Congelar los niveles nominales de las remuneraciones equivale a rebajar la remuneración real en la tasa de inflación, lo que es una gran injusticia. De hecho significa el establecimiento de un impuesto repentino equivalente a esa pérdida a un reducido sector selecto de la sociedad, a solo los funcionarios públicos de relativamente altos ingresos encargados de las mayores responsabilidades.
Es una decisión que puede considerarse en cierto grado demagógica; aparece que es más importante la imagen que se pretende proyectar, que la magnitud de los dineros economizados.
Se ha generado con esto además de una injusticia, un daño a la selección y formación de buenos funcionarios públicos a futuro y a comprometer la permanencia en el sector de muchos eficientes funcionarios que ven inseguridades en su porvenir. En el mundo privado además de mejores remuneraciones, pueden captar la posibilidad de mayor estabilidad y progreso venidero.
La indignación que seguramente genera esta reducción de ingresos reales, contribuye tarde a temprano a pensar en próximos retiros de muchos de los mejores, que hasta ahora no lo habían considerado.
A mi juicio, esto es un reflejo de la carencia de estadistas en la sociedad chilena, que piensen no solo en su país de hoy sino también en el del mañana, carencia especialmente en los políticos que dirigen el Ejecutivo y en los que conforman el sector parlamentario.
En mi opinión, esta decisión ha sido muy grave para la sociedad chilena y deja un preocupante precedente para el futuro.
Ya eso justificadamente ha causado molestia y preocupación a sectores importantes del Poder Judicial, funcionarios que requieren de alguna manera de dedicación exclusiva a su función. En donde la carrera funcionaria es fundamental. En cierto modo empieza a generarse un conflicto de poderes del Estado.
Si es que se desea una reducción de las diferencias de remuneraciones, o sería mejor pensar en las de ingresos, debería considerarse una reforma tributaria que estableciese tributos más progresivos por niveles de ingresos, los que actúen sobre toda la sociedad. No solo afectar de un día a otro a un reducido número de funcionarios públicos de altas responsabilidades.
Esto me trae recuerdo que en la última reforma tributaria se bajaron las tasas tributarias a los estratos de mayores ingresos. Entiendo que solo un par de parlamentarios reclamaron de este hecho.
Una medida como la aplicada puede repercutir en la futura calidad de los funcionarios públicos del alto nivel, que puede dañar profundamente en el mañana a la sociedad chilena.
Sabemos que en las altas responsabilidades de Gobierno y del sistema empresarial privado, se requieren personas de gran capacidad y experiencia, y en esos niveles de responsabilidad las remuneraciones privadas son muy superiores a las de los que trabajan en el sistema fiscal o público.
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