de Gómez Millas, con visiones tan amplias e integrales, actuales y visión de futuro.

A uno le merece la duda, fue un error del ministro meter el tema de la duración de las carreras universitarias o hubo otra u otras intenciones. Y se tiene el derecho a pensar, cuál o cuáles fueron ésas.

Con estos tipos de procedimientos uno puede plantearse la interrogante si realmente existe una voluntad en no pocos funcionarios de Gobierno en que no se llegue a una verdadera reforma. Es el ministro Eyzaguirre el personero más indicado para ser el hombre que lidere el llevar adelante tan importante tarea.

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