Como lo he planteado en artículos anteriores, Chile es uno de los países del mundo que más relación tiene con los mercados externos.
Una alta proporción de su producción va al exterior: cobre, molibdeno y otros minerales; celulosa y otros productos de origen forestal; fruticultura, vinos y semillas; productos del mar especialmente harina de pescado; salmón. A su vez una alta proporción de su abastecimiento para el consumo proviene del exterior; productos como textiles, metalmecánicos, del cuero y calzado, incluso materiales para la construcción, que se podrían producirse en el país y que antes se generaban en él, dando un importante empleo, hoy provienen del exterior.
Se hace un análisis sobre políticas cambiarias chilenas y de otros países y se sugieren medidas para el caso chileno.
Por lo ya señalado anteriormente gran parte de nuestros bienes se les puede considerar transables (internacionalmente) y por lo tanto sus precios están dependiendo de los precios internacionales y en grado muy importante, del valor de la divisa.
Las inestabilidades del dólar se trasladan a la economía nacional; esta divisa ha mostrado fuertes alteraciones en los mercados externos a lo que se agrega las mayores variaciones en su conversión a moneda nacional, de lo que es principalmente responsable la política cambiaria que el país ha seguido en los últimos gobiernos.
El disparo de los precios del cobre y de otros minerales contribuyó a generarnos grandes excedentes en balanza comercial y en balanza de pagos, que en grado importante se trasladaron a los mercados financieros, generando una fuerte caída del valor de la divisa, la que tanto afectó a producciones nacionales, incluso en aquellos rubros como la fruticultura, en que el país dispone de claras ventajas comparativas y competitivas. Se paralizaron inversiones en nuevas plantaciones perjudicando generaciones inmediatas de empleos durante la inversión y las futuras para el manejo posterior y especialmente para su cosecha, transporte, demanda de insumos e industrialización.
Son muchas las empresas que debieron cerrar teniendo como una razón importante el bajo valor de la divisa; podemos recordar con tristeza a Paños Tomé y a Cerámicas Cordillera, como también a automotoras de Arica entre otras, casos que se dieron a conocer ante la opinión pública, pero desgraciadamente además hay muchas otras pequeñas y medianas empresas que se han visto seriamente perjudicadas y no pocas han debido desaparecer.
Debe recordarse que se ha podido apreciar una estrecha correlación negativa entre los precios de la divisa y los del cobre.
En el último tiempo se nos hacen presente nuevamente altas alteraciones en el precio del dólar como consecuencia especialmente de la política fiscal que financiará grandes nuevos programas, a través de la conversión de dólares de las reservas a moneda nacional, ya que los nuevos gastos, inversiones y gastos corrientes son esencialmente en moneda nacional. El Gobierno fue autorizado a financiar estos programas de emergencia destinados al apoyo al aumento de la producción y del empleo, mediante el uso de sus reservas y el endeudamiento.
Recientemente el anuncio de que el Gobierno vendería del orden de unos 4 mil millones de dólares en el mercado cambiario, generó una fuerte y repentina caída de la divisa, que había tenido anteriormente una notable recuperación, posiblemente como consecuencia de las reducciones de los excedentes de las cuentas comerciales externas, especialmente de la balanza comercial.
Se suma a las dificultades de solución al problema el hecho de que el Banco Central no pueda prestarle al Fisco, lo que en el pasado fue una importante herramienta de política económica financiera. Esto lo prohíbe no sólo la ley sino que la Constitución de la República, de tan oscura gestación y donde primaron los enfoques monetarista y neoliberales. Debe recordarse que nuestra Carta Magna sólo permite créditos del Banco Central al Gobierno en caso de guerra o de peligro inminente de ella, calificados por sistemas especiales. Para crisis como la actual, no se dispone de esta importante herramienta.
Extraña por otra parte que la política monetaria, responsabilidad de un Banco Central autónomo, ha ido dirigida fundamentalmente a evitar presiones inflacionaria, ignorando o dejando en segundo plano el desarrollo del país y la ampliación del empleo. Además, lo que parece hasta ridículo, que el Banco Central deba preocuparse de mantener su patrimonio, ya que poco menos que se le considera como una empresa privada con fines de lucro; parece más importante el patrimonio del banco emisor que los grandes intereses nacionales.
Tenemos una rica experiencia histórica de políticas cambiarias. Desde los malos resultados de un cambio fijo como sucedió en los gobiernos de Alessandri y Militar, a otras antiguas experiencias como: los cambios diferenciales; el uso de dos áreas, la bancaria y la de corredores; otra como un cambio único que modifica su tasa de conversión de acuerdo a la evolución de la inflación; las bandas del precio de la divisa, etc.
Es inolvidable la gran crisis de fines de los años 70 y comienzos de los 80, cuando se mantuvo un dólar fijo por casi tres años, lo que fuera la gran causante de la crisis económica más seria que ha enfrentado el país desde la gran depresión mundial de comienzo de los años 30. Debe recordarse que en grado importante esa crisis fue consecuencia además del irracional endeudamiento externo a base de la apertura exterior al ingreso de los llamados petrodólares, estimulada por las recomendaciones internacionales y nacionales de los neoliberales y monetarista, de que “había que aprovechar el ahorro externo”. Ese endeudamiento externo fue traspasado en grado importante a un endeudamiento privado interno sin precedentes, causante a su vez de incumplimientos posteriores de pagos que repercutieron seriamente en el sistema bancario. Conviene recordar que la etapa previa a la crisis chilena de fines de los 70 y comienzos de los 80, fue de un aparente auge económico, principalmente de áreas como las bancarias, las comerciales y la de la construcción privada; se crearon así verdaderas burbujas que cuando reventaron llegamos a bravísimas situaciones, con grandes quiebras y con fuertes intervenciones estatales, facilitadas por la existencia de un gobierno autoritario, sin Parlamento. Economistas de gobierno habían asegurado que el dólar a $39 se mantendría por lo menos por 10 años. El Gobierno Militar tuvo que hacer un gran cambio en su política económica, con nuevos equipos humanos y con una fuerte presencia del Estado en la economía; tuvo que hacerse cargo de gran parte del sistema bancario como también establecer una serie de medidas económicas discrecionales.
En parte la crisis financiera de EE UU tiene causa similar a la chilena de los comienzos de los 80; el país del norte se ha endeudado en forma creciente tanto internamente como internacionalmente, con sus déficit fiscales y sus balanzas de pagos adversas, cubiertas con el endeudamiento externo principalmente proveniente de esa otra gran economía en expansión, China que ha tenido una gran capacidad de atraer capitales para inversiones internas y generar expansiones de sus exportaciones, formadoras importantes de excedentes de divisas. Su sistema cambiario ha sido el gran estímulo a las exportaciones, y además ha contribuido a evitar la competencia interna de productos importados. Así se crean estos grandes excedentes de divisas.
Tengamos presente que ya China ha llegado a ser la tercera potencia económica del mundo, desplazando recientemente a Alemania; es posible que en un par de años más supere a Japón, hoy la segunda potencia, pero en recesión. No olvidemos que China ha crecido en los últimos 20 años a una tasa promedio anual del orden del 10%, lo que le ha permitido a lo menos multiplicar por 6 su PIB en esas dos décadas. Hoy parece ser la única economía importante que está en alto crecimiento, aunque su tasa anual sería posiblemente la mitad o incluso menos, de la promedia histórica. Es importante observar cómo enfrenta esta situación de menor dinamismo de su crecimiento, buscando ampliar su mercado interno.
En mi opinión una política de Estado se necesita para la divisa en Chile, que le dé dos características. Una reducir su inestanbilidad y la otra mantenerla dentro de valores reales con visión no sólo de corto plazo sino que también de mediano y largo plazo, donde se conjugue las políticas monetaria y cambiarias junto a las fiscales. Debiera pensarse para cada día cuál debería ser el precio real de la divisa para nuestro país, pero con visión de futuro y darle una leve holgura, mediante una prudente banda de precio para la divisa, que permita que el mercado tenga ajustes autónomos como también para que llegando a niveles cercanos a los extremos se evite con medidas económicas llegar a ellos y si se llega, intervenga el Banco Central directamente.
Para una política de esa naturaleza se requiere que exista real conciencia de que es necesario que el país tenga siempre un valor adecuado de la divisa, que favorezca su desarrollo, entendido dentro de éste no sólo su crecimiento económico sino que también una menor desigualdad en la distribución del ingreso.
Una política de esta naturaleza le permitiría al Fisco vender sus reservas en forma paulatina a sus necesidades y propiciar políticas o medidas que reduzcan el efecto negativo de esa mayor oferta de divisas, teniendo como recurso final a que el Banco Central compre dólares. Sería hasta una forma de neutralizar la disposición constitucional de no prestar al Fisco, ya que al vender dólares fiscales y bajar el precio, el Banco tendría que entrar a comprar en el mercado para evitar su caída por debajo de los niveles considerados como mínimos aceptables.
Volviendo al análisis de experiencias históricas sobre un cambio fijo, se tiene la conversión fija de peso argentino por dólar estadounidense establecida por Argentina por alrededor de 10 años, apoyado por los enfoques monetaristas y neoliberales y en grado importante también por el FMI. Esa política le permitió inicialmente salir de esa hiperinflación pero terminó originando en el país hermano una de las más serias crisis económicas y sociales. Fue impresionante apreciar cómo se destruyó en ese país su tan poderosa y calificada Industria y cómo la subalimentación afectó a importantes estratos de su población. La devaluación posterior ha sido una de las causas más importante de su impresionante recuperación económica posterior.
Hoy vemos el caso de Ecuador, que años atrás decidió usar como moneda nacional al dólar, que se enfrenta recientemente a gravísimos problemas derivados en grado importante por la caída del precio del petróleo. Ha debido intervenir intensamente a su comercio exterior, con restricciones a las importaciones principalmente usando la herramienta arancelaria medida que ha entrado a la crítica internacional de varios sectores que ven con preocupación al proteccionismo que está apareciendo como un tipo de medidas para salir de la crisis.