Medicina natural, actualidad y economía

Planteamientos sobre educación. La conveniente gratuidad de la educación superior pero limitada a aptitudes y capacidad de los postulantes. No escapa de esto el lograr una auténtica constitución que sea orgullo nacional.

Preocupante lo que pasa con la educación en Chile como también en otros graves temas que enfrenta nuestra sociedad.

Parece que estamos empantanados en los caminos de solución a esos temas que enfrenta. Los intereses creados y la carencia de estadistas y de honestidad, nos está hundiendo a Chile en la mediocridad y en profundas injusticias.

Nuestro país tuvo en el pasado, en su antigua democracia previa al Gobierno Militar, después de largos procesos democráticos, tres grandes estructuras organizacionales de servicios públicos de cobertura nacional. Fueron el sistema nacional de educación, el sistema nacional de salud y su institucionalidad policial, el Cuerpo de Carabineros de Chile.

Paralelamente teníamos lo que podría decirse una auténtica constitución como pilar fundamental de la democracia.

La dictadura militar debilitó fuertemente los sistemas de educación y de salud. Junto con hacer una considerable reducción de recursos financieros a sus actividades, estableció la nefasta municipalización de la educación y la salud, que desgraciadamente todavía perdura.

Se nos impuso una constitución como la de 1980 que fue desarrollando toda una estructura de concentración del poder económico, que nos ha conducido a un peligroso statu quo.

El caso de Soquimic es un ejemplo de una de las corrupciones más vergonzosas desde su privatización en el Gobierno Militar en favor de un yerno del General Pinochet hasta sus criticables aportes financieros a diferentes importantes miembros de distintas corrientes políticas tanto de gobierno como de oposición. Su gerente general llegó a recibir ingresos mensuales sensiblemente superiores a los que un trabajador chileno recibe en unos treinta años de trabajo formal.

Duele observar lo que en estos días se capta como personeros de gobierno y de oposición parecen negociar las designaciones nada menos que de dos elementos fundamentales de la fiscalización, el Contralor de la República y el Fiscal Nacional.

Pero volvamos a lo de la educación:

En educación en los años de dictadura se tomaron una serie de medidas que perjudicaron a amplios sectores de ella, que sería largo de analizar. Un aspecto importante fue aumentar sensiblemente los intereses privados, especialmente de sus inversiones en las actividades de educación; también eso ha sido en el sector salud.

Al anunciado paso de la dictadura a la nueva democracia, antes del profundo cambio que se esperaba, se crearon una serie de universidades privadas, al parecer con distintas finalidades, entre ellas ideológicas y especialmente lucrativas, a pesar que legalmente no podían lucrar.

Vimos cómo se expandieron las sedes educacionales privadas y fueron languideciendo las públicas; no sólo se observó eso en educación sino que también en salud.

Sin dudas fue impactante el debilitamiento de la Universidad de Chile desde el Golpe Militar y prontamente la destrucción de la Universidad Técnica del Estado, que constituyeron hasta entonces grandes estructuras de educación pública superior, de cobertura nacional y en permanente expansión. Hubo exoneraciones masivas por razones ideológica y especialmente más intensas en determinadas áreas, particularmente en las sociales.

Lo regional que era de ambas universidades nacionales se separaron en unidades independientes y en cada región en la que ambas estaban presente se integraron estas unidades locales para crear nuevas universidades del Estado de cobertura geográfica limitada.

Los nuevos cambios y especialmente el nacimiento de tantas nuevas universidades privadas, terminaron creando en la nueva democracia una gran cantidad de carreras y junto a ello decenas de miles de nuevas vacantes, especialmente en carreras de bajo costo y de menos exigencias en inversiones. Las nuevas universidades se dedicaron casi exclusivamente a la docencia, generadora de fáciles ingresos.

Las antiguas universidades chilenas se caracterizaban por abarcar las cuatro funciones básicas de una verdadera universidad, la docencia, la investigación y la extensión. También se ha considerado en estas funciones a la llamada creación artística.

Fue impresionante como ofreciendo buenas remuneraciones, varias de los nuevos establecimientos atrajeron a sus directivas especialmente docentes, a destacadas personalidades y en particular a académicos; sus nombres e imágenes fueron utilizadas en la atracción de más y más clientes alumnos. Da pena recordar como importantes personalidades se prestaron a dar sus nombres.

Las debilitadas universidades públicas, con escasez de recursos financieros y bajas remuneraciones a sus académicos, más otras razones, alentaron la fuga de ellos y el traslado de muchos hacia las nuevas universidades.

El nuevo sistema sin mayores exigencias de selección de alumnos, originó una expansión impresionante del alumnado universitario y una gran fuente de recursos provenientes de tantos padres que ambicionaban tener hijos que lograsen un título profesional universitario, que era de tanto prestigio en el pasado.

Incluso el nuevo gobierno democrático contribuyó a esa irracional expansión, dando a los postulantes financiamiento u otras colaboraciones relacionadas con finanzas, ya fuese con créditos directos o con avales al crédito de la banca comercial.

Se estima que todo este proceso ha generado también importantes ingresos a la banca comercial y a pérdidas de recursos del Estado. También la prensa comercial se ha beneficiado con la publicidad de estos establecimientos que a menudo contratan no sólo páginas enteras sino que componentes muchos más extensos.

La generación de nuevos profesionales ha significado altos costos familiares y probablemente un lógico afán de muchos de los nuevos profesionales de obtener altos ingresos para lo antes posible cubrir sus deudas de estudio o recuperar los patrimonios usados para cubrir altos aranceles y otros gastos del estudiantado.

Lo anterior posiblemente, junto al nuevo estilo de desarrollo individualista del neoliberalismo, ha cambiado la mentalidad de los anteriores profesionales en favor del servicio público como forma de devolver a la sociedad a lo menos parte del financiamiento que ella dio a sus estudios gratuitos.

Recientemente ha aparecido la noticia que gran parte de los médicos especialistas trabaja en el sector privado. Es conveniente recordar que antes en las universidades públicas la educación era gratuita y gran parte de los médicos iniciaban su carrera como médicos generales de zona y después de varios años en terreno, conociendo mejor la realidad chilena, podían gratuitamente obtener su especialidad.

Sin dudas que a la opinión de muchos y especialmente al análisis internacional, impresiona la expansión del sector universitario privado, especialmente el que haya logrado capitalizaciones inmensas y con una incorporación masiva de estudiantes. El buen negocio universitario de ahora parece haber incluso alentado a que inversionistas extranjeros compren universidades chilenas.

La mayoría de estas nuevas empresas de educación superior no realizan una de las fundamentales actividades de una auténtica universidad, la investigación, tan necesaria para la formación de los académicos y de los egresados para ayudar a enfrentar grandes problemas de la sociedad.

Se ha transformado al estudiante, con la educación pagada, en el cliente, lo que algo parecido ha sucedido en gran parte de la expansión de área de la salud, en que el paciente más interesa como cliente permanente generador de ingresos que su sanación.

No puede dejar de extrañar a los mayores, cómo grandes nuevas universidades han terminado siendo vendidas al capital extranjero, algo parecido está sucediendo con el producto de esa enorme concentración de las farmacias en un par de grandes empresas, hoy de propiedad extranjera. Son impactantes los niveles de precios que tienen los medicamentos en Chile, que duplican y hasta triplican a los valores de éstos en otros países, tanto desarrollados como de los llamados en desarrollo

Estas críticas darían para mucho, pero quiero más concentrarme en la educación y especialmente en la educación pública.

El país llegó a tener en educación, un sector público en un positivo proceso de expansión. Los grandes estadistas de la antigua democracia se preocuparon especialmente de este desarrollo. Recordemos a los gobiernos de la vieja derecha democrática cómo llegaron a establecer la educación primaria obligatoria.

Sin dudas que se destacan posteriormente gobiernos como los de radicales, especialmente el de Pedro Aguirre Cerda, el Gobierno del General Carlos Ibáñez del Campo en particular en la educación superior y los Gobiernos de la Democracia Cristiana, especialmente a Eduardo Frei Montalva.

Interesante fue una medida del Gobierno de Allende que motivó la expansión extraordinaria de la formación de médicos. Ello repercutió en un momento en un problema, el que no pocos de los recién recibidos no tenían donde desempeñarse y hubo que crear vacantes especiales, incluso sin las infraestructuras y otras disponibilidades de apoyo al pleno ejercicio de su capacidad profesional.

Si se mira la realidad de hoy, qué distinta es la situación; bastaría preguntarse ahora qué sería de nuestro país sin la amplia participación de médicos extranjeros, especialmente en el sector público y en la salud primaria.

Desgraciadamente Chile abandonó la planificación de su desarrollo. En planificación juega un papel básico la llamada “Imagen Objetivo” que representa lo que deseamos alcanzar.

El país debe tener una apreciación básica de los profesionales que se requieran a futuro e incluso en particular en algunas profesiones, sus especialidades, como es el caso específico de la medicina.

Tuve la oportunidad marginalmente de conocer la educación de un país que ha tenido un positivo desarrollo integral, en que la población está muy conforme.

La base de esa educación es la de ser pública y gratuita.

Los alumnos a medida que rinden satisfactorios exámenes ascienden a cursos superiores, como es lo normal, pero al llegar a determinadas etapas, si sus resultados eran buenos pasan a niveles superiores, en caso contrario deben desviarse a líneas paralelas, por ejemplo pasan a formaciones técnicas. Así a los niveles superiores acceden los que obtienen las mejores calificaciones, que seguramente en alta proporción tienen las mejores aptitudes para su profesión, una sólida formación y una gran capacidad para desempeñarse eficientemente desde sus inicios profesionales.

Este sistema conduce a que los alumnos con mejores rendimientos llegan a profesionales universitarios y los que quedan en tramos inferiores pueden ser técnicos o prácticos. Se genera así una pirámide racional, en que cada profesional que sale de la cúspide va acompañado con una cantidad mayor de técnicos y prácticos.

Eso antes sucedía en Chile; hoy eso ya no acontece. Se informa que estamos en una relación de por un profesional hay un técnico, que es una perversa relación. La relación de 1 a 1, debiera ser de 1 a 5 o más, 6 ó 7.

Ello puede ser consecuencia de que el sistema hace llegar a profesional un número excesivo de alumnos de los cuales muchos no tienen las aptitudes, capacidades o la formación suficiente para ser un verdaderos profesional universitario. Además el profesional para ejercer bien su profesión enfrentará el problema de carencia de técnicos bien capacitados y muchas veces tendrá el mismo que cubrir esas necesidades.

Un sistema interesante del pasado era el de la Universidad Técnica del Estado que daba formación para diferentes niveles y minorías llegaban a ser ingenieros, formando en el camino a muy calificados técnicos, los que posteriormente podrían también llegar a ser profesionales.

Un ingeniero ya mayor, de destacada trayectoria nacional e internacional, formado en una universidad de gran prestigio perteneciente a una fundación – desde luego una universidad sin auténticamente fines de lucro,- me informaba cómo actuaba ese gran centro académico.

Después de una seria selección inicial de sus alumnos al ingreso, seguía con un sistema de filtro de ascenso y el alumno que no lo superaba, pasaba a la formación técnica. Así esa universidad ganó un prestigio por sus profesionales y técnicos formados en ella.

El nefasto sistema que se creó en el Gobierno Militar y que ha perdurado en la ya larga democracia posterior, conduce a que las universidades, incluso las públicas, deban financiarse con aranceles crecientes que cobran hoy a sus alumnos, que pasan a ser más bien clientes. No olvidemos que en el pasado estas universidades del Estado eran gratuitas y las becas sólo se otorgaban para dar dinero u otras ayudas al estudiante de escasos recursos con el objeto de financiar gastos y otras necesidades como los de alimentación, alojamiento y otras para poder con tranquilidad desempeñarse como estudiante.

En ese nostálgico pasado no existían los aranceles necesarios de financiar.

Las universidades del Estado tenían financiamiento por leyes especiales que se alimentaban con impuestos específicos para esa finalidad, ingresos que año a año aumentaban al ritmo del crecimiento de la economía nacional.

Hoy eso ya no existe; está prohibido por la constitución tan neoliberal y monetarista que nos rige la existencia de leyes que otorguen recursos para fines específicos. Sólo como excepción se dejaron por una ley de vigencia permanente recursos del cobre de producción estatal para las fuerzas armadas. Hoy todo se financia a través del habitualmente apresurado proceso de gestación de la Ley del Presupuesto Nacional.

Recuerdo que la Universidad de Chile tenía ese tratamiento, el de una ley especial, que permitía permanentemente financiar a toda la universidad en sus diferentes responsabilidades y tareas. Así financiaba investigaciones para el interés nacional y no como hoy en que se da que investigaciones se realizan para finalidades específicas de interés principal para el sector privado que aporta recursos, generalmente marginales.

Me atrevo a afirmar que una universidad del Estado no llegará a tener auténtica autonomía académica mientras su quehacer requiera de recursos que no dispone y que los deba recibir de sectores interesados.

Tengo la experiencia de la Universidad de Chile en que en el último tiempo sólo crea carreras que puedan autofinanciarse y que incluso ha llegado a cerrar una carrera porque el número de candidatos alumnos dejaba de financiarla. No puedo dejar de mencionar el caso del hospital universitario de la Casa de Bello, que debe en parte importante financiarse con ingresos propios. El hospital universitario debe ser la cúspide de un sistema nacional de salud, donde llegan las enfermedades más complejas y donde se forman y actualizan los profesionales de la salud; por sus características ideales tan propias, debiera tener financiamiento esencialmente del Estado.

Recuerdo la creación de la carrera de Ingeniería Forestal, que partió en 1951 con un número reducido de alumnos provenientes del segundo año de la carrera de Ingeniería Agronómica, para unos años después tener menos alumnos hasta llegar al piso en que un año tuvo sólo uno. Posteriormente despegó y llegó a superar la centena de aspirantes.

Esas primeras generaciones de ingenieros forestales dieron una valiosa contribución al desarrollo posterior del sector forestal chileno. Hoy ya existe la carrera en varias universidades del país.

La educación superior, la de profesionales y técnicos, debería en mi opinión ser esencialmente gratuita, pero la cantidad de postulantes estar limitada a las necesidades futuras del país y sus alumnos ser seleccionados de acuerdo a sus aptitudes y capacidades.

Es sin dudas irracional hoy en Chile que se pretenda financiar esa cantidad inmensa de postulantes de los sistemas actuales provenientes principalmente de las nuevas universidades privadas; muchos de ellos sin las aptitudes necesarias y sin la selección de ingreso.

En mi opinión, la gratuidad tiene muchos beneficios. Forma profesionales con mayores valores sociales; facilita que el estudiante elija la carrera que él desee.

Actualmente para muchos hogares financiar la educación de los hijos significan enormes desembolsos y muchas veces endeudamientos con altos intereses. Conozco casos de familias que tienen menos hijos de los deseados, por estas probables dificultades para educarlos. A lo anterior se suma, que en el Gobierno Militar se hizo desaparecer las meritorias asignaciones familiares del pasado, que eran de monto significativo y que habitualmente se aumentaban anualmente a ritmos superiores al de la inflación. Su expiración se postergaba para los hijos que estaban estudiando. Hoy la asignación está a niveles muy bajos y focalizada en sectores de bajos ingresos en dos tramos, un aumento a veces insignificante del ingreso hace bajar su monto o a desaparecer-

Parece increíble que este sistema de asignación no se haya restablecido. La totalidad de las personas con quienes he conversado sobre el tema son totalmente favorables a su restablecimiento, pero nada se hace durante tantos años que ya llevamos de la llamada nueva democracia.

Soy pesimista para que vuelva a existir la gratuidad de la educación pública superior, para los establecimientos que sean realmente auténticas universidades y sin fines de lucros y que las matrículas por carreras tenga algunas limitaciones basadas en las necesidades efectivas de profesionales, asociado ello a una adecuada selección de los alumnos.

Hay muchos intereses particulares, de políticos de diferentes partidos, en torno a obstaculizar el cambio, los que seguramente no van a permitir limitaciones y selecciones estrictas. Se seguirá tratando de que existan universidades dedicadas casi exclusivamente a la docencia y que se limiten las exigencias para sus acreditaciones.

No pocos influyentes logran postergar los cambios, tal como está sucediendo con el avance hacia una autentica constitución.

Por otra parte se harán sentir las posiciones ideológicas que se asocian a intereses particulares en que la gratuidad se manifieste en entrega de dinero al estudiante para que elija libremente su plantel de estudio.

Sólo analizar lo sucedido con Soquimich, la transversalidad de sus aportes a políticos de tan distintas corrientes, generan pesimismo.

Quiénes realmente están preocupados en forma seria hoy de que se genere un gran sistema universitario del Estado que forme calificados recursos humanos con visión de futuro, que haga investigación para las auténticas necesidades nacionales y que efectúe la extensión que el país necesita y que todo esto lo realice nacional y regionalmente en grandes sistemas integrados en que en las diferentes regiones se puedan tener completos planteles. Que esto cubra tanto la formación profesional como la técnica. Cómo lograr restablecer lo que llegaron a ser las universidades de Chile y Técnica del Estado en lo que fueron y programaban ser.

Ojalá pueda Chile nuevamente tener grandes estadistas y que los políticos, los parlamentarios, vuelvan a tener mayoritariamente los valores del pasado. Que lleguemos a generar una auténtica constitución que sea un orgullo nacional.

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