Cambio de nombre del Ministerio de Agricultura para llamarse Ministerio de Agricultura y Alimentación
Rolando Chateauneuf
Diciembre de 2006
Desde hace poco tiempo se ha venido planteando este cambio de nombre. En algunos aspectos es importante que la cadena de productos de exportación agropecuarios y forestales sea más eficiente, para mejorar nuestra competitividad en los mercados internacionales y dentro de estos productos pueden tener un justificado tratamiento especial los alimentos que el país produce en forma creciente y que cada vez, para muchos de ellos, se expanden sus exportaciones de manera que es mayor la proporción de nuestras producciones que van a los mercados externos.
Debe tenerse presente que la agricultura nacional no sólo genera alimentos, sino que además una gama amplia y que puede ser creciente de productos de otra naturaleza. A Chile también se le ha pretendido llamar justificadamente «País Forestal», con mucha razón, por sus recursos y aptitudes para estas producciones y por el aporte de ellas al producto nacional, al desarrollo regional, a la conservación y protección de suelos y cursos de agua y a la generación de divisas. La agricultura produce además otros rubros no alimenticios, que tienen amplias posibilidades de expansión, especialmente para mercados externos, como lo son las semillas y las flores; justo también es mencionar el tema de las fibras animales y vegetales pueden darse posibilidades interesante, junto a las plantas aromáticas y medicinales. Recientemente aparece como tema de interés la generación en la agricultura chilena de productos energéticos, sustitutivos de las energías fósiles. El turismo rural, también puede ser un interesante producto de la agricultura, con beneficios culturales y económicos interesantes. No sólo son alimentos los que produce y debe producir la agricultura nacional.
Por otra parte, los objetivos alimentarios y nutricionales deben ser preocupación de muchos sectores y por lo tanto de diferentes ministerios. Es importante que el país tenga una buena política nacional de alimentación y nutrición, y en lo posible debe ser, como en gran parte lo ha sido, una Política de Estado.
Dentro de una política nacional de alimentación y nutrición se acostumbra a distinguir tres grandes áreas: la de oferta y disponibilidad de alimentos, la de demanda y consumo de ellos y la llamada área de la utilización biológica de los alimentos.
La alimentación y la nutrición debe ser más bien considerada como un sistema, que cubre a varios sectores, representados en lo público por diferentes ministerios. Son varios otros sistemas que pueden destacarse por su carácter intersectorial y a los cuales no siempre se le ha dado la debida atención. Entre estos otros podría incluirse a todo el sistema del empleo y al sistema medio ambiental; en ambos se presentan serios problemas que se pueden considerar incluso que han llegado a ser verdaderamente problemas estructurales.
En el tema de la oferta y disponibilidad nacional de alimentos, el Ministerio de Agricultura cumple un papel importante, básico. Pero también debe considerarse que una parte de los alimentos provienen de importaciones, como también muchos de ellos llegan al nivel del consumidor después de complejos procesos industriales, actividad que cae bajo la responsabilidad de otros ministerios. También los sistemas de distribución tienen complejidades, particularmente en aspectos sanitarios que dependen de otros sectores. Por otra parte alimentos provienen de áreas productivas bajo la responsabilidad de otros ministerios, como es el caso de los alimentos de origen marino.
El área de la demanda y consumo de alimentos, en grado importante no depende del Ministerio de Agricultura. Esta área ha merecido y debe seguir mereciendo una alta atención.
El país tiene valiosas experiencias de programas nacionales de alimentación, como ha sido el Programa Nacional de Alimentación Complementaria (PNAC), bajo la responsabilidad del Ministerio de Salud, que tiene un importante carácter preventivo de la salud y de los problemas alimentarios de un importante sector poblacional representado por la embarazada, la madre lactante y el preescolar. Ha dado una contribución muy significativa no sólo al mejor estado nutricional de la población sino que también a una promoción sanitaria preventiva, al estimular el control oportuno de la embarazada, la madre lactante y el preescolar, atendiendo masivamente a la población antes que el daño en salud y nutrición se produzca, ayudando la amplia cobertura de los programas regulares de vacunación, como también el desarrollo de campañas temporales de inmunización, que ocasionalmente se hacen necesarias. También este programa ha contribuido en grado importante a la educación alimentaria y al fomento de la lactancia materna.
En otras épocas este programa también contribuyó a la producción de leche en polvo en Chile y a su mayor consumo, al constituir un significativo poder comprador de leches industrializadas en las plantas nacionales, cuando éstas no llegaban a colocar la totalidad de sus producciones por los canales comerciales.
Ha sido importante también el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PAE), que hoy se extiende también al preescolar. Este programa ha tenido como finalidad principal aumentar la asistencia a los establecimientos y mejorar el rendimiento escolar, pero también ha permitido atender problemas de subalimentación y a mejorar hábitos alimentarios. Ha sido una importante herramienta para que en períodos de crisis económicas nacionales o regionales, sus entregas de alimentos se extiendan para períodos de vacaciones y fines de semana.
Los ministerios de Salud y Educación han estado muy conscientes de la importancia de la alimentación en su relación tanto con la salud de la población como en el rendimiento escolar. Se ha llegado a grandes éxitos tanto en la eliminación de la desnutrición de tercer grados como a prácticamente hacer desaparecer a las otras desnutriciones como problemas de salud pública. Por otra parte, estos programas han permitido generar un importante sistema de información actualizada de los problemas existentes y de su evolución, lo que ha contribuido a tomar medidas oportunas y a ir cada vez perfeccionando más estos programas.
Hoy se está consciente en el Sector Salud de los problemas reflejados en el sobre peso y en la obesidad, que de por sí se pueden considerar enfermedades, como también factores condicionantes para hacer aparecer o agravar otras morbilidades derivadas de la sobre alimentación y el sedentarismo, como son las enfermedades cardiovasculares y la diabetes mellitus. Son interesantes los esfuerzos que se están realizando en este sentido, liderados especialmente por el Ministerio de Salud y por las Universidades, en particular por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (INTA). Las organizaciones de consumidores se están también integrando a estas campañas. Ojalá tuviésemos más estímulos a la participación en el deporte, que éste se haga masivo especialmente para la niñez y la juventud.
También en el aspecto de la demanda, el tema de la pobreza juega un papel importante. Dentro de la pobreza están, habitualmente con características distintas, la urbana creciente en cantidad y la rural, a veces de condiciones más agudas. No cabe duda que el Ministerio de Agricultura debe tener importantes responsabilidades en contribuir a superar la pobreza y extrema pobreza rural, pero poco puede intervenir en la solución de las pobrezas urbanas.
El tema del empleo es muy importante en una política alimentaria, como también para muchas otras políticas.
El Ministerio de Agricultura debe tener preocupaciones prioritarias, en los temas que le son más propios. Por ejemplo tener en cuenta que en general el productor y la empresa agrícola se enfrenta con dificultades al mercado; son habitualmente muchos los que producen, productos perecederos, y tienen que vender a pocos o a un solo comprador. Su poder de negociación es débil, lo que se ha agravado con la reducción de la presencia del cooperativismo agrícola, tan apoyado en los tiempos de la antigua democracia.
Existe habitualmente una dualidad, una empresa agrícola de importancia y la pequeña y mediana empresa con características más de subsistencia, la llamada población o economía campesinas. Ambas deben ser apoyadas, posiblemente con estrategias diferentes.
La agricultura de los países en desarrollo también debe enfrentar mercados alterados por las ofertas de países desarrollados que protegen su agricultura, generan ingresos altos en su medio rural porque están convencidos y, posiblemente, con muy buen criterio, de que un porcentaje de la población debe continuar en la agricultura y para ello sus ingresos deben ser similares a los urbanos. Estas protecciones, apoyo a la producción y restricciones a las importaciones, generan los excedentes agrícolas que si bien garantizan que no exista falta de alimentos en el mundo, para los que los puedan adquirirlos, lanzan sus excedentes a precios inferiores a sus costos dañando las agriculturas de los países en desarrollo.
La agricultura es una actividad de altos riesgos, por dos razones importantes. Por una parte el proceso productivo descansa en seres vivos que hacen lenta la obtención de la cosecha las que pueden enfrentar condiciones de mercado muy distintos a las que se tenían cuando se decide iniciar la actividad y, por otro, están sujetos al riesgo de plagas. Además la agricultura tiene estrecha relación con el clima y por lo tanto con los accidentes climáticos, que incrementan los riesgos.
También es muy importante la investigación tecnológica agrícola y la extensión en el uso de los mejoramientos derivados. Esta investigación en grado importante debe depender de financiamientos públicos, de una buena programación, para que favorezcan especialmente a los sectores más necesitados, que menos posibilidades tienen de investigar para su propio beneficio.
Los mercados externos pueden originar importantes inestabilidades en el sector. Los sistemas cambiarios llegan a generar alteraciones importantes, como por ejemplo en la actualidad la caída real del valor del dólar y de las divisas en general en Chile, en gran parte consecuencia de los altos precios del cobre y el molibdeno, caída que el país no sido capaz de neutralizar o no ha tenido la voluntad de hacerlo, con lo que debería una política de Estado. Esto mucho ha dañado a la pequeña y mediana empresa de muchos sectores de la economía y en particular a la producción agrícola de exportación y a la que abastece mercados internos que debe competir con productos importados, a veces subvencionados en sus países de origen e internados con bajo valor de la divisa. En torno a esto, un tema muy de actualidad es el de la demorada aplicación de salvaguardias a importaciones de leche de Argentina, que contribuyó a deteriorar los precios al productor. Las exportaciones argentinas se habrían visto favorecidas por el alto valor de la divisa para el exportador trasandino y el bajo valor de ella para el importador nacional, a lo que se sumaría otros apoyos del país vecino a sus producciones nacionales y a sus exportaciones.
También la agricultura recibe los efectos dañinos de la contaminación ambiental, en parte consecuencia de los mismos pesticidas que utiliza, como también los provenientes de otras actividades y procesos incompletos. Las contaminaciones de las aguas de regadío es otro tema de interés, como también el de los vertederos o basurales son otros de los temas que debiera preocupar al Ministerio de Agricultura; fue lamentable lo acontecido por ejemplo con el Vertedero de Santa Marta y sus efectos en una agricultura próspera de la zona afectada, orientada especialmente a los mercados externos. Cuán necesario es llevar adelante un gran programa de tratamiento de basuras, que daría base a la obtención de muchos productos derivados, a la generación de empleos y a la sanidad ambiental.
Si se hace un completo diagnóstico de la agricultura nacional, se podrá observar que existen muchos problemas prioritarios que deberían ser atendidos por su sector público, antes de extenderse su ministerio a otros campos.
Entre otros temas importantes de preocupación para el sector podría mencionarse, sin pretender agotar el tema: el fomento al cooperativismo agrícola y en general a las organizaciones de los productores y los trabajadores; la búsqueda de entendimientos entre el capital y el trabajo, en sistemas que favorezcan una más justa distribución de los beneficios y una mejor capacidad de enfrentar las inestabilidades de los mercados externos; lograr una mayor transparencia en los mercados; fomentar la participación de los productores organizados en las cadenas exportadoras; promover mercados mayoristas eficientes, especialmente en verduras y frutas, que permitan una justa generación de precios que se proyecten a todo el país; establecer servicios de pronósticos de producción y de orientación a los productores; y varios otros ya mencionados anteriormente.
Si el Ministerio de Agricultura pretende llamarse además de Alimentación, ello debe pensarse con mayor profundidad. ¿No agregará ello más funciones al Ministerio actual que tiene posiblemente muchas otras prioridades que primero debiera atender? ¿No podrá esto motivar a que otras instituciones o ministerios se marginen de sus preocupaciones por las políticas alimentarias y nutricionales? ¿No estaremos restringiendo los conceptos de políticas nacionales de alimentación y nutrición?