Medicina natural, actualidad y economía

Damasco o albaricoque, algo más sobre la acción anticancerígena del consumo de su semilla. Dos casos de su uso

Estas notas deben ser consideradas como complemento del artículo que publicara el 25 de diciembre de 2009 que se titula “Semilla de damasco (albaricoque), Prunus armeniaca, sería un anticancerígeno especialmente por su contenido de vitamina B 17”

El artículo antes mencionado hasta la fecha acusa 85 comentarios y notas agregadas.

Me ha parecido conveniente presentar en separado este pequeño artículo que se refiere a dos experiencias tenidas con el consumo de esta semilla que se caracteriza por su contenido de la llamada vitamina B 17.

Antes de referirme a los dos casos, presento algunos contenidos del primer artículo que me parece conveniente incluir en éste.

En el artículo anterior se señala “Existe bastante documentación en que se analiza la potencialidad anticancerígena de las semillas de damascos especialmente por su contenido de vitamina B 17(*). Esta vitamina ha sido ampliamente empleada contra el cáncer, con resultados positivos, pero considerados científicamente no comprobados”.

(*)La llamada vitamina B17 se la conoce como amigdalina, laetril o nitrilosida, aunque estos compuestos no se refieren a una sola entidad química; no sería propiamente una vitamina. Se compone de dos unidades de glucosa, una unidad de benzaldehído y una de cianuro, estrechamente ligadas.

Además en el artículo se expresa: “Se ha descubierto, según se señala en la bibliografía, que las propiedades curativas de la vitamina B-17, específicas en contra del cáncer, se deben a que en presencia de agua y de la enzima beta-glucosamidasa, la molécula de B-17 genera cianuro y benzaldehido. Estos compuestos son, individualmente sumamente tóxicos, pero funcionando en simbiosis se multiplican sus efectos por un factor que se calcula los hace cerca de 100 veces más potentes. Esta enzima, la beta-glucosamidasa, se encuentra en cantidades significativas en las células cancerosas, y muy poco en el resto del cuerpo. Por consiguiente, estas sustancias tóxicas destruyen únicamente a las células cancerosas. Una verdadera quimioterapia, específica, localizada y muy eficaz”.

A la interrogante ¿cómo es que, con el tiempo, no se envenena el resto del cuerpo sano?, se ha respondido que hay otra enzima, la rodanasa, identificada como una “protectora” del organismo (desde 1965 se conoce a la rodanasa como tiosulfato de transulfurasa). La rodanasa neutraliza al cianuro y lo transforma en subproductos que no solamente no son tóxicos, sino que resultan en nutrientes benéficos para el organismo. Esta enzima abunda en todo el cuerpo, pero no la hay en las células cancerosas, que por lo tanto, no tienen protección ni defensa.

El caso del pueblo hunza que consume mucho semillas de damasco y que no sufren de cáncer

Ya en la década de los 20 del pasado siglo XX los investigadores Robert McCarrison y John Dark comprobaron que había una población donde el cáncer era desconocido, los hunza, que vivían en la falda de una colina de la localidad paquistaní de Kashmir cercana al Himalaya. Su población contaba además con un alto promedio de personas mayores de 100 años. Así que decidieron examinar sus costumbres y descubrieron que la ingesta de semillas de damasco(albaricoque) era algo común entre ellos y que además cocinaban con el aceite de esas semillas. Luego constatarían que muchas otras frutas de las que consumían eran ricas en lo que hoy se conoce como vitamina B17. Esto me recuerda lo que sucede en una localidad europea en que se consume mucho la semilla de calabaza o zapallo y nadie padece de problemas a la próstata; tengamos presente la recomendación actual del aceite de pepa de calabaza o zapallo contra la prostatitis

Algo más sobre los hunzas y sus costumbres. “Muy remoto y oculto en los Himalayas, rodeado por Pakistán, la India y la China está el pequeño reino de Hunza, cuyos moradores son famosos, en todo el mundo, por las edades avanzadas que suelen lograr mientras disfrutan de excelente salud. No es raro que vivan más allá de los cien años, y muchos llegan a los 120. Médicos que han viajado por esos lugares informan que en Hunza no existe el cáncer. Y es interesante observar que en la alimentación de ese pueblo se consumen aproximadamente doscientas veces más nitrilosidas(vitamina B 17) que en la comida común de los EE.UU. En realidad, en ese país donde no se conoce el dinero, la riqueza de una persona se mide en árboles de damasco (albaricoque). El Príncipe Regente lo confirma y añade la información que no es raro culminar un almuerzo con 30 a 50 pepitas de damasco (albaricoque) como postre. Un postre que proporciona más de 75.000 UI de vitamina A, y más de 150 mg de B-17. Las mujeres de Hunza son famosas por conservar su piel suave y tersa hasta en su avanzada edad, aparentando ser más de veinte años más jóvenes que sus contemporáneas de otros países. Confiesan que su secreto consiste en el aceite de damasco (albaricoque) que se aplican diariamente al cutis. Y es una triste realidad que cuando los hunzas salen de sus apartadas tierras, y adoptan la alimentación de otras culturas, también caen víctimas de las enfermedades del resto del mundo, inclusive el cáncer” (párrafo extraído de Internet de ANBA”Asociación Naturista de Buenos Aires” .Nombre de la Publicación “Cura del cáncer con semilla de damasco(alabaricoque)” 3 de agosto de 2009).

Los dos casos

El primero es lo que he experimentado personalmente. Yo desde hace algo más de 30 años he sufrido de cáncer a la piel benigno, epitelioma basocelular. He tenido varios tratamientos, el primero fue con radiación de rayos X, ya que al sacarme una verruga en la parte superior lateral de la nariz, en la base de la extracción se me generó un pequeño tumor, que al ser extraído resultó canceroso. Se supuso que la extracción había sido total, pero no lo fue y se me generó una ramificación relativamente importante. Recuerdo que un médico con quien trabajaba en un proyecto de Naciones Unidas me dijo que no me debiera haber sacado la verruga. En la Clínica Mella, el Dr. Jorge Mella me hizo un exitoso tratamiento de radiación con rayos X. Posteriormente me han salido pequeños focos, uno de los cuales debió ser tratado mediante una operación. He tenido otras aplicaciones de N líquido.

En la mano me apareció un foco muy similar al que pude observa por Internet revisando el tema de las semillas de damasco. Eso me llegó a consumirlas por un período bastante largo; los resultados no fueron del todo positivo. Noté una recuperación muy lenta y de poca significación. Lo que me dio un resultado muy positivo fue la aplicación local de jugo de la hoja de aranto (Kalanchoe daigremontiana), aplicada dos veces al día. Prácticamente me ha sanado, al igual que a un posible cáncer que tenía en la parte superior de la oreja.

El segundo caso, que me parece muy importante me lo ha relatado una ex alumna de la Universidad de Chile. El relato aparece entre los comentarios recientes a mi artículo anterior. Aquí lo presento con pequeños cambios en la redacción para eliminar contenidos que no tienen mayor interés para la finalidad de este artículo.

“Le comento que supe de este tratamiento de primera fuente, de una persona que fue desahuciada por cáncer (con metástasis varias). No teniendo nada que perder realizó el tratamiento con 2 pepas cada una hora por 24 horas/día por 30 días. Al cabo de este tiempo, las metástasis habían desaparecido y el tumor principal se redujo y encapsuló, no presentando el riesgo de muerte diagnosticado unos mese antes. Se mantiene consumiendo de 7 o más pepas diarias. Esto me lo contó la persona que cuidó del enfermo mientras aplicaban el tratamiento”.

Desconozco por qué el consumo se hizo día y noche, pero es importante considerarlo.

La recomendación original es del consumo de las 2 pepas cada hora, pero durante el día. En este caso se consumió durante las 24 horas.

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