Recuerdo que, en tiempos del corto periodo de Gobierno de Salvador Allende, yo siendo, director del Departamento de Inversiones Extranjeras de CORFO, en una conversación con un inversionista extranjero, nos surgió este tema de análisis: “Cuánto cuesta construir y que tan poco, destruir”.
Me vuelve esta expresión, frente a cosas que han ocurrido recientemente.
Cómo destruimos la siderúrgica de Huachipato, por nada menos que dejar ingresar acero chino, a un costo marginal muy bajo. Hubiera bastado una prudente sobretasa a las importaciones de acero, para que se mantuviera su existencia. Se habla que lo que se estableció finalmente de tasa, produjo la paralización indefinida de tan importante siderúrgica, que tanto costó crear cuando teníamos un Sistema Nacional de Planificación y poseíamos una Corporación Nacional de Desarrollo (CORFO), institución entonces, más representativa del Estado de Chile, que del Gobierno de turno.
Causas de este lamentable resultado son varias, una de ellas es la tan anhelada para algunos, la independencia del Banco Central, que es una de las instituciones responsables de la economía chilena. Una de sus responsabilidades es su participación en la determinación de las sobretasas arancelarias.
Otra causa sería la mantención de un sistema económico basado, en alto grado, en el neoliberalismo económico.
Uno de los argumentos que dio el Banco emisor para no intervenir fue, el de no tener una estimación de la sobretasa que se tendría que haber establecido. Que trises es que, en la duda, “abstente”; que frente a la “ignorancia”, dejar que esta “perdure”.
Parece increíble que su cierre definitivo, no generó mayor preocupación regional y ni nacional. Se habla que esto motivó una pérdida de más de 22 mil empleos formales.
Parece que Chile no tuviese un Poder Ejecutivo y un Legislativo de amplia cobertura regional. Hay autoridades del Ejecutivo al nivel regional, como también, una amplia representación parlamentaria que, aparentemente, han aceptado estas nefastas decisiones económicas.
Triste también es el proceder de las organizaciones de trabajadores, que se pliegan al apoyo de esta medida, al parecer, porque a sus integrantes se le ofrece una individual y uniforme buena compensación inmediata. Se podría expresar que ello es “pan para hoy, hambre para mañana”.
Otro tema que me parece interesante mencionar y analizar es el del ahorro en Chile. Cuánto esfuerzo se hizo en el pasado en el fomento del ahorrar.
Cabe recordar la creación de la Caja Nacional de Ahorro el 27 de agosto de 1910. Se debe señalar el éxito que tuvo la creación de la libreta de ahorro.
Esta Caja, dejó de existir en 1953 al fusionarse con tres otras instituciones financieras públicas, – Caja de Crédito Hipotecario, Caja de Crédito Agrario e Instituto de Crédito Industrial. Esta fusión dio origen al Banco del Estado
Llegamos a tener en Chile unas del orden de 14 millones de cuentas de ahorro.
Eso duró hasta que, durante la Presidencia del Banco Estado de Jaime Estévez Valencia, se estableció un costo a la mantención de las cuentas por un monto fijo, que para muchas de ellas, significó pérdida de parte o de todo su patrimonio. Lo que se estableció, generó una importante expansión de sus utilidades. Un 50% de ellas fueron repartidas a sus funcionarios.
Desde luego lo acontecido, hizo casi desaparecer las existencias de estas históricas cuentas.
Recuerdo que critiqué el establecimiento de ese costo de mantención; eso se lo manifesté a Estévez y tuvimos sobre el tema, una serie de comunicaciones por correo electrónico.
Todo lo sucedido, fue tácitamente, en silencio, aceptado por el país.
Por Dios que hacen falta estadistas que gobiernen en Chile, como también, aparezcan presentes en el Parlamento y en los partidos políticos.
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