Medicina natural, actualidad y economía

El increíble caso de los incendios de Valparaíso para un país que bordea un PBI per cápita de los US$ 20.000 anuales. No debe quedar impune

¿Es un reflejo de la crisis del estilo de desarrollo chileno? Las agudas desigualdades. La carencia de planificación nacional, regional y urbana, de completos diagnósticos y de no tener prognosis, es decir estimación de proyecciones de los problemas si no se actúa. La carencia de recursos de las municipalidades; sus impresionantes endeudamientos, parte importante de ellos derivados de sus responsabilidades educacionales que no son cubiertas por los aportes fiscales. La corrupción municipal ligada a la politiquería, a la desviación de recursos a campañas electorales y a beneficios personales es culpa de muchos males; se la ve concretamente en Valparaíso.

La inconciencia y la irresponsabilidad en no abordar las medidas preventivas tan claramente advertidas y de tan bajo costo, frente a las consecuencias que se sabía que podían ser como lo fueron de la gravedad inmensa; es aquí donde están los más grandes culpables más inmediatos, ellos merecen fuertes sanciones.

La subsidiaridad del Estado llevado a límites extremos hace sentir sus perniciosos efectos.

Qué triste imagen proyecta Chile al mundo entero al tener esos procederes con Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad nominado por UNESCO. Se menciona que muchos recursos externos llegaron para esta ciudad y los costos de haber tomado las medidas preventivas necesarias aparecen frente a ellos insignificantes.

Las deudas del municipio porteño son inmensas y crecientes. Los gobiernos nacionales parecen que no se dan cuenta de estas realidades. Uno tiene derecho a preguntarse, ¿qué realmente pasa en Chile y a dónde llegaremos? Quizás lo más grave sea la pérdida de valores; cuántos recursos han sido malversado o robados, valores que multiplica lo que habría sido necesario para evitar o aminorar esta tragedia.

Lo que acaba de escribir CIPER sobre la municipalidad de Valparaíso es realmente impresionante. Su título impacta: “El historial de negligencia y corrupción que hizo arder a Valparaíso”. El titular presenta una profunda crítica, desgraciadamente una muy triste verdad. Es ahí donde están los verdaderos culpables, pero parece que nadie sino CIPER los denuncia. No es culpable el jote que muere y cae incandescente dando origen al foco, ni el poblador con su familia que busca en la pobreza desesperadamente un espacio riesgoso donde poder constituir su hogar.

Cabe preguntarse quiénes son los grandes culpables de ello; fundamentalmente lo son nuestra sociedad, nuestro estilo de desarrollo. Siendo eso así, estimo que la sociedad en su conjunto es quien debe financiar a cada hogar la totalidad de sus recursos perdidos y además darles aportes adicionales por el lucro cesante, por los tantos días que no han podido trabajar.

Por otra parte, qué positivo es la investigación periodística y la divulgación de sus resultados, especialmente de CIPER. Igualmente positivo es observar la solidaridad ciudadana frente a la catástrofe.

Más adelante me refiero a varios otros temas como el de la necesidad de una profunda reforma tributaria. También me extiendo sobre los incendios forestales y formas de prevenirlos y comento algunos interesantes artículos publicados. Tres de ellos los entrego in extenso.

La búsqueda de los culpables. Aparecemos como desesperados buscando al culpable de haber iniciado un primer foco intencional o casual como si fuera lo principal, a ver si encontramos un viejo alcohólico irresponsable que prendió fuego para preparase su comida, o un niño que le encanta ver cómo avanza el fuego cuando tira el fósforo prendido en el pasto seco o cuando un maestro soldador con poca experiencia dejar caer o lanza una chispa incandescente desde el arco voltaico que genera al soldar.

Ahora parece conocerse que los grandes culpables fueron un par de jotes que generan ese arco voltaico entre cables de alta tensión; uno de los ejemplares habría quedado adherido a un cable, el otro cae como antorcha para así iniciar la combustión. No quiere tenerse en cuenta que es muy fácil que se generen focos, una colilla de cigarrillo, un fuego pequeño para preparar una comida, una soldara eléctrica que lanza una chispa un poco más allá, y tantas otras causas muy probables que se presenten, sin duda que no es lo más importante.

Quizás sería una buena medida eliminar los jotes de la costa chilena, u obligar a las empresas eléctricas a forrar los cables de alta tensión para que los pájaros no incendien los bosque, o prohibir soldar a las horas de más calor. También poner más letreros que indiquen no botar colillas de cigarrillos en los caminos.

Pero la gran culpabilidad parece estar en el Gobierno que no aportó al municipio porteño esos pocos recursos que requería para una limpiezas de terrenos o quizás los mayores responsables hayan sido las autoridades municipales que frente al vacío anterior conociendo los riesgos existentes, no hayan destinados recursos propios de tan bajo monto. Montos que parecen más insignificantes si se comparan con la magnitud de los fondos municipales y fiscales denunciados como “malversación de fondos públicos y fraude al Fisco”.

Al parecer hay responsabilidades de políticos de diferentes corrientes partidistas.

Más adelante me extiendo más sobre varios de estos temas.

Cabe preguntarse, ¿cuál será el impacto de lo que se está conociendo y divulgando sobre ya el alto desprestigio de los políticos chilenos, de los partidos, de los municipios?  ¿Cuánto de esto alienta a los movimientos extremistas anárquicos o de otras tendencias extremas, y a sus integrantes que no ven solución a los grandes problemas nacionales con la organización política e institucional actual? ¿Tendríamos s que destruir la sociedad actual para sobre las ruinas que queden construir una distinta sobre otros principios y valores?

Prevención de los incendios forestales, sus desarrollos y, el caso de Valparaíso

He escrito como académico de la Universidad de Chile sobre el tema de los incendios forestales, especialmente en torno a la Quinta Región. Desde hace muchos años he promovido una idea de proyecto de prevención de los incendios forestales a través de un manejo general, basado en grado importante en el uso ganadero de los pastizales de temporada que al secarse como también junto a otras hojas secas, son unas de las principales causales del inicio y expansión de los incendios forestales. Muchos respaldaron la idea; no hubo cuestionamientos a ella. Nunca pude conseguir recursos ni motivar a diversas instituciones por llevar adelante esta iniciativa. Si uno observa los cerros y otros terrenos usados con ganadería intensiva, se puede apreciar que no sufren el daño de incendios. La idea pretendía crear empleo, producir alimentos y evitar los incendios.

Después de saber las advertencias que le hicieron destacados profesionales de CONAF y de la Universidad de Chile, especialmente de su Facultad de Ciencias Forestales de lo que podría suceder y de las recomendaciones de tan bajo costo que no fueron atendidas, debo reconocer qué utópicos han sido mis esfuerzos por un proyecto como el que anterior he planteado, sin duda de mayor complejidad..

Las grandes empresas forestales del sur del país tienen muy buenos sistemas de prevención y de ataque inmediato a los primeros focos o a etapas más avanzadas de incendios. En otras extensas zonas del país esto no se da así; es un sector público de limitados recursos los que deben prevenir y enfrentar los eventos.

La prevención desgraciadamente es muy débil en muchos procesos en Chile, como en general en el subdesarrollo; se gasta mucho más en curar que en prevenir, en apagar los incendios y financiar las pérdidas, que en prevenirlos.

Un incendio en Chile no se inicia por un árbol, no caen los rayos que en otros países constituyen una causa frecuente. La mayoría de estos incendios en nuestro país se originan en el arder del pasto seco por descuido o por intención humana que en muchos casos no ha sido con un mayor deseo que el ver un fuego que se expande. La mayoría de los chilenos tenemos algo de pirómanos, incluso a veces éstos aparecen hasta entre los bomberos voluntarios; gusta ver el fuego; nos encantan las fogatas.

Recordemos, aunque el tema se repita, que uno de los focos de los recientes incendios de Valparaíso habría sido causado por un par de jotes que en cables eléctricos de alta tensión habrían generado un arco voltaico que motiva la caída incandescente de uno de ellos sobre una cubierta del suelo seca y con materiales fáciles de generar una rápida de expansión, reforzada por las altas temperaturas y la intensidad del viento,.

Las aves se posan a veces en cables de alta tensión, sin ser afectadas, pero si dos de ellas  posadas en cables distintos se tocan, ahí puede producirse el arco voltaico que no sólo mata al animal sino que lo incendia en sus plumas y cae como antorcha encendida. Si hace calor se inicia una rápida y violenta combustión, que agarra a matorrales y posteriormente a árboles; si a eso se suma al efecto de un fuerte viento que oxigena la combustión e impulsa el fuego, ésta se intensifica y avanza a ritmos impresionantes. Eso parece ser lo que generó la catástrofe en análisis.

El pastizal y las hojas secas dan base a una combustión que va generando mayor calor que hace quemar matorrales, los que a su vez generan más temperatura aún hasta que arden los árboles. Las chispas y los pequeños trozos incandescentes llevados por el viento van dando origen a nuevos focos al caer sobre hojas y pastizales secos. Con los vientos fuertes, la combustión se acelera y la generación de temperatura se amplía; se produce ese efecto parecido al del soplete para soldar o a la fragua del herrero que requiere aire lanzado con fuerza, que llega a llevar el fierro o el acero al rojo intenso.

En Chile, en gran parte de su territorio, dominan en primavera y especialmente en verano se hacen presentes, fuertes vientos del suroeste, los que se extienden hasta el otoño. Estos vientos se manifiestan a veces con mayor velocidad en las zonas costeras.

Otro viento es el famoso surazo, de gran intensidad que se manifiesta en forma continua; sólo amaina después de un par de días. Se hace sentir muy a lo lejos.

Cuando se inicia el incendio, a su vez, empiezan a generarse corrientes ascendentes que hacen que el fuego suba con velocidad por las pendientes hasta llegar a los lugares más altos. La intensidad de esos vientos de temporada del suroeste se agudiza después del medio día y algo amainan en el atardecer. Muchas veces al parecer el fuego avanza por la parte baja de las quebradas, donde es frecuente que en zonas aledañas a lo urbano se acumulen basuras y otros restos orgánicos especialmente vegetales secos. Después el fuego asciende por las laderas y en especial impulsado y fortalecido por el viento.

Debe tenerse presente que no siempre es la llama cercana la que produce la combustión; son las altas temperaturas que gasifican muchos materiales combustible y así se genera una combustión espontánea violenta, una especie de explosión.

Hay muchos procesos para prevenir oportunamente los siniestros e incluso para limitar los espacios donde puedan generarse. Una técnica pueden ser las quemas preventivas controladas y a horas adecuadas; también quemas controladas pueden actuar como contrafuegos a un incendio ya iniciado.

Una gran medida sin dudas son las franjas cortafuegos de anchos de 50 a 200 metros. Eso se había recomendado por calificados expertos para el límite del bosque existente y los sectores urbanos de la zona afectada de Valparaíso; para eso no hubo dinero.

Se debe tener presente que los bosques aledaños a los incendios que destruyeron tantas viviendas estaban al sur y suroeste de la ciudad, justo de la dirección del viento dominante de la zona.

Me ha impactado saber que concretamente expertos de CONAF advirtieron oportunamente los riesgos de incendios catastróficos en Valparaíso, especialmente en los sectores que estos días han sido más afectados. Se informa que esas advertencias quedaron archivadas por faltas de recursos.

Bastante se ha escrito estos días de la escasez de recursos de los municipios y uno de ellos sin dudad ha sido Valparaíso. La limitación de fondos municipales más la pobreza de amplios sectores de la población, fuerza a los nuevos núcleos familiares a ocupar terrenos mal urbanizados o a participar en tomas sin urbanizar. Eso se ha visto en parte importante de las zonas afectadas por la reciente catástrofe.

La carencia de caminos adecuados de acceso para el material bomberil, a lo que se suma la falta de agua y especialmente de grifos, hace imposible el ataque oportuno de los inicios de los incendios. Impresiona apreciar como el calor que se va generando con el incendio de la casa vecina, hace que la vivienda que le siga inicia una combustión espontánea. Los cortafuegos urbanos no se hacen presentes en los sectores pobres, los espacios son muy limitados. No siempre estos incendios pueden provenir de fuentes forestales; un incendio local puede afectar a muchas viviendas de un sector; se tienen frecuentes experiencias de eso en nuestro país, generalmente en sectores de pobreza.

Muchos de los incendios de las viviendas destruyen todo; los seres vivos deben alejarse prontamente, sin poder salvar nada. Hogares completos quedan en la ruina.

Chile necesita una profunda reforma tributaria

Probablemente lo sucedido en Valparaíso sea un argumento más a favor de una reforma tributaria que aporte más recursos al fisco, a los niveles centrales, regionales y comunales.

En estos días recojo la noticia que uno de los principales partidos políticos de Chile ha decidido rechazar en general la idea de legislar en torno a la reforma tributaria planteada por el nuevo gobierno. Me caben dos exclamaciones, una “increíble que existan posiciones que no quieran legislar para una mejor asignaciones de recursos nacionales frente a las agudas desigualdades” y la otra “qué grave error político para su partido”. Son posiciones difíciles de olvidar.

Otras situaciones que sin duda recomiendan una urgente reforma tributaria. Los temas de la educación y de la salud, ampliamente debatidos; cómo esos dos sectores se han debilitado en la fundamental presencia pública que atiende a los más necesitados y cómo las empresas privadas de ambos sectores, educación y salud, han incrementado sus patrimonios en estructuras y servicios en forma impresionante, acompañados de una publicidad a veces irritantes, que tanto benefician a medios de comunicación. Cómo esos sectores empresariales van tomando influencias políticas transversalmente en los diferentes partidos políticos y generan así eficaces obstáculos a generar los cambios,

Otros antecedentes preocupantes. La delincuencia se amplia en cobertura y violencia, en ella aparecen cada vez más población joven, incluso niños. Las cárceles están copadas y muchas de ellas pasan a ser verdaderas universidades de la delincuencia; la justicia parece no castigar ni buscar la reinserción del delincuente como un ser positivo en la sociedad. Qué uno piensa del sistema judicial; carece de recursos, actúa erradamente o lo hace racionalmente frente a la realidad de lo existente. Se puede seguir congestionando más las cárceles, centros de perfeccionamiento de los delincuentes. A cuántos jóvenes o niños se les deja delinquir porque no pueden ser retenidos en centros adecuados de recuperación social. Antes se hablaba de las casas correccionales, hoy parece que no existen. Muchos de los nuevos delincuentes detenidos aparecen con reiterados delitos y detenciones anteriores por cortos períodos y dejados en libertad. No son pocos de los que delinquen están sometidos a detención nocturna y en el día vuelven a delinquir. La delincuencia y la droga que se dinamizan entre sí es un tema que daría para un amplio análisis, cómo ambas se integran para aumentar los delitos en cantidad y violencia. Tratar de actuar contra todo esto exige muchos recursos públicos.

Por otra parte, las estadísticas comparativas internacionales muestran que Chile es uno de los países con mayor proporción de su población encarcelada.

Cuánto debiera gastar el Estado para tener un sistema penitenciario adecuado que sirva no sólo para sancionar a los delincuentes sino que para transformarlos en ciudadanos útiles a la sociedad. Cuántos delincuentes llegan a serlo por las condiciones en que han debido vivir y desarrollarse, en malos ambientes y carentes de oportunidades.

Cuántos recursos se necesitan en Chile para que las leyes se cumplan. Control a los conductores, cumplimiento de las velocidades máximas, control de las ventas callejeras ilegales, el robo hormiga en el comercio del retail que en la práctica pasa a no ser delito. Fiscalización de la corrupción en los municipios. El control del negocio de la droga, etc. etc.

Algo de lo escrito sobre la catástrofe reciente de Valparaíso

Muy interesantes artículos se han escrito recientemente sobre esta catástrofe. Hago mención especial de dos de ellos, uno del 14 de abril de El Mostrador en que se hace referencia en especial a uno relacionado con expresiones del presidente del Colegio de Arquitectos, Sebastián Gray titulado “El incendio es resultado de una completa irresponsabilidad que se ha ido acumulando con el paso de los años”. El otro del 15 de abril de 2014 de El Mostrador, que tiene por título “Los informes que advirtieron sobre los riesgos de incendio en Valparaíso y que nadie escuchó”.

Quisiera del segundo transcribir algunos párrafos;

1.    En agosto del año pasado, Conaf enviaba un informe técnico a las autoridades locales, incluidos el alcalde, el gobernador y el Intendente, identificando las zonas de peligro de incendios forestales que incluían todos los cerros que este fin de semana fueron devorados por las llamas. El documento proponía medidas como cortafuegos y limpieza de microbasurales, pero –según trabajadores de Conaf– se archivó y nadie tomó medidas. Investigaciones universitarias, advertencias internacionales y un sinfín de antecedentes se suman a las alertas que duermen en un cajón.
2.    Uno de los organismos que más ha estudiado sobre este tipo de catástrofes es el Laboratorio de Incendios Forestales de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile. Miguel Castillo, ingeniero forestal, ha monitoreado el aumento de incendios en la zona de Valparaíso desde el 2004, cuando el comportamiento de éstos cambió.   Los estudios del laboratorio se enmarcan en los mecanismos y estrategias para combatir y gestionar incendios. Incluso tienen un modelo predictivo que permite estimar la velocidad de propagación del fuego.      En el laboratorio trabajan estrechamente con la Conaf de la Quinta Región, organismo con el que comparten la información y estudios. “Ellos transmiten nuestro conocimiento”.
3.     Las alarmas en torno a los incendios en Valparaíso han estado encendidas desde varios frentes, incluidos internacionales.   Es así como el rescatista y especialista de International Maritime Organization (0IMO) de Naciones Unidas, Rodrigo Reveco, señala en una entrevista a América Economía que la situación en Valparaíso era evitable. El consultor en manejo de catástrofes explica que en 2013 se envió una carta al gobernador José Pedro Núñez, para que realizara “un cortafuego de por lo menos unos 50 a 100 metros antes de cada quebrada y no se ha hecho, y no se va hacer. Eso yo lo indiqué el año pasado y tuvieron todo un año para hacerlo porque sabíamos que iba a pasar esto y no hicieron caso”.

Sin duda que el título de cada uno de los artículos mencionados impacta pero seguramente uno tercero es el que más se destaca:”El historial de negligencia y corrupción que hizo arder a Valparaíso”. Contiene el artículo los resultados de una valiosa investigación de CIPER. Chile debiera agradecer a este centro de investigación periodística el aporte que ha entregado a nuestro país.

A continuación presento in extenso los tres artículos mencionados

Primer artículo . 14 de abril de 2014    El Mostrador

Sebastián Gray, presidente del Colegio de Arquitectos:

“El incendio es resultado de una completa irresponsabilidad que se ha ido acumulando con el paso de los años”

El representante del gremio que agrupa a los arquitectos explica por qué Valparaíso ardió en llamas durante horas, sin que las autoridades pudieran activar un plan para controlar el siniestro. Dice que el Estado abandonó a su suerte a los municipios, por lo que los más pobres no tienen recursos para enfrentar las catástrofes. También responsabiliza al municipio de la ciudad: “Por muchos años no previó ni tomó las acciones necesarias para prevenir y evitar la propagación de un incendio, y tampoco las condiciones para actuar de forma rápida cuando éste ya está desatado”, asegura Gray.

por Nicolás Sepúlveda

Los vecinos afectados por el gigantesco incendio que afectó al menos a siete cerros de Valparaíso durante el fin de semana, acusan que muchos de los grifos del lugar no tenían agua. Mientras las llamas se expandían sin control, azuzadas por el fuerte viento sur, bomberos no podía entrar a todos los lugares. Las calles eran muy estrechas o simplemente no había calles.

El presidente de Colegio de Arquitectos, Sebastián Gray, asegura que hace más de 40 años Valparaíso creció sin control por encima del Camino Cintura. Acusa que el municipio de la ciudad no tiene planes de contingencia adecuados y que se ha dedicado a regularizar construcciones que no cuentan con un buen diseño. El ancho de las calles, y el diseño público en general, ha quedado al arbitrio de los habitantes del puerto, pariendo una geografía caótica que no aguanta a los vehículos de emergencia.

Gray asevera que, históricamente, el Estado ha aprendido de las tragedias para perfeccionar sus programas preventivos y de emergencia, y señala que es lo que debiera de ocurrir tras el desastre en Valparaíso: “Tiene que pasar una desgracia tan gigantesca como esta para que el Estado de Chile de un salto hacia el futuro y se planteen las cosas de una manera distinta de como las venía haciendo por décadas. Es parecido al efecto de un terremoto. Con cada terremoto grande en la historia de Chile, la norma se fue perfeccionando. Es posible que con este enorme desastre, se les exija a los municipios la debida previsión y se pongan a disposición de los municipios pobres los recursos necesarios para generarla”.

-Desde el punto de vista arquitectónico ¿Cómo se explican los constantes incendios en Valparaíso?

-Son varias respuestas. Una tiene que ver con las condiciones naturales de Valparaíso, de su parte alta. Otra tiene que ver con la manera como se ha ido asentando la población, que es un asentamiento informal, en el sector de Valparaíso alto. Otra respuesta tendría que ver con las previsiones que han tomado las autoridades a lo largo del tiempo para prevenir y después combatir estas emergencias. Son esos tres aspectos y dimensiones distintas de un mismo problema.

En muchas ciudades puerto del mundo, los puertos les pagan tributo a sus ciudades por el uso que hacen de la ciudad, y por el desgaste que conllevan. El Estado deja a las ciudades a la suerte de sus municipios. Son ellos los que hacen los planes reguladores. Si el municipio no tiene capacidad logística, o capacidad ideológica cultural para hacer un buen plan regulador, este será malo. En el caso de Valparaíso es tan malo, que le siguen construyendo torres de 20 pisos. Y eso es culpa del plan regulador.

-No son sólo incendios, a Valparaíso también lo afectan aluviones, roturas de matriz de agua…

-Las catástrofes que tienen origen natural, aunque sean gatilladas por un acto del hombre, todas tienen factores en común. Cuando me hablas de aluviones, te diría que tiene que ver con el entorno de Valparaíso, con cómo se hicieron los asentamientos y con cómo la autoridad se prepara. Se ha permitido que se acumule basura combustible en las quebradas. Este incendio se propagó, según entiendo, por las quebradas entre los cerros. El asentamiento informal significa que el trazado urbano no está hecho a la medida de la seguridad de la gente que vive ahí. El ancho de las calles, las curvas, la accesibilidad de vehículos pesados, como los carros de bomberos. Lo que va a ocurrir a continuación con la remoción de escombros, todo tiene que ver con la planificación urbana. El abastecimiento de agua, para surtir grifos, también es planificación urbana. Hace tiempo Valparaíso fue precursor de los asentamientos de agua para enfrentar los incendios.

Valparaíso siempre tuvo problemas con los incendios. Muchas construcciones, las antiguas casonas de estilos inglés y alemán, son de madera. Todas las casas de los cerros son de madera. Los incendios han formado parte de su historia. Hay que recordar que el primer cuerpo de bomberos de Chile estuvo fundado en Valparaíso, son los bomberos junto con el municipio de la ciudad quienes inventan un sistema de provisión de agua para grifos que partía de un enorme estanque de almacenamiento de agua, que todavía está en la puntilla del cerro Cárcel. Este estanque acaba de ser objeto de un concurso de arquitectura. Ese fondo se va a transformar y se va a volver a ocupar, esto se hará con fondos estatales. Este sistema se inventó hace 100 años. En ese tiempo había preocupación por este tema.

-¿Qué pasó con el paso de los años?

-Ha escapado del control de las autoridades. La ciudad creció por muchos años, 40 ó 50 años, sin orden aparente hacia arriba del camino cintura, de manera improvisada. Mucho de lo que se quemó ahora fue en su origen tomas de terrenos, tomas que después fueron regularizadas. En estos 40 años, la ciudad, además de formalizar los títulos de dominio de la tierra, no ha hecho mucho más. No ha mejorado la calidad y el ancho de los caminos y mucho menos del espacio público. No ha tomado medidas para evitar que la gente construya en zonas de riesgo, como las quebradas y sus bordes, y tampoco zonas de provisión de agua. Pero más allá de eso, Valparaíso no tiene preparado un plan de contingencia. No tenía a todos los bomberos preparados para entrar en esos cerros, para desenvolverse. No sabían por dónde circular ni por dónde sacar el agua. Nada de eso se había pensado de antemano. Tal y como pasó con el terremoto del 2010, en Valparaíso no se ha hecho una planificación. Lo del fin de semana es resultado de una completa irresponsabilidad que se ha ido acumulando con el paso de los años. No sólo el municipio es pobre materialmente, sino también a nivel de planificación.

-¿Se cumple con la norma en la construcción de casas en Valparaíso?

-Las casas están regularizadas; el problema no es con la calidad de la construcción. Uno mira las imágenes y aunque hayan sido construidas por sus propios propietarios, no son malas casas, al contrario. Lo que se perdió es bastante valioso, viviendas bien hechas, buenos cimientos, buenos techos. Pero un incendio pasa por encima de todo, da lo mismo que la casa esté bien hecha. El problema es con el diseño urbano, el trazado de las calles, su tamaño, las veredas, las vías de escape, el espacio público, los grifos, la luminaria.

-¿Se puede hablar de abandono del Estado?

-Desde hace mucho tiempo el Estado ha jugado un rol secundario en el desarrollo de las comunas. Ellas han sido dejadas a su propia suerte. Las más ricas tienen mejor suerte, y las más pobres tienen peor suerte. Valparaíso ha sido pobre hace mucho tiempo, por razones históricas y por razones de administración pública. Es una vergüenza que la empresa portuaria de Valparaíso no le aporte, por medio de impuestos, ni un solo céntimo a la ciudad. En muchas ciudades puerto del mundo, los puertos les pagan tributo a sus ciudades por el uso que hacen de la ciudad, y por el desgaste que conllevan. El Estado deja a las ciudades a la suerte de sus municipios. Son ellos los que hacen los planes reguladores. Si el municipio no tiene capacidad logística, o capacidad ideológica cultural para hacer un buen plan regulador, este será malo. En el caso de Valparaíso es tan malo, que le siguen construyendo torres de 20 pisos. Y eso es culpa del plan regulador.

-¿Podría tener consecuencias esta tragedia en la denominación de patrimonio de la humanidad que la Unesco hizo de una parte de la ciudad?

-Mucha gente se debe estar haciendo esa pregunta. Unesco es un organismo con altura de miras. Yo estoy seguro que Unesco espera que Valparaíso logre sus metas, estos accidentes, estas desgracias, ponen en evidencia la debilidad institucional del país; pero, por otra parte, se entiende que las ciudades y los países necesitan plazos largos para lograr sus metas. Yo creo que va a quedar como un dato el hecho de que la ciudad se incendió y la autoridad no estaba debidamente preparada para afrontar un desastre de esta magnitud. Pero no sé si eso se traducirá en un castigo a Valparaíso. Aunque sólo una parte de él es patrimonio de la humanidad, se dijo que es el concepto tras la ciudad lo importante.

-Pensando en la tragedia, ¿de quién es la responsabilidad?

-Hay dos responsables, uno ante la ley que es el autor del incendio: eso es un hecho de la causa. El segundo responsable, y a ese sí que hay que perseguirlo con mayor inteligencia, es el municipio, por las razones que ya expliqué. Porque por muchos años no previó ni tomó las acciones necesarias para prevenir y evitar la propagación de un incendio, y tampoco las condiciones para actuar de forma rápida cuando este ya está desatado.

-En el último tiempo ha surgido una serie de proyectos inmobiliarios que instalan grandes edificios en los cerros, ¿hay claridad de si esas construcciones cuentan con el debido resguardo frente a estos accidentes?

-Los edificios de gran magnitud no son construcciones informales y responden a una normativa chilena que es bastante buena comparada con los estándares internacionales. Podemos presumir que los edificios en sí mismos cumplen con toda la normativa. Distinto es la relación de esas torres con el resto de la ciudad, respecto de las vías de acceso. Es posible que algunos de estos edificios, si bien no fueran vulnerables a un incendio, sí es probable que sus habitantes tuvieran dificultades para escapar de ahí, tal como le pasó al resto de los porteños.

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Segundo artículo. 15 de abril de 2014  El Mostrador

Según expertos, el gran incendio de 2008 fue una luz de alerta

Los informes que advirtieron sobre los riesgos de incendio en Valparaíso y que nadie escuchó

En agosto del año pasado, Conaf enviaba un informe técnico a las autoridades locales, incluidos el alcalde, el gobernador y el Intendente, identificando las zonas de peligro de incendios forestales que incluían todos los cerros que este fin de semana fueron devorados por las llamas. El documento proponía medidas como cortafuegos y limpieza de microbasurales, pero –según trabajadores de Conaf– se archivó y nadie tomó medidas. Investigaciones universitarias, advertencias internacionales y un sinfín de antecedentes se suman a las alertas que duermen en un cajón.

por B. Fernández, C. Urquieta y N. Sepúlveda

Son las 10 de la noche del domingo. Sorpresivamente las llamas en las quebradas que rodean los cerros Ramaditas y Rocuant en Valparaíso se reactivan. En el sector no hay grifos ni alcantarillado, por lo que la respuesta de bomberos demora en el ir y venir de los camiones aljibes que transportan el agua desde los barrios más cercanos a la parte plana de la ciudad, conocida como el plan.

Sus habitantes están ubicados en la cima de Valparaíso, el punto más alto, con la mejor vista de la ciudad, pero con las peores condiciones de vida. Las calles no están asfaltadas y los pasajes son tan estrechos, que sólo el incendio que consumió las viviendas y ha dejado varias de ellas en el suelo, posibilitan el paso de los carros de bomberos. Los pobladores lloran. Solamente hace unos minutos carabineros les permitió retornar al lugar donde antes se ubicaban sus casas, el mismo donde ahora no encontraron nada. Únicamente sus escombros.

Voluntarios de bomberos se sobresaltan cuando por radio les comunican que se secó el estanque de agua que abastecía a sus mangueras. Las llamas vuelven a tomar impulso, crecen y se acercan amenazantes. Un grupo de vecinos toma unas palas y corre a intentar extinguirlas, buscando salvar las pocas casas que quedaron en pie. Justo frente a ellos se ve un muro, un muro con letras, un testimonio de las demandas más sentidas de los habitantes del Cerro Rocuant: “Sólo la organización de los vecinos podrá dirigir a nuestra población hacia la conquista de agua potable y alcantarillado. Leer, crear, poder vecinal”. Los colores de las letras se borraron con la lluvia de cenizas.

Los pobladores del cerro Rocuant no sólo deben enfrentar diariamente la falta de agua potable y alcantarillado. Paradójicamente se encuentran, al igual que los otros cerros afectados, en uno de los sectores que Conaf identifica en Valparaíso como zonas de peligro por incendios forestales, y que se detallan en un informe técnico enviado en agosto de 2013 al alcalde de Valparaíso, Jorge Castro, así como al ex gobernador José Pedro Núñez, a la Onemi y al ex Intendente Raúl Celis.

Según explica el presidente de la Federación Nacional de Sindicatos Regionales de Conaf (Fenasic), Daniel Ariz, el informe se desarrolla anualmente “con el fin de contar con un respaldo técnico para argumentar la ejecución de proyectos de prevención de incendios forestales; en este caso específico, construir cortafuegos y erradicar microbasurales. Sin embargo, y como ha sido la tónica de los últimos años, nada se hizo, aduciendo falta de financiamiento. Tal vez con el manejo de la vegetación, la limpieza de quebradas y la confección de cortafuegos no se habrían quemado tantas viviendas”.

Ariz recalca que “no digo que no se habría quemado ni una casa, pero sí que tal vez podría haber habido un impacto menor. Hay que tomar en cuenta que las condiciones ambientales fueron muy extremas, el viento se confabuló para que el fuego se expandiera rápido. No está cuestionado. Pero hay un problema de recursos (…). Como profesionales de Conaf hacemos las cosas, se hacen propuestas, no hay nada que no se haya dicho. De hecho, hace varios años fui parte de un megaproyecto de prevención integral para comunas más complicadas para temas de incendios, pero todo queda ahí por falta de financiamiento. Todo descansa en los escritorios”.

El técnico también se refiere a la medida de disminuir las brigadas que están operativas según la estacionalidad. Es así como, a partir del 31 de marzo, “de las 20 brigadas que hay en la región, el 31 de marzo se rebajaron a 8, quedando 11”, detalla. La medida ha sido rechazada por los funcionarios, que a principios de enero de este año realizaron una declaración pública.

En opinión de los trabajadores, ya no hay que hablar de temporada de incendios, “sino que del período, ya que hay que considerar el calentamiento global, que ha implicado cambios en la meteorología  y las variables ambientales y quizás ya se tenga que hablar de cambio climático en algunas regiones”.

En el caso de Valparaíso, explica Ariz, “es consabida la sequía que está sufriendo y las pocas precipitaciones que hasta la fecha se han dejado caer en los últimos años; esto hace que el fenómeno-problema incendio forestal se inicie con fuerza a fines de agosto y prácticamente termine en los meses de mayo o junio, cuando recién comienzan las lluvias más fuertes y baja la temperatura ambiental».

ACADÉMICOS PREVIERON EL RIESGO

Uno de los organismos que más ha estudiado sobre este tipo de catástrofes es el Laboratorio de Incendios Forestales de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile. Miguel Castillo, ingeniero forestal, ha monitoreado el aumento de incendios en la zona de Valparaíso desde el 2004, cuando el comportamiento de estos cambió. “Eran más graves y agresivos, en parte por la expansión urbana. El punto crítico fue lo que pasó el 2008, en el Cerro La Cruz. Esa era una luz de alarma para los mecanismos de urgencia de la comuna”, dice.

Miguel trabaja junto a Guillermo Julio, también ingeniero forestal, y aclara que su trabajo tiene un “rol social porque es un tema de protección civil”.

Los estudios del laboratorio se enmarcan en los mecanismos y estrategias para combatir y gestionar incendios. Incluso tienen un modelo predictivo que permite estimar la velocidad de propagación del fuego. “Se repasan sistemas de pronósticos y mapas de ocurrencias. Ahora tenemos una cartografía bien preparada de las áreas de vulnerabilidad, que poco sirven porque se quemaron y esa información era pública”, dice.

En el laboratorio trabajan estrechamente con la Conaf de la Quinta Región, organismo con el que comparten la información y estudios. “Ellos transmiten nuestro conocimiento. Pero sí, ha faltado la transferencia de información a otras autoridades. Nosotros hemos tratado de publicar hartos artículos sobre el tema y son todos públicos, pero no basta con eso. Las autoridades no tienen por qué saber lo que hacen las universidades. Nosotros tenemos mucha información para colocarla a disposición”, señala de forma autocrítica Miguel.

El Informe Icomos-Unesco sobre patrimonio de Valparaíso, publicado en febrero de este año, advierte sobre los incendios como un factor de riesgos y catástrofes a los que Valparaíso está expuesto, apuntando a que la Municipalidad debiese adoptar medidas al respecto.

Otra investigación académica sobre la vulnerabilidad de las zonas urbanas de Valparaíso fue desarrollada por el arquitecto y docente de la Universidad de Valparaíso, Uriel Padilla. Durante dos años trabajó en su tesis del Magíster de Asentamientos Urbanos y Medio Ambiente de la Universidad Católica, la que se publicó el 2012.

“Se hizo una presentación e invitamos a los profesionales y autoridades pertenecientes a la repartición pública. Se expuso el trabajo, algunos lo pidieron, como el Servicio de Salud y la dirección técnica de la Municipalidad de Valparaíso, pero llegamos hasta ahí”, dice Padilla.

El trabajo del experto estableció un ranking de riesgo por cuencas de Valparaíso, las que incluyen cerros y quebradas. El sector más afectado por el incendio de este fin de semana es uno que Padilla definió, el 2012, como el más riesgoso. “Es parte de lo que estuvo comprometido en el incendio. Esa zona es la que obtiene el mayor riesgo. Ahí se comprende el O’Higgins, Rocuant, San Roque y Santa Elena. Hay parte de esos cerros que están afectados y se podría decir que hay una coincidencia, no total pero sí la hay”, sostiene Padilla.

ESTADO AUSENTE

Una visión crítica respecto de las responsabilidades y ausencia del Estado en el desarrollo urbano de Valparaíso tiene Orión Aramayo, arquitecto y doctor en Ciencias de la Ingeniera de Planificación Urbana y Regional de la Universidad Técnica de Berlín. “Valparaíso se encuentra abandonado por el Estado hace más de 50 años”, acusa.

El análisis de Aramayo apunta a que “por acción u omisión” se permitió la instalación de viviendas en los cerros, lo que no fue acompañado por la instalación de sistemas de agua potable o elementos de seguridad, tales como grifos. “No se pusieron las redes húmedas, no se hicieron instalaciones eléctricas ni las construcciones con los estándares de seguridad necesarios. Entonces, hay una vulnerabilidad desde la vivienda, el cerro y la ciudad. Podemos responsabilizar que, en los últimos 50 años, el Estado ha permitido un asentamiento de personas en los cerros sabiendo que es una zona de alto riesgo, no sólo por incendios, sino que también por los aluviones”.

La planificación urbana no es algo que se resuelva en el corto plazo, según dice Aramayo, ya que necesita una implementación que dura alrededor de 25 años. ¿Por qué Chile no ha sido capaz de aplicar eficientemente una planificación urbana a largo plazo? La respuesta para el arquitecto está en la historia. Después de la Segunda Guerra Mundial la planificación de las ciudades se asoció a los sistemas políticos que tenían los países de Europa del Este, principalmente comunistas. En occidente esta área se ganó un “descrédito” a nivel de academia y gubernamental. Fue después de los 60 que la disciplina se empezó a entender, especialmente en los países socialdemócratas de Europa central. “Se comprendió que un país desregulado, donde el Estado no planifica a largo plazo, no tiene ninguna posibilidad de desarrollo humano y económico de verdad”, manifiesta Aramayo.

En el caso de Chile, la planificación se recuperó en el gobierno de Frei Montalva, continuó en el de Salvador Allende y fue “cercenada” durante la dictadura. “Estuvimos casi 17 años sin planificación y los primeros gobiernos democráticos tuvieron miles de problemas y desafíos donde la planificación de este tipo estuvo en el segundo o tercer lugar”, explica Aramayo. Por lo mismo, el arquitecto asegura que una ciudad que no aprende de su pasado no tiene futuro. “Nosotros no vamos a poder cambiar los cerros, vientos, vegetación y clima de Valparaíso. Pero sí podemos hacer casas, manzanas y ciudades más seguras”, dice.

ADVERTENCIAS INTERNACIONALES

Las alarmas en torno a los incendios en Valparaíso han estado encendidas desde varios frentes, incluidos internacionales.

Es así como el rescatista y especialista de International Maritime Organization (IMO) de Naciones Unidas, Rodrigo Reveco, señala en una entrevista a América Economía que la situación en Valparaíso era evitable. El consultor en manejo de catástrofes explica que en 2013 se envió una carta al gobernador José Pedro Núñez, para que realizara “un cortafuego de por lo menos unos 50 a 100 metros antes de cada quebrada y no se ha hecho, y no se va hacer. Eso yo lo indiqué el año pasado y tuvieron todo un año para hacerlo porque sabíamos que iba a pasar esto y no hicieron caso”.

En tanto, el Informe Icomos-Unesco sobre patrimonio de Valparaíso, publicado en febrero de este año, advierte sobre los incendios como un factor de riesgos y catástrofes a los que Valparaíso está expuesto, apuntando a que la Municipalidad debiese adoptar medidas al respecto. “El sitio de patrimonio mundial es vulnerable a catástrofes provocadas por incendios, debido a una cierta precariedad de las instalaciones, los materiales de construcción y la topografía, que favorecen su propagación en las quebradas que separan los cerros. Todos estos temas deben conducir a la adopción de medidas preventivas por parte de la Municipalidad de Valparaíso en colaboración con el gobierno nacional”.
El Mostrador intentó tener una versión del municipio de Valparaíso; sin embargo, no pudieron referirse al tema debido a la emergencia que enfrentan.
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Tercer artículo. Publicado por CIPER el 16 de abril de 2014.

LOS $400 MILLONES QUE NUNCA LLEGARON PARA PREVENIR EL INCENDIO

El historial de negligencia y corrupción que hizo arder a Valparaíso

Por : Alberto Arellano y Boris Bezama en Actualidad y Entrevistas

El gigantesco incendio que devoró un enorme sector de Valparaíso, sumiendo a miles de sus habitantes en el desamparo, fue alertado el 12 de diciembre de 2012 por el jefe de Emergencia del municipio porteño. El acta de esa sesión lo certifica, así como la urgencia por realizar trabajos preventivos que nunca se hicieron. Porque los dineros no llegaron. Pero las arcas regionales han sido empobrecidas por sucesivos escándalos de corrupción cuyos protagonistas son de todos los colores. Esta es la historia de los dos estallidos –el fuego y los ilícitos- que están en el origen de la tragedia.

Eran las 16 horas del 12 de diciembre de 2012 cuando el nuevo Concejo Municipal de Valparaíso se reunió por primera vez luego de las elecciones comunales de octubre. Debido a la ausencia del reelecto alcalde Jorge Castro (UDI), producto de una operación ambulatoria a la que sería sometido esa misma tarde, la sesión fue presidida por el concejal Carlos Bannen (UDI).

A este concejo llegó el jefe de Emergencias de la Municipalidad de Valparaíso, Ricardo Valdés. Sólo tres días antes, el domingo 9 de diciembre, se había desatado un grave incendio en el Cerro Toro, parte del casco histórico de la ciudad. En cosa de minutos, el fuego que se inició en una vivienda ubicada en el Pasaje Benavente, se propagó hacia el inmueble contiguo. Ambas viviendas quedaron completamente destruidas. Cuatro personas murieron, entre ellas dos menores de edad, y 25 resultaron damnificadas.

Cuando le tocó el turno de intervenir, el jefe de Emergencias de la municipalidad no se guardó nada:

-Nosotros tenemos un problema: la continua falta de recursos para enfrentar una emergencia, lo que para nosotros se traduce en un desastre. En este momento, todas las emergencias se traducen en desastre. Todo nos afecta: corre viento fuerte, se cae una muralla; nos caen unas gotas de agua, y se producen aluviones.

Pero ese día, una de las mayores preocupaciones de Ricardo Valdés eran los incendios forestales. Y no solo por el incendio que se había desatado en el Cerro Toro tres días antes.  Faltaba muy poco para el inicio oficial de la temporada estival y, por esa razón, el jefe municipal se tomó casi todo el tiempo de su exposición para alertar a los miembros del Consejo Municipal de Valparaíso sobre el inminente riesgo de un siniestro de proporciones.

–Se está haciendo un desmalezado con mucho sacrificio y eso me consta porque hay 20 personas trabajando para toda la ciudad. Como mandato, este municipio tiene que hacer cortafuegos por una cantidad de 45 kilómetros de distancia. Debemos haber ejecutado un 5% o 6% de eso. El resto no ha se ha podido hacer por falta de recursos –afirmó.

La emergencia que describió Ricardo Valdés ese 12 de diciembre de 2012, exigía una reacción inmediata de las autoridades. No fue así. Lo dramático es que este escenario se mantuvo sin avances hasta la tarde del sábado 12 de abril de 2014, cuando el fuego se desató sin control arrasando con todo lo que encontró a su paso a los largo de 1.145 hectáreas.

Valdés le describió a los concejales la conveniencia de que el programa de desmalezamiento se realizara al menos una vez al año. Para que ello sucediera, advirtió, la municipalidad debía conseguir recursos extra con la intendencia regional o en instancias superiores, aludiendo al gobierno central.

–Como dato de la causa, por lo menos hace un par de años, el desmalezado de la ciudad le costaba al municipio $170 millones, dinero que en las arcas municipales no está –agregó Valdés.

Según sus cálculos, había un déficit de al menos 80 personas para los trabajos de desmalezamiento y una carencia evidente de herramientas, maquinarias y camiones. Ello explicaba el poco avance en ese frente, según lo recomendado por distintos organismos, entre ellos la Corporación Nacional Forestal (CONAF).

La preocupación de Valdés era apremiante. En Valparaíso, entre las quebradas y las laderas de cerros, había vuelto a incubarse una bomba de tiempo. Y eran varios los estudios e informes que refrendaban la inquietud del jefe de Emergencias. En 2012 la Revista Territorium publicó un artículo del académico de la Universidad de Chile Miguel Castillo, en el que, entre otros problemas, alertaba de la alta carga combustible acumulada principalmente en lugares de muy difícil acceso de los cerros costeros de Valparaíso y Viña del Mar: “La alta carga de material disponible para la combustión supera largamente las 8-10 toneladas por hectárea, cifra que podría provocar intensidades calóricas superiores a 500 Kcal/m/s”, señala el estudio.

–Espero equivocarme, pero yo creo que este año vamos a tener serios problemas con respecto a los incendios forestales –fue la conclusión principal que Ricardo Valdés le comunicó a los miembros del Concejo Municipal.

El diagnóstico del jefe de Emergencias de la municipalidad porteña se hizo realidad casi con precisión milimétrica. Sólo dos meses después, la bomba estalló. El 14 de febrero de 2013 casi 300 casas fueron arrasadas por las llamas en el sector de Rodelillos y el Cerro Placeres de Valparaíso, dejando a 1.200 personas damnificadas. Hasta hace poco, este siniestro era considerado el peor desastre ocurrido en Valparaíso desde el incendio de la noche de Año Nuevo de 1953.

Pero eso no fue todo. En abril del mismo año, un incendio originado en el sector El Vergel, en la quebrada que une los cerros La Cruz y Mariposas, consumió 40 hectáreas, destruyendo 35 casas y obligando a la evacuación de 150 personas.

Serían exactamente esos mismos sectores los que volverían a ser los principales focos del megaincendio que se desató este último fin de semana, y que está dejando un saldo de 2.500 viviendas destruidas, 11 mil damnificados y 15 víctimas fatales. La peor pesadilla de Valdés se hacía realidad.

Lo que revela el acta de la sesión del Concejo Municipal del 12 de diciembre de 2012, es que el municipio porteño estaba completamente al tanto del riesgo inminente de desastre en Valparaíso. La labor de remoción de la carga combustible –arbustos, maleza y desechos- más la construcción y mantención de cortafuegos, mostraba un mínimo progreso y no había presupuesto para completar la mayor parte de esa urgente tarea. La precaria situación de las arcas municipales quedaba una vez más al descubierto.

La carencia de dineros en la Municipalidad e Intendencia de Valparaíso es un problema de larga data. Y no sólo por falta de recursos. Por décadas los escándalos de corrupción han sido la tónica en las distintas administraciones de los gobiernos regionales y comunales. El más reciente se ventila aún en tribunales y en la Cámara de Diputados por un fraude que alcanza a los $1.000 millones de los fondos de la intendencia. Tres de los cuatro grandes escándalos de corrupción que han remecido a la Quinta Región en las últimas dos décadas, totalizan más de $2.389 millones en hechos dolosos.

La municipalidad no se ha quedado atrás en este terreno. Los desvíos de fondos públicos que se iniciaron con la nueva democracia en 1990, con el alcalde Hernán Pinto (DC), quien se mantuvo 14 años en el cargo, perduraron con sus dos sucesores. Así, la deuda de la Municipalidad de Valparaíso creció como una lengua de fuego: a fines de diciembre de 2002, el déficit era de $1.600 millones, la que aumentó en junio de 2003 a $4.100 millones. Actualmente la deuda alcanza a los $35 mil millones.

LOS MILLONES QUE NUNCA LLEGARON

En conversación con CIPER, el jefe de Emergencias de la Municipalidad de Valparaíso desde hace diez años, Ricardo Valdés, señaló que su crudo diagnóstico de 2012 dio pie a la elaboración de un oficio municipal enviado a la intendencia regional con el fin de obtener los recursos necesarios para hacer frente a las urgentes labores preventivas.

–En ese informe detallaba el número de personas, los materiales y las maquinarias que se requerían para ejecutar las recomendaciones de la CONAF respecto de la prevención de incendios. Eran como $238 millones los que necesitábamos para emprender esa tarea –dijo Valdés.

-¿Y qué se hizo con esa información?

–El alcalde (Jorge Castro) elaboró un oficio que fue enviado al Intendente (Raúl Celis) solicitándole los recursos para hacer lo que había que hacer.

-¿Fueron atendidas sus demandas?

–No, esos recursos nunca llegaron.

–Entiendo, entonces, que el desmalezamiento, construcción y mantención de cortafuegos; es decir, la escuálida contención frente a los incendios que presentaba Valparaíso en la tarde del 12 de abril, no era muy distinta a la de diciembre de 2012.

–Lo que estoy diciendo es que en el Concejo Municipal expuse las sugerencias de la CONAF respecto de los cortafuegos y el desmalezamiento para contener los incendios forestales, y que respecto de eso íbamos con un avance menor porque no teníamos los recursos. Esa alerta se transformó en un oficio para solicitar los recursos en la intendencia.

Le insisto: si no hubo una inyección de dinero para las labores preventivas que usted mismo describió en diciembre de 2012, la situación no cambió desde entonces. ¿Me equivoco?

–Sí, claro, eso es verdad. Hice la mención, se transformó en una solicitud a la autoridad regional y nosotros no recibimos los recursos para abordar eso.

El envío del oficio a la Intendencia de Valparaíso fue confirmado a CIPER por el alcalde Jorge Castro, quien aseguró que se despachó con antelación al incendio de febrero de 2013 en Rodelillos. Castro afirmó también que, a propósito de la alerta sanitaria decretada en noviembre del año pasado, luego del paro de los funcionarios encargados de la recolección de basura y aseo municipal, se volvió a insistir pidiendo los recursos.

–Nosotros tuvimos acá al ministro Jaime Mañalich (ex ministro de Salud), quien prometió que se sacaría toda la basura del fondo de las quebradas. Nos decretaron alerta sanitaria y al final no trajeron ni un peso, ni siquiera para esterilizar un perro. Mañalich pasó y prometió frente a la prensa y al final no sacó ni un kilo de basura. Nunca tuvimos respuesta de la intendencia frente a nuestras solicitudes –dijo Castro.

CIPER le solicitó al alcalde Castro copia de los dos oficios que dice haber enviado a la Intendencia de Valparaíso. Del primero, no hay rastro, aunque la concejal Paula Quintana (PS), afirmó a CIPER que “ese petitorio nunca se formuló”. Sólo obtuvimos copia del segundo, fechado el 20 de noviembre del año pasado. En ese escrito se solicita que se gestione -ante el Ministerio del Interior- la entrega de $400 millones para paliar “la imposibilidad del retiro de los deshechos domiciliarios dispuestos en las quebradas de la ciudad, lo que conlleva un latente foco de infecciones… y probabilidades de incendio”. En uno de sus acápites se afirma: “la limpieza de quebradas es urgente de implementar”.

PRIORIDAD: MUSEO BABURIZZA

En septiembre de 2009, la CONAF y el Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso (PRDUV) -dependiente de la Subsecretaría de Desarrollo Regional- firmaron un convenio para la ejecución de un plan de control de microbasurales en la parte alta de Valparaíso, a través de procesos de educación ambiental y participación ciudadana.

Ese importante programa contó con un financiamiento inicial de  $1.779 millones. Cuando se habían ejecutado obras por $780 millones, el gobierno decidió cortar el programa. Hasta entonces (septiembre 2009 – febrero 2011), con ese dinero fueron limpiados 102 microbasurales en toda la comuna, abarcando una superficie de 177.289 metros cuadrados, equivalentes a 25 veces la cancha de fútbol del Estadio de Playa Ancha.

El plan permitió por primera vez incorporar la educación ambiental en 33 colegios de Valparaíso (más del 50% de las escuelas municipales) y dio empleo a más de 200 personas. Pero su logro más importante fue que, con que esa intervención, se disminuyó el peligro que representan los vertederos clandestinos, el mismo foco de los incendios que se repiten todos los años en el Puerto.

Los mil millones de pesos que se le quitaron en 2011 al plan de limpieza de microbasurales, fueron destinados a acciones de “mayor visibilidad”, como aseguró a CIPER un ex encargado del programa. Entre las obras que se financiaron con esos dineros figura la remodelación del Museo Baburizza en el Cerro Alegre, y la reparación y compra de ascensores.

CORRUPCIÓN SIN CORTAFUEGO

Los casos de corrupción en la Quinta Región se arrastran desde comienzos de la década de los ‘90 y sus protagonistas atraviesan todo el arco político. Los miles de millones que se le han escamoteado a los fondos regionales y municipales y que salieron a la luz pública en los sucesivos escándalos de corrupción, fueron acrecentando las deudas de la ciudad al mismo tiempo que la pobreza de sus habitantes.

Se presentan las fotografías de Hernán Pinto, Aldo Cornejo, Jorge Castro, Iván de La Maza, Raúl Celis.

Según el último estudio de empleo de la Fundación Sol, que mide la Tasa de Desempleo Integral (calculado de las cifras de desempleo abierto u oficial; desempleo oculto y desempleo equivalente por subempleo), la Región de Valparaíso sobrepasa el 13%, compartiendo el primer lugar de la tabla con las regiones de Bío Bío, La Araucanía y Los Ríos.

El historial de las denuncias por malversación de fondos públicos y fraude al Fisco comenzó en abril de 1993, cuando el entonces diputado Raúl Urrutia (RN) alertó sobre el pago de $389 millones por el desmalezado de 320 hectáreas de la Refinería de Petróleos de Concón. Seis personas fueron sometidas a proceso por los ilícitos descubiertos. La investigación judicial determinó que hubo desviación de dineros para financiar campañas políticas. Las redes alcanzaron al entonces senador Juan Hamilton (DC) y al que fuera diputado y luego alcalde de Valparaíso, Aldo Cornejo (DC).

Una década más tarde, en 2005, el alcalde de Quillota, Luis Mella (DC), denunció el uso de fondos públicos del Programa de Generación de Empleo (PGE) para pagar a 45 trabajadores de obras viales que nunca se realizaron. Los dineros se habían destinado a paliar la crisis económica que galopaba en Valparaíso, con un plan que buscó disminuir la cesantía, una de las más altas del país.

Fue así como estalló el llamado caso de los “empleos brujos”. El entonces fiscal jefe de Quillota, Pablo Bravo, descubrió que esos fondos habían sido desviados a otras provincias para financiar campañas políticas de dirigentes socialistas. Los protagonistas de este nuevo hito en la corrupción que ha azotado la región fueron el seremi del Trabajo José Manuel Mancilla (PS) y el ex presidente del PS regional, Edgardo Lepe. El juicio se cerró en 2009, condenándose a seis de los nueve imputados.

En 2010, un mes después del inicio del gobierno de Sebastián Piñera, el intendente de Valparaíso, Raúl Celís, presentó una denuncia por malversación de fondos por sobre los $1.000 millones. En estos ilícitos resultaron involucrados tres funcionarios de la división de Administración y Finanzas del gobierno regional anterior, liderado por Iván de la Maza (DC).

En la indagación se detectaron diversos sistemas para apropiarse de los recursos del gobierno regional, los que al igual que en los otros casos serían destinados para financiar campañas políticas. Los involucrados en la operación fueron, entre otros, Lorenzo Leiva, jefe de Finanzas del gobierno regional y Eugenio Aubele, empresario contratista de la zona y uno de los particulares que cobró cheques de la intendencia. Ambos fueron condenados por la justicia. El ex intendente Iván de la Maza (DC), quien no fue procesado, debió declarar ante la fiscalía y la comisión que constituyó la Cámara de Diputados para investigar los desvíos de fondos.

“Aquí no hay ninguna persona de carácter político involucrado. Esto es un delito puro y simple que enloda al gobierno que yo presidí. Es un fraude al Estado y si no tienes información no puedes suponer que la gente con que trabajas es sinvergüenza o ladrona. Yo no sabía nada”, aseguró de La Maza. Y eso fue todo pues el hilo se cortó por lo más delgado.

CÓMO SE DISTRIBUIAN LOS FONDOS REGIONALES

En medio de las secuelas que ha dejado el megaincendio en Valparaíso, una nueva comisión investigadora deberá constituirse en la Cámara de Diputados durante esta semana. El objetivo: determinar los montos y los responsables del último gran escándalo de corrupción en la Intendencia de Valparaíso y que ahora tiene en el banquillo de los acusados al ex intendente, Raúl Celis (RN).

Puede que la investigación de este nuevo escándalo regional y que nuevamente centra su atención en otros $1.000 millones que habrían sido desviados a campañas políticas, sea la que grafique con mayor crudeza las prácticas de corrupción enquistadas en el gobierno regional y de la cual no se escapa ni un solo partido.

Los comités parlamentarios de la Cámara se reunirán en los próximos días para elegir al presidente de esta instancia investigadora. Esta es la segunda comisión que investigará la misma operación de fraude al Fisco ya que en 2013 hubo una primera comisión que indagó los ilícitos sin llegar a ningún resultado.

En este juicio ya se encuentran procesados y en prisión preventiva el ex jefe de la división de Administración y Finanzas de la intendencia, Sergio Núñez; y Enrique Kittstteiner Yovanini, jefe de gabinete del intendente Raúl Celis. Otro protagonista de este nuevo fraude al Fisco es el recién asumido diputado por Quillota y Petorca, Christian Urízar (PS), a quien se le indaga por su presunta participación en la malversación de caudales públicos mientras se desempeñó como consejero regional. Hasta ahora, Urízar se había negado a declarar ante la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, pero “ahora se comprometió a hacerlo”, recalcó a CIPER el diputado Marcelo Schilling (PS).

Desde que asumió como diputado el 11 de marzo de este año, Urízar ha debido declarar ante la fiscalía en dos ocasiones, ya que aparece como uno de los beneficiados del desvío de dineros públicos de la intendencia regional. Su ex jefe de campaña y presidente regional de la ANEF, Luis Vásquez (PS), también declaró pero como imputado.

La incautación de 10 computadores personales en la Intendencia de Valparaíso fue la diligencia clave que le permitió a la fiscalía empezar a desentrañar el modus operandi del nuevo fraude que sacudió a la Quinta Región. En el notebook del jefe de la división de Administración y Finanzas de la intendencia, Sergio Núñez, se encontró uno de los denominados “libros de cuotas”. Allí estaba el detalle de los proyectos que el gobierno regional tenía en carpeta con los respectivos montos asignados. Y junto a cada ítem los porcentajes que se repartirían entre los consejeros regionales.

En los hechos, el llamado “libro de cuotas” era la contabilidad paralela de la distribución que acordaron los miembros del CORE de Valparaíso, de los $1.000 millones del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR).

“Una serie de diligencias, más las declaraciones del señor Kittsteiner, nos permitieron establecer la existencia de una especie de cuoteo en el gobierno regional para la asignación de los proyectos. Tenemos actas y archivos al respecto, y estamos investigando este sistema de distribución que sería de antigua data”, dijo el fiscal del caso, José Uribe.

El 13 de marzo de este año, la fiscalía pidió condenas de hasta 10 años de cárcel por malversación de caudales públicos y fraude al Fisco con dineros destinados al financiamiento de 57 proyectos de interés social. En ellos, aparecen facturas por cerca de $150 millones por trabajos que nunca fueron ejecutados o no tuvieron un fin público. Entre los imputados se encuentran cuatro personas que habrían facilitado las facturas falsas para que en la intendencia se justificaran los millones de pesos que se desviaban hacia los consejeros regionales.

DE PINTO A CASTRO

La alcaldía de Valparaíso también ha sido epicentro de irregularidades financieras partiendo con el ex alcalde Hernán Pinto (DC), quien después de tres periodos debió retirarse temporalmente de la política luego de estallar en 2004 el Caso Spiniak, en el que fue un protagonista lateral.

El abogado Pinto fue designado en 1990 por Patricio Aylwin como alcalde de Valparaíso (aún no había elecciones municipales) y hasta el 2004 mantuvo el control total del municipio por elección popular.

Su historial político incluye un fuerte despliegue de trabajo en los cerros y también duras acusaciones de corrupción en el municipio. Una señal que grafica lo que ocurrió en su período, es el aumento de la ahora histórica deuda de la municipalidad porteña. Entre las principales irregularidades que se cometieron durante sus 14 años en la alcaldía, está el pago de operadores políticos con parte de los millonarios créditos que otorgó el Banco Interamericano del Desarrollo (BID) para levantar el área patrimonial de Valparaíso (obtuvo la acreditación de la UNESCO en julio de 2003). La estrategia de intervención integral que se hizo entonces para realzar el valor del casco histórico, no logró materializarse.

En su tercer período como edil de Valparaíso (2000-2004), Pinto recibió del BID un préstamo de US$73 millones para la “remodelación de la Plaza Echaurren, el entorno de la Iglesia La Matriz y convertir el edificio Luis Cousiño en un centro de convenciones, capaz de recibir visitas como los reyes de España”, según declaró a El Mercurio de Valparaíso el propio Pinto el 11 de marzo de 2004. Nada de eso se concretó en su administración.

La deuda de arrastre que dejó el alcalde Pinto, se acrecentó con sus dos sucesores: Aldo Cornejo (DC) y Jorge Castro (UDI). A fines de diciembre de 2002, el déficit del municipio era de $1.600 millones, la que aumentó en junio de 2003 a $4.100 millones. En 2004, Aldo Cornejo asumió la alcaldía con una deuda que llegaba a $7.613 millones.

Actualmente la deuda de la Municipalidad de Valparaíso alcanza a los $35 mil millones, lo que incluye el déficit de la Corporación Municipal (alcanza a los $25.000 millones), la que gestiona todos los colegios de la comuna.

La corporación no se ha escapado a las prácticas de corrupción que se han convertido en una plaga en el Puerto. Según reveló una investigación de CIPER, la Contraloría detectó que cerca de $1.300 millones provenientes del fondo de Subvención Especial para Uso Educativo (SEP) fueron utilizados para fines distintos a la educación de los niños de sectores más vulnerables, como el arreglo de la sala municipal del Cine Condell.

En ese escenario era imposible que la basura y el material combustible acumulado en los cerros de Valparaíso, sumado a la carga combustible de corrupción que se enquistó en sus gobiernos regionales y municipales, no estallara. Y así fue.

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