Medicina natural, actualidad y economía

El tema del precio del trigo a nivel del agricultor sigue tenso. La agricultura necesita una política de Estado

Hoy he leído una interesante carta dirigida al Director de El Mercurio firmada por el Presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, don Luis Schmidt Montes. La carta viene titulada “Movilización de trigueros”. He creído conveniente referirme a su contenido y extenderme más sobre el tema,abordando planteamientos sobre políticas agrícolas nacionales. Esta carta me trajo a la memoria una que yo envié en 1995 al entonces Presidente de la SNA, don Luis Correa, en 1995, cuando yo aún era socio de esa sociedad, donde le adjuntaba un amplio documento, que ahora lo incorporo a este artículo. Contiene varios temas que siguen siendo válidos. Ese documento lo envié además a El Mercurio y al entonces ese buen Diario La Época, que me publicó un resumen, en forma destacada. Fue la única respuesta que recibí.

Me ha parecido conveniente incluir primero la carta de don Luis Schmidt. Dice así.

«Movilización de trigueros’
«Señor Director.
La Sociedad Nacional de Agricultura comparte los problemas de fondo que han llevado a los productores trigueros a movilizarse, pero señala categóricamente que no está de acuerdo con los bloqueos y tomas de caminos, como los acontecidos la semana pasada en Chillán.
Los trigueros están viviendo una situación extremadamente compleja , debido a que la industria molinera les está pagando hasta 40% menos del precio internacional que ya bajó. Esto es inaceptable.
Creemos que el Gobierno tiene una cuota de responsabilidad en haber llegado a este punto, puesto que no tomó a tiempo la medida definitiva respecto de los derechos antidumping a la importación de harina argentina, lo cual era clave para dar una señal oportuna a la industria molinera nacional de que ellos iban a competir lealmente con estas importaciones.
Como SNA consideramos que llegó el momento de tomar medidas de emergencia, de lo contrario miles de pequeños y medianos agricultores quedarán seriamente afectados. Así, ya se ha pedido que Cotrisa dé señales comprando al costo de importación y así obligue la corrección de la distorsión de precios que se ha generado. Esperamos que el Gobierno actúe a la brevedad y los molineros también respondan. Aún es tiempo.

LUIS SCHMIDT MONTES
Presidente de la SNA
«

En torno a lo planteado en la carta, me preocupa la responsabilidad de Gobierno en lo sucedido. Creo que refleja en parte la errada posición de que el Ministerio de Agricultura también lo sea de la Alimentación. He podido apreciar que la Ministro de Agricultura parece más preocupada del alto precio del pan, que de los daños que están experimentando esos miles de pequeños y medianos agricultores que se mencionan en la carta.

Creo que el Gobierno rápidamente debe tomar la decisión de hacer presente a Cotrisa como compradora regional de trigo, a niveles de precio acordes con el equivalente al costo del cereal importado. Esa es la responsabilidad fundamental de Cotrisa; es preocupante que todavía no haya actuado. Pienso sinceramente que el país requiere de un Ministerio de Agricultura fuerte, con sólidos equipos que sientan respaldo en sus planteamientos y con un cabeza muy conocedora del sector. La agricultura tiene grandes diferencias con otros sectores de la economía nacional.

También hecho de menos planteamientos al respecto de las universidades nacionales, especialmente de las públicas; además me hubiera gustado que mi Colegio profesional, el de los Ingenieros Agrónomos, también hubiera intervenido al respecto.

Por otra parte la carta parece reflejar que no hay una real unión de los empresarios agrícolas en Chile. Se hecha de menos que no se den a conocer planteamientos conjuntos. No cabe duda que los problemas por regiones son diferentes, cambian en sus intensidades, pero debiera haber más solidaridad. Hace poco el trigo y la leche eran productos previligiados por los altos previos internacionales, hoy la situación ha cambiado drásticamente y en cor plazo-
Es comprensible que la SNA no respalde la toma o bloqueo de caminos. Pero también hay que pensar, cómo logran realmente los trigueros hacer sentir sus problemas y los vacíos de una política agríola. Además hay la triste experiencia que varios de los graves problemas que tenía la sociedad chilena se han ido solucionando a base de manifestaciones que se pueden considerar ilegales, como los cortes de carreteras y caminos. Lo hemos visto con las protestas de los trabajadores subcontratados, con los pescadores y también algo parecido ha sucedido con las grandes protestas estudiantiles.
Me permitiré adjuntar la carta que en 1995 enviara al Presidente de la SNA y además el documento resumido, que fue uno de los que le hice llegar:

«Santiago, 2 de febrero de 1995
Señor
Ernesto Correa
Presidente Sociedad Nacional de Agricultura
PRESENTE

De mi mayor consideración:
Me es grato hacerle llegar dos artículos que he preparado sobre la crisis agrícola nuestra. Uno de ellos es un resumen más bien extenso y suavizado del otro.
Los envié al Director de El Mercurio el día 8 de enero y le señalé que esperaría un tiempo prudencial para darle otros destinos. Tenía mis dudas acerca de su publicación, ya que son enfoques muy distintos a los de la política económica del diario.
He creído conveniente que Uds. tomen conocimiento de ellos y les den el uso que estimen conveniente. En el día de hoy los estoy haciendo llegar también al diario La Época y al MUCECH.
El artículo extenso presenta mi opinión más completa sobre la situación chilena. He tenido una amplia experiencia en políticas agrícolas nacionales desde los años 50, y he asesorado directa o indirectamente a distintos gobiernos en políticas de desarrollo agrícola y especialmente de precios y comercialización.
Creo sinceramente que la agricultura enfrenta y seguirá enfrentando situaciones muy difíciles, ya que los modelos basados en teoricismos de economía de mercado, siempre perjudican a los sectores más débiles. Sin duda que entre ellos están partes importantes de la actividad agrícola. Una de las cosas tal vez distintas a lo tradicional, es hoy el complejo tema del dólar, que lo analizo especialmente en mis artículos.
En ellos se reflejan mis pensamientos, estrictamente personales, no ligados a ningún partidismo ni ideologismo político.
Ofrezco mi desinterasada colaboración a nuestra sociedad, a la que desde hace bastante años pertenezco.
La lucha es difícil, y no se ven salidas fáciles.

Le saluda atentamente

Rolando Chateauneuf D.»

 

A continuación incluyo el documento

CRISIS AGRÍCOLA. ANÁLISIS DE CAUSAS Y SOLUCIONES.
Enero, 8 de 1995

Causa básica. Carencia de una política nacional.
La agricultura chilena enfrenta serios problemas, se habla de crisis en el sector. La causa principal y más profunda de esto parece estar en la carencia de una política agrícola nacional con visión de largo plazo.
Diferentes razones motivan esta carencia. Hay factores políticos históricos importantes que han influido en esto. El estatismo que trató de imponer el Gobierno de Allende y la inseguridad en esa época de la empresa privada, motivó, después del pronunciamiento militar, un rechazo bastante generalizado a todo lo que fuesen políticas de desarrollo con objetivos de mediano y largo plazo, ya que ello de alguna manera haría necesaria la presencia del Estado o del Gobierno. Se debilitaron notablemente las instituciones públicas y entre éstas el Ministerio de Agricultura y la CORFO, que mucho habían influido en el pasado en el establecimiento y en la ejecución de políticas agrícolas.
Junto al antiestatismo se consideró como estrategia básica de solución, liberar al máximo a las fuerzas económicas privadas y a los mercados; se buscó reducir al mínimo la presencia del Estado.
La frase «estado subsidiario» aparece como slogan. Se afianza la idea posteriormente cuando se le asocia a la «globalización de los mercados» con amplias aperturas y aranceles uniformes y bajos y a otros eslóganes como la «reconversión» y la «modernización».
Las grandes potencias económicas mundiales de occidente y lejano oriente, economías consideradas como de mercado, se caracterizan por tener Gobierno o Estado con fuertes presencias, y una de ellas es en la protección de los sectores agrarios y otra, en la intervención en las relaciones económicas externas, especialmente en el comercio exterior.
Hay que reconocer que los precios internacionales de los principales productos agropecuarios, especialmente de aquellos que comprometen la seguridad alimentaria mundial, están claramente influidos por las protecciones nacionales de las grandes potencia, que han repercutido en acumulaciones de excedentes y alteraciones marcadas en los precios internacionales, derivadas de la presencia misma de los excedente, de las protecciones de las importaciones y de los estímulos a las exportaciones.
La seguridad alimentaria mundial ha quedado resguardada por estos excedentes, derivados de políticas con otros objetivos. Es conveniente tener presente, que si se cumplen los compromisos más recientes tomados en el GATT, los excedentes pueden llegar a desaparecer y con ello presentarse cambios importantes en los precios internacionales e inestabilidades en ellos.
Debe recordarse la crisis alimentaria de los comienzos de la década de los años setenta y sus efectos.
Cabría preguntarse por qué estos grandes países protegen a sus agriculturas.
Varios de nuestros economistas, de influencia en los últimos gobiernos, señalan con cierta prepotencia, que esas políticas son erradas. Destacan como elementos de crítica los elevados subsidios requeridos y los precios altos que deben pagar sus consumidores.
Las razones son amplias. Estas políticas son consecuencias de su cultura y de la experiencia derivada de la madurez de sus desarrollos y de sus sistemas políticos. Se requiera de vida rural, de población que resida en los campos con ingresos adecuados a las realidades nacionales, que las actividades económicas se extiendan por todos sus territorios nacionales, que se contribuya así a los grandes macroequilibrios ambientales, sociales y políticos imprescindibles para un desarrollo permanente y estable.
En Chile la crisis agrícola presente no sólo es de carácter coyuntural, tiene características estructurales. Ella se viene generando de años, oculta por los positivos indicadores globales.
Es sin dudas preocupante para el desarrollo económico y la seguridad nacional, los desequilibrios regionales y los graves síntomas negativos que se aprecian en las regiones geográficas extremas y en varios otros lugares como en aquellos que las Fuerzas Armadas, con el reconocimiento del Gobierno, han hecho sentir como afectados por verdaderas «fronteras interiores».

Síntomas inmediatos de la crisis.
La crisis agrícola en lo inmediato puede ser apreciada por unos pocos síntomas claros.

  1. La agricultura tradicional, dañada por la competencia externa favorecida por proteccionismos y subsidios ya analizados y por la preocupante caída persistente del valor del dólar durante los últimos años, agravada por la brusca devaluación reciente de la divisa.
  2. La hortofruticultura, que también ha sufrido el efecto de la caída del valor de la divisa y por claras imperfecciones en los sistemas de exportación, en que falta trasparencia y donde se hacen sentir serios conflictos que dañan nuestros mercados y comprometen las colocaciones futuras. Para opinión de algunos se están presentando peligrosos procesos de concentración y extranjerización de la propiedad en grandes empresas. Los países de la competencia, lo que contrasta, tienen muy distintas estructuras comercializadoras y de respaldo a sus producciones nacionales, y también, formas muy diferentes de actuar.
  3. La viticultura también está experimentando problemas serios. Pueden parecer en parte coyunturales, pero son claramente consecuencias de una falta de política con visión de largo plazo.
    Las producciones se han incrementado irracionalmente, por las «reconversiones» no planificadas del uso de los suelos y, en parte, por los mismos excedentes y desechos que quedan de la viticultura de exportación.
  4. La economía campesina y la pobreza rural parecen verse más afectadas. Preocupante es que tanto se hable de atacar la pobreza con publicitadas comisiones nacionales frente al empobrecimiento rural que parece acentuarse. No bastan las acciones sociales, es fundamental la producción rentable de la agricultura, que pueda generar empleos, adecuadamente remunerados e ingresos y trabajo a pequeños y medianos productores; el pobre necesita trabajar.

Análisis de causas y búsqueda de soluciones. Apoyo en experiencias del pasado.
La solución de los problemas del agro no es fácil. Requiere análisis profundos, serios y objetivos de sus causas y establecer un sistema de definición de políticas, con amplia participación de la sociedad y con horizontes de mediano y largo plazo. Deben existir políticas de Estado y no de gobiernos de turno, con predominio de enfoques cortoplacistas.
La agricultura es una actividad que para progresar necesita estabilidad; muchas inversiones demoran en madurar. La permanencia de un proceso es lo que favorece sus mejoramientos de productividad.
Cabe recordar y destacar algo de lo que se hizo en Chile en políticas por rubros específicos. Los programas de más de medio siglo de mejoramiento triguero, con hombres como Manuel Elgueta M. y René Cortázar S., recientemente galardonado con un tan merecido Premio Nacional. Hoy con preocupación uno puede observar cómo el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, parece querer eliminar sus tradicionales programas nacionales, para enfrascarse en el modernismo de los proyectos específicos con rentabilidades de mercado, que generen ingresos inmediatos y que conduzcan a los tan anhelados o exigidos autofinanciamientos.
Es conveniente recordar lo que se hizo con la remolacha en Chile. Cuántos años de investigación agronómica previa y de desarrollo industrial, de subsidios a esta actividad por largos períodos, para tener hoy día una producción rentable frente al mercado libre, con sólo algunas medidas estabilizadoras. El impacto de IANSA en el desarrollo agropecuario y en el regional, es digno de no olvidarse.
Otro ejemplo chileno relevante es el de las oleaginosas. Su desarrollo relativamente reciente, de los últimos 40 ó 50 años, fue logrado en parte por una acción mancomunada y persistente entre Estado y empresa privada, como fue lo que se hizo en la Compradora de Maravisa SA (COMARSA). Ello significó introducir dos importante cultivos, la maravilla y el raps, con sus positivos efectos en la rotación cultural, en la mayor interrelación entre agricultura y ganadería y en la integración agroindustrial, a semejanza a lo conseguido con la remolacha. Debe tenerse presente la importancia del raps en la agricultura de la 9a Región.
Hay que recordar a la Corporación de Fomento de la Producción, institución que fuera pilar del desarrollo chileno, que mucho contribuyó a las políticas agrícolas estables y con horizontes de largo plazo. CORFO hoy está venida a menos y a punto de sucumbir entre los planteamientos de las subsidiaridades y la estéril lucha ideológica entre privatizar o no privatizar empresas del Estado.
En las causas inmediatas de los problemas del agro está sin dudas el tema del dólar.
La caída de su valor se trata de asociar erradamente a mi juicio a la fortaleza de nuestro mercado exterior. La abundancia de divisas tiene causas mucho más complejas que deben ser objetivamente analizadas. Basta ver la reciente balanza comercial, de 1994, frente a buenos precios del cobre y de la celulosa, nos da un saldo positivo de sólo alrededor de 600 millones de dólares, dentro de una balanza de pagos negativa del orden de los 400 millones. Algunos estamos convencidos que son mucho más los dólares que entran por el lavado de dineros y por la venta de patrimonios nacionales al capital extranjero. Los ADRs nos habrían dado en 1994 alrededor dos y media veces el equivalente al saldo favorable de nuestra balanza comercial.
Algunos elementos que pueden influir en una futura escasez de divisas.
Pueden mencionarse varios.
Las nuevas inversiones extranjeras que nos han entregado abundantes divisas, en el futuro las demandarán ya sea para el retiro de utilidades o de capitales.
Tenemos una considerable deuda externa y los intereses en los mercados financieros internacionales muestran claras tendencias a crecer.
La baja del dólar no siempre genera inmediatos cambios en exportaciones e importaciones; hay importantes efectos que se retardan. La crisis chilena de fines de los anos 70 y comienzos de los 80 no debe olvidarse, nos nutre de una valiosa experiencia que la debemos analizar objetivamente; sus causas estuvieron muy ligadas a la abundancia y bajo valor del dólar, que después nos condujeron a la escasez.
La crisis mexicana ha sido impresionante y para muchos, inesperada; ello ha ocurrido a poco tiempo de su incorporación al NAFTA. No cabe dudas que el problema de México es muy serio, está en grado importante motivado por la desigual distribución de los ingresos, la pobreza y los grandes desequilibrios regionales. El ejemplo mexicano al parecer alterará el comportamiento de los capitales extranjeros en toda América Latina.
La situación Argentina no parece clara; similar a México, el vecino país acusa balanzas comerciales altamente deficitarias y elevada deuda externa; se teme una devaluación, lo que sin dudas alteraría nuestro comercio exterior, seguramente con resultados negativos para la balanza comercial nacional.
Todo ello nos puede generar fuertes futuras salidas de divisas y también menores ingresos, frente a una cuenta corriente en nuestra balanza de pagos claramente deficitaria.
La incorporación al NAFTA qué nos puede deparar; tengamos presente y analicemos la experiencia de México, veamos hasta dónde el Tratado influyó en la actual crisis.

Políticas de precios agrícolas y del valor del dólar
Un tema de política que considero fundamental es el de los precios de los productos básicos de la agricultura. Es conveniente, como lo he señalado en repetidas oportunidades, que los precios agrícolas no queden vulnerables a las oscilaciones de los precios internacionales, tan imperfectos, y a las variaciones, a veces bruscas, del valor de la divisa.
La última repentina devualación del dólar significó una verdadera expropiación sin retribución que afectó a amplios sectores de nuestra sociedad.
Las políticas de precios a mi juicio deben procurar la mantención de los precios reales a niveles estables; se deberían emplear metodologías en algo similares a las que utilizó EEUU con sus precios de paridad histórica, que tanto benefició a su agricultura y que contribuyó al mejoramiento de la productividad.
Debemos buscar sistemas que garanticen precios mínimos, precios que se ajusten a las tendencias de largo plazo de los mercados internacionales y que contribuyan, si fuera necesario, a reconversiones paulatinas, que no alteren la vida económica ni la sociedad rural, ni que agudicen desequilibrios regionales. Estimo que es posible proponer y conseguir en las negociaciones internacionales defender sistemas que garanticen estabilidad y estimulen evoluciones productivas favorables a las globalizaciones y a las integraciones económicas.
La globalización y la incorporación a grandes bloques parece ser necesario, pero ello más nos obliga a tener políticas de Estado, especialmente para la agricultura. Debemos ver hacia dónde tenemos que ir y cómo generar los cambios necesarios, hacerlos con la debida oportunidad y con prudencia, y las estrategias que se deban seguir, estar oportunamente consideradas en nuestras negociaciones de ingreso a estas integraciones.
Otras políticas importantes para la agricultura y para otros amplios sectores de la economía nacional, son las que persigan un valor real y estable del dólar. Si éste debe evolucionar lo haga prudentemente, considerando el interés nacional y el de los distintos sectores, no sólo con visión de presente sino que muy especialmente de futuro.
La creación de Fondos Reguladores puede ser importante. Si una actividad se ve fuertemente favorecida por los precios internacionales, parte de esos ingresos deberían quedar como reservas en el Banco Central en fondos estabilizadores, como lo ha hecho Colombia con el café. Con ello se evitarían presiones inflacionaras derivadas de excesos de liquidez, se guardarían recursos para los períodos malos y se evitarían expansiones irracionales o precipitadas de producciones motivadas por los altos precios inmediatos. Qué triste es para un país cuprero y forestal, como lo es Chile, que el alza del precio del cobre y de la celulosa haga daño a su sociedad, que acentúe los desequilibrios regionales y por estratos de ingresos y haga más inestable a su economía; más extraño parece todo eso cuando estamos frente a una deuda externa alta y creciente.
Por qué no se pudo buscar mecanismos que sin necesidad de tener el Banco Central que comprar divisas, permitiesen con pagos diferidos reconocer a los productores sus precios previstos en moneda nacional, y si era tan necesario devaluar la divisa, no se buscaron sistemas suavizados, y no repentinos, que agudizan desigualdades y hacen perder confianza en las políticas económicas y en sus autoridades. Sin dudas que de un más amplio análisis pueden surgir medidas más positivas.
No parece oportuno extenderse por ahora a analizar las políticas hortofrutícolas y vitivinícolas, para no alargar más esta presentación. Quedarán como temas para otra oportunidad.
Termino reiterando la necesidad de trabajar en políticas agrícolas de Estado, en trabajo mancomunado entre sector público y privado, con participación de los sectores universitarios y de otros relacionados. La agricultura requiere de políticas con horizontes de mediano y largo plazo.

Rolando Chateauneuf
Profesor Titular Universidad de Chile.
Ex Decano de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales y ex Gerente Agrícola de CORFO.

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