Breve introducción.
Chile se caracterizó por llevar una prestigiada política de salud pública; fue más bien una política de Estado más que de políticas de los Gobiernos de turno. En nuestro país, desgraciadamente, cada vez se observa una mayor presencia del sobrepeso y la obesidad. Estados que perjudican notablemente la salud; acorta la vida. Perjudica los años finales de vida.
El tema de la calidad de la dieta es muy importante.
Tuvimos en el pasado una muy buena salud pública. Fue muy importante su característica de preventiva. Sufrimos de una grave desnutrición infantil que llegó a manifestarse por los años 50 y comienzos de los sesenta del siglo pasado en una mortalidad infantil del orden de 200 por mil nacidos vivos. En otras palabras un niño de cinco nacidos moría en su primer año de vida; las muertes eran preferentemente en meses de verano por las diarreas y en invierno por enfermedades respiratorias. Los niños nacían con bajo peso, especialmente por la mala alimentación de la madre.
Gracias a sus políticas de salud pública, se llegó a tener las más bajas mortalidades infantiles de América Latina. Muy importante fue el tratamiento a las diarreas a base de rehidratación y desde luego en grado muy importante se tuvo el Programa de Nacional de Alimentación Complementaria, que llegó a beneficiar a gran parte de la población nacional. Fue muy importante el apoyo que se le dio a la vacunación de los niños y al tratamiento especial a las familias en donde estaba presente la desnutrición maternoinfantil.
Una de las causas importante de la alta mortalidad infantil fue la carencia de agua potable.
Me parece conveniente recordar la importancia que tuvo en ese entonces la leche condensada, que traía en su etiqueta la receta para preparar las mamaderas. El Estado, a través de CORFO alentó la llegada a Chile de la Nestlé, asociándose a ella con un aporte de capital.
Cabe destacar el esfuerzo hecho por el Ministerio de Salud, la Universidad d Chile y el voluntariado especialmente femenino. Y muy especial fue la labor exitosa del doctor Fernando Monckeberg en los tres frentes antes señalados.
En estas tareas se destacó el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA). Dentro de su labor estuvo la elaboración de dietas alimentarias y la promoción del consumo de hortalizas y frutas.
Mucho se ha avanzado en conocimientos alimentarios y nutricionales; derivado de ellos han ido surgiendo nuevas recomendaciones, pero a mi juicio no ha habido una buena difusión de estos conocimientos. Posiblemente ha contribuido a ello las limitaciones de recursos financieros que ha ido sufriendo la Universidad de Chile, que han perjudicado la investigación y la extensión en materias de interés nacional.
La prensa ha dado importante difusión a antecedentes útiles en estas materias.
Tuve el agrado de leer un interesante artículo publicado en El Mercurio de Santiago, el 19 de enero de 2022, que se titula “Lo dice la ciencia: la falta de micronutrientes puede influir en una peor salud mental”.
Pienso que su contenido aporta algo más que al tema de la salud mental.
Antes del título aparece la siguiente leyenda: “Crece la evidencia sobre la relación entre alimentación y cambios de ánimo”.
La autora del artículo es Janina Marcano
Al inicio de artículo va este interesante párrafo:
“Son múltiples los estudios que encuentran un nexo entre la carencia de vitaminas y minerales con depresión, estallido de ira, rabia y mociones inestables. La comida chatarra y ultra procesada es la que más se asocia con esta deficiencia, que alteraría al sistema nervioso central y los niveles de neurotransmisores encargados del equilibrio emocional”.
Otros párrafos destacados son los dos siguientes:
– “Sabemos que consumir proteína de buena calidad y evitar alimentos ultra procesados es útil para el sistema nervioso”.
-“Con las dietas ultraprocesadas, la población ha ido perdiendo micronutrientes, los cuales son esenciales para el funcionamiento del cerebro”.
Sobre suicidios se tiene lo siguiente: “En un estudio realizado con 89 mil personas en Japón, quienes fueron seguidos por más de diez años, se concluyó que la tasa de suicidios entre aquellos que consumieron una dieta de alimentos integrales, rico en vitaminas minerales, fue la mitad en comparación con una dite menos saludable”.
Respecto a niños, “En Canadá, en tanto, un estudio nacional mostró resultados similares sobre la alimentación de niños era capaz de predecir cuáles de ellos terminarían con un diagnóstico de desorden mental en los dos años siguientes”
Se señala en el artículo que si bien no se sabe científicamente la causa de estos fenómenos, hay algunas hipótesis.
Se dan las opiniones de dos psiquiatras, de Marcela Altayó, de la Clínica de la Universidad de Los Andes y de Pedro Retamal de la Clínica Santa María, quien además es profesor de psiquiatría de la Universidad d Chile.
La primera señala textualmente “Lo que pasa es que hay micronutrientes que tienen efectos directos sobre el sistema nervioso central, como la B12, por ejemplo, cuyo déficit puede producir alteraciones cognitivas”. “Tenemos claro que si hay vitaminas y minerales que actúan sobre el sistema nervioso central, está demostrado, y lo que estamos viendo ahora es que eso tendría una relación con síntomas anímicos y depresión”. “También se ha visto lo contrario, que consumir Omega 3, por ejemplo, mejora el funcionamiento del cerebro y reduce el riesgo de psicosis y desajustes conductuales. Son cosas que los pacientes deberían considerar al momento de alimentarse”.
Quisiera agregar personalmente algo más sobre Omega 3. Es importante su relación con el Omega 6. La alimentación que va dominando en la actualidad va produciendo una relación en contra del Omega 3; con ello se favorece el desarrollo de algunas enfermedades como los cánceres.
Un alimento importante en aporte de Omega 3 es el aceite de oliva; por el contrario la mayoría de los otros aceites tienen déficit de Omega 3. El aceite de oliva tiene un proceso de extracción más simple, principalmente mecánico.
Pedro Retamal señala “Se ha visto que cuando se mejoran los niveles de zinc, magnesio y fierro, el ánimo tiende a mejorar progresivamente. Esto no significa que esto sea el tratamiento principal, pero sí es un factor complementario que cada vez consideramos más”.
“Se sabe también que las vitaminas estimulan neurotransmisores importantes, como la dopamina y la noradrenalina, las cuales dan lugar a síntomas depresivos cuando se agotan”.
Otro párrafo del artículo es el siguiente: “En esta línea una investigación realizada en Australia, y que revisó 12 estudios en Europa, Reino Unido, Japón y Canadá, concluyó que el consumo de micronutrientes derivados de las frutas se asocia con un menor riesgo de depresión y que estos compuestos podrían ser de ayuda en el tratamiento de la enfermedad.
Muy importante a mi juicio es lo que señala finalmente este artículo:
“Los entrevistados aseguran que la deficiencia de micronutrientes está muy asociada a la comida chatarra y a los productos ultraprocesados, aquellos que pasan por múltiples procesos industriales y tienen más de cinco ingredientes”.
“Según explican, estos tienen una mayor carga de grasas poco saludables y azúcares, y suelen ser pobre en vitaminas y minerales”.
Se recomienda la “dieta mediterránea”
Se presenta el comentario de la nutrióloga y diabetóloga de la Sociedad Chilena de Diabetología, Ana Claudia Villarroel.“En cambio, los estudios de patrones de alimentación son claros en que la dieta mediterránea es la mejor para cumplir con los requerimientos de micronutrientes esenciales debido a que incluye pescado tres veces por semana, vegetales de hoja verde, legumbres y frutos secos”.
“Esta sería entonces la alimentación recomendada para una mejor salud mental”.
En un próximo artículo tengo la intención de referirme a la dieta mediterránea.
Hay una par de temas que deseo mencionar, la importancia de los nutrientes del suelo en la calidad nutricional de los alimentos, y lo conveniente que puede ser que el producto madure en la planta. Esto último no es siempre fácil de conseguir, pero puede ser conveniente consumir los productos de temporada.