El país desde hace un par de años enfrenta manifestaciones públicas asociadas en el tiempo a actos de violencia y destrucción que no se habían presentado anteriormente.
Este fenómeno social y delictual sin duda tiene sus razones; sería interesante llegar a conocerlas en profundidad. Se destacan como delitos graves entre otros los siguientes: destrucción y saqueos de negocios de distinta naturaleza, destrucción sincronizada de estaciones del Metro de Santiago, incendios de distintas edificaciones tales como iglesias, centros universitarios, museos, hoteles en varios de esos hechos asociado a saqueos, destrucción de plazas, jardines, pavimentos, señalética, etc. Quemas de vehículos de movilización colectiva y otros medios de transporte.
Supermercados y farmacias han sido los principalmente afectados. Para los primeros habitualmente asociados a incendios posteriores.
Un símbolo de parte importante de todo ello ha sido la destrucción de la Plaza Baquedano y de gran parte del Monumento al General Baquedano. Que de lo que parte que quedó, incluso algo dañada, debió ser retirada de su tradicional ubicación.
Las fuerzas de orden han sido incapaces de evitar esas repetidas destrucciones. Cuesta explicarse para los que tenemos más edad ver el cambio bastante generalizado del nombre oficial de la Plaza Baquedano por Plaza de la Dignidad. Cómo se le denomina con una especie de satisfacción por locutores y periodistas para tratarla con ese nombre. Para qué decir de gran parte de quienes participan en estas manifestaciones que de pacíficas iniciales se trasforman, con la participación pasiva de los concurrentes, en actos vandálicos bastante generalizados. Impresiona en los noticieros nocturnos ver como se ataca a carabineros con rayos laser. Casos aislados impresionan como por ejemplo el ataque con bombas incendiarias a policías, especialmente impacta cuando el ataque va a mujeres. Parece que hasta en ello se logra la paridad de género.
No puedo olvidar cuando vi por televisión al dirigente de la juventud, hoy presidente electo de la República, increpando a vive voz a un militar de baja graduación que estaba en funciones de resguardo. Le señalaba el triste accionar de las fuerzas armadas durante el Gobierno Militar.
Recuerdo algunas marchas de la CUT del pasado cuando grupos de los que marchaban, se preocupaban de evitar la generación de daños por aquellas minorías que actúan como destructoras. Eso ahora no se da.
Un tema preocupante sin dudas es el de la Justicia, que para muchos delitos individuales usa la llamada puerta giratoria. Delincuentes apresados en el delito por Carabineros, a los pocos días vuelven hasta delinquir en los mismos actos y en similares lugares. Los robos de automóviles con violencia se repiten en los mismos actos delictuales recientemente sorprendidos, detenidos y rápidamente en libertad. Hay delincuentes que reiteran estos violentos actos delictuales.
Las cárceles, verdaderas universidades del delito, están saturadas al máximo; ello al parecer contribuye a que muchos delincuentes detenidos sean prontamente puestos en libertad. Incluso ha sucedido con asesinos, que al poco tiempo quedan libres y vuelven a asesinar.
Me impactó un artículo en que se entrevista a una jueza, que dejó en libertad a un asesino, sin considerar la recomendación en contrario de Gendarmería. Este delincuente al poco tiempo volvió a asesinar. En artículo la jueza respalda su fallo, entre otras razones parece estar la situación espantosa en que se encuentran las cárceles. El castigo pasa a ser muy superior al que corresponde al delito; se suma el riesgo de vida.
Las cárceles deberían ser centros de rehabilitación. En el pasado parece que eso sucedía.
Un tema de actualidad es el de no pocos detenidos preventivamente por el Poder Judicial, quedan en esa situación por meses y hasta por años. Algunos al final salen en libertad como inocentes. Eso sin duda genera grados de rabia y desesperación; años de vida casi perdidos, encarcelados realmente como inocentes. Indigna a los afectados, a sus familiares, a sus amigos y a gran parte de la sociedad entera.
Qué pasa con la demora de los juicios. Es impresionante la lentitud de los procesos. La detención preventiva debiera tener un límite reducido de vigencia; si no se falla en ese lapso debería liberarse o en último caso reemplazarlo por detención domiciliaria nocturna u otras medidas de resguardo.
Tengo una experiencia de un juicio por aguas de riego. El acusado cambio los cursos de las aguas y destruyó un marco partidor. Se lleva el juicio por años actuando como abogado acusador nada menos que un profesor de legislación de aguas de la Universidad de Chile. El juez ha pedido una serie de informes y peritajes, ya han pasado varios años antes que se dicte sentencia definitiva.
Extrañan las últimas gestiones motivadas por un senador de la República de proponer amnistía en vez de indulto. El indulto requeriría de más alta mayoría en su aprobación que una amnistía. Parece increíble que eso sea así. Sin embargo se capta que la amnistía tendría un importante apoyo.
Esta amnistía nos indigna a muchos, es crear una especie de jurisprudencia que las graves faltas cometidas dejarían de tener esa característica de delito.
Es probable que no avance ni el indulto ni la amnistía. Lo que debería hacerse en mi opinión es reducir la prisión preventiva a unos pocos días y que ella se materialice en una cárcel especial. Por ejemplo no debería extenderse por más de un par de semanas.
El precedente que se establecería de la aprobación de esta amnistía lo considero gravísimo. Me parece acertada la opinión en contrario de este proceder que ha tenido el Gobierno; debe reconocerse ese hecho.
Puede extrañar lo que señala Gendarmería que existirían solo 144 detenidos por prisión preventiva.
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