Medicina natural, actualidad y economía

Haití y la cooperación chilena. Obstáculos políticos para el nuevo Presidente.

Haití en estas últimas semanas no ha sido de preocupación internacional ni de opiniones o noticias importantes registradas en la prensa nacional. Hoy en Reportaje de El Mercurio nuevamente aparecen opiniones de Andrés Allamand relacionadas con la situación de ese país.

Hago referencia en esta presentación  especialmente a los artículos publicados recientemente en El Mercurio.

Interesante fue lo que publicó este diario en su página editorial del 15 de agosto como también una larga entrevista hecha a Andrés Allamand, nuestro ministro de Defensa en ese mismo mes. Debe tenerse presente especialmente lo que se señala en el artículo mencionado inicialmente, lo relacionado con el necesario apoyo político que consiga el presidente haitiano, que hasta esa fecha no lo había logrado para la designación de Primer Ministro; hasta ahora aún no se ha logrado. El no contar con mayoría en el Parlamento le ha hecho fracasar dos proposiciones de designación.

 Sin duda que la inestabilidad política ha perjudicado el desarrollo de este país. Ojala esa situación se supere prontamente.

 Comento más adelante contenidos de estos artículos y critíco especialmente que Chile aparezca ofreciendo ayudar a crear un ejército para ese país caribeño, como lo ha manifestado Allamand.

 Hago sugerencias sobre temas que me parecen importantes para el desarrollo de este país.

 Incluyo en extenso el primer artículo.

 Doy otros antecedentes sobre la ayuda que se ha dado a Haití.

El tema de Haití ha continuado como preocupación en el ámbito nacional e internacional, pero en sectores no demasiados amplios. La crisis mundial que muchos creen que se avecina y las inestabilidades económicas y políticas en el ámbito internacional, aparecen como temas de más interés. El mundo árabe en efervescencia  y el despertar de la violencia en Israel y territorios palestinos, han sido preocupaciones importantes este último tiempo. Se destaca sin duda el tema de Libia en que se pretendió hacer caer a un considerado peligroso dictador, acción que ha contado con un gran apoyo político internacional y con el uso de diferentes elementos, bastantes recursos económicos y con acciones bélicas especialmente aéreas, sin que tropas extranjeras actúen pisando ese territorio.

Debemos tener presente que las Fuerzas Armadas de Chile han tenido una interesante presencia en el país caribeño, como también nuestro Cuerpo de Carabineros. El apoyo de nuestra organización policial también ha estado cumpliendo una valiosa cooperación en la capacitación en Chile de policías haitianos.

Dos chilenos han hecho cabeza en esta ayuda, Juan Gabriel Valdés primero y recientemente  ha sido designado Mariano Fernández. Pocas noticias se han tenido hasta ahora de su actuación; debemos esperar que su labor sea altamente positiva.

Se reitera hoy día que la imposibilidad de constituir un gabinete dificulta concretizar la ayuda externa.

Me ha parecido conveniente hacer algunos comentarios a estos últimos antecedentes.

Me ha surgido una preocupación derivadas de las reciente palabras del ministro Allamand en torno a que Chile dé un apoyo a la organización o reorganización del ejercito haitiano. Se ha hablado de un ejército para defender su territorio de alguna eventual agresión externa.

Critico este ofrecimiento de colaboración en dos aspectos.

Primero me parece necesario que se defina si se necesita o no un ejercito en Haití. Debe ser primero una decisión nacional y después analizarse si la cooperación externa deba respaldar esa decisión. Se tiene la positiva experiencia de Costa Rica, que carece de un ejército; esos recursos que se pueden considerar economizados han permitido financiar un desarrollo social extraordinario, reflejado en sus principales índices especialmente de salud y de educación. Cabe preguntarse si será necesario que este país caribeño tenga este tipo de fuerzas armadas; no sería mejor que disponga de una buena y bien disciplinada fuerza policial, que también sea defensora de las fronteras.

No debe olvidarse que durante muchos años Haití ocupó a República Dominicana. Tuvo en su época un ejército poderoso. Puede haber reacción externa a que la ayuda internacional vaya a las fuerzas armadas.

Un segundo aspecto es que si el país decide tener fuerzas armadas y hay posiciones externas de colaboración a esa decisión, no me parece conveniente que sea Chile el que dirija este apoyo o sea un importante colaborador en esto. En los años del 75 al 80, cuando me tocó trabajar colaborando en ese paìs como experto de Naciones Unidas en políticas nacionales de alimentación y nutrición, capté las críticas que allá se hacía a la dictadura del General Pinochet; Haití entonces también estaba bajo un gobierno dictatorial. Me parece mucho más indicado si es que se decide apoyar a las fuerzas armadas de Haití, que haga cabeza en ese tipo de iniciativa el ejército de Brasil, que actualmente lidera las fuerzas armadas internacionales presentes en esa nación. Aspectos raciales de este país sudamericano y su pasado con esclavitud africana para sus plantaciones podrían también facilitar más un apoyo exitoso de esta naturaleza. La colaboración de nuestras fuerzas armadas podría ser para materias más específicas, dentro de los temas en que se nos solicite.

Paso a analizar el artículo de El Mercurio, que más adelante lo presento en extenso, pues creo que es importante que quede registrado en un acceso más fácil.

El artículo del 15 de agosto se titula “Enfoque internacionales — Haití: una misión para el desarrollo

Primero se destaca que tanto el Presidente de Haití, Martely como el Presidente Piñera y el Ministro de Defensa de Brasil que lidera el contingente de ONU en ese territorio están en la línea de revisar y redefinir los objetivos de la ayuda que se ha dado especialmente en torno a las fuerzas llamadas de Paz. Se habla por Brasil de una salida organizada y de dejar por ejemplo un batallón de ingeniería.

En su segundo párrafo se destacan las siguientes ideas:

Por la tranquilidad a la que se ha llegado ya no es necesaria la presencia de militares altamente entrenados.

Ya el Presidente anterior René Preval pidió más policías que militares. “Haití ya no está en guerra” señaló, idea que fue respaldada por varios países que mantienen  tropas.

Chile ha planteado que debe pasarse a una nueva fase preocupada más de la reconstrucción y el desarrollo sustentable; se destaca la creación de una institucionalidad para ello.

Se debe preparar una fuerza policial en territorio haitiano con apoyo internacional que sustituya paulatinamente a los extranjeros. Además que las fuerzas militares externas vayan siendo reemplazadas por personal capacitado en otras tareas.

Se señala que el  Presidente Piñera se comprometió a reforzar la asistencia en educación, cuidado de la infancia y planes de desarrollo rural. En mi opinión se debe ser cuidadoso en este tipo de ofrecimiento. El tema educacional chileno no constituye un modelo tan bueno; posiblemente el de la antigua democracia pudiera haber sido un modelo aconsejable, basado en un fuerte ministerio de Educación. Opinión que la educación haitiana debe ser esencialmente pública, complementada con establecimientos de organizaciones privadas sin fines de lucro, muchas de ellas posiblemente pertenecientes a entidades religiosas.

Probablemente las experiencias chilenas del pasado en torno al sistema nacional de salud y a la Corporación de Fomento, podrían ser también positivas. Chile fue un modelo de Salud Pública y su Escuela de Salud Pública del pasado de la Universidad de Chile mereció respeto internacional y en ella se formaron muchos salubristas de A. Latina y del Caribe. En mi trabajo internacional pude en varias ocasiones oír el reconocimiento que se tenía de la Escuela de Salud Pública chilena donde destacados profesionales extranjeros estuvieron becados.

Lo que puede ser muy importante para Haití es el apoyo que se dé a la formación de policías en su territorio, posiblemente en dos centros de formación de oficiales y suboficiales, uno en Puerto Príncipe, su Capital al sur del país, y el otro en Cabo haitiano, en el norte.

Me parece importante que en estos dos centros más poblados, bastantes distantes entre sí, se tengan estas formaciones, para por una parte que los aspirantes tengan mayor cercanía a sus residencias y por la otra, que ambas localizaciones ayudan a disponer de mayor personal policial de refuerzo frente a situaciones especiales.

El artículo hace una clara crítica al expresar.  Sin embargo, Naciones Unidas ha sido demasiado lenta para reaccionar y modificar los objetivos originales en pos de adaptarlos a la nueva situación.

En mi opinión, reitero, que Haití necesita un Plan Nacional de Desarrollo Socio Económico con objetivos muy bien definidos  y con la estrategia para lograrlos. Todo esto debe tener un importante apoyo político nacional y posteriormente internacional. CEPAL podría dar una valiosa colaboración. Las experiencias europeas de planes de desarrollo podrían ser también muy importantes. Se requiere un buen diagnóstico nacional que sea la base del plan y de la determinación de las prioridades cronológicas; la capacidad y prestigio de los expertos que colaboren facilitarían un apoyo político nacional.

Mientras se defina un plan nacional se debiera ir avanzando en forma inmediata en importantes programas, proyectos y actividades. Vivienda, agua potable y eliminación de aguas servidas, excretas y basuras deberían ser temas  prioritarios, como también una reforestación masiva. Esto crearía de inmediato empleo. La reconstrucción de viviendas destruidas por el terremoto, sin duda que debe ser prioritaria. Reitero que pienso que la agricultura requeriría de un apoyo masivo de fertilizantes para recuperación de fertilidad de suelos con el consiguiente mejoramiento masivo de la fertilidad. Muy importante es la reforestación del país, en ello Chile podría dar un importante apoyo técnico profesional. Debiera darse desde ya un apoyo al turismo, que bastante importancia tuvo en el pasado. El estímulo a la demanda externa de sus pinturas y artesanías, podría también ser una preocupación de la cooperación externa.

Salud debiera ser un tema prioritario. Posiblemente el mejoramiento de caminos sea importante, pero con tecnologías como las usadas en la India, que refuerzan la importancia de crear empleo.

En un tercer y último párrafo el artículo destaca la necesidad de que para cualquier plan el Ejecutivo necesita de apoyo político, especialmente en torno a la designación de un Primer Ministro, que requiere el pronunciamiento favorable del Parlamento, en el que tiene mayoría de oposición. Ya habría fracasado en dos proposiciones. Ello le ha dificultado avanzar en el cumplimiento de sus promesas entre éstas la de dar vivienda dignas a los habitantes de la ciudades destruidas por el terremoto y el mejoramiento económico. El Presidente Martelly habría prometido luchar contra la corrupción y el desgobierno, para lo cual requiere ese apoyo político que no ha podido lograr.

Al final del párrafo se destaca que del aporte en dinero prometido por la comunidad internacional por más de 10 mil millones tras el terremoto, apenas se ha entregado la mitad. Es prioritario vigilar que la ayuda externa no favorezca la corrupción ni ha determinados sectores políticos.

A continuación va la transcripción completa del artículo de El Mercurio del 15 de agosto al que se ha hecho referencia.

 

Lunes 15 de Agosto de 2011
Enfoques Internacionales – Haití: una misión para el desarrollo

Las palabras de Martelly, pronunciadas tras su reunión en Santiago con el Presidente Piñera, el jueves pasado, están en línea con lo que anunció Celso Amorim -el recién asumido ministro de Defensa de Brasil, país que lidera el contingente de ONU en Haití-, en el sentido de que su gobierno está pensando revisar la participación de las fuerzas brasileñas. Esto -se aclaró- no significa un retiro total de las tropas, sino más bien una redefinición de los objetivos y procedimientos. «Es hora de discutir una salida organizada (…); una posibilidad es dejar un batallón de ingeniería del Ejército», remarcó.

La evaluación general es que el período de mayor violencia y riesgo de disturbios y saqueos ya pasó, por lo que la presencia de militares altamente entrenados no se justifica en un contexto de mayor tranquilidad. Y esto no es nuevo: ya en abril, en una reunión del Consejo de Seguridad, el entonces Presidente René Preval pidió más policías, pues -dijo- «Haití no está en guerra». Fue secundado con entusiasmo por varios de los países que mantienen tropas en esa isla. Chile ha planteado en más de una oportunidad que se debe pasar a una nueva fase, en la que la creación de instituciones para la reconstrucción y el desarrollo sustentable tenga prioridad. Simultáneamente, debe prepararse una fuerza policial en territorio haitiano -con apoyo internacional- que reemplace a los extranjeros gradualmente, de manera que los países que contribuyen con tropas puedan enviar en su lugar a personal capacitado en otras tareas. El Presidente Piñera, por ejemplo, se comprometió a reforzar la asistencia en educación, cuidado de la infancia y planes de desarrollo rural. Sin embargo, Naciones Unidas ha sido demasiado lenta para reaccionar y modificar los objetivos originales en pos de adaptarlos a la nueva situación.

Para el éxito de cualquier nuevo plan, es indispensable que el Ejecutivo haitiano, que asumió en mayo, ejerza plenamente el poder. Sin embargo está sumido en una parálisis política. Martelly, que prometió luchar contra la corrupción y el desgobierno, no ha podido nombrar a su Primer Ministro, pues el Parlamento, de mayoría opositora, ha rechazado las dos nominaciones que ha hecho. Cuando Martelly logre superar este escollo, deberá enfocarse en cumplir sus promesas de solucionar los problemas más urgentes de su población, como dar viviendas dignas a los habitantes de las ciudades destruidas -600 mil personas aún duermen en campamentos- y satisfacer las expectativas de mejoramiento económico. Todo eso, con el aporte en dinero de la comunidad internacional que prometió más de 10 mil millones de dólares tras el terremoto, pero apenas ha entregado la mitad.

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