Medicina natural, actualidad y economía

Colegios profesionales y asociaciones gremiales frente a la ética profesional. La ética en otros ambientes de la sociedad

Hasta el inicio del Gobierno Militar los colegios profesionales se preocupaban en forma especial de la ética en el ejercicio de sus profesiones. La colegiación se había ido haciendo cada vez más obligatoria para ejercer una profesión.

Después del golpe militar vino una decadencia de estas organizaciones gremiales, por a mi juicio dos principales  razones, la primera por los objetivos de las fuerzas armadas de debilitar las organizaciones sociales que podían dificultar las tareas del gobierno autoritario y actuar en favor de la recuperación de la democracia, y la otra, la incorporación a partir de 1975 del modelo neoliberal contrario a este tipo de organizaciones que entorpecerían mayores libertades en el funcionamiento de los mercados. La nueva democracia no contribuyó a recuperar las características y responsabilidades de estas organizaciones, teniendo como uno de los obstáculos principales las disposiciones constitucionales establecidas dictatorialmente, muy difíciles de modificar

Se analizan más adelante los temas éticos especialmente en torno a dos profesiones, la médica que ha tenido bastante importancia recientemente y la ingenieril. Primeramente se hacen algunos análisis y recuerdos históricos sobre esto temas.

Se toca el tema de la educación y se hace referencia a la importancia que tuvo la educación pública chilena gratuita desde la escuela pública en la base hasta las dos grandes universidades del Estado, la Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado.

El costo de la educación superior y el endeudamiento derivado de ello, herencia del Gobierno Militar y del neoliberalismo extremo, es probablemente un factor perjudicial al desempeño ético de los profesionales.

Finalmente se hacen algunas consideraciones sobre la conveniencia de reforzar los valores éticos, bastante más allá que en el campo de los colegios profesionales.

Algunos recuerdos

A mediados de los años cincuenta del siglo pasado, los profesionales recién recibidos, la mayoría de ellos en forma inmediata se incorporaban a su Colegio Profesional. Me viene a la memoria al haber obtenido mi título de Ingeniero Agrónomo en la Universidad de Chile a mediados de 1955; en esa época la reacción  casi inmediata del recién recibido era la ida al Colegio de Ingenieros Agrónomos a incorporarse a él, al igual que a nuestra organización científica, la Sociedad Agronómica de Chile (SACh). Teníamos gran respeto a esas organizaciones.

Para ejercer nuestra profesión agronómica, bastaba con el título; no era necesaria la incorporación al Colegio Profesional. Posteriormente, cuando a fines de la década de los 50 nace el Colegio de Ingenieros, en su ley constitutiva, se hace obligatoria la colegiación para poder ejercer la profesión de ingeniero.

Recuerdo que CORFO, la gran institución estatal de esa época, hizo obligatoria para ser contratada por esta institución el estar inscrito en el Colegio Profesional a todos los que llevasen el título de ingeniero, aunque su título no estuviese entre los que incluía el Colegio de Ingenieros, como es el caso de los ingenieros agrónomos.

La carrera de Medicina tuvo un gran colegio. El médico para ejercer debía estar colegiado, obligación muy importante por la disciplina que exige un colegio, carrera donde la ética profesional cumple una función básica. El médico de esos tiempos se caracterizaba por sus muy generalizados valores éticos y sus compromisos con la sociedad. Fue la época de los grandes salubristas chilenos y en que la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile tenía un gran prestigio internacional. Me tocó conocer en varios países de América Latina a distinguidos profesionales que se formaron en salud pública en la Universidad de Chile y que recordaban con aprecio a nuestra universidad y a sus grandes maestros de la época, hombres de grandes valores y que mucho influyeron en la avanzada legislación de la salud pública de Chile. Recuerdo que ningún médico podía hacerse propaganda y hoy los vemos por televisión haciendo promoción de determinados medicamentos o los oímos por radio, señalando sus nombres respectivos.

Era la época en que la educación en Chile era gratuita, desde la primaria, pasando por la secundaria hasta llegar por méritos a una universidad del Estado gratuita tanto en el pregrado para obtener el título, como en el posgrado, en la formación de especialistas. Sólo los altos puntajes podían entrar a carreras como las de medicina e ingeniería.

Esa formación de recursos humanos seleccionados y formados gratuitamente fueron creando una masa de profesionales muy capacitados y de grandes valores. La Universidad de Chile, recuerdo que era la rectora del otorgamiento de títulos y los egresados de las universidades católicas de grandes prestigios, debían rendir sus títulos ante esa gran universidad del Estado chileno, manejadas autónomamente y sin grandes limitaciones económicas por rectores que dejaron una positiva huella en la historia de nuestro país.

Recuerdos de los años 40 del siglo pasado como importantes liceos pertenecientes a congregaciones religiosas debían dar los llamados “exámenes válidos”, ante comisiones que provenían de esos liceos fiscales de gran prestigio.

Durante tres años de mis estudios de las humanidades, en un liceo salesiano, debí someterme a los exámenes con comisiones externas. A veces se temía a ese enfrentamiento entre  profesores fiscales no pocas veces masones con los de los colegios religiosos. Nunca vi problemas. Después pasé al Instituto Nacional y la cosa como que se tranquilizó. Los exámenes se simplificaban y existía el positivo sistema que con nota 5 o superior se eximía de examen; sin dudas una buena práctica, en aquel entonces con la nota 3 se aprobaba.

Qué sólida estructura tenía la educación chilena dependiente en alto grado del Ministerio de Educación, dirigido principalmente por profesores experimentados después de haber seguido una larga carrera, muchos de ellos pasando por distintos lugares del territorio. Qué importante era ese director de escuela surgido de una carrera funcionaria de méritos, fiscalizado desde los niveles centrales, sin la dependencia de alcaldes de turno. Cada escuela tenía su presupuesto propio y los profesores y otros colaboradores eran empleados públicos sometidos a carreras funcionarias extendidas por todo el ámbito territorial; se podía ascender pasando a desempeñarse en las nuevas responsabilidades en partes muy distantes de su cargo anterior.

Algo similar sucedía con los liceos fiscales. A mi juicio qué gran error se cometió con la municipalización de la educación chilena y con el debilitamiento de esos dos grandes ejes de la educación superior, la histórica Universidad de Chile y la relativamente más reciente Universidad Técnica del Estado.

A mi juicio, el régimen militar hizo un gran daño a la educación superior chilena; dos causas habrían originado este profundo retroceso, el debilitamiento de ambas universidades y la creación de un ambiente favorable a un desarrollo basado en el fin de lucro. Esa mezcla serían consecuencias por una parte de la búsqueda de las fuerzas armadas inicialmente de debilitar a estructuras de poder favorables a la democracia como eran las universidades del Estado, y por otra el neoliberalismo extremo que se estableció en Chile gracias al poder político de la alianza entre las fuerzas armadas y el capitalismo nacional para establecer legalmente un sistema universitario que permitiese el gran negocio de la docencia universitaria que ha terminado creando un apoyo político transversal.

Volviendo a los colegios profesionales, en los inicios del Gobierno Militar éstos fueron fuertemente afectados por ese régimen, en torno principalmente a dos temas. Uno fue la suspensión de todas las organizaciones sociales tales como los partidos políticos, los sindicatos e incluso las sociedades científicas; desde luego a los colegios profesionales. Había prohibición de hacer reuniones, las que podían sólo realizarse después de una autorización de Gobierno. Yo desde su creación en la segunda mitad de los años 50, fui miembro de la Sociedad Chilena de Economistas Agrarios, y para reunirnos después de bastante tiempo transcurrido desde el Golpe Militar, debimos pedir un permiso especial; desgraciadamente muy pocos socios asistieron, seguimos muchos años sin actividad. En los colegios profesionales se cuestionaron a sus consejeros y durante mucho tiempo no se permitió hacer elecciones.

Los Colegios que estaban amparados cada uno de ellos por una ley especial, desaparecieron, para obligarlos a constituirse como asociaciones gremiales que no requerían ley especial. Se permitió la creación de asociaciones paralelas(llamados colegios A.G.), algunas de las cuales se crearon especialmente por profesionales incondicionales al régimen militar, liberándose así del cumplimiento de la ética profesional que impedía sin dudas actuar contra los derechos humanos como también en la defensa de otros valores. Además se les privó a los colegios de velar por la ética de la profesión; su código de ética sólo puede regir para sus voluntarios colegiados.

Cuando se autorizó a los colegios profesionales elegir a sus consejos directivos, un grupo de profesionales me invitó a ser candidato en el Colegio de Ingenieros Agrónomos y salí electo, constituyendo una minoría con otros dos colegas que no nos identificábamos con el Gobierno Militar. En la mayoría se podía observar que había funcionarios públicos y de universidades estatales que no tenían libertad para actuar; a pesar que posiblemente varios de ellos estuvieran en gran parte en la posición de quienes constituíamos minoría oficial.

El tema de la libertad de asociación quedó posteriormente ratificado rígidamente por la llamada Constitución de 1980. El neoliberalismo, muy identificado con el Gobierno Militar, influyó en establecer esa libertad de asociación de los trabajadores, lo que ha dañado fuertemente al sindicalismo chileno. Permitió crear organizaciones paralelas donde podían incorporarse miembros de diferentes orientaciones y finalidades específicas, rompiendo el pluralismo de las grandes organizaciones del pasado.

Los dirigentes de estas organizaciones gremiales no podían pertenecer a partidos políticos.

Los colegios profesionales históricos han logrado subsistir como Asociaciones Gremiales; durante la larga dictadura militar tuvieron importantes tareas, entre otras la defensa de los derechos humanos a través de comisiones especiales. Fue muy importante la presencia de estas organizaciones en la defensa de derechos y en la búsqueda de una salida democrática.

El gobierno militar y determinadas corrientes políticas, trataron de tomar poder en los colegios profesionales. Muy significativo fue la toma del Colegio de Ingenieros mediante una gran maniobra en que se financió su colegiación a muchos profesionales del sector público y a muchos colegiados ponerse al día con la institución; recuerdo que mucho me impresionó que el candidato del Gobierno a la presidencia gremial quintuplicara la votación de nada menos que la del prestigiado ingeniero chileno, Raúl Sáez Sáez, considerado en esa época como uno de los grande sabios mundiales, hombre políticamente independiente y si se le quisiese calificar en alguna posición, era un centrista, gran impulsor de las empresas de chilenas tanto públicas como privadas; hombre de grandes valores. Más tarde el ingeniero Sáez pasa a ser el primer honrado con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas poco antes de su lamentable muerte.

Los colegios profesionales fueron en algunos momentos bastantes audaces. Recuerdo por ejemplo que un número reducido de profesionales de diversos colegios hicimos una acusación constitucional contra el General Pinochet por los temas relacionados con el affaire del Melocotón. La acusación la hicimos ante la Junta de Gobierno, que era la que se suponía tenía las responsabilidades del Poder Legislativo. Desde luego la acusación no prosperó, pasó como inadvertida.

El tema de la ética sin duda que es muy importante en diferentes frentes. La ética en el Poder Judicial y en el Parlamento merecen destacarse por su relación con dos poderes del Estado.

Se me grabó un programa De Profundis del Canal de Televisión de la Universidad Católica de Valparaíso; este programa se basaba en grabaciones hechas para la televisión a personalidades que estaban dispuestos a dejar sus testimonios que se darían a conocer sólo después de la muerte. Me recuerdo el testimonio de Oscar Fenner Marín, especialmente en su referencia a la Justicia Militar, criticando los cambios que en ella había realizado el Gobierno Militar. Él señalaba en su entrevista que anteriormente la justicia militar estaba conformada por prestigiados militares retirados, que tenían plena independencia para actuar y que sin duda perseguían mantener el prestigio de las Fuerzas Armadas. Criticaba lo existente, la conformación por militares en servicio que tenían dependencia directa de superiores y que su forma de actuar podía generarles problemas en la carrera funcionaria.

Casi como anécdota, menciono que lo conocí, debe haber sido por los años 60, cuando el hacía clases de equitación en un centro ecuestre de un particular ubicado en la Avenida Las Condes: Me hizo unas muy entretenidas clases, en la que conversábamos de muchos temas. Fue un hombre destacadísimo, típico de los viejos militares con los altos valores del arma de Caballería.

Tuve la oportunidad de conversar este tema con Edgardo Boeniger que tuvo un papel en las negociaciones de la transición, con quien fuimos compañeros de curso en la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad de Chile entre 1955 y 1959. Mantuvimos muchos contactos posteriores en responsabilidades de Gobierno y en la Universidad de Chile. Él me señaló que en las negociaciones no fue posible conseguir que se volviese al sistema antiguo que añoraba ese brillante abogado que llegando a Mayor en el arma de Caballería se retirara para desempeñarse de Auditor General de Guerra después de haber estudiado Derecho mientras estaba en la carrera militar. Como abogado se especializó en legislación militar. Fue profesor de las escuelas Militar y de Carabineros y de la Academia de Guerra. A los 32 años fue designado ministro de Justicia e Instrucción Pública. Tuvo una brillante carrera en tareas de Estado, además de ministro de Justicia fue  ministro de Tierra y Colonización, de Economía y Comercio y de Relaciones Exteriores. Sin duda fue un gran estadista, de esos que tanto de menos se echa hoy día.

Con el tema de la ética profesional he tenido varios contactos. Cuando fui consejero del Colegio de Ingenieros Agrónomos colaboré en la revisión su Código de Ética. En la Universidad de Chile fui uno de los impulsores y redactores del Código de Ética de los Académicos de esa universidad, el que fuera aprobado por la Asociación de Académicos; sin embargo debió enfrentar muchos obstáculos especialmente ante autoridades superiores de esta casa de estudios. Cuando se pierden valores, estos códigos estorban.

Se llegó a cuestionar por un importante académico abogado, hasta el mal empleo del término Código, basado en que un código debe referirse a un conjunto de leyes que versan sobre determinada materia, más exactamente según la Real Academia de la Lengua Española “conjunto de normas legales sistemáticas que regulan unitariamente una materia determinada” que realmente corresponde a la primera acepción del término. Se desconocía así a los códigos de ética de larga existencia en los colegios profesionales; una de las acepciones de nuestra Real Academia, la séptima, expresa como “Conjunto de reglas o preceptos sobre cualquiera materia”.

Cuando se pierden valores y las actuaciones se alejan de la ética, sin duda molestan los códigos de ética y los correspondientes comités que los administran. Desde luego para no respetar los derechos humanos, es mejor la no existencia de códigos de ética o que éstos queden marginados a sólo ser aplicados a minorías que constituyen una agrupación.

Muchos de profesionales que no respetan los valores superiores de su profesión prefieren no pertenecer a un colegio profesional; debe llamarnos la atención que terminada la dictadura, no ha sido posible avanzar en dar nuevamente la responsabilidad de la ética profesional a los colegios respectivos.

Si no tenemos una autentica constitución, más difícil es llegar a dar respaldo legal al resguardo de la ética profesional a través de sus colegios, sus códigos y sus comisiones de ética.

Recuerdo que no fue fácil designar a los miembros de ese comité de ética de la Universidad de Chile, ya que a quienes se les consideraba con los méritos para constituirlo, se manifestaban contrarios a aceptar esas responsabilidades. Entiendo que ese código está hoy dormido, como posiblemente muchos otros.

Dos importantes colegios profesionales se encuentran a mi juicio especialmente enfrentando problemas relacionados con una falta de ética de profesionales, Colegio Médico y Colegio de Ingenieros

Escándalos percibidos en torno a la ética médica

Un tema que ha sido de actualidad es el de las relaciones de médicos con laboratorios comercializadores de medicamentos y laboratorios de análisis. Otro tema sería el de la relación que pude captar de un médico de estas empresas de transporte y de primeros auxilios por llevar pacientes a una determinada clínica; un familiar debió recurrir a ese servicio y al querer la familia llevar al paciente a una determinada clínica ese médico manifestó que en ese establecimiento no había cupo; se insistió en llevarlo allá y no hubo problema alguno de ingreso. La clínica primera de costos más altos no daba confianza a la familia; la otra en que se confiaba era de costos más bajos. Recuerdo una experiencia similar que tuve con un taxista en Bogotá, Colombia, en que me dijo que el hotel al que quería ir estaba copado; me llevó a otro, desde ahí llamé al hotel que deseaba y no había problema de cupo; lo obligué a llevarme gratuitamente al que le había pedido.

Es triste que a lo menos un médico chileno se preste a actitudes de esta naturaleza; seguramente los que actúan así reciben estímulos y probablemente sean profesionales altamente endeudados como consecuencia de los altos costos de sus estudios.

.Tengo otros casos acontecidos con familiares, aún más delicados, que por ahora prefiero no mencionar.

Un tema de actualidad ha sido el de la relación de médicos con laboratorios que los premian con financiamientos especiales a congresos internacionales, condicionados a que receten medicamentos que ellos producen o distribuyen.

Semanas atrás el Ministro de Salud, Jaime Mañalic, sin pelos en la lengua como podría decirse, cuenta en un programa de televisión de gran rating el caso de una buenamoza visitadora médica que le manifiesta su baja emisión de recetas para medicamentos de un determinado laboratorio. Él averigua el origen de la información con la visitadora y así sabe que ésta  proviene de las farmacias, las que pasan a ser informantes a los laboratorios, sin duda con compensaciones económicas. Se puede decir un verdadero espionaje. Interesante noticia que trasmite sabiamente el Ministro en una información basada en un experiencia propia.

Tres reacciones, con matices distintos, se aprecian agregadas a lo que el ministro Mañalic contó en ese programa.

Una es nada menos que del Presidente del Colegio Médico que aparece brevemente en el programa poniendo las manos al fuego por el comportamiento de los médicos.

Después aparecen dos cartas dirigidas al Director de El Mercurio, las que se ven enriquecidas por los comentarios de lectores que mandan ese diario.

Una primera carta que aparece el miércoles 11 de julio, la del  Dr. Andrés Heerlein L. Presidente Asociación de Sociedades Científicas-Médicas de Chile (Asocimed) en que reconoce la existencia de ese comportamiento y da recomendaciones reiteradas a sus asociados en que recomienda una cierta mesura frente a estos ofrecimiento. La carta la presento más adelante in extensa.

Una segunda carta publicada en el mismo diario, el sábado 14 de julio  titulada por su director “Ética médica”, carta que es mucho más crítica a estos procederes. También acompaña in extenso más adelante su contenido. Esa carta es mandada por tres médicos, los señores Juan Carlos Almonte K,. Rodrigo Irarrázaval D. y Pablo Santa Cruz G. que se identifican del grupo “Médicos Sin Marca”.

A continuación se presentan las dos cartas anteriormente aludidas:

Primera carta a El Mercurio

 Miércoles 11 de julio de 2012
Titulada: “Profesionalismo médico”

Señor Director:

En días recientes se ha producido una polémica pública sobre la relación de los médicos con la industria farmacéutica y los proveedores médicos, que a nuestro juicio, requiere de más antecedentes.

La Asociación de Sociedades Científicas-Médicas de Chile (Asocimed) reúne a las principales sociedades médicas del país y se ha venido preocupando en los últimos diez años de este sensible y complejo tema. Consciente de que todo profesional puede incurrir ocasionalmente en situaciones de conflictos de interés, Asocimed, junto a sus 25 sociedades miembros, aprobó en el 2005 una lista de recomendaciones para normar lo que debiera ser una adecuada relación del médico con la industria para prevenir y evitar eventuales conflictos de interés.

Entre otros, estas recomendaciones hacen referencia a la recepción de obsequios, viajes, incentivos económicos u otros que puedan afectar la neutralidad e independencia del médico en sus prescripciones e indicaciones. Estas sugerencias fueron acogidas y difundidas por las principales sociedades médicas del país. Durante todos estos años, Asocimed ha publicado en su página electrónica esta lista de recomendaciones, la que ha sido utilizada como referencia en múltiples diferendos éticos o judiciales o en discusiones relacionadas con el profesionalismo médico.

Es importante informar a la comunidad y a nuestros pacientes que las sociedades de médicos especialistas que integran Asocimed han estado hace ya más de una década ocupadas y preocupadas de este problema, favoreciendo siempre una relación con los proveedores médicos que no amenace ni vulnere la calidad, la transparencia, la confiabilidad y la independencia de las indicaciones médicas.

Dr. Andrés Heerlein L.
Presidente Asociación de Sociedades Científicas-Médicas de Chile (Asocimed)

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Segunda carta a El Mercurio

Sábado 14 de julio de 2012
Titulada “Ética médica”
Señor Director:

En su carta del 11 de julio, el doctor Andrés Heerlein hace referencia a las recomendaciones de la Asociación de Sociedades Científicas-Médicas de Chile —que él preside— para una adecuada relación entre los médicos y la industria farmacéutica.

Dichas recomendaciones parecen promover un ideal de “mesura” en lo referente a las conductas del médico y los conflictos de intereses. Presentan así como una conducta legítima que los médicos acepten obsequios de parte de los laboratorios, siempre que su valor no sobrepase cierto monto; o que las compañías farmacéuticas financien viajes a los médicos, siempre y cuando el objetivo “central” de los mismos sea educativo.

No sorprende constatar que los códigos de ética de la propia industria farmacéutica apuntan en la misma dirección: la de promover única y exclusivamente los cambios que permiten que nada cambie. Al final del día, bajo la guía de recomendaciones como las de Asocimed, los laboratorios pueden seguir otorgando incentivos a la prescripción a los médicos, y éstos pueden continuar recibiéndolos. Peor aún, al tomar dichos incentivos la forma de instancias de apariencia educativa, ambas partes pueden seguir negando su influencia sobre el juicio clínico y desdibujando la frontera que debe separar la educación médica del márketing farmacéutico.

Parece dudoso que consensos como el de Asocimed contribuyan a resolver los conflictos de intereses en la práctica clínica, a reducir la influencia del márketing sobre la profesión médica, y revertir el deterioro de la confiabilidad de esta última a ojos de la comunidad.

Juan Carlos Almonte K.
Rodrigo Irarrázaval D.
Pablo Santa Cruz G.
“Médicos Sin Marca”

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Algo sobre la ética en la ingeniería

Como miembro del Colegio de Ingenieros me preocupa noticias tan negativas sobre proyectos relacionados con la ingeniería civil chilena. Los viejos profesionales tenían un gran prestigio en Chile, no sólo por su capacidad sino también por la responsabilidad con que actuaban; se hacían respetar. En los últimos años hemos vistos tristes ejemplos sin al parecer hacerse presente el colegio profesional. Son conocidas noticias sobre lo sucedido en Ferrocarriles, en la construcción y reparación de puentes y más recientemente en una pasarela del Barrio Alto.

En los escándalos financieros al parecer también hay ingenieros comerciales comprometidos; desde luego en el tema del lucro ilegal en las universidades privadas es muy probable que puedan existir ingenieros comprometidos.

Es muy probables que muchos de los responsables sean ingenieros que no están colegiados, a los cuales no se les pueda juzgar a través del incumplimientos de principios éticos de su organización gremial.

El Colegio de Ingenieros está en un proceso de elección de sus autoridades y el tema de la ética ha tomado importancia. Ojalá todo esto después no se olvide.

Otras consideraciones finales

 A mi juicio es muy importante para el país, que los debilitados colegios del pasado puedan no sólo luchar por el cumplimiento de la ética de sus asociados sino que además se luche por la colegiación obligatoria para poder ejercer la respectiva profesión.

Los escándalos que son de conocimiento público pueden generar un apoyo político transversal para que la colegiación pase a ser obligatoria y se dé especial atención al tema de la ética profesional. Un serio problema para ello es lo que al respecto establece nuestra llamada Constitución, nada fácil de modificar.

Sería de desear que avancemos en establecer códigos de ética o principios éticos explícitos a los que distintos sectores se vean incorporados. La ética en los poderes del Estado, Legislativo y Judicial; la ética en la Fuerzas Armadas y de Orden; la ética en los partidos políticos; la ética en el empleado público; la ética en el deporte; la ética empresarial; la ética en los dirigentes sindicales; la ética en la dirigencia estudiantil; etc. etc.

Pienso que mucho se puede avanzar en torno al esfuerzo para llegar a obtener principios éticos compartidos en los diferentes sectores. El pensar en el tema ya ha de significar avances importantes en mejorar el deterioro de valores en que se encuentra nuestra sociedad.

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6 comentarios

  1. ME PARECE UNA EXCELENTE DESCRIPCION, PERO DOEBE PROFUNDIZARSE MAS SOBRE LA ETICA, YA QUE EL MODELO NEOLIBERAL, HA GENERADO DESCOMPOSICION SOCIAL EN LOS DIRIGENTES GREMIALES POR RASTREO DE LAS MALAS COSTUMBRES ADQUIRIDAS EN LA ADMINISTRACION PUBLICA DE DONDE PROCEDEN DANDOLE APLICACION EN LAS ORGANIZACIONES SOLIDARIAS,TAL COMO VIENE OCURRIENDO EN COLOMBIA QUE HAN SIDO BUROCRATIZADAS PARA EXTIRPARLES LA FUNCION SOCIAL Y CREARLES UN CARACTER EMPRESARIAL Y PERMITIENDO QUE LOS MANDOS ADMINISTRATIVOS SE INFILTREN EN ESTAS ORGANIZACIONES SIN NINGUNA IDEOLOGIA DE CLASE NI CONOCIMIENTO POLITICO BAJO UN CONSECUELCIAL DOMINIO JERARQUICO DONDE NO LIDERAN SINO QUE EJERCEN SUBORDINACION ADMINISTRATIVA OPRESORA.-

  2. Estimado: las nuevas generaciones debieran conocer esta mirada del quehacer profesional., de la diferencia básica entre una Asociación Gremial y un Colegio profesional.
    Atentamente

    Marcia

  3. 25 de octubre de 2015

    Marcia

    Sin duda, hay grandes diferencias. Los antiguos colegios profesionales era creados por una ley especial para cada organización y su modificación debía ser aprobada por otra ley. En varias profesiones para ejercer era obligatorio estar colegiado. Muy importante para la ética profesional, ya que faltar a ella podía merecer hasta la suspensión de pertenecer a la orden. No olvidar que el cambio fue impuesto por una dictadura, impoiión que hasta hoy perdura. Hay intereses contrarios a volver a lo inicial, muchos deberían ejercer si se vuelve atrás con mayor ética profesional. El tema es constitucional y vemos lo que cuesta modificar una constitución, la de 1980 ha sido modificada pero no en temas de esta importancia. Atentamente. Rolando

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