El domingo pasado fue con mi esposa desde Viña del Mar a Valparaíso, especialmente para recorrer, al lado del edificio del Parlamento, a los locales de los anticuarios, como periódicamente lo hacemos. Caminamos por la vereda sur de calle Pedro Montt en forma muy dificultosa. Vendedores localizados a los dos lados de ella, hacían muy difícil caminar. Llegamos con dificultad a la plaza O´Higgins, rodeadas de vendedores, al igual que sus caminos interiores. No vimos a nadie comprando. Lo observado, me ha hecho pensar, qué poco ingreso les genera esta actividad. Cuánto tiempo de dedicación de esa fuerza de trabajo se puede considerar improductiva para la sociedad.
Sin duda tenemos en Chile un grave subempleo y desempleo. En la sociedad actual, como generalidad, el trabajo no depende de quien lo busca, sino que del que la sociedad le ofrece.
Las estadísticas lamentablemente muestran que cada día se tiene un mayor porcentaje de empleados informales, con las serias consecuencias para muchas otras actividades y entre ellas, principalmente para generar vivienda. El Gobierno ha establecido la voluntad de crear unas 250 mil viviendas. A mi juicio es muy difícil, por no decir imposible, cumplir esa meta, si no se crea empleo formal.
He planteado en artículos anteriores la necesidad de que volvamos a tener un sistema nacional de planificación, que parta de un profundo diagnóstico de la situación económica y social existente. Y además hacer una prognosis, es decir, estimar la situación futura sino corregimos la actual.
En mi opinión, debería ser obligación del Estado generar empleo productivo para todo el que lo solicite.
Recuerdo cuando logré tener la primera vivienda en propiedad. La Caja de Empleados Públicos me prestó el equivalente a seis meses de sueldo imponible y la CORVI (Corporación de la Vivienda), me ofrecía el financiamiento adicional para la construcción. El Banco del Estado, en el que tenía una antigua libreta de ahorro, de los tiempos en que el Gobierno fomentaba el ahorro a través de la Caja Nacional de Ahorros, no solo a los mayores, sino que también muy especialmente a los niños, me prestó para financiar la cocina de la casa.
No puedo dejar de mencionar cómo se destruyó el gran ahorro nacional, nada menos que por el Banco del Estado en el gobierno de Ricardo Lagos. Conviene recordar que el Banco del Estado, al crearse, pasó a asumir las tareas de la antigua Caja Nacional de Ahorros, que desempeñó una histórica labor en el establecimiento del ahorro, partiendo en el fomento de su famosa “libreta de ahorros”, especialmente en la niñez y en los colegios.
Jaime Esteves, desde la Presidencia del Banco del Estado, creó un cobro varias veces al año para las cuentas de ahorros, de un valor fijo, alto, independiente del monto de los saldos depositados. Ello significó una elevación considerable de las utilidades de la institución, utilidad que en un 50% ese primer año,fue repartida a sus funcionarios.
Eso fue públicamente criticado y se prometió que aquello no se iba a repetir.
Esta comisión, en un número considerable de casos, superaba los intereses que recibía el ahorrante, por lo tanto, ello significaba que se le llegaba a quitar patrimonio.
En aquel entonces se tenían más de diez millones de cuentas de ahorro. Gran parte de esas desaparecieron.
Recuerdo que a un trabajador que tenía en mi parcela, al ser abuelo, le regalé una cuenta de ahorro con $ 5.000 para su nieta, monto que finalmente se destruyó como consecuencia del cobro de esa alta comisión.
Tuve un intercambio de mensajes electrónicos con Jaime Esteves, a quien conocía, pero de nada sirvió para corregir lo que finalmente destruyó en Chile todo ese esfuerzo histórico del fomento del ahorro.
Puede llamar la atención que todo lo sucedido no ocasionó mayor preocupación pública.
Volviendo al tema del empleo. Es fundamental en toda economía el empleo industrial, el que en Chile ha tenido un grave retroceso. Se han terminado muchas actividades industriales, pueden destacarse entre estas las textiles y la de la confección de ropa, como también las del cuero y calzado. Ello derivado principalmente de las importaciones provenientes de China y las deficientes políticas cambiarias. El valor del dólar pasa a depender en alto grado del precio internacional del cobre. Como he señalado en otros artículos que he publicado, al exportar minerales estamos vendiendo patrimonio; muy diferente es cuando exportamos productos agrícolas e industriales.
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