La Revista del Campo de El Mercurio del 10 de octubre de 2011 presenta un interesante artículo titulado “Los Molinos Responden a las Críticas”
Viene un subtítulo con la siguiente leyenda
Descartan discriminación al trigo nacional frente al importado y argumentan que sus pagos se ajustan a la calidad. Reprochan supuestas inconsistencias del proyecto de ley sobre muestras y contramuestras.
El autor del artículo es Eduardo Moraga Vásquez
Se aborda en él un tema bastante interesante. Se aprecia que por una parte hay inquietudes o molestias de los agricultores porque los molinos discriminarían en contra del trigo nacional y a favor del importado. COTRISA aparece en la palestra con una posición aparentemente más favorable a los agricultores.
Los molinos hacen una argumentada defensa. Del artículo mismo uno puede derivar varios problemas. Uno de ellos sería que la producción nacional triguera no es de calidad o de calidades uniformes. La otra es que no habría una mesa de diálogo entre los tres sectores, molineros, agricultores y COTRISA; en el pasado ha existido una Comisión Nacional del Trigo.
En otras épocas los molinos preferían el trigo importado además de por su calidad más uniforme y de la oferta de diferentes tipos o clases, por las facilidades financieras del exterior para estas adquisiciones. Además que pueden programar los abastecimientos sin necesidad de mantener altos stock, que tiende a darse si se compra el trigo nacional de oferta muy estacional.
Sería interesante en mi opinión que se creara una Comisión Nacional del Trigo en el que estén representados los productores, la industria molinera, COTRISA, el ministerio de Agricultura, el INIA y las Universidades. Estoy cierto que a partir del diálogo y del análisis amplio y objetivo del tema se pueden alcanzar positivos acuerdos, además de ahí pueden surgir positivas proposiciones de políticas para el apoyo de la producción nacional. Al parecer hay un vacío en la extensión agrícola que apoye el uso de semillas mejoradas y de tipos especiales incluso diferenciados por regiones. El INIA tendría allí un positivo canal para trasmitir resultados de sus investigaciones.
Más adelante se incluye el artículo in extenso con sus dos artículos insertos, uno titulado “Objeciones al proyecto legal” y el otro, “COTRISA responde a procesadores”
Este es el artículo publicado por la Revista del Campo:
“Los Molinos Responden a las Críticas”
Descartan discriminación al trigo nacional frente al importado y argumentan que sus pagos se ajustan a la calidad. Reprochan supuestas inconsistencias del proyecto de ley sobre muestras y contramuestras.
El autor del artículo es Eduardo Moraga Vásquez
Decidieron sacar la voz. Los molineros de la zona central, los principales demandantes de trigo nacional, están molestos. Acostumbrados a recibir por décadas la crítica de los agricultores por los precios pagados, hace unas semanas recibieron un golpe al mentón por parte de Cotrisa. Revista del Campo publicó un estudio del organismo que no encontró diferencias significativas entre las características de los trigos importados y los locales. Un disparo bajo su línea de flotación, pues ése es el argumento histórico esgrimido por los procesadores para pagar menos por el cereal chileno.
Los ánimos entre los procesadores están sensibles. Por estos días se tramita en el Congreso el proyecto de ley sobre muestras y contramuestras que busca transparentar la comercialización de materias primas agrícolas. Según ellos, algunos de sus artículos volverían más burocrática y cara la elaboración de harina en el país.
Rompiendo con su tradición de evitar los medios de comunicación, los molinos salen hoy a la palestra pública.
«El estudio de Cotrisa, aunque está basado en datos fidedignos, es una mirada parcial a cómo los molinos definimos el precio a pagar. No se muestran variables claves que determinan la calidad de la masa que genera el trigo que recibimos», afirma Cristóbal Borda, presidente de Molinera San Cristóbal, una de los mayores del país.
Demanda más sofisticada
En el ambiente de los molineros se explica que hasta hace cinco años la demanda por harina se movía al ritmo de la tradición. Los compradores eran dueños de pequeñas panaderías, para confeccionar dos tipos de productos, hallullas y marraquetas.
«Lo que se compraba era simplemente ‘trigo»‘, admite Sergio Ossa, gerente de la Asociación de Molineros del Centro.
Hoy la situación sería muy diferente. Los grandes compradores son las cadenas de retail y sus empresas proveedoras. Buena parte del pan que consumen los chilenos se hace en fábricas, luego es horneado, congelado y despachado al supermercado, donde se calienta.
Por eso, la demanda principal de los grandes compradores es la homogeneidad de la harina. De esta forma pueden producir miles de kilos de panes sin defectos apreciables por los consumidores.
«Las compras se licitan. En las bases del concurso se establecen claramente los parámetros de calidad panadera de la harina. Si como molino no los cumplo, recibo castigo en el precio que me pagan, así de simple. Por lo tanto, necesito acceder a un trigo lo más estandarizado y de alta calidad posible si quiero ser viable como empresa», explica Cristóbal Borda.
Según el ejecutivo, en forma paralela, la demanda también se volvió más específica. Ahora se requieren harinas distintas para diferentes tipos de pan, pasteles o galletas. A su vez, eso repercute en la exigencia de trigos con características particulares.
Críticas a productores
Para los molineros, los agricultores desconocen la complejidad adquirida por el negocio de la harina. Sin embargo, la mayor crítica va por el lado de la heterogeneidad del trigo chileno y por la calidad panadera que éste tendría.
Para sustentar su posición contrataron a la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica para estudiar la realidad del trigo chileno. El equipo, que tuvo al profesor Juan Ignacio Domínguez como uno de sus integrantes, entregó su informe en agosto. En él se advierte que la alta atomización de la producción, con muchos pequeños productores, provoca la alta heterogeneidad de los lotes ofrecidos y que la mezcla de ellos no sea buena desde el punto de vista de la calidad industrial. Gran parte del trigo chileno, según el estudio, sería un producto genérico, sin diferenciación y que carece de identidad, lo que exige que se analice cada partida de trigo antes de decidir su lugar de almacenaje, lo que encarece los costos y repercute en que los productores reciban un menor precio por su grano.
Gringos con clase
«Podemos encontrar una excelente calidad a nivel individual; sin embargo, a nivel agregado nos encontramos con una enorme diversidad. A nivel de país no se logra incorporar un concepto como el de clase, que es usado ampliamente en Estados Unidos y Canadá», explica Cristóbal Borda.
Con datos en la mano, el ejecutivo explica cómo el orden de los trigos norteamericanos explica el mayor precio que reciben respecto del chileno. Más que la cantidad de gluten, que como destacó el estudio de Cotrisa es similar al nacional, sobresalen en la calidad de este elemento.
Según Borda, eso se verifica estudiando la masa proveniente de los trigos. A través de un alveógrafo se pesquisa su resistencia, extensibilidad y fortaleza, conocidas como índices P, L y W, respectivamente.
Tomando el caso del W, el más importante del trío, es posible establecer las diferencias. A mayor número, mejor es la calidad. Los datos que aporta Borda señalan que mientras que el trigo regular chileno se mueve entre los 117 y 232, el Hard Red Winter de Estados Unidos varía entre los 220 y 234.
En tanto, el trigo fuerte chileno está entre 130 y 346, mientras que el Hard Red Spring gringo tiene un piso y techo bastante más alto: 370 a 434. En todos esos casos, se compararon cereales con una similar cantidad de gluten.
«Para mejorar el precio que reciben los productores, lo que se necesita es que Cotrisa dé señales muy claras. Los agricultores tienen que acomodarse a las necesidades del mercado. Por eso el Estado debe promover el uso de semillas certificadas, que sólo alcanza al 21% de los que se siembran en Chile, y orientar en que áreas es mejor sembrar determinadas variedades», argumenta Cristóbal Borda.
Los molineros de la zona central creen que Cotrisa también debe jugar un papel más activo en la zona sur, especialmente en la guarda del trigo de los pequeños productores. Afirman que buena parte del malestar de los agricultores se debe a que están obligados a vender en la misma cosecha al molino más cercano.
El artículo incluye dos inserciones
Objeciones a proyecto legal
Una de las banderas de lucha de los trigueros es el proyecto de ley conocido como «Muestras y Contramuestras», lanzado por la actual administración de La Moneda.
Su objetivo declarado es transparentar la compra y venta de productos agrícolas, especialmente en las plantas procesadoras. Dada la atávica desconfianza de los agricultores respecto a los castigos por calidad de la materia prima en los molinos, se ve como una herramienta para mejorar sus pagos.
Desde el punto de vista de los molineros, sin embargo, hay varias objeciones al proyecto. Se argumenta que el carácter obligatorio del proceso de análisis de muestras y contramuestras es atentatorio a la autonomía de voluntad de las contrapartes. Además, se argumenta que su implementación es confusa al no explicitar como se determinan los precios referenciales.
COTRISA responde a los procesadores
Eduardo Meersohn, gerente general de Cotrisa, rechaza varias de las críticas de los molineros del centro.
Por ejemplo, los procesadores alegan que los estudios presentados por la estatal entregan una visión parcial de como ellos construyen el precio que pagan a los agricultores.
A ello Meersohn responde que sus investigaciones «evalúan las características comerciales e industriales de la cosecha de trigo. Se hace conforme a lo establecido en las normas chilenas (NCh) de comercialización de trigo, determinación de peso del hectolitro para granos alimenticios, de humedad para granos alimenticios y de extracción de muestras para granos alimenticios. En consecuencia, el estudio corresponde únicamente a una evaluación de la calidad conforme a esas normas y no pretende ni corresponde su asociación a los precios del mercado».
Frente a la proposición de que Cotrisa dé señales de uso de semilla certificada y de los lugares indicados, con el fin de producir los tipos de trigo que necesitan los molinos, Meersohn responde que «el ámbito de acción de Cotrisa está enfocado fundamentalmente a aspectos de la comercialización de granos. Instituciones como el Inia están dedicadas a la investigación genética y productiva. Además, Cotrisa participa en el proyecto ‘Plataforma de Información de Calidad de Trigo’ y este mes publicaremos un libro con aspectos técnicos del cereal».