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Jaime Gazmuri opina sobre una Asamblea Constituyente. Mis opiniones preliminares

En La Segunda de ayer, 6 de septiembre de 2012, apareció lo que en mi oipión es un un interesante artículo del ex Senador, Jaime Gazmuri, ingeniero agrónomo de la Universidad de Chile, destacado político y exalumno mío.

Traté de entrar en la página web del diario un comentarios mío, pero tres intentos fracasaron. Busque el correo electrónico del Ing. Gazmuri, pero me fue imposible conseguirlo.

Dado lo interesante de la carta, he creído conveniente incluirla en mi página y aprovechar de agregar mis comentarios.

El artículo dice así:

 

Gazmuri, Jaime   La Segunda 6se712

Asamblea constituyente

 Se ha abierto un debate en torno a la eventual convocatoria a una asamblea constituyente. Propiciada por un amplio arco de organizaciones sociales y dirigentes de la oposición, es resistida por la derecha y cuestionada por importantes figuras políticas y académicas de la Concertación. Interesa a la democracia un debate sereno, fundado y respetuoso.

 Las críticas a la iniciativa son de distinta entidad. La más débil, es que Chile seguiría el peligroso camino de Venezuela, que instauró un liderazgo que amenazaría la democracia. El argumento no se sostiene. El liderazgo de Chávez no surgió de ninguna asamblea constituyente, sino de la crisis terminal de un sistema político y de partidos incapaz de procesar las demandas de cambio de la sociedad. En América Latina durante las últimas décadas ha habido múltiples experiencias de asambleas constituyentes de diversa naturaleza: la Convención Constituyente Argentina de 1993, la del Perú de 1992 y la de Colombia de 1991. En esos países se llegó a la conclusión de que era indispensable alcanzar un nuevo acuerdo institucional.

 Un argumento de más peso es que el país no enfrenta una crisis institucional que amerite una iniciativa tan audaz. Cierto, no vivimos una crisis institucional: los chilenos, con toda seguridad —no sabemos cuántos— vamos a elegir alcaldes y concejales en octubre de este año, y Presidencia y Parlamento en diciembre del próximo. La crisis que tenemos es de representatividad y prestigio de las instituciones de la democracia. Esta se ha dado en un proceso lento pero persistente. La experiencia, nuestra y ajena, señala que el deterioro de la legitimidad de las instituciones incuba crisis de futuro. La pregunta es si asistiremos inmóviles a su desenlace, o realizaremos las reformas políticas a tiempo para fortalecer un sistema democrático sólido y estable, condición indispensable para enfrentar el gran desafío del futuro: superar la extrema desigualdad que caracteriza a nuestra sociedad.

 No deberíamos vivir discutiendo sobre las reglas del juego, sino jugar los partidos que van a definir nuestro futuro. Necesitamos un nuevo acuerdo constitucional. El actual Poder Constituyente, aunque legítimo, no parece ser el mejor instrumento para ello.

 Se nos dice, por último, que tal iniciativa es inviable. Hoy día ello es así. Pero la política no consiste puramente en reproducir el presente, sino, esencialmente, en construir el futuro. Hace seis años parecían inviables propuestas que hoy día son de sentido común, como la necesidad de una reforma sustancial al sistema educacional.

 

Así termina la carta y agrego a continuación mis breves comentarios, que no fueron recibidos, y por lo tanto incluidos en la pag. web del diario La Segunda:

«Coincido con Jaime Gazmuri. El país debe tener una constitución que refleje la voluntad de una ciudadanía informada, documento que sea un orgullo nacional como nuestra bandera, nuestro escudo y nuestro himno patrio. Aunque sea difícil llegar a una asamblea constituyente, no debe dejar de lucharse por ella. Cuántos años demoró la gran reforma electoral que nos llevó a la cédula única que eliminó el cohecho en Chile y cambió su representación política.

Recuerdo la forma exitosa como a fines de los años 60 la Universidad de Chile llegó a aprobar su nuevo estatuto a base de un congreso provisorio triestamental; lo que se aprobara en su seno por amplia mayoría quedaba a firme y si la mayoría era estrecha, se llevaban las propuestas a plebiscito. Así se hizo. Fui miembro académico de ese congreso. Hubo bastante correlación en los resultados de las posiciones de los tres estamentos.

Coincido con Jaime Gazmuri. El país debe tener una constitución que refleje la voluntad de una ciudadanía informada, documento que sea un orgullo nacional como nuestra bandera, nuestro escudo y nuestro himno patrio. Aunque sea difícil llegar a una asamblea constituyente, no debe dejar de lucharse por ella. Cuántos años demoró la gran reforma electoral que nos llevó a la cédula única que eliminó el cohecho en Chile y cambió su representación política.

Recuerdo la forma exitosa como a fines de los años 60 la Universidad de Chile llegó a aprobar su nuevo estatuto a base de un congreso provisorio triestamental; lo que se aprobara en su seno por amplia mayoría quedaba a firme y si la mayoría era estrecha, se llevaban las propuestas a plebiscito. Así se hizo. Fui miembro académico de ese congreso. Hubo bastante correlación en los resultados de las posiciones de los tres estamentos».

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Mi intención es seguir escribiendo sobre el tema, como una pequeña contribución a que logremos para Chile una auténtica constitución que nos honre y que tengamos orgullo de ella

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