El día 13 de septiembre de 2018, El Mercurio de Santiago publica una valiosa carta de Iris Boeninger titulada «Edgardo Boeninger«, que me parece muy conveniente publicarla en mi página web, con algunos comentarios sobre tan importante personaje de la vida pública y humana-democrática de nuestro Chile.
A continuación va la carta:
Jueves 13 de septiembre de 2018
Edgardo Boeninger
Señor Director:
Hoy, 13 de septiembre, se cumplen nueve años de la partida de Edgardo Boeninger, mi padre. Es un momento especial en Chile, por la coyuntura, porque se cumplieron 45 años del golpe, porque se cumplen 30 años del plebiscito del No, en el que, como bien dijo Jorge Burgos hace unos días, Boeninger vislumbró la posibilidad de dar la batalla del plebiscito de 1988 como una victoria de los demócratas. Así fue.
Quiero recordarlo especialmente por sus cualidades humanas, que tienen directa relación con su contribución política. Era un hombre de una humanidad inmensa -cualidad absolutamente normal en un médico, por ejemplo; no siempre en un político-, sabía escuchar, era leal, sencillo, visionario, y de una resiliencia increíble.
Sin embargo, si yo tengo que definir a mi padre en una sola palabra, esa sería «diálogo»; siempre, en los peores y mejores momentos. En épocas de crisis, también en las buenas. El diálogo sobre la disputa.
El encuentro de distintos que pudieron converger por el diálogo permitió la consolidación de la democracia. Diálogo. Construcción de confianza.
Decía él: «Darse gustos en política es caro», sobre celebrando un acierto, atacando a un adversario, no reditúa.
Son tantos los aportes que hizo; sin embargo, en este recuerdo elijo nuevamente quedarme con la palabra «diálogo».
Agradecida por sus enseñanzas, por ser quién fue y cómo fue.
Iris Boeninger
Conocí a Edgardo en 1955, cuando cursábamos el primer año de ingeniería comercial en la Universidad de Chile. Ambos ya teníamos una carrera universitaria; él, ingeniero civil de la PUC recibido en 1950 y yo, ingeniero agrónomo de la Universidad de Chile, titulado en 1955. Él me superaba en edad, era unos 7 años mayor que yo.
Así lo empecé a conocer en nuestro primer año de Economía. Es de esas personas que cuanto más se le conoce, más se le aprecia.
Edgardo era el que obtenía las mejores calificaciones del curso. Entonces trabajaba en la Municipalidad de Santiago, en el área del tránsito. Comentábamos que entre sus actividades debía estudiar donde se debían colocar semáforos. Muy posteriormente supe que él fue el de la idea considerada genial de dejar la Avenida Andrés Bello en uno u otro sentido dentro ciertos periodos del día, para lograr un mejor aprovechamiento de esa importante vía.
Revisando antecedentes históricos, de 1951 a 1961 fue ingeniero de tránsito de la Municipalidad de Santiago.
Varios compañeros de curso captamos que una de sus cualidades era adivinar las preguntas que nos iban hacer los profesores en sus pruebas.
Egresamos de la carrera en 1959.
Es interesante saber cómo se relaciona con Sergio Molina Silva, Director del Presupuesto de los gobiernos de Carlos Ibáñez del Campo y de Jorge Alessandri Rodríguez y posteriormente ministro de Hacienda en el gobierno de Frei Montalva.
Molina Silva para reforzar su Dirección solicita a comienzos de los años sesenta al decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, Ingeniero Comercial Luis Escobar Cerda, el nombre del mejor egresado de 1959. Este le indica a Edgardo.
Así llega a ser su segundo en la Dirección del Presupuesto en 1961; debe ser el año que abandona su cargo en la Municipalidad de Santiago. Sin duda que valiosa fue una decisión de esa naturaleza. Para nada basada en consideraciones de intereses políticos partidistas. En esa época entiendo que ninguno de los dos era del partido de la Democracia Cristiana.
A raíz de los terremotos del 1960, que tanto dañaron al país, el Gobierno de EE.UU. ofrece una importante colaboración a Chile para su reconstrucción. La ayuda debía estar asociada a reformas importantes y al desarrollo de la planificación nacional.
La CORFO tenía preparada las bases para un plan decenal de desarrollo, que se iniciaría a fines de los años 50. A raíz de los terremotos, se hace necesario adaptar ese plan para hacerlo a partir de 1960. Lo que CORFO realiza después de hacer una encuesta nacional para valorar las pérdidas patrimoniales derivadas de esos grandes sismos.
Se llega finalmente a aprobar en el Consejo de la CORFO el Plan Decenal de Desarrollo de Chile, 1960-1970. La aprobación del Consejo de la CORFO, con su amplia representación, llegó a constituir su aprobación por el Estado de Chile. Tener presente que eso sucede en el Gobierno de Jorge Alessandri.
El coordinador de la ejecución del Plan quedó en manos de Sergio Molina desde la Dirección del Presupuesto. En esa dirección se constituyó un equipo de coordinación tanto para la parte financiera como para la sectorial. Encabezada por Molina, apoyado por Edgardo Boeninger. Tres egresados de Economía de la U. de Chile del 1959 quedaron en ese grupo; desde luego Edgardo por la Dirección de Presupuesto, Héctor Assael por el sector financiero y yo por el sector agrícola. Entonces me desempeñaba en CORFO en el Departamento de Agricultura y en la Dirección de Planificación. Los coordinadores pertenecíamos a distintas instituciones.
Trabajé casi tres años en esa coordinación, hasta que con el asumir el Presidente Frei Montalva y designar ministro de Agricultura a Hugo Trivelli, desde CORFO me corresponde asesorar al Gobierno en la Política de Precios y organizar la Oficina de Planificación Agrícola (ODEPA) dentro de un sistema que motivó especialmente Edgardo, con una Oficina Central de Planificación, basada en la Dirección de Planificación de CORFO y oficinas sectoriales dependientes de diferentes ministerios; en el caso de CORFO, si mal no lo recuerdo, quedaron las responsabilidades de las oficinas sectoriales de Industria y de Energía.
Me viene a la memoria que cuando se quiso que asumiera ODEPA, yo era partidario de que ella dependiera directamente de la autoridad del Ministro de Agricultura. Otros eran que lo fuera de otra unidad secundaria, del CONSFA (Consejo Superior de Fomento Agropecuario) creado durante el gobierno del Presidente Jorge Alessandri, con la primera ley de Reforma Agraria de 1962. Este consejo tenía una autoridad específica y entre sus responsabilidad la de coordinar la planificación nacional y regional de la agricultura chilena.
Frente a esa situación, el ministro Trivelli decide consultar a Boeninger, quien fue de inmediato a su despacho y después de oír los argumentos de las posiciones, considera que mi cargo de director de ODEPA debe depender directamente del Ministro. Sin duda era muy importante que las oficinas sectoriales de planificación, con funciones especialmente asesoras, quedaran en dependencia directa del ministerio del ramo.
Después de lo anterior, se produce la vacancia de la cabeza de la Gerencia Agrícola de CORFO. En esa situación, CORFO y el ministro de Economía me pide que ocupe ese cargo y Planificación de CORFO y el Ministro de Agricultura me solicitan que siga en ODEPA. Frente a ello, señalé que el Gobierno fuera quien decidiera. El Presidente Frei resuelve que quede en esa gerencia de CORFO; la razón que habría dado que es más difícil conseguir un ejecutivo que formar a un planificador. Por ello quedo a cargo de la Gerencia Agrícola de la corporación.
Es interesante saber como Boeninger llega a ser decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Chile. Como candidato en 1965 era solo egresado de la Facultad, pero sí ingeniero civil de la PUC; no se había recibido de ingeniero comercial. Un profesor le anuncia que si no se recibe de ingeniero comercial, no le da su voto. Muy poco antes de la elección dio su examen de grado y obtuvo el título. Ganó la elección por una diferencia de un solo voto.
Su carrera universitaria es extraordinaria, después de ser elegido decano en 1965 por un voto de diferencia, en 1969 es elegido Rector de la Universidad de Chile.
Edgardo siendo rector, es cuando se decide a crear el Congreso Transitorio para contribuir a la elaboración del nuevo estatuto de la Universidad de Chile. Él me solicita que yo acepte ser candidato por la Sede de Santiago. En ese momento yo era académico de las Facultades de Agronomía, Ingeniería Forestal y de Economía.
Es conveniente señalar que ese congreso fue triestamental, con representación académica de un 70%, estudiantil de un 20% y de funcionarios de un 10%. La representación académica estaba basada en congresales de representación nacional, otros de representación de sedes regionales y otros por facultades e institutos.
Para mi opinión, el sistema establecido fue lo que bien podría ser la estructura y las funciones de una asamblea constituyente, con representantes nacionales y regionales. Lo que el Congreso aprobaba por amplia mayoría quedaba a firme y lo aprobado por mayoría menor, iba a plebiscito.
Terminé siendo congresal por la Sede de Santiago. Recuerdo que los resultados fueron muy similares en los tres estamentos, y pocas materias pasaron a plebiscito, en el cual si mal no lo recuerdo, fueron respaldadas las propuestas presentadas por mayoría relativa del Congreso.
No recuerdo exactamente si Boeniger fue elegido rector en dos o tres oportunidades. Pero a lo menos dos veces no fue elegido su acompañante de lista como secretario general. En una oportunidad fue el médico Enrique París, del partido comunista y en otra lo fue Ricardo Lagos del partido socialista. Claramente Boeninger tenía un respaldo transversal y creciente; en cada elección obtenía más apoyo.
No puedo dejar de mencionar, que después del Golpe Militar, el doctor París fue detenido, torturado y finalmente fusilado.
A consecuencia del Golpe Militar, Boeninger deja de ser rector.
No puedo dejar de expresar lo siguiente. Después del Golpe Militar, la Universidad de Chile ha quedó fuertemente debilitada. Se hicieron desaparecer sus sedes regionales y perdió un financiamiento autónomo establecido por ley que le entregaba montos crecientes de recursos dependiendo indirectamente del crecimiento de PIB. Ello terminó con la educación gratuita de la Universidad, debido a que tuvo que ir logrando en forma creciente recursos provenientes de aranceles pagados por los estudiantes. La nueva constitución de 1980, establecida por un vergonzoso plebiscito, hizo desaparecer las leyes especiales de financiamiento, para hacerlo todos dependientes de la Ley anual del Presupuesto.
Muchos de los profesionales que se recibían gratuitamente, salían con un compromiso con la sociedad. Sin duda se da menos eso en quienes tienen que financiar sus carreras con recursos propios y no pocos de estos últimos con altos endeudamientos.
Desgraciadamente, la nueva democracia derivada del Plebiscito de 1988, nada ha restablecido de la antigua gran universidad nacional.
Debe recordarse que el Gobierno Militar, retiró de la Universidad de Chile al Pedagógico y varias de sus carreras pasaron al Instituto Profesional de Santiago. También fue destruida la Universidad Técnica del Estado, con todas sus sedes regionales. Cuando llegó la nueva democracia en 1990 no fuimos capaces o no tuvimos la voluntad de reintegrar el Pedagógico a la Universidad de Chile, ni tampoco el Instituto Profesional de Santiago que llegó a transformarse por ley de la República en una nueva universidad estatal para la capital, pasando a ser la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM).
Los egresados de la Escuela de Economía del año 1959 nos reunimos anualmente a fines de año y en varias oportunidades Edgardo estuvo con nosotros.
Sin lugar a duda, su participación en la recuperación de la democracia fue muy destacada. Su capacidad de dialogar y de respetar a los demás, sin duda logró mucho apoyo para salir de la poderosa dictadura militar por la vía democrática. Fue una persona en quien muchos confiaron; un hombre sin aspiraciones personales.
Me parece conveniente trasmitir un tema que en una oportunidad conversamos. Le planteé derivado de haber conocido el “De Profundis”, trasmitido por el canal de televisión UCV, del distinguido hombre público, militar y abogado Oscar Fenner Marín.
Los “De Profundis”, eran entrevistas en vida hechas a personalidades, con el compromiso de no darla a conocer hasta después de su muerte.
A este destacado personaje, militar y abogado, lo conocí casualmente al seguir unas clases de equitación que él impartía ya a avanzada edad. Tuve la oportunidad de conversar con él temas muy simples.
Doy algunos antecedentes de Fenner Marín obtenidos de Wikipedia.
Fue hijo de Ricardo Fenner Krause y de Dolores Luisa Marín Mujica. Cursó hasta el tercer año en el Liceo de Angol y posteriormente continuó sus estudios en la Escuela Militar en 1906. Perteneció a la rama de caballería del Ejército, llegando al grado de mayor, retirándose del Ejército para ejercer el cargo de Auditor General de Guerra. Fue profesor de la Escuela Militar, de la Escuela de Carabineros y la Academia de Guerra. Mientras estuvo en el Ejército realizó estudios de derecho, jurando como abogado en 1922.
Participó del movimiento militar de 1924, encargándose de la redacción del manifiesto del 11 de septiembre. Ejerció como Ministro de Justicia (1925) y a su iniciativa se promulgó leyes sobre quiebras, letras de cambio, realización de la prensa, etc. Redactó, junto a Santiago Lazo, el Código de Justicia Militar de 1925. Durante el primer gobierno de Carlos Ibáñez fue Secretario General de Gobierno y Ministro de Tierras y Colonización.
En su “De Profundis”, Fenner critica al gobierno militar iniciado en 1973 respecto a la modificación de la Justicia Militar. Anteriormente ella descansaba en que sus jueces fuesen distinguidos militares retirados, en cambio en la nueva justicia se incorporaron miembros activos de la Fuerzas Armadas.
Sin duda que la Justicia del pasado favorecía pronunciamientos que con sus decisiones prestigiasen a las Fuerzas Armadas. En cambio la nueva quitaba a sus miembros esa independencia para actuar ya que sus rectas decisiones pudiesen perjudicar su carrera o tener aún consecuencias más nefastas.
Cuando a Edgardo le plateé este tema, capté de inmediato que él había estado preocupado por ello; me señaló que ese cambio no fue posible que se aceptara en las negociaciones por recuperar la democracia.
Finalmente, felicito a su hija por la carta que escribió, lo que me ha permitido además expresar algunas materias relacionadas con su extraordinario padre.
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