Medicina natural, actualidad y economía

¿Debe Chile denunciar el Pacto de Bogotá ahora?

Este es un tema de plena actualidad. Se han dado razones para hacerlo y para no.

Destacadas personas que no son políticos sino académicos y experimentados funcionarios de carrera de Relaciones Exteriores, varios de ellos ex embajadores, han opinado.

Capto una mayoría a favor de su retiro.

En el día de hoy aparece una interesante carta enviada con la firma de cinco destacados ex embajadores de carrera. La carta merece ser analizada en profundidad, hace una crítica a decisiones políticas que no han contado con el respaldo profesional de funcionarios de carrera de nuestro Ministerio de RR EE.

Hay otras serias opiniones en contra del retiro. Por lo que he entendido éste no puede concretizarse hasta que se dé término a la demanda última boliviana y a ello tener que esperar un año adicional. A mi entender, si se presenta una nueva demanda, otra vez se extienden considerablemente los plazos.

Pienso que hay argumentos de peso para la denuncia. Chile no sólo debe mirarlo esto desde sus propios intereses sino que también del beneficio de la sociedad internacional.

La forma como ha actuado el Tribunal de La Haya estimula la presentación de demandas, ya que el demandante aunque a opinión mayoritarias solicite un contenido que debiera ser rechazado, el tribunal algo le otorga..

En el caso de la demanda boliviana última de solicitar una obligación para Chile a negociar una salida soberana al mar, parece totalmente irracional. Uno puede preguntarse, cómo una negociación nueva tenga que hacerse sin la voluntas de una de las partes. Por naturaleza lógica las negociaciones deben ser voluntarias.

Con la actitud del tribunal, por decisión unánime de los 14 jueces, se acepta analizar el principio de establecer negociaciones obligatorias a petición de una de las partes, y más agravante aún, una petición dirigida a concluir en no respetar un tratado internacional que entró en vigencia con anterioridad al Pacto de Bogotá.

La actitud del tribunal puede parecer un aliciente a que se presenten nuevas demandas sin mayor justificación, ya que la nación que lo hace siempre algo consigue. No habrá derecho a pensar que lo que se está buscando es mercados futuros para los expertos que participan en las negociaciones y para los que actúan como jueces. Cuánto costo esto significa a los países que quedan comprometidos y hasta dónde todo esto pueda estimular los gastos militares.

Con el último fallo del tribunal, no se estará perjudicando a futuro el inicio de negociaciones voluntarias entre dos naciones, ya que si más adelante una de ellas se pueda sentir perjudicada obligue a la otra seguir negociando eternamente.

Es triste observar como a veces los países por problemas interiores recurren a un «patrioterismo» que resulta a futuro más dañoso al país. Se tiene el recuerdo de la invasión de Argentina a las Malvinas en momentos que el gobierno militar enfrentaba serios problemas económicos y políticos. Cómo eso unió a ese país en esa decisión inicial y cuánto perjuicio trajo no sólo a las negociaciones diplomáticas y a apoyos internacionales a Argentina en la recuperación de ese territorio, sino que también a la pérdida de tantas vidas inocentes y en otras secuelas lamentables resultantes. Recuerdo con el entusiasmo con que una autoridad católica tomaba vuelo para ir al campo de batalla.

El caso de Bolivia puede ser similar. Cómo se usa este tema frente a problemas políticos internos. El actual presidente boliviano ha logrado importante apoyo político interior, que ha conducido a reformas constitucionales que le permitirían perpetuarse en el poder y superar conflictos que se estaban iniciando, a pesar de que en mi opinión esta autoridad estaría haciendo una adecuada política económica. Ya se presentan algunas reacciones internas en contra de su reelección; es posible que a demócratas moleste que un presidente reforme la constitución para ser él reelecto. Lo normal es que las reelecciones que se establezcan en democracia, sólo puedan favorecer a mandatarios futuros.

Sin duda no es fácil gobernar países con tan serios problemas económicos y políticos.

Las reelecciones gestadas así, pueden crear grandes inquietudes futuras generadoras de conflictos de consecuencias futuras impredecibles.

No puedo dejar de mencionar y recordar el Acuerdo de Charaña entre los dos dictadores, Bánzer en Bolivia y Pinochet en Chile. Posiblemente autoridades, altos mandos de las fuerzas armadas, tengan más visión de futuro con sus mejores y sólidas formaciones geopolíticas.

Recuerdo estando una noche en La Paz que se llenó la ciudad de escritos en los que se defendía los resultados de las negociaciones. Se me viene a la memoria tres contenidos. Uno decía que es justa la compensación territorial, otro que el ferrocarril de Arica a La Paz quedaba todo en territorio boliviano y un tercero que en la costa que Chile entregaba se podía perfectamente construir un puerto.

Supe que esa noche Bánzer no consiguió el apoyo político interno y con ello se cortaron las negociaciones. Se ha dicho que estas fracasaron por le negativa peruana, pero al parecer no era solo por eso. Se tenía la base de que la entrega era en un comodato a largo plazo, por algo menos de un siglo y eso no habría vulnerado el tratado chileno peruano.

Uno puede pensar que el rechazo a lo negociado pudo basarse en que ello daba reconocimiento a Bánzer que se reforzaba como autoridad política y dejaba de existir esta aspiración de salida al mar como herramienta de política interna a futuro.

Esto si mal no lo recuerdo fue en 1977 cuando nuestro embajador el Bolivia era Pedro Daza. Bánzer rompió relaciones con Chile en 1978.

Todo lo que ha acontecido es preocupante, se perjudican posibles grandes proyectos futuros de integraciones limítrofes de los tres países en posiciones de recursos muy complementarios que pueden generar grandes progresos y especialmente a beneficio de los pueblos originarios de esa región a quienes poco les interesan las fronteras políticas.

Esos territorios de integración podrían favorecer contactos geográficos con el centro de América del Sur incluso para vías terrestres y otras comunicaciones transoceánicas entre Atlántico y Pacífico. Ello podría contribuir a un gran desarrollo industrial que entre otros beneficios diera valor agregado a nuestras exportaciones y un gran apoyo al aprovechamiento del valor turístico de estas zonas en sus aspectos geográficos y culturales.

A continuación presento la carta publicada hor en El Mercurio a la que inicialmente hice referencia para posteriormente hacer algunos comentarios.

 

Lunes 12 de octubre de 2015

Denunciar el Pacto de Bogotá ahora

Señor Director:

El Gobierno acaba de declarar que el retiro de Chile del Pacto de Bogotá no está en discusión y que no es una opción, aunque no se pueda excluir tal posibilidad en el futuro. Ante esta aseveración, debemos insistir en la necesidad de que Chile, sin dudas y demostrando una firme voluntad política, proceda con urgencia a la denuncia del citado Pacto. Esta acción diplomática, además de proteger nuestros intereses nacionales, representaría un mensaje contundente y claro a la comunidad internacional en cuanto que Chile no acepta intervenciones foráneas en su soberanía e integridad territorial.

No podemos ser parte de un Pacto que no nos ofrece ninguna seguridad jurídica y que nos conduce a una Corte que no resuelve solo en derecho, sino aplicando conceptos basados en posturas políticas e influenciadas por otros intereses. Un ejemplo de ello fue el fallo sobre la objeción preliminar presentada por Chile en el caso con Bolivia, en el cual se ha llegado a lo insólito, como han señalado destacados académicos, de distorsionar hechos históricos de una manera grotesca, basándose seguramente en documentos bolivianos.

La necesaria unidad nacional es importante en estas materias, pero esto no debe impedir que se hagan presente posiciones divergentes cuando se trate de asuntos que afecten gravemente la integridad territorial.

Por todo lo anterior, reiteramos nuestro desacuerdo con la postura oficial de que nuestro retiro del Pacto de Bogotá no está en discusión y no es una opción. Asimismo, como embajadores de carrera, rechazamos las afirmaciones reiteradas de que la falta de decisión en los asuntos de soberanía se deba a «deficiencias de los profesionales de la Cancillería», en circunstancias de que la resolución de estos asuntos está en poder de las autoridades políticas. La discusión sobre el Pacto de Bogotá así lo demuestra.

Benjamín Concha G.; Juan Salazar S.; Felipe Du Monceau P.; Carlos Klammer B.; Fabio Vío U.

Sin duda que en esta carta hay una fuerte crítica al sector político sobre las decisiones finales, que no son fáciles. Las repercusiones pueden ser en ámbitos muy amplios y en largos lapsos.

En lo que sí parecen haber apreciaciones bastantes compartidas de crítica a la forma de proceder y resolver del tribunal.

Debe hacernos pensar los pocos países americanos que restan en el Pacto de Bogotá.

En mi opinión es cuestionable que entre a pronunciarse sobre negociaciones cuando están rotas las relaciones diplomáticas por decisión unilateral de Bolivia, país que ha llegado a ofrecer restablecerlas siempre que Chile acepte negociar sometido al compromiso que en un lapso limitado otorgue salida al mar soberana al país altiplánico.

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