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El renacer de ferrocarriles en Chile. Triste historia de lo que en el pasado fueron los ferrocarriles en Chile. Mucho aportó al turismo nacional. Posible apoyo futuro al desarrollo de ciudades satélites

El renacer de ferrocarriles en Chile. Triste historia de lo que en el pasado fueron los ferrocarriles en Chile. Mucho aportó al turismo nacional. Posible apoyo futuro al desarrollo de ciudades satélites

En los dos últimos gobiernos, el segundo del Presidente Piñera y el actual, de Boric, se capta una especie de renacer de Ferrocarriles del Estado. Bastante se ha hablado este último tiempo de un tren a Valparaíso, ya sea con muy distinto trayecto y notable mayor rapidez o a base de descansar bastante en el trazado existente.  También ya se tiene programado un trayecto de pasajeros hasta Melipilla como también otro por la antigua línea a Valparaíso, para llegar hasta Batuco.

Parece increíble que en Gobierno o Dictadura militar se les haya debilitado, sabiendo su importancia geopolítica. Puede pensarse que primó el neoliberalismo civil.

Existe el rumor de que las fuerzas armadas se negaron a que se levantase la importante línea que va de Calera al Norte, hasta Iquique.

Qué importante fue ferrocarriles en el pasado. Basta recordar el inmenso trayecto entre Santiago y Puerto Montt con su gran estación final en el plano costero del puerto. Su descenso del alto era hermoso. Pero hoy  la línea llega solo a una humilde estación en ese alto, estación casi sin actividad. Más al sur, en la Isla de Chiloé, se tenía un tren que unía las ciudades de Ancud y Castro.

Recuerdo de niño el hermoso y rápido convoy que desde Santiago llegaba a Puerto Montt. Por su rapidez se le denominaba el “Flecha del Sur”. Tenía motor a petróleo. En esa época casi todo el movimiento ferroviario era a base de máquinas a vapor.

Otro muy importante era el que desde Calera conducía hasta Iquique, pasando por muchas ciudades importantes como La Serena, Copiapó y Antofagasta. Como también el Trasandino que desde Los Andes nos llevaba hasta la ciudad argentina de Mendoza. Desde ahí se podía combinar con el ferrocarril argentino que atravesaba toda la Pampa hasta llegar a Buenos Aires.

Otro tren muy importante era el de la interesa obra de la línea de Santiago(Estación Mapocho) hasta el puerto de Valparaíso, pasando por muy importantes ciudades como Llay Llay, Quillota, Calera, Limache, Villa Alemana, Quilpué y Viña del Mar. Desde la estación San Pedro se tenía un ramal que llegaba a Quinteros y Ventanas. Desde Llay Llay había una línea que pasando por San Felipe llegaba a Los Andes, donde se podía trasbordar al Trasandino.

Igualmente se podía llegar a Concepción y Valdivia.

Fue interesante como paulatinamente se iba electrizando.

Muchos otros ramales eran muy importantes como el que conducía a Lonquimay, después de cruzar ese inmenso e histórico túnel de Las Raíces.

Fue muy triste el desaparecer el ferrocarril militar de Puente Alto a El Volcán, junto con el fin del  Regimiento Ferrocarrilero  con sede en Puente Alto. Ese ferrocarril tenía obras de artes muy interesantes, túneles y puentes. Cumplía labores de transporte de pasajeros y de carga, especialmente de productos mineros. Uno podía incluso viajar de pasajero, pagando su pasaje, en carros de trenes de cargas sentado en el material que transportaba. Recuerdo haberlo hecho de San Alfonso a Puente Alto. Era un trazado de alto valor potencial turístico. Algo se ha hablado de restablecerlo. Recuerdo que personal de ese regimiento era empleado para servicios de emergencia en huelgas de ferrocarriles.

Reitero, cuesta entender por qué el Gobierno o la Dictadura Militar dejó debilitarse a tal extremo los ferrocarriles chilenos, que a mi juicio tenían alto valor geopolítico.

Teníamos una maestranza extraordinaria, la de San Bernardo, donde incluso se construían hasta locomotoras. Se fabricaban en Chile carros de ferrocarril y  tranvías. Incluso una empresa extranjera fabricaba ruedas de ferrocarriles las que en parte se exportaban. Había un importante empleo de recursos humanos en esos quehaceres. Ambas actividades, la de la maestranza mencionada y la que fabricada ruedas de ferrocarriles, a mi juicio también tenían valor geopolítico.

Se han dado algunas explicaciones por el decaer de ferrocarriles, una es el triunfo de los intereses privados en el transporte de carretera, otra ha sido las posiciones tan extremas a que llegó el neoliberalismo a Chile, un par de años después del Golpe Militar.

Recuerdo las expresiones de unos de los neoliberales civiles importantes del equipo con relación al Metro de Santiago. Decía, cuando solo esteban operando las dos primeras líneas, que si ellos hubieran sido gobierno antes, no las habrían construidos e incluso consideraba conveniente  levantar la Línea 2 por ser antieconómica.

También el mejoramiento de las carreteras habría motivado el debilitamiento del trasporte ferroviario.

El triste fin del tren a Valparaíso que corría desde la Estación Mapocho hasta terminar en el Puerto. Muchas veces hice ese recordable trayecto. Los trenes tenían tres clases con, desde luego tarifas diferentes, los carros de “primera”, más cómodos y lujosos, a nivel intermedio venían los de “segunda”  y en la parte posterior, al final del convoy, los de “tercera” con asientos de madera. Famoso era el carro comedor, que atendía tres turnos. Desde el vagón comedor venía personal ofreciendo los turnos de almuerzo a los carros de pasajeros.

Al parecer bastantes personas viajaban en tren a Viña a jugar a su famoso casino, que era uno de los pocos entonces que existían en Chile. Se dice que el último tren del día a Santiago, se asociaba con la hora del cierre del casino.

Conviene recordar los dos tipos de convoyes que circulaban, los llamados “tren expreso” y “tren ordinario”. El primero se detenía solo en ciudades importantes en cambio el ordinario lo hacía en todas las estaciones. Recuerdo un ordinario muy conocido que llegaba del sur a  la estación Mapocho, que se le llamaba el “curao” que recogía a los curaditos rezagados. En esos años abundaban las personas mayores que se embriagaban con vino.

Cabe recordar que mucha vida social se generaba en las estaciones del ferrocarril. También especialmente en algunas de ellas se ofrecía alimento característicos.

Algo parecido sucedía al tren a Valparaíso acontecía en el tren al sur, que llegaba hasta Puerto Montt. Muy entretenidas eran las conversaciones que se tenían en el carro comedor. Ese convoy tenía dormitorios, tanto tipo camarotes como de pequeños departamentos familiares.

Otro viaje de gran valor social era el que iba desde la Estación Central a la Costa, pasando por Melipilla,  hasta llegar al Puerto de San Antonio, para terminar en el popular balneario de Cartagena. Esa línea sigue principalmente para carga; en la actualidad ella ya no llega al anterior destino final.

Muchas veces viajé de niño a vacacionar con mi familia a Valparaíso. Su línea era eléctrica desde antiguo. Recuerdo el hermoso paisaje que se tenía a la vista en el descenso desde la estación Las Chilcas, hoy con otro nombre, hasta llegar a la planicie de ese hermoso valle agrícola de los Prieto Letelier, dedicado en alto grado a productos de exportación. En ese descenso se pasaba por un par de túneles cortos.

En el viaje de regreso, en el ascenso, el convoy debía reforzarse con una segunda máquina eléctrica para poder subir esa cuesta; ese refuerzo llegaba hasta la llamada estación La Cumbre, la de mayor altitud de todo el recorrido.

Más allá del túnel de San Pedro hacia la costa, el más extenso del trayecto, se pasaba por varias ciudades. De niño me llamaba la atención los numerosos molinos de viento dedicados especialmente a elevar agua subterránea dedicada preferentemente a uso doméstico.

 

Triste fin tuvo ese viajar al Puerto de Valparaíso. Desapareció poco después de ese atroz accidente, el mayor que ha existido en Chile, en el que oficialmente murieron 58 personas identificadas, y posteriormente 26 más en días siguientes; se dice que habrían sido más, en total sumar unas cien. Algunas no podrían haberse identificado. Los heridos fueron 510.

Se ha informado que eran unas 1000 las personas que iban en ambos convoyes.

Ese choque fue de frente, ambos iban por una misma vía y en sentido contrario, en una curva y a alta velocidad. Ello fue en 1986 en el sector del puente Queronque. Recuerdo haber estado esa noche en Viña del Mar y recibir allí esa triste noticia.

El lugar del accidente está entre las ciudades de Limache y Peñablanca. Uno de los convoyes era el expreso que iba de Valparaíso a la entonces operativa Estación Mapocho de Santiago, que a mi juicio no debió eliminarse; el otro era el automotor que venía con tres vagones desde Los Andes hacia Valparaíso.

 

Causas del accidente

Es triste conocer las causales que se le atribuye habrían motivado este terrible accidente.

Habría sido varias.

El día de la tragedia existía una sola vía férrea para la circulación de los trenes que corrían en sentido contrario, ya que el puente cercano al sitio del suceso estaba siendo sometido a reparaciones a raíz de un atentado terrorista perpetrado en 1985. Además había sido afectado por los temporales.

El sistema de comunicaciones, que databa de 1928, no era el óptimo y el teléfono estaba en mal estado. El sistema de señalización eléctrica tampoco funcionaba y se dice que pocos días antes se habían robado los cables del teléfono interno.

Es triste saber además que  los contratistas que habían reparado la vía suspendida, no habían dado la autorización para ocuparla, a raíz de que aún no les pagaban por el trabajo. Amarga pensar que un pago oportuno hubiese evitado esa catástrofe que tantos daños humanos ocasionó.

Además cuesta comprender por qué dos convoyes que se sabía que irían por una única vía disponible y lo hicieran a alta velocidad, y para peor, en una curva. Se puede pensar  que en una  recta y trenes con luces delanteras, pudieron haber frenado totalmente  o haber generado una colisión de mejor intensidad.

Se puede considerar que hubo una despreocupación de la empresa en el tema de la seguridad. Quizás hasta un desánimo por la sensación de una pronta desaparición de ella.

La consecuencia más inmediata de la tragedia de Queronque, además del centenar de fallecidos y 510 heridos, fue la suspensión del histórico servicio de trenes Santiago-Valparaíso, que sólo se restableció seis años después, en el verano de 1992. Si bien los automotores fueron reforzados con equipos de radiocomunicación para advertir sus problemas, años más tarde el servicio de transporte de pasajeros entre Valparaíso y Santiago fue cancelado definitivamente, siendo usada la vía casi únicamente para trenes de carga. A veces se han hecho viajes de turismo rememorativos de estos históricos trayectos.

En la actualidad, parte de esa línea se utiliza usa para llevar basuras de Santiago para verterlas en reservorios de Tiltil, localidad que sufre grave contaminación ambiental. Se ha llegado a que se le recomiende a quienes viven allí, mantener en las noches sus ventanas cerradas. Cuánto de ello daña a la población, especialmente a los niños. Además habría contaminación en las aguas.

El tema de los vertederos de desechos es una vergüenza nacional.

Pasando a otro tema. Los ferrocarriles del pasado gozaban de gran prestigio; las obras que se hicieron fueron extraordinarias; una de ellas impresionante es el Viaducto del Malleco, es reconocida internacionalmente. Los profesionales de la empresa de Ferrocarriles del Estado, gozaban de un alto prestigio, como en general su personal. Había gran cariño por su empresa.

Desgraciadamente las cosas han cambiado. Mal recuerdo se  tiene del esfuerzo del Presidente Ricardo Lagos por hacer volver la llegada ferroviaria a Puerto Montt, entonces ya una pequeña estación terminal en el alto. Se renovaron las estaciones sureñas y posteriormente se compró material ferroviario usado, con lamentables resultados. Se informó que lo importado falló en su sistema de suspensión. Se dieron un par de explicaciones, una de ellas se dijo que era la mala calidad de la vía férrea y otra, increíble, que hubo mucho interés en viajar y que el sobrepeso provocado por las personas de pie habría generado ese deterioro; por ello se debía viajar a futuro solo con pasajeros sentados. Explicación última que parece absurda; hay ejemplos mundiales de carros de ferrocarril sobrecargados que operan sin mayores problemas. Basta recordar en Chile como en el verán, el tren a Cartagena iba con una altísima carga humana.

Finalmente el trayecto a Puerto Montt no habría quedado en funcionamiento e incluso las estaciones remodeladas, abandonadas, habrían sido posteriormente muy dañadas.

Se espera un futuro mejor. Se han ido ampliando los servicios exitosamente. Tenemos ejemplos esperanzadores. Cuán bien están funcionando metrotrenes en varios sectores del país; caso de Santiago a ciudades cercanas del sur. El moderno metrotren entre Valparaíso y Limache. Como también opera positivamente el sistema ferroviario de pasajeros en la zona de Concepción.

Algo parecido se observa de Temuco a Victoria. Esperamos que prontamente tengamos servicio ferroviario hasta Batuco como también lo que se pretende hasta Melipilla.

Ha sido muy positivo la integración que ya se ha logrado entre el Metro de Santiago y el ferrocarril al sur. Se espera con optimismo lo que se programa al norte, hasta llegar a Batuco.

Todo esto puede favorecer el desarrollo de poblaciones o ciudades satélites, con habitantes a quienes se les pueda dar tarifas preferenciales incluso gratuidades temporales. Muy importante es poder disponer de terrenos para construir  poblaciones, lo que actualmente es una gran limitación para superar el agravante tema poblacional.

Esos nuevos conglomerados satélites se van creando empleos locales,  especialmente en servicios.

En ellos pueden establecerse barrios industriales, que incluso se generen productos con destinos a otras ciudades y hasta a la exportación. Llegando a cierta importancia, se pueden ir desarrollando servicios públicos, como educacionales y de salud, como también sectores comerciales como almacenes y autoservicios. Desde luego sucursales bancarias.

Desde luego pueden establecerse áreas deportivas y desde luego a lo menos una plaza.

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