El país pedía a gritos una baja en las tasas de interés. Había convencimiento en hacerlo, pero el Banco Central se dio el lujo de postergar la decisión por varios días esperando tener una reunión regular de su Consejo. Ayer oí por radio que el INDAP ofrecía un concurso para ayuda financiera a proyectos de regadío, se entiende que es para obras medianas a pequeñas. Hace años hice una crítica al sistema de concursos, creo que debe actuarse para este tipo de apoyos con ventanilla abierta.
Leí hace pocos día una carta al Director de El Mercurio en que un economista hacía ver la conveniencia de que el Banco Central actuara de inmediato bajando la tasa de interés, sin tener que esperar días para una anunciada reunión periódica de su Consejo. Él, con mucha razón señalaba que en casos como éstos se debiera actuar de inmediato, tal como lo hace Estados Unidos. Recuerdo como operaba en el pasado el Banco Central con sus imprevistas decisiones de devaluar. Le encontré toda la razón al que firmaba esa nota. Altas tasas reconocidas como tales, deben ser modificadas a la brevedad, no pueden perderse días de incertidumbre y demoras en recibirse sus beneficios.
En cuanto a la política de concursos para obtener financiamiento, especialmente para sectores de bajos ingresos o de pobreza, parece inconveniente el sistema. Éstos concursos habitualmente se hacen una vez al año y quien participa debe postergar su inversión hasta que llegue el fallo del concurso y además corre el riego de ser rechazado por los cupos de beneficiarios que se dan o por debilidades de su proyecto, que se podrían perfectamente superar con sus revisiones y asesorías. Quizás cuántas ideas quedan dormidas por las demoras y riesgos. Hace años atrás fui invitado a constituir parte de un grupo externo que debía pronunciarse sobre proyectos de desarrollo presentados por organizaciones campesinas a un concurso. Pude apreciar que el número de casos recomendables superaba a las disponibilidades de cupo; había interesantes ideas.
Hace años atrás trabajé en CORFO, en la antigua Corporación que apoyaba técnica y financieramente a la empresa privada a base de líneas de créditos establecidas e incluso la institución estaba abierta a recibir proyectos o solicitudes diferentes a las líneas aprobadas.
Se tomaba contacto directo con el solicitante y se le ayudaba a hacer los mejoramientos a aquellas iniciativas que se apreciaban con perspectivas favorables.
Para zonas de pobreza, con mal riego o sin él, especialmente para proyectos de inversión factibles, que crean empleo durante su inversión y después en forma permanente cuando la inversión madure, se les debe dar un trato preferencial.
No son grandes inversiones en monto, pero ellas habitualmente tienen un efecto económico y social importante; son obras que no deben postergarse esperando vencimientos y fallos de concurso, ni generando rechazos a iniciativas que podrían con mejoramientos en sus presentaciones, salir adelante.
Debiera existir la ventanilla abierta para recibir incluso las ideas para conocer posibles factibilidades, para después prepara los proyectos. Bien podrían existir recursos de preinversión que se les facilite al solicitante, que no fueran reembolsables si el proyecto no es finalmente sujeto al crédito. Sí lo es, ese recurso inicial aportado a su preparación pasa a ser parte de la deuda.
Esta apertura de ventanilla abierta y de recursos de preinversión de recuperación aleatoria, deberían ser hoy especialmente considerados como un procedimiento más para ampliar empleo en inversiones sanas.
