A mi juicio se confirma una mala política económica de visión de largo plazo. El déficit fiscal se ha buscado cubrirlo con grandes ventas de divisas en el mercado, originando una sensible caída del valor de las monedas extranjeras, que junto con un daño inmediato a importantes sectores exportadores, agudiza las inseguridades, con lo cual compromete negativamente inversiones en sectores en los que el país tiene ventajas comparativas y generadores importantes y estables empleos. Por otra parte la caída de la divisa abarata el costo de las importaciones, dañando a empresas nacionales, especialmente a las pequeñas y medianas. Son políticas que agudizan el desempleo y especialmente alimentan a la cesantía.
El Mercurio de ayer ya anunciaba una posible caída importante del valor del dólar, por el anuncio de Hacienda de una venta de 4 mil millones de dólares, caída que empezó a concretizarse en el día de ayer con una fuerte baja, la que hoy se agudizó aún más, a pesar de un descenso en el precio del cobre..
Estas intervenciones intempestivas de Hacienda en el mercado cambiario facilitan especulaciones y se prestan para que algunos dispongan de información privilegiadas que las utilicen en su beneficio.
Debe tenerse siempre presente que las inestabilidades tienden a favorecer a los que tienen más recursos y más información, dañando a los más débiles. Siempre habrá sectores que pretenden que se generan inestabilidades para sacar provecho de ellas. Eso se da tanto en los ambientes internacionales como posiblemente en los nacionales.
Por otra parte para aumentar las ventas, la capacidad de compra de los consumidores y éstos se endeuden aún más, se sigue bajando las tasas de interés que ya tienden casi a cero. Se desalienta el ahorro privado a favor de un consumismo a veces irracional. Muchos ahorrantes han podido apreciar que para el año 2008, en sus liquidaciones tributarias, vieron que recibieron intereses reales negativos.
Un país para que tenga un desarrollo socioeconómico sólido y fuerte necesita que se genere ahorro en gran parte de la población, no sólo en los más ricos y en el Estado.
Paralelamente el Banco del Estado ha continuado su política de que para aumentar sus utilidades les cobra altas comisiones a los millones de cuentas de ahorros, comisiones que se van comiendo los depósitos. Muchos han ido cerrando sus cuentas de ahorro y otros ya se encuentran con saldos negativos. Debe tenerse presente que desde las primeras décadas del siglo pasado los diferentes gobiernos estimularon el ahorro en Chile. Gran impulso le dio la Caja Nacional de Ahorros con su fomento, destacable el que se hacía en los niños. Se formó una tradición en nuestro país de tener cuentas de ahorros, la que se mantuvo posteriormente con la creación del Banco del Estado, al que se le incorporaron las responsabilidades de la Caja Nacional de Ahorros.
Incluso durante el gobierno militar el Banco del Estado siguió cumpliendo con esta noble misión, la que se debilitó y desapareció durante los dos últimos gobiernos de la Concertación. En mi opinión se le ha hecho un daño inmenso al país, de lo cual parece no haber conciencia. Seguramente esto va a generar páginas negras cuando en el futuro se escriba esta parte de nuestra historia.
La Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios de Chile (CONADECUS), ha llevado adelante desde años una demanda al Banco del Estado por este tema, la que ha tenido lentos avances en la Justicia chilena. Este banco tiene poder y lo ejerce; dispone sin duda de muy buenos abogados. La prensa depende bastante de la publicidad del ahora llamado BANCOESTADO.
Reitero, la crisis chilena se está tratando de paliar con la venta de dólares, que daña a su vez a amplios sectores de la sociedad chilena, contribuyendo a reducir inversiones, producción y empleos.
El Gobierno debió recurrir a empréstitos para disponer de recursos financieros y no hacer ventas masivas de divisas. Estaba autorizado para endeudarse. Podría haber hecho un importante fomento al ahorro nacional por ejemplo con la colocación masiva de bonos, a adecuadas tasas de interés, para alentar el ahorro privado entre quienes lo pueden hacer. Incluso podría haberse creado mecanismos de ahorro en moneda extranjera.
También haber establecido un piso para el valor de la divisa, sostenido por compras del Banco Central cuando llegue su valor a ese nivel crítico. Con ello, junto con defender exportaciones y producciones nacionales de bienes transables (internacionalmente), se generasen emisiones para dar más liquidez al mercado financiero en moneda nacional.
Lamentablemente al Banco emisor parece interesarle prioritariamente la estabilidad de precios, al costo que sea en sus resultados en producción y empleo y sólo usar como herramienta la tasa de interés, la que se está llevando a niveles que podrían ser considerados absurdos, para estimular la demanda a base del endeudamiento cada vez mayor. Qué pasará cuando más adelante, para mantener la estabilidad de precios, el gran objetivo del hoy Banco Central, haya que subir los intereses, como lo hemos visto en el pasado. Nuevamente serán golpeados los más débiles.
El país requiere de un cambio profundo en su política cambiaria, que le dé a la divisa un valor o un rango de él, adecuado a nuestro desarrollo productivo, a la generación de empleo y a una mejor distribución del ingreso y la riqueza. También como lo señalaba en un artículo anterior, el país requiere de una Política de Estado para el empleo, que tenga como meta “el empleo pleno”.