Inicialmente Michelle Bachelet tuvo un pronunciamiento en contra de la educación gratuita universitaria en toda la educación pública. Cayó en la tentación de que ésta no fuera gratis para los sectores de más altos ingresos, cayó en posiciones que respaldan la idea de las focalizaciones. El anuncio, en parte improvisado y poco maduro, originó fuertes reacciones especialmente entre los líderes estudiantiles universitarios, pero rápidamente cambió de posición; sin duda fue una reacción positiva.
Ayer un poco fuera de sí, Evelyn Matthei se mostró rotundamente contra la educación gratuita para el quintil de mayores ingresos. A mi juicio esa declaración la considero de una demagogia barata.
He escrito en un par de ocasiones mi crítica a estas focalizaciones. A través de ellas se pueden generar grandes injusticias.
Por qué un hogar con ingresos en el borde inferior del límite, no tiene derecho a la gratuidad y otro hogar con un marginal ingreso inferior tendrá educación gratuita plena.
Nos encontramos con toda gratuidad para un hogar bajo el límite establecido y cero gratuidad para el que está inmediatamente anterior.
Los hogares no sólo deben ser analizados por sus ingresos sino que también por otras características, por ejemplo el número de hijos en edad de estudiantes potenciales universitarios. Cuántos hogares de altos ingresos deben sostener a familiares en situaciones críticas económicas o de salud.
Continúo más adelante con este tema y otros relacionados con las políticas educacionales y de salud.
Si se quisiese tomar más consideraciones, qué complejo pasa a ser el proceso; cuántos marginalmente tendrán derecho al beneficio y cuantos de ellos lo pueden perder en cualquier momento. Ya tenemos experiencia sobre casos similares.
No es lo lógico que el hogar de altos ingresos pague más impuestos mientras esté en situación holgada. Y si cae en situaciones adversas, sus impuestos se le reduzcan.
Qué importante que la carrera universitaria que siga un estudiante ya mayor de edad descanse preferentemente en su propia elección. Si el financiamiento viene de los padres no va ser excepción que sean sus apoderados que condicionen con su financiamiento la carrera a sus propias preferencias.
A uno le cabe la justificada inquietud, no serán nuestras dos hasta hoy con mayor probabilidad de ser elegidas, que carezca de posiciones o pensamientos de estadistas y no tengan asesores que puedan llenar esos vacíos.
Debe llamarnos la atención que sean los alumnos los que tengan una visión más de estadistas. Son sin duda más idealistas.
No pocos de los que en el pasado estudiamos gratuitamente egresamos con un compromiso social con la sociedad. Tengamos mayores valores solidarios. Eso fue notable en las carreras de medicina. Es comprensible que hoy los que se reciben con grandes endeudamientos tengan un comportamiento menos solidario. Ha sido frecuente oír opiniones al respecto, como que son más humanos los médicos extranjeros, que el alta proporción trabajan en los consultorios municipales; muchos de ellos mantienen otros valores.
El tema de la salud daría para un muy amplio análisis, que exige un mayor estudio y consideración de las alternativas. Sin duda que es preocupante cómo el sector público de salud se debilita y como las clínicas privadas captan cada vez más especialista que se les motiva a que actúen con más fines lucro en beneficio de ellos y de las clínicas que los contratan.
El tema de la universidad pública daría para un profundo análisis. No olvidemos que la universidad pública no debe abordar sólo la educación, sino que también la investigación, la extensión y la creación artística. La universidad pública debiera tener un financiamiento autónomo basado en gran parte como era en el pasado basado en leyes especiales, con fondos crecientes a través del crecimiento de los ingresos.
No quiero entrar en mayores detalles sobre este complejo tema. La investigación universitaria debe ir dirigida a lo que la universidad autónoma considere más conveniente para el país; igual debiera ser con relación a la extensión universitaria.
Debe recordarse que la actual constitución prohíbe que existan leyes para financiamientos específicos, salvo el tema de la proporción de las ventas de cobre de CODELCO que deben ir a las fuerzas armadas.
El negocio de muchas de las universidades privadas que se supone sin fines de lucro ha tenido un desarrollo impresionante. Esto también da para un amplio debate.
También lo darían los créditos bancarios con aval del Estado para la educación superior.
Cómo ha ganado la banca con estos financiamientos crediticios con el aval del Estado.
Cuando uno analiza estas realidades, se le refuerzan los planteamientos a favor de una nueva constitución que nazca en lo posible de una asamblea constituyente. Que el Estado deje ser subsidiario y que tengamos una profunda reforma tributaria.
Que volvamos a las asignaciones familiares del pasado y al reforzamiento del sindicalismo.
La preocupante caída de la natalidad, sin duda tiene como causa la destrucción del sistema de asignaciones familiares y costos de la educación. Este tema debiera ser atacado en profundidad.
Me ha impresionado un interesante artículo titulado “Chile es un país brutalmente enfermo”, que descansa en las opiniones muy bien fundadas del prestigiado psiquiatra Rodrigo Paz que publicaré y comentaré en pocos días más.
