El bajo valor del dólar sigue perjudicando a la economía nacional. Chile y el mal holandés.
Durante los primeros meses del 2007 sigue la divisa en Chile manteniendo un bajo nivel y mostrando preocupantes oscilaciones.
Interesantes informaciones presentadas por el diario El Mercurio muestran una alta correlación entre el precio del cobre y el valor de la divisa. El dólar tuvo algunas alzas frente a la caída del precio del metal rojo, pero bastó con que China se reincorpora a hacer adquisiciones del metal, para que nuevamente su precio ascendiese y la divisa bajase. Recuerdo que hace ya muchos años este mismo diario señalaba en su editorial principal, que el alza de entonces del precio del cobre perjudicaba a la economía nacional.
No parece nuevo la inexistencia en Chile de políticas económicas que permitan al país sacar provecho de l as alzas transitorias del precio de los minerales, en favor de nuestro crecimiento económico y para beneficio también de las grandes mayorías. La excesiva preocupación por el tema inflacionario ha sido una de las causantes principales de estas políticas, lo que se ha acrecentado en los últimos tiempos; la independencia del Banco Central garantizado por la Constitución impuesta por el Gobierno Militar, ha contribuido a que los enfoques monetarios predominen por sobre los objetivos del crecimiento, el empleo y la equidad. Se suma a lo anterior, la importancia creciente del Ministerio de Hacienda y el debilitamiento del Ministerio de Planificación que contribuía a tener visiones de desarrollo de más largo plazo y en torno a corregir los grandes problemas nacionales. Sobre estos temas pienso hacer más referencia en otros artículos de críticas al modelo actual de desarrollo. Debe recordarse que Mideplan fue creado en el Gobierno del Presidente Frei Montalva a partir de la Dirección de Planificación de la CORFO y estuvo a punto de desaparecer, con el anuncio que hizo en este sentido el Presidente Frei Ruiz Tagle. Hoy no se le ve preocupado de varios importantes problemas nacionales.
Un caso que se ha hecho sentir recientemente en torno al dólar es el siguiente. La vitivinicultura nacional después de un fuerte crecimiento en los últimos años, basado principalmente en las exportaciones y en la calidad del producto, se ha visto seriamente afectada perdiendo competitividad por el bajo valor de la divisa. Cabe aquí destacar en el desarrollo vitivinícola la presencia de una interesante capacidad empresarial y técnica. La situación antes señalada de comienzos de una crisis, está motivando una reducción en las compras de uva vinífera, una caída de sus precios y de nuevo aparece la amenaza del arranque de viñas; en parte se culpa este problema a actitudes oligopsónicas de las principales empresas vinificadoras. Esto no debiera suceder, pero ésa es la realidad. Muchos otros sectores seguramente se están viendo afectados, especialmente la pequeña y mediana empresa, comprometiendo al empleo estable; son sectores con menor capacidad para hacer sentir sus problemas.
Da la sensación de que el tema no preocupa mayormente a las autoridades de Gobierno y menos aún a los economistas tremendamente afectos al liberalismo de los mercados; gran parte de ellos formados en sus posgrados en las universidades norteamericanas. Hoy la gran preocupación es el del Transantiago y la imagen que proyecta, en aspectos positivos aprovechados por los personeros de Gobierno y en los negativos, muy bien explotados por los políticos de oposición. Se proyecta lamentablemente la sensación de que el nuevo sistema favorece a los sectores de mayores ingresos y perjudica especialmente a los pobladores de sectores más pobres; favorece por otra parte el uso del automóvil. Es de desear que esta situación mejore, que los problemas sean sólo efectos de los procesos iniciales, sujetos a perfeccionamientos que den resultados positivos.
El mal holandés. Recomiendo a los interesados en los temas del desarrollo y de la economía, leer la interesante obra recientemente publicada por el distinguido economista
Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, titulada «Cómo hacer que funcione la globalización». Hay varios temas interesantes en su libro para la realidad chilena, uno de ellos es el llamado «Mal holandés», que viene muy al caso para la situación nacional derivada principalmente del alto precio del cobre.
En Holanda con el descubrimiento de petróleo en el Mar del Norte, a fines de los años 70 y comienzos de los 80, con la abundancia de divisas de ese origen, empezó a decaer el resto de la economía; algo parecido pasa en Chile con el alza inimaginable de los precios del cobre y del molibdeno y sus repercusiones en el valor de la divisa y en gran parte de la economía nacional. Copio a continuación párrafos del reciente libro de Stiglitz.
….se identificó por primera vez en la década de 1970 y en los primeros años de la década de 1980 tras el descubrimiento de petróleo en el Mar del Norte; al mismo tiempo que disfrutaban de este don evidente, los holandeses comenzaron a darse cuenta de que el resto de su economía estaba decreciendo. Se trataba de una economía desarrollada, que funcionaba bien, pero que de repente se vio enfrentada a fuertes problemas de empleo debido a que las empresas no podían competir. La razón residía en que la afluencia de dólares como pago por el petróleo y el gas del Mar del Norte condujo a unos tipos de cambio elevados; con estos tipos los exportadores holandeses no podían vender sus productos en el extranjero y las empresas locales tenían problemas para competir con las importaciones.
El problema conocido como mal holandés en honor al país en donde se analizó por primera vez, ha atormentado a los países ricos en recursos(naturales) de todo el mundo cuando venden sus recursos y convierten los dólares que ganan en moneda local. Como aumenta el valor de su moneda, se encuentran con dificultades para exportar otros productos. De modo que desciende crecimiento en los sectores ajenos a los recursos. Aumenta el desempleo, puesto que el sector de los recursos naturales por lo general emplea a pocas personas. Antes que se produjera el auge del petróleo hace tres o cuatro décadas, Nigeria era un exportador muy importante de productos agrícolas. En la actualidad es uno de los principales importadores. Antes de que Venezuela se convirtiera en uno de los principales exportadores de petróleo, lo era de chocolate de alta calidad (aún sigue produciendo algo de chocolate). En ambos casos como en Holanda, los recursos naturales tienen un efecto perverso de dañar al resto de la economía.
Puede que no sea posible evitar por completo el mal holandés, pero sí se puede reducir su magnitud. El problema como hemos señalado, se produce cuando se cambian divisas extranjeras por la moneda local, porque se eleva el valor de esta última. Si se reduce la cantidad que se cambia, también se reduce el grado en que se eleva el tipo de cambio; esto significa que un país debe gastar parte del dinero que obtiene por sus recursos en importaciones y mantener parte del resto en el extranjero.
Considero importante analizar la experiencia de otras economía como las del oriente asiático y dentro de éstas especialmente China. Este país se ha desarrollado a altas tasas de expansión gracias a sus crecientes exportaciones, que le han generado inmensas disponibilidades de divisas, las que las transforma en reservas y las presta especialmente a los EE UU, manteniendo así estable el valor de su moneda. Si bien es cierto es diferente a los casos de Holanda y Chile, en que inesperadamente se incrementan el valor de sus exportaciones basadas en uno o en un par de recursos naturales asociados (petróleo y gas para Holanda, cobre y molibdeno para Chile), el caso de China corresponde a una política económica dirigida a obtener del esfuerzo de sus recursos humanos crecientes producciones especialmente industriales destinadas a los mercados externos. (Sobre el tema chino haré más referencia en otro artículo). A base de las experiencias asiáticas, podría deducirse que el mal holandés bien podría evitarse en términos absolutos.
Volviendo a lo que expresa Stiglitz en su libro, agrego otros párrafos en forma textual.
De este modo, el mal holandés proporciona otros argumentos a favor de los fondos de estabilización, con los que un país puede ahorrar dinero cuando los precios son elevados y la economía experimenta un auge, y que pueden emplear cuando la economía está en recesión. Azerbaiyán comenzó a destinar dinero a un fondo de este tipo en 2001; a finales de 2003, había invertido más de 800 millones de dólares de sus ingresos por la venta de petróleo. Las inversiones en el extranjero beneficiaron por partida doble a la economía: a través de unos beneficios directos y reduciendo el nivel de revalorización de la moneda contribuyeron a crear puestos de trabajo y crecimiento.
Pero, aunque estas medidas pueden suponer una buena política económica, son difíciles de alcanzar en países democráticos pobres. La gente pobre de los países en vías de desarrollo no pueden entender por qué su gobierno quiere invertir sus escasos recursos en el extranjero cuando en casa se necesita tanto el dinero. No consiguen comprender que, si bien el dinero procedente del petróleo podría, por ejemplo, usarse para construir una escuela local, que crearía puestos de trabajo, aún más puestos se perderían en el conjunto de la economía como consecuencia de la revalorización de la moneda – el mal holandés.
Otro ejemplo muy interesante de analizar es el del Emirato de Dubai; cómo ese pequeño país ha utilizado sus grandes recursos financieros provenientes de las exportaciones de su petróleo, recurso previsto a agotarse, para desarrollar un país que pretende ser el centro mundial del turismo, poseyendo las obras más grandes del universo. Ya su turismo genera el 40 % de su ingreso nacional, país donde no hay pobreza ni delincuencia, donde hay empleo pleno, no hay droga ni alcohol- este último sólo en forma controlada para los extranjeros, donde la población nativa representa sólo el 20 por ciento de su población y está plenamente empleada, el 80 % son extranjeros de más de 200 nacionalidades y donde existe plena libertad religiosa. Todo parece ser el producto de la visión de desarrollo y del poder del Emir padre, Sheikh Rashi, que se ha proyectado a sus dos hijos que lo han reemplazado en el mand. Hoy tiene ya el Hotel más grande del mundo, como también el edificio más alto; el país pretende ser lo más grande en muchas otras inversiones. Interesante el uso que se le ha dado a los recursos provenientes del petróleo, donde el Estado (el Emir) es dueño de muchas inversiones importantes y las cadenas hoteleras de nombres internacionales son allí empresas mixtas, donde se construyen cientos de islas extrayendo materiales de los fondos marinos. Todo esto se ha desarrollado en menos de 20 años. Aquí se tiene un ejemplo extraño, los grandes excedentes se han invertido en el país, dentro de un verdadero plan de desarrollo en torno a la visión de futuro que para el país estableció el Emir padre ya fallecido.
Esta maravilla también presenta defectos y problemas que han originado conflictos locales; extranjeros son enganchados por empresas nacionales como mano de obra para la construcción, a los cuales se les retienen sus pasaportes y se les paga inicialmente bajos montos para resarcirse de los gastos en que las empresas han incurrido. Estos trabajadores necesitan dinero para enviarles a sus familiares en sus países de origen, por ello se generan esas reacciones. El tema ha sido preocupación de organismos de Naciones Unidas en los aspectos de derechos humanos.
Volviendo al caso de Chile, se hace imprescindible una Política de Estado para el valor de la divisa. Éste es muy importante para la economía nacional, la experiencia histórica y la realidad en que nos encontramos lo aconsejan. Ojalá las autoridades y nuestros economistas de gobierno comprendan a tiempo que es necesario cambiar el sistema actual, de bajos valores y de gran inestabilidad de la divisa.
4 respuestas
En definitiva y conocedor Ud. del ambiente economico….Cree que las actuales autoridades tomaran medidas para elevar el valor del dolar?gracias.
Humberto,
No soy optimista en cuanto a que el Gobierno tome medidas para subir el precio de la divisa. Falta como lo he señalada en varias oportunidades, una política de Estado para el precio del dólar.
No hay conciencia de la gravedad del problema. Sus efectos son más retardados.
El Presidente del Banco Central ha considerado que el nivel de precios del dólar sería el adecuado y que se ha evitado en Chile que se presente el llamado «mal holandés». Opiniones que desde luego yo no comparto. Se aprecia una clara correlación negativa entre el precio del cobre y el valor del dólar.
Hay varios sectores ya afectados, especialmente en el desarrollo de inversiones; el sector frutícola se ha visto especialmente desestimulado en sus inversiones y el vitivinícola estaría operando a pérdida en más del 90 % de las empresas, sin embargo sus exportaciones se han ampliado. Paralizar producciones cuando ahí están las inversiones en producción, generarían pérdidas mayores, por ello en el corto plazo no se manifiestan reducciones de oferta. El efecto negativo lamentablemente se ve después. Industrias manufactureras en diferentes rubros han cerrado sus fábricas y se dedican a la comercialización de los productos importados.
Juega en contra del alza del dólar, lo favorable que es la balanza comercial, consecuencia en grado importante de los favorables términos de intercambio, especialmente por el alto valor del cobre y de otros productos con poco valor agregado que exporta Chile, como la celulosa, la harina de pescado, el salmón y desde luego de otros minerales.
El Gobierno se preocupa hoy preferentemente de los problemas más inmediatos; ahora la gran tema es el Transantiago. Algo parecido ha sucedido con el gas argentino que hemos recibido a bajo precio durante los últimos años; no se previó que la situación iba a cambiar y ahora nos encontramos con una importante alza de costos y efectos negativos en la contaminación.
Por otra parte los sectores más perjudicados no han insistido mayormente en que se tenga una política de estabilidad y niveles adecuados de las divisa.
Además debe tenerse en cuenta que la baja del dólar ha reducido la inflación. Un aumento a niveles que podrían considerarse adecuados, motivaría un sensible aumento de los precios, es decir generaría una presión inflacionaria, que para nada interesa al Gobierno ni menos al Banco Central, que se preocupa preferentemente de la estabilidad del peso.
Hay que estar consciente de las mayores ventas de dólares en que tendrá que incurrir el Gobierno, para disponer de moneda nacional para financiar los importantes aumentos de gastos en que se ha comprometido, lo que puede originar presiones a favor de la baja de la divisa. Si bien es cierto se permitiría a las AFP hacer mayores inversiones en el exterior, no hay certeza que éstas neutralicen las presiones a favor del descenso del dólar..
Dada estas circunstancias, es posible que el valor del dólar no sea influido por decisiones de Gobierno. Continúe a niveles bajos y con altas inestabilidades.
Muy interesante su artículo. Y me gustaría preguntarle que opina usted sobre el «Mal holandes» relacionado con Bolivia?
Ya que la inflación tuvo un aumento en 6.78 pp del año 2006 al 2007. La exportaciones de hidrocarburos aumentaron mientras otros rubros se estancaron por medidas del gobierno que frenan los incentivos a este sector, las importaciones aumentaron en $us 630 millones del 2006 al 2007 y la apreciación de la moneda se incremento tambien abruptamente.
Saludos,
Estimada Elizabeth:
No es fácil opinar de la economía de una nación y más aún de una
extranjera, cuando no se tienen todos los elementos de juicio. Es
frecuente que nuestros países reciban extranjeros que dan cátedra
sobre nuestras economías, dando diferentes y contradictorias
recomendaciones.
Conocí algo de Bolivia cuando me correspondió colaborar con ese
Gobierno en la segunda mitad de los años 70, en materias de políticas
nacionales de alimentación y nutrición, como también ser parte de la
misión de CEPAL-ILPES que colaboró en la preparación de un Plan
Nacional de Desarrollo. También estuve ligado a programas de
desarrollo para los departamentos de Chuquisaca, Tarija y Potosí.
Bolivia tiene un alto potencial de desarrollo económico; pero tiene
marcadas diferencias de ingresos por regiones y departamentos.
He podido revisar algunos antecedentes de la economía boliviana de
los últimos años a base de documentos de CEPAL y de las informaciones
que Ud. me hace llegar en su consulta.
Ud. me menciona de «la apreciación de la moneda se incrementó
también abruptamente», asociado ello al aumento de la exportación de
hidrocarburos, aumentaron mientras otros rubros se estancaron por
medidas de Gobierno que frenan los incentivos a este sector, las
importaciones aumentan considerablemente. Del 2006 al 2007. También
señala relativamente alta inflación entre esos años. Ya en período
anterior se observa que la moneda se había apreciado, lo que se habría
agudizado recientemente.
Además he podido captar que la cuenta corriente de su balanza de
pagos de los últimos años ha sido bastante positiva, lo que también
podría ser un factor que contribuya a la apreciación de la moneda, o
baja del valor de la divisa. Este fenómeno se sabe que genera un
incremento de las importaciones, al bajar su costo, y además motiva
una situación adversa para las exportaciones que no han visto mejorar
sus precios internacionales. Si se da esa realidad, se podría pensar
que el mal holandés podría estar en algún grado afectando a la
economía boliviana.
No se puede dejar de tener presente que se está en grandes
inestabilidades internacionales. Hay cambios muy marcados en las
relaciones de precios; se han disparado los precios del petróleo y de
los combustibles en general, motivando elevación de costos en la gran
mayoría de los procesos productivos, siendo un factor importante de
generación de presiones inflacionarias por aumentos de costos. A su
vez se ha generado un aumento notable de precios en alimentos básicos,
por una serie de factores, entre otro por la expansión de la demanda
de países asiáticos de gran población que han tenido un alto
crecimiento económico. Entiendo que Bolivia se ha visto favorecida
por el aumento del precio de la soya, pero perjudicada por las alzas
del precio del trigo y de la carne. Vi información de que se han
rebajado aranceles de productos agrícolas de primera necesidad, para
aminorar la subida de precios internos.
Veo para Bolivia un fenómeno algo parecido al de Chile, como
consecuencia principalmente del alza del precio internacional
especialmente del cobre a niveles jamás visto.
Estas alzas del valor de las exportaciones, generan también
ingresos fiscales en divisas. Pero habitualmente el país requiere de
gastos en moneda nacional. Esos ingresos fiscales en divisas, al
tenerlos que cambiarlos a moneda nacional, pasan a ser un factor
inflacionario, que alienta al Gobierno a neutralizarlo dejando que la
moneda se aprecie y se pueda así obtener productos importados más
baratos y a su vez castigando los retornos a los exportadores,
haciendo bajar los precios que obtiene en los mercados externos, lo
que indirectamente hace bajar el precio interno de estos productos de
exportación. Esta situación perjudica habitualmente a las actividades
productivas de mayor valor agregado, que generan mayor empleo. Dentro
de esas realidades, se motiva o agudiza una más desigual distribución
de los ingresos y efectos negativos en el empleo.
En varios artículos he hecho mención a la necesidad de mantener un
valor alto y sin inestabilidades en el valor de la divisa. El caso de
China ha sido interesante, a pesar de sus balanzas comerciales
altamente positivas, como desde luego sus cuentas corrientes; ese país
ha mantenido bastante estable su tasa cambiaria a pesar de las
presiones externas para apreciar su moneda. China ha incrementado sus
reservas y las ha ido utilizando en inversiones externas, incluso
tomando propiedad en la banca internacional. En Chile entraría en
empresas mineras del cobre.
Tengo un artículo en mi página web, https://www.rochade.cl, en que analizo
el caso extraordinarios de Dubai, a lo que ha llegado ese país
sabiendo aprovechar los recursos del pasado provenientes del petróleo,
recurso que se sabía se le agotaba próximamente. Sin duda la economía
de Dubai es bastante más compleja, pero ha tenido éxitos
extraordinario, es un país sin desempleo y sin delincuencia. Ha sabido
aprovechar también recursos humanos externos, de bajo costo, al igual
lo que hace China, con mano de obra nacional barata, proveniente
especialmente de los sectores rurales.
Es importante saber bien usar los beneficios de estas alzas de precios
que se saben que son inestables, para mejorar la base productiva
futura, cuando los precios vuelvan a una normalidad. Desgraciadamente
los modelos neoliberales implantados en nuestros países fomentan el
consumismo, en gran parte a base de un endeudamiento interno y nada
fomentan el ahorro nacional. En Chile por ejemplo se ha destruido una
base de millones de cuentas de ahorro del antiguo Banco del Estado,
como consecuencia de cobrar a esas cuentas altas comisiones, que le
van destruyendo su capital al ahorrante. Eso motivó que el Banco del
Estado tuviese elevadas rentabilidades, sus directivos se
«prestigiaran» y tuvieran ascensos en sus responsabilidades públicas,
para después pasar a ser hombres prominentes de empresas privadas.
Mediante el fomento del ahorro se pueden evitar presiones
inflacionarias y usar los ingresos fiscales en divisas,
trasformándolos a moneda nacional para gastos internos; el ahorrante
forma patrimonio para mejorar ingresos a futuro y para mejor enfrentar
momentos más difíciles.
Habría mucho que decir en torno a todo esto. Pero me atrevo a señalar
una vez más que elementos poderosos, poderes fácticos, procuran
generar inestabilidades, en los ámbitos nacionales e internacionales,
que conducen a que los pobres sean los más perjudicados y los que
tienen recursos y buena información salgan favorecidos. Los grandes
estadistas se han preocupado de avanzar con estabilidad. Las
desigualdades además del tema ético, generan inestabilidades, ya que
finalmente se transforman en violencia y favorecen el aumento de la
delincuencia.
Mis saludos y agradecimiento por sus comentarios, que alientan a
seguir escribiendo.
Rolando Chateauneuf