Gran expectación era el baile de la cueca por el Presidente Boric, para inaugurar las Fondas en el Parque O´Higgins, después de un relativo tiempo largo en que no se dieron estas actividades por la pandemia.
Fue sin duda impresionante la cantidad de autoridades que participaron. Primero fue el Presidente con la Alcaldesa de Santiago.
Siguieron nuevos bailes del Presidente con otras damas, para finalmente hacerse presente simultáneamente una gran cantidad de parejas.
Bastante se habría preparado el Presidente para esta presentación. Había expectación por captar cómo se desempeñaba.
Finalmente fue valorada en general como buena y uno de los que sería muy competente para calificar, le puso la nota 5. Debe entenderse que la máxima es el 7, no sería nota de la escala 1 a 10.
Vi gran parte del acto y me trajo muchos recuerdos del pasado. Pienso que las características del baile se han ido alterando y nos estamos distanciando de lo que fue la o las cuecas más tradicionales del pasado.
Aprendí a bailarlas de una brillante profesora, doña Raquel Barros Aldunate. Fue en 1954, como alumnos del último año de Agronomía de la U. de Chile se nos ofreció un curso de cueca con agregados de otros bailes de nuestro antiguo folclor. Las clases se efectuaban en el Instituto de Cultura Hispánica en el Centro de Santiago.
El curso fue extraordinario, la profesora encantadora y se podía apreciar que tenía una gran preparación. Reconozco que sólo recientemente, 60 años después, he conocido su gran trayectoria desde antes del curso que nos hizo en 1954.
También debo señalar que trabajé 15 años en CORFO y tuve como compañero de trabajo nada menos que a su hermano Miguel Barros Aldunate, de una brillante trayectoria musical, sin saber de su parentesco. Pienso hacer más adelante un artículo, para referirme a la tan destacada trayectoria de Miguel.
Este artículo entrega más adelante antecedentes de las características de la cueca que Raquel nos enseñó. Por ahora señalo que ella asociaba el baile a la conquista por el gallo, de la gallina o de la polla en su primera sesión de amor. Ello sin duda le da una característica muy especial al baile, pienso que lo valoriza y además a la pareja le ayudaría mucho en su comportamiento.
Nunca más oí una asociación de la cueca con la conquista del gallo.
No hace mucho le conté a Óscar Ramírez, Director del Ballet Antumapu, a quien mucho aprecio, de esa relación de la cueca con la pareja gallo gallina.
Quedamos de hacerle a Raquel un homenaje, pero la llegada de la Pandemia nos obligó a postergar todo.
Pero me impresiona ver al gallo animal cómo se comporta en la realidad hasta que la hembra se agacha y se deja pisar. A veces el acto es más forzado y él agarra la pequeña cresta a su hembra con su pico y la hace descender.
Me parece conveniente referirme primero a Raquel Barros Aldunate, a quien no se le puede analizar bien si no se hace referencia a su familia.
Aporto a continuación antecedentes de ella y su familia extraídos de internet; se señala su fuente. Esta es
https://www.musicapopular.cl › artista › raquel-barros
Raquel Barros Aldunate
Es una de las maestras mayores en la investigación y la difusión del folclor en Chile. Raquel Barros Aldunate, intérprete, recopiladora, profesora, directora de conjuntos, autora de ensayos y libros, fundó en 1952 la Agrupación Folklórica Chilena Raquel Barros, precursor grupo de cantos y bailes dedicado a la proyección folclórica en nuestro país; fue parte desde 1958 del Instituto de Investigaciones Musicales de la Universidad de Chile y llegó a celebrar en 2012 las seis décadas de trayectoria de la Agrupación.
Murió en 2014, a los 94 años, con un cuantioso patrimonio musical, escénico, discográfico y documental legado tras una vida dedicada en cuerpo y alma al folclor y sus tradiciones.
Es muy importante saber de su familia
En letra cursiva se presentan las expresiones de Raquel.
La familia fue el entorno musical temprano de Raquel Barros. Nacida el 2 de diciembre de 1919 en Santiago, fue la mayor de los quince hijos del matrimonio entre el juez Miguel Barros de la Barra y Raquel Aldunate Calvo, y de ambos conservó vívidos recuerdos en torno a la música, como los de la entrevista concedida en 2012 de la que están tomadas las siguientes citas:
Mi padre fue juez, fue ministro en la Suprema y todo lo que tú quieras, pero era buen pianista, entonces volvía a la casa desde el juzgado, de la Corte, y llegaba al piano normalmente. Se dedicó mucho al piano en su tiempo libre. Nosotros vivimos escuchando el piano, cantando lieder, yo me acuerdo de haber cantado mucho lieder de chica, cuando ya tuve voz para poder cantar. Mi madre bailaba cueca en un tiempo en que las señoras no bailaban cueca. Era la mujer de una autoridad.
Ella bailaba una cueca muy personal en el sentido de que nunca supo ella cuándo eran las vueltas, por ejemplo, pero no importaba. Lo que tenía era una enorme gracia, mucha coquetería, bailaba con mucha expresión.
Las destinaciones de su padre en diversas ciudades motivaron una vida itinerante para la familia durante los primeros años de Raquel, quien, además de la influencia musical paterna, recuerda las canciones tradicionales que cantaba su madre, heredadas a su vez de la abuela, Rosalía Calvo Cruchaga. El repertorio popular y folclórico de la zona de Melipilla, donde más tarde la familia fue propietaria de un predio agrícola, que enriqueció ese mosaico de influencias tempranas.
Junto a una de sus hermanas (su familia sumaban quince hermanos), la joven Raquel Barros fue alumna de las maestras de canto Ruth Henikg y Clara Oyuela, de quienes aprendió ópera, opereta y zarzuela, y estudió en la academia musical de Carmen Cuevas Mackenna, según consta en el libro «Agrupación Folclórica Chilena Raquel Barros 1952-2009» (2009). La folclorista mencionaba además su paso por el coro Ana Magdalena Bach, dirigido por Marta Canales, con el que recordaba haber actuado en el Teatro Colón de Buenos Aires. Y en 1940, una veinteañera Raquel cantó en Radio Agricultura un repertorio de canciones francesas como «Si petite» («Tan pequeña») y con seudónimo: Claudia Val.
Yo tenía un repertorio bastante grande, porque cuando había viajado compraba partituras y cuando mi padre viajaba me traía también. Parece que uno estudiaba canto sin saber mucho hacia dónde iba a terminar. No había mucho campo tampoco, ni yo creo haber tenido una voz excepcional como para dedicarme a la ópera, no, no. Yo creo que era más expresiva que dueña de una gran cantidad de voz.
El folclor: vocación de la vida
De cualquier modo esa veta internacional incipiente no prosperó, porque años después el folclor iba a revelarse como la vocación de toda la vida de Raquel Barros.
Yo sentía que el folclor tiene un valor distinto. Era lo que la comunidad, el pueblo, había elegido como su repertorio. Lo siento como una selección hecha por la misma gente.
Detonante de esa vocación fue la visita a Chile del elenco hispano Coros y Danzas de España, en 1949. Según el citado libro, Raquel Barros fue invitada por el embajador de ese país, José María Doussinague, a bailar una cueca con Carlos Mondaca, integrante de “Los Cuatro Huasos”, en una recepción ofrecida al elenco visitante. Y como resultado Raquel viajó a España becada para un curso de instructores de música dictado en Madrid, Málaga y Barcelona. Un año permaneció en ese país, entre 1949 y 1950, experiencia previa a sus siguientes pasos tras el regreso.
Yo había estado en España, donde había una idea de conjunto de proyección folclórica que no existía aquí en Chile. Entonces cuando yo llego acá, en el Instituto de Cultura Hispánica me piden que haga clases de cueca. La gente quería aprender y me tocó enseñar a varias personas que encontraban seguramente muy curioso todo esto, muy original el bailar cueca. Hubo gente que quiso seguir y se formó la Agrupación Folklórica Chilena dentro del Instituto de Cultura Hispánica.
Tras impartir esos cursos en la Universidad de Chile y en el aludido Instituto de Cultura Hispánica, situado en la céntrica sede de calle Amunátegui 380, según el recuerdo de Raquel, el alero de ese instituto fue antecedente directo de la Agrupación Folklórica Chilena Raquel Barros, fundada el 12 de julio de 1952. El musicólogo Carlos Lavín fue un determinante impulsor de un trabajo sistemático y formal del conjunto en la recopilación en terreno, reconoce la folclorista. Y en 1954, según el libro, la Agrupación coincidió en San Bernardo con el naciente conjunto de alumnos de Margot Loyola el mismo que en 1957 iba a empezar a grabar bajo el nombre de “Cuncumén”.
Otro paso importante en la carrera de Raquel Barros en su ingreso al Instituto de Investigaciones Musicales de la Universidad de Chile, en 1958. Allí trabajó con estudiosos como el citado Carlos Lavín, Vicente Salas Viu, Eugenio Pereira Salas, Jorge Urrutia Blondel, María Ester Grebe, Manuel Dannemann, Gastón Soublette y Tomás Lefever. La investigadora estrechó especiales lazos con Dannemann, quien también fue integrante de la Agrupación y compartió con Raquel la autoría de diversas publicaciones, entre las que se cuentan trabajos sobre poesía folclórica de Melipilla (1958), el guitarrón en el departamento de Puente Alto (1960), la ruta de la Virgen de Palo Colorado (1966), el romancero chileno (1970) o el folclor de Chiloé (1976), entre otras obras registradas en su bibliografía oficial.
Maule, Talagante y zamacueca para el mundo
En adelante la obra de Raquel Barros se funde con la de la agrupación que lleva su nombre. Parte del primer repertorio del conjunto consistió en cantos y danzas como el cuándo, el pequén, la sajuriana y la resfalosa «La luna estaba en el cielo», grabada por Los Provincianos en el disco Aires tradicionales y folclóricos de Chile (1944), publicado por la Universidad de Chile.
La agrupación celebró sus primeros diez años con una actuación en el Teatro Municipal de Santiago en 1962, y la investigación fue el sustento de trabajos escénicos posteriores como «Fiesta maulina» (1962), «Tertulia serenense» (1962), la aclamada «Cerámica de Talagante» (1962), y otros trabajos sobre el folclor de Chiloé, la zona central, los salones de siglo XIX, «La reina del mercado» y «La zamacueca» (1981 y 1984), basadas en sendas pinturas de Juan Mauricio Rugendas y Manuel Antonio Caro, y «Tamaya» (1996), uno de sus montajes más recientes, ambientado en un pueblo minero.
En paralelo el conjunto fue convocado para actuar en ocasiones tan diversas como el Mundial de Fútbol de Chile (1962), las visitas del Presidente de Brasil, João Goulart (1963) y de figuras como la Reina Isabel y el Príncipe Felipe de Inglaterra, la Reina Fabiola y el rey Balduino de Bélgica, la actriz Vivien Leigh o el Papa Juan Pablo Segundo (1987). Y la bitácora de viajes de la agrupación incluye visitas a España (1958), Argentina (1960, 1965), Brasil (1962), Ecuador (1969), Bolivia (1972), Uruguay (1984, 1990 y 1993) y a festivales en Francia (1980), Portugal e Italia, Polonia (2000) y de regreso a España en 1998, 2006 y 2007.
Más reciente es la discografía del conjunto, que se inicia en formato de cassette con Por el camino (1985), colección de danzas de la zona central bajo la producción musical de Santiago Vera, y que incluye trabajos como Lo que mi madre me enseñó, una Misa homenaje a Juan Pablo II (1987) compuesta con motivo de la visita del Papa por Santiago Vera y grabada por Encuentro, conjunto formado por integrantes de la Agrupación; Construyendo nuestro Chile, con danzas de salón y bailes de la zona central pertenecientes a la citada obra «Cerámica de Talagante», y La reina del mercado (2012). Además la agrupación reeditó en CD el citado Lo que mi madre me enseñó, antología de habaneras, tonadas y mazurcas aprendidas por Raquel de esa mujer a la que creció viendo bailar cueca con coquetería y gracia.
Investida con justicia entre las maestras del folclor chileno al lado de Margot Loyola, Violeta Parra o Gabriela Pizarro, hacia el final de su trayectoria Raquel Barros Aldunate mereció reconocimientos como el Premio a la Cueca Chilena Samuel Claro Valdés (2009), el Premio Altazor (2013) y la Orden al Mérito Artístico Cultural Pablo Neruda (2014) entre otros, sin dejar nunca la presidencia de la Agrupación que fundó en 1952. En 2012 celebró sobre el escenario los sesenta años de actividad del grupo con una presentación en el capitalino Teatro Antonio Varas de la que tomaron parte ex integrantes del elenco hasta los años ’60, como prueba viva de la influencia de Raquel Barros sobre generaciones en la historia del folclor en Chile.
Ahora me referiré un poco a mí.
Como producto de ese curso que seguí con Raquel, me encantó bailar cueca; oírlas para mí llegó a ser muy grato. Incluso cuando oigo en la radio una cueca, me agradaba practicar unos pasos. Deseaba en las fiestas que se tocara o cantara una cueca.
Antes de aprenderla, recuerdo que me comportaba como muchos chilenos; me daba miedo cuando se iba a tocar o interpretar una cueca, que me sacaran a bailar. Tendía a esconderme para no pasar el mal rato de la invitación a bailar.
Pienso que todos en Chile debiéramos aprenderlo; es fácil lograrlo, pero con un buen profesorado.
Con mi curso de cueca con Raquel me sentí muy confiado.
Qué importante ella llegó a ser y que necesario sería que profesores y profesoras de cueca pudieran enseñar lo que para mí es la auténtica cueca. La común o las más frecuentes de ahora, son muy distintas y cambiantes.
Algunos recuerdos de la cueca o cuecas que nos enseñó:
- Desde luego su relación con el gallo y la gallina.
- El hombre saca a bailar a la mujer. Ella lo toma del brazo. Se inicia el paseo que va de un lado al otro del terreno de baile. Al llegar a cada extremo ambos se separan y giran. Después de varios trayectos, el hombre la deja y retrocede a un lugar de enfrente. Su pañuelo lo deja en su hombro izquierdo y ambos desarrollan una especie de aplauso, de golpe de manos continuo, hasta ese momento no hay canto.
- El baile propiamente tal se inicia inmediatamente después que surge el canto.
- Debe la mujer iniciarse en una forma más bien tímida, temerosa. Lo que ahora no suele suceder.
- Dos formas nos enseñó para iniciarla, una en de redondo y la otra haciendo un ocho. La pareja se pone de acuerdo sobre cuál elegir.
- Después es importante dar oportunamente las tres vueltas. A veces quien canta avisa la vuelta, la que normalmente se debe hacer después de un alto en la voz de quien canta.
- Después de la segunda vuelta viene el zapateo, En cueca de salón se podía usar el resbalar hacia atrás los pies, seguido de golpe de taco.
- Finalmente se termina con un abrazo.
Aquí concluye este artículo.