Nos ha parecido conveniente hacer una breve descripción de los transgénicos, de su origen y sus características y algo sobre los argumentos en pro y en contra de su producción y utilización. En próximos artículos pretendemos ampliar el tema.
Rolando Chateauneuf
A los alimentos transgénicos también se les denomina recombinantes o O.M.G. Se obtienen mediante la ingeniería genética, que logra modificar algún gen propio de un ser vivo con un fin determinado. Se trasladan genes de distintas variedades, especies, géneros e incluso reinos, como es el traspaso de genes de especies animales a vegetales.
Algunas aplicaciones de interés han sido en la agricultura y, en particular, en la producción de alimentos. Por ejemplo, un alimento transgénico sería un tomate, al que se le ha modificado su código genético con el objeto de obtener una maduración más tardía, hacerlo más resistente a algunas plagas o que mejore sus contenidos vitamínicos. Puede conducir a mayores rendimientos y a productos de mayor calidad, y dentro de ésta, la nutricional.
El mejoramiento genético se aplica desde hace años en lograr mejores ejemplares a través de procedimientos, desde algunos muy simples como la selección, a otros más complejos como el cruzamiento o hibridación de líneas puras, obtenidas por retrocruzamientos, que generan el llamado “vigor del híbrido”, uno de los causales de la llamada “revolución verde”, lograda el siglo pasado con estos mejoramientos genéticos y con la aplicación de insumos tecnológicos y nuevas prácticas de cultivo.
Hoy, la ingeniería genética permite mejoramientos más rápidos y precisos, y a bajo costo, pero alterando lo que podría llamarse reproducción natural o dirigida. Se obtienen variedades y especies nuevas, las que con cruzamientos naturales, pueden motivar efectos impredecibles en el medio ambiente, uno de los argumentos en contra de los transgénicos.
EE.UU ha sido el país pionero en el cultivo de transgénicos. Cifras de 1998 señalaban que mientras, en ese año, cultivaba un total de 20,8 millones de hectáreas en la producción de este tipo de alimentos, los países de la Unión Europea sólo lo hicieron en 100 mil hectáreas. Hace unos años se comentaba que mientras países como Francia, Austria, Luxemburgo o Dinamarca eran reacios a la producción de transgénicos, Gran Bretaña e Irlanda eran partidarios. España ha defendido el principio de precaución e insiste en la prioridad de información a través del etiquetado. Algo parecido se está buscando en Chile.
Las ventajas de estos productos está en que contribuyen a mayores cosechas y al mejoramiento de la calidad de aquellos, en aspectos conocidos. Se argumenta esto como favorable, especialmente por el temor a que las expansiones poblacionales previstas puedan ser afectadas por abastecimientos insuficientes de alimentos.
Los alimentos transgénicos de mayor producción son actualmente la soja, el trigo, el maíz, el algodón, la colza o raps y la papa.
Aplicaciones de interés de la transgenía han sido:
- En agronomía, en el logro de resistencia a virus, bacterias y hongos y a tolerancias a pesticidas y herbicidas. También en resistencias al frío y a la salinidad.
- En alimentación humana y animal, en conseguir modificaciones en la calidad nutricional y organoléptica de alimentos y en la maduración y conservación de ellos.
- En medicina, en la obtención de proteínas para posterior producción de sustancias de interés terapéutico.
Las críticas están en torno a varios temas:
- Las dudas sobre su inocuidad, especialmente la retardada. Se recuerda lo que ha sucedido con algunos medicamentos como la talidomida, fabricado en Alemania en 1953 para ser usada como sedante e hipnótico, que generó gravísimas malformaciones en hijos de madres que la ingirieron durante el embarazo.
- Se ha señalado, además, que estos productos pueden, en el consumidor, motivar efectos inmediatos desfavorables como problemas de alergias y resistencia a ciertos antibióticos.
- El efecto incierto que pueden tener sobre modificaciones del medio ambiente, con repercusiones negativas para algunos ecosistemas.
- Al estar esta tecnología controlada por grandes multinacionales, se podría favorecer aún más las desigualdades entre países, especialmente entre los del hemisferio norte y los del sur. También puede contribuir al fomento de su uso en producciones y consumos, con poca objetividad informativa y con gran poder para motivar estas expansiones.
Es importante que exista sobre el uso de los transgénicos un amplio y enriquecedor debate, pero es imprescindible que el consumidor sepa cuándo un alimento es transgénico o tiene componentes de esa característica. Sectores interesados hacen esfuerzos para que eso no se produzca, ya que lo ven como un posible factor de menor uso y consumo de ellos.
El consumidor debe estar a lo menos informado sobre si un alimento los contiene.
Fecha: 12 de Noviembre de 2006