Medicina natural, actualidad y economía

Gladys Armijo Zúñiga apreciada académica. Aspectos de su lucha gremial y de la defensa de la Ética

 Bastante se ha escrito sobre esta distinguida académica recientemente fallecida. La conocí durante no muchos años, lapso en que me formé una valiosa opinión de ella. Capté cualidades extraordinarias de bondad, sinceridad, firmeza en la defensa de valores y principios, altruista y agradecida; a ello debe agregarse su espíritu de sacrificio y su preocupación por sus alumnos y sus pares. En su despedida en el Campo Santo me impresionó el aprecio que le tenían sus discípulos. Me ha parecido conveniente hacer referencia a algunas de sus cualidades y a las relaciones que con ella tuve, especialmente en materias referentes a las actividades gremiales y al apoyo que ella le dio al tema de la ética de los académicos de la Universidad de Chile.
 

 
Cuando se inicia la vida formal de la Asociación de Académicos de la Universidad de Chile, la lista que ella encabezada, que podía considerarse de izquierda, triunfa por un pequeño margen a la otra que en la que hacía cabeza ese otro dirigente, de larga tradición en la lucha gremial, profesor Iván Saavedra, quien además era Presidente de la Corporación de Académicos de la Universidad de Chile. Iván obtuvo la primera mayoría individual, pero su lista sacó un director menos. Procuré que se produjese una integración de ambas corrientes y se le diera la Presidencia temporal a Iván, por su trayectoria gremial y por su primera mayoría individual. Mis esfuerzos no dieron resultado. La mayoría triunfante por muy pequeño margen, designó a Gladyz Armijo como la primera Presidenta de la Asociación de Académicos de la Universidad de Chile. Esto motivó un distanciamiento entre ambas organizaciones. Más adelante logré reunir en mi casa a los presidentes para buscar una fórmula de mayor apoyo mutuo y de complementación entre ambas organizaciones en el quehacer gremial y académico; en mi opinión se tuvo resultados bastante positivos, a lo contribuyó mucho Gladys, con su altura de miras, que fue otra de sus grandes cualidades.
 
Para comprender mejor mi preocupación por el tema, me parece conveniente exponer que cuando fui decano de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, elegido a mediados del año 1990, luché por la reincorporación a nuestra casa de estudios de los académicos exonerados por el Gobierno Militar. Recuerdo muy claro, que avanzados los años 80, cuando todavía era profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Chile, en plena dictadura, estando en clases, uno de mis ayudantes me solicitó que suspendiera la actividad para asistir a un foro, en cierto modo entonces clandestino, en el que uno de sus participantes era Ricardo Lagos Escobar. En este acto participaban otros académicos, pero si mal no recuerdo los organizadores eran los ayudantes. La reunión se hizo dentro de una ambiente de temor; periódicamente se miraba al fondo de la sala, pues se temía que en cualquier momento llegasen a detener a los participantes.
 
Uno de los planteamientos de Ricardo Lagos en esa ocasión, que se me grabó y nunca lo olvidé, fue que «la Universidad de Chile no llegaría a ser la gran universidad del pasado, si no se reincorporaban a ella todos los académicos exonerados». Compartía yo plenamente esos planteamientos. El pluralismo es esencial en una auténtica universidad.
 
Cuando llegué al decanato y ser miembro del Primer Consejo Universitario en democracia, luché por ese principio. No fue fácil incorporar a esa masa de exonerados, pero logré que en mi Facultad gran parte de los exonerados, que no eran muchos unos, fuesen reincorporados. Uno de los factores limitantes para las reincorporaciones eran los recursos económicos. Logré que el Consejo Universitario aceptase reincoporar a exonerados aunque fuese adhonores, mientras se conseguían recursos o esos mismos académicos los lograsen por proyectos impulsados por ellos mismos. Con estas incorporaciones se les daba derechos políticos y se podía, a lo menos parcialmente, avanzar hacia ese tan necesario pluralismo.
 
Mi posición motivó que la Directiva de los Académicos Exonerados tuviese muchas reuniones conmigo. Yo mismo, siendo Decano de una Facultad, participé como exonerado del grupo de la Facultad de Ciencias Económicas. En 1980 se me exoneró, a pesar de ser profesor titular de una cátedra ganada por concurso, la de Economía Agraria, donde me desempeñé por 20 años; era además profesor de una nueva asignatura creada, la de Políticas Agrarias, donde logré desempeñarme por unos dos años.
 
El haber pertenecido al Frente Universitario me libró de la inicial exoneración, por razones políticas o ideológicas, después del Golpe Militar; pero cuando los economistas de Chicago llegan con poder a la Universidad y a la Facultad de Ciencias Económicas, exoneran a todos los que no eran de sus ideas. Así se puede decir que la Facultad tuvo una segunda castración, la primera después del Golpe a todos los que eran de izquierda y, en alrededor de 1980, a todos los que tenían un modo de pensar distinto a ese dogmático neoliberalismo económico, que no aceptaba otras ideas y que consideraba que no debían existir las economías sectoriales. Ellos eran los que no consideraban a la Economía como una ciencia social, sino que más bien era una ciencia exacta basada en los dogmáticos principios de las teorías económicas, especialmente de los más absolutos de la microeconomía.
 
Mi condición de exonerado y de decano, me generó confianza de los sectores de izquierda.
Fue posiblemente por ello que la Directiva de la Asociación de Académicos me solicitó colaboración. Ahí empecé a conocer más a Gladys Armijo. Le propuse que la Asociación respaldase la elaboración de un Código de Ética para los académicos y, además, se creara un Comité de Ética. Estas sugerencia tuvieron inmediata acogida, no una simple acogida, sino que un fuerte respaldo a ellas.
 
Así se constituyó el Comité de Ética, que empezó a actuar y a elaborar el Código, que finalmente fue aprobado por la Asamblea de la Asociación. El Comité logró abordar varios casos de procedimientos que se consideraron que vulneraran la ética, y se tuvieron positivos resultados.
 
Solicitamos al Rector Riveros la publicación del Código en U Noticias, lo que él condicionó a un pronunciamiento de algunos miembros escogidos de la Comisión Senado Universitario, los que objetaron este código por varias razones, una de ellas fue que no era un código, ya que este concepto estaba para ellos en torno a la idea de un conjunto de leyes o normas relacionadas con determinadas materias. Debo señalar que en la preparación de nuestro código se analizaron los códigos de ética de varios colegios profesionales; el nuestro tenía sin dudas una estructura y contenidos similares. También se objetó en cuanto a que el Código sólo podría regir para los académicos pertenecientes a la Asociación de Académicos; modificamos el Código dejando la limitación de que rigiese sólo para sus asociados, pero tampoco se logró su publicación. No cabe duda que, lamentablemente, a varios académicos y directivos, por razones obvias, les preocupaba que se pusieran y dieran a conocer disposiciones de esta naturaleza.
 
Yo tengo una clara convicción que en nuestro país y en nuestras universidades existe una creciente pérdida de valores. Varios tristes ejemplo podrían darse, pero creo mejor no hacerlo.
 
El Código en parte ha quedado adormecido, entre otras razones, porque no fue posible conseguir que académicos de prestigio y seleccionados, quisiesen participar en su Comité.
 
Supe que asociaciones de académicos de otras universidades se interesaron en nuestro código y dieron opiniones muy positivas sobre su contenido.
 
También teníamos la remota esperanza, que los estudiantes de la Universidad de Chile se motivasen a tener un código de esta naturaleza.
 
Quisiera destacar nuevamente el apoyo que le dio a estos aspectos de ética la profesora Gladys Armijo. Estoy cierto que ella consideró como uno de los logros más importantes de su Presidencia, la elaboración y posterior aprobación de este código. Ella tuvo una valiosa participación en su elaboración, como también fue miembro activo de su Comité de Ética.
 
Me ha parecido conveniente hacer especial mención al apoyo que esta apreciada profesora dio a esta iniciativa y presentar como agregado a este artículo la versión completa del Código.
 
Ojalá que no pase mucho tiempo para que lo tengamos vigente en plenitud en nuestra universidad y que muchas otras casas de estudios sigan caminos similares.
 
La ética se hace cada vez más necesaria en las universidades chilenas, como también, en mi opinión, muy beneficioso sería para el país, que se volviera a las colegiaturas obligadas de las diferentes profesiones y que se estableciese la solemnidad de la ética en esos Colegios, basada en sus códigos y en sus comités de ética. Que se extendiera más la ética en los miembros del Poder Judicial y si fuera posible, existiese también para los parlamentarios, e incluso, en términos más amplios, para los políticos.
 
Antes de terminar, no puedo dejar de reconocer y agradecer todo lo que hizo Gladyz por tratar de que yo recibiese una distinción de la Universidad, después de mi alejamiento de ella, en la que me desempeñé como académico por más de 50 años. Le reiteré que creía que no tenía méritos para ello y que no había ambiente favorable para mí en la Universidad, pero ella siguió insistiendo.
 
La última vez que nos vimos fue el 26 de noviembre del año pasado, con motivo de un homenaje que se hizo en la Facultad de Arquitectura a otros distinguido académico fallecido el año pasado, Alberto Moreira, quien nos había colaborado en todo el tema de la ética. Tuve la oportunidad de tener una nueva y larga conversación con ella; la vi cansada y en parte desilusionada, pero con voluntad de seguir luchando.
 Finalmente debo hacer una breve referencia a su despedida en el Campo Santo. Fue una emotiva ceremonia, muchas personas la acompañaron, pude apreciar lo tanto que se le estimaba y la amargura que dejaba su alejamiento. Sin dudas era una persona muy querida y apreciada. Sus alumnos hicieron sentir sus sentimientos y destacaron sus cualidades extraordinarias de maestra, las palabra de una de sus hijas fueron muy hermosas, sentidas y poéticas, las que han quedado registradas en Internet. También en la despedida estuvieron las savias palabras del actual Presidente de la Asociación de Académicos, profesor Sergio Mora.

Código de Ética de los Académicos de la Asociación de Académicos de la Universidad de Chile

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