Chile debiera analizar la experiencia de China, con una economía planificada de desarrollo, con amplia participación de capitales privados nacionales y extranjeros.
El Estado con visión de mediano y largo plazo, colabora con sus recursos financieros a inversiones privadas estratégicas para su desarrollo. Además sabe usar su política cambiaria para sus objetivos de crecimiento.
Contrasta esta realidad con la chilena en que sectores estratégicos se privatizaron como el caso de la energía eléctrica, que ha significado encarecimiento de tarifas e inseguridades en los abastecimientos futuros.
A pesar de las promesas del Presidente Piñera y del Ministro de Agricultura Galilea de una divisa firme y estable, ésta se ha deteriorado y muestra grandes inestabilidades e incertidumbres. El país ve afectado el valor de su divisa especialmente por el precio del cobre, elevado, cambiante e incierto.
Más adelante presento un interesante artículo recientemente publicado por el Diario El Mercurio que se refiere al rol del Estado chino con su capitalismo estatal en expansión, de apoyo al crecimiento económico nacional.
La publicación viene encabezada por las siguientes leyendas: : “Rol del Estado. Capitalismo de China desata críticas de Occidente”
“La ira occidental hacia el gigante asiático se ha concentrado en la política cambiaria, un área en la que Beijing es acusada de mantener un valor artificialmente bajo del yuan”.
En el artículo se tratan especialmente los dos temas: su capitalismo estatal y su política cambiaria.
Presento a continuación el artículo y agrego al final algunos comentarios
Rol del Estado:
Capitalismo de China desata críticas de Occidente
La ira occidental hacia el gigante asiático se ha concentrado en la política cambiaria, un área en la que Beijing es acusada de mantener un valor artificialmente bajo del yuan.
Autores: Jason Dean, Andrew Browne y Shai Oster
BEIJING.- Desde el fin de la Guerra Fría, las grandes potencias han convenido sobre la sabiduría de permitir que la libre competencia del mercado -en lugar de la planificación estatal- impulse la economía. La estrategia económica de China ha puesto en entredicho ese consenso y para entender las razones basta una mirada al ascenso del magnate de la energía solar Zhu Gongshan.
Una escasez de silicio policristalino -la principal materia prima de los paneles solares- amenazaba la floreciente industria de la energía solar en 2007. Los precios de los polisilicios se dispararon a US$ 450 el kilo en 2008, diez veces más que un año antes. Las empresas extranjeras dominaban la producción y le traspasaban los altos costos a China.
La respuesta de Beijing no se hizo esperar: el suministro local de polisilicio adquirió el estatus de prioridad nacional. El dinero llegó a raudales desde empresas y bancos estatales y los gobiernos locales aceleraron la aprobación de plantas nuevas.
En Occidente, construir fábricas de polisilicios demora años. Zhu, un empresario independiente que recaudó US$ 1.000 millones para una planta, comenzó a producir a los 15 meses y en pocos años creó uno de los mayores fabricantes mundiales de polisilicios, GCL-Poly Energy Holding Ltd. El fondo soberano de China compró 20% de GCL-Poly por US$ 710 millones. Hoy, China produce alrededor de 25% del polisilicio del mundo y controla alrededor de la mitad del mercado global de equipos terminados de energía solar.
La ira occidental hacia China se ha concentrado en la política cambiaria, un área en la que Beijing es acusada de mantener un valor artificialmente bajo del yuan para estimular sus exportaciones. El ascenso de Zhu, sin embargo, apunta a un tema más profundo: la estrategia económica de China es detallada y multifacética y desafía a EE.UU. y otras potencias en varios frentes.
Un componente central de la estrategia china son las políticas que ayudan a las empresas estatales a acceder a tecnología de punta y administran el tipo de cambio para beneficiar a los exportadores. China aprovecha el control estatal del sistema financiero para proveer capital de bajo costo a industrias nacionales y a los países ricos en recursos naturales cuyo petróleo y minerales necesita para seguir creciendo a paso acelerado.
Las políticas de China son, en parte, producto de su estatus único: un país en vías de desarrollo que además es una superpotencia. Sus líderes no asumen que el mercado es superior. En cambio, consideran que el poder estatal es esencial para mantener la estabilidad y el crecimiento y, por ende, asegurar el dominio continuado del Partido Comunista.
Es un modelo con un historial de logros, en especial en momentos en que la fe en la eficacia de los mercados y la competencia de los políticos es sacudida en gran parte de Occidente. China es el mayor exportador mundial y se encamina a desplazar a Japón como la segunda economía del mundo.
Mercantilismo
Charlene Barshefsky, quien en 2001 como representante comercial de EE.UU. durante el gobierno de Bill Clinton ayudó a negociar la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, afirma que el ascenso de economías poderosas lideradas por el Estado, como China y Rusia, socava el sistema comercial establecido después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando estas economías deciden que «industrias nuevas deberían ser creadas por el gobierno», sostiene Barshefsky, la balanza se inclina en contra del sector privado.
Los críticos occidentales afirman que las prácticas de China constituyen una forma de mercantilismo que apunta a acumular riqueza al manipular el comercio. Señalan que las reservas de China en moneda extranjera, que ascienden a US$ 2,6 billones (millones de millones), son prueba de ello. EE.UU. y la Unión Europea han iniciado una serie de casos en la OMC contra Beijing.
Los máximos ejecutivos de varias multinacionales ya han comenzado a quejarse. En julio, Peter Löscher, presidente ejecutivo de Siemens AG, y Jürgen Hambrecht, presidente de la química BASF SE, plantearon en una reunión entre industriales alemanes y el primer ministro chino inquietudes sobre los intentos por obligar a empresas extranjeras a transferir propiedad intelectual valiosa a cambio de acceso al mercado.
«Los chinos han demostrado que si tienen la capacidad de anular su modelo y quedarse con sus ganancias, lo harán», insiste Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia Group.
Hasta ahora, sin embargo, las multinacionales no han hecho las maletas porque China sigue siendo una fuente vital de crecimiento para empresas cuyos mercados internos están saturados.
La estrategia de China sigue la tradición de las políticas que empleó Japón durante su ascenso. Pero la enorme escala de China, su población es 10 veces mayor a la de Japón, la convierte en una amenaza más formidable.
Los líderes chinos han comenzado a acusar recibo. Durante el Foro Económico Mundial en Tianjin en septiembre, el primer ministro Wen Jiabao indicó que el debate reciente sobre China entre los inversionistas extranjeros «no se debe sólo a malentendidos por parte de las empresas foráneas. También se debe a que nuestras políticas no fueron lo suficientemente claras», manifestó.
En China, el Estado está en ascenso. Muchos analistas afirman que la liberalización ha perdido vigor y apuntan a amplias porciones de la economía que aún son controladas por empresas estatales y donde se restringe el acceso a las firmas extranjeras. El gobierno posee casi todos los grandes bancos del país, las tres petroleras principales, las tres telefónicas y los grupos de medios más importantes.
Según el Ministerio de Finanzas, los activos de todas las empresas estatales en 2008 bordearon los US$ 6 billones, 133% del PIB de ese año. En comparación, los activos de la agencia que controla las empresas estatales en Francia, una de las economías occidentales más estatizadas, fueron de 539.000 millones de euros en 2008, cerca de 28% del PIB.
A más largo plazo, China afronta una serie de retos que amenazan su crecimiento, como una población que envejece aceleradamente debido a los nacimientos limitados por la política de hijo único en las últimas décadas, y el daño al medio ambiente provocado por la veloz industrialización del país.
Por ahora, ese ritmo tiene a Occidente en guardia. «Nuestra competencia se ha vuelto mucho más difícil durante un lapso de gran debilidad económica en Estados Unidos», dice Barshefsky.
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Algunos comentarios e ideas que me han parecido interesante de destacar.
1. Se pone en dudas el consenso pos guerra fría sobre el éxito esperado de la libre competencia y dejar que el mercado motive las decisiones económicas. La estrategia económica china en grado importante descansa en la planificación estatal sin dejar de utilizar los mecanismos del mercado.
2. El ejemplo del apoyo a la producción de silicio policristalino es impresionante. Su escasez comprometía el desarrollo de la industria de la energía solar por la escasez y los altos precios de ese importante insumo. El Gobierno le dio prioridad al tema y apoyó a un empresario local para desarrollar este rubro lo que se logró en sólo 15 meses, lapso muy inferior a los tradicionales externos.
Eso se consiguió con fuertes apoyos de empresas y bancos estatales y la acelerada aprobación de los gobiernos locales al establecimiento de estas plantas. Hoy, China produce alrededor de 25% del polisilicio del mundo y controla del orden de la mitad del mercado global de equipos terminados de energía solar.
Contrasta este ejemplo con el problema chileno de su energía eléctrica, que es carísima y con riesgos serios de desabastecimiento futuro. Su desarrollo está muy subordinado a altas tarifas. No pocos seguramente recordamos con nostalgia a la ENDESA estatal del pasado, que aseguraba el futuro abastecimiento de energía nacional y regionalmente a tarifas estrechamente relacionadas con sus costos y capaz de captar financiamientos externos de bancos internacionales sin fines de lucro.
3. La fuerte crítica occidental a su política cambiaria, pero su estratégica económica no es sólo en torno a lo cambiario. Es calificada de detallada y multifacética y que desafía a EE.UU y otras potencias en diferentes frente. Recordemos como China, un país socialista, reconoce al gobierno militar chileno de inmediato al golpe, posiblemente por lo estratégico que era para su desarrollo el asegurarse un abastecimiento de cobre no sólo inmediato sino a futuro.
4. Un componente estratégico ha sido ayudar a las empresas estatales a tener acceso a las tecnologías de punta
5. El control estatal del sistema financiero provee capital a bajo costo a industrias nacionales y a países rícos en recursos naturales para asegurar sus demandas crecientes futuras.
6. Interesante el juicio de los autores: “Sus líderes no asumen que el mercado es superior. En cambio, consideran que el poder estatal es esencial para mantener la estabilidad y el crecimiento y, por ende, asegurar el dominio continuado del Partido Comunista”. Combinan muy bien la planificación con el uso del mercado, pero alterando el mecanismo de los precios con su política cambiaria y con la intervención del mercado financiero estatal que destina recursos a bajos intereses a actividades de interés. Al modelo chino los autores lo califican “con un historial de logros” en momentos en que la fe en la eficacia de los mercados y la competencia de los políticos es sacudida en gran parte de Occidente. Destacan que China es hoy el mayor exportador del mundo.
7. Se destaca la preocupación occidental por la presencia de las empresas estatales de China y Rusia que altera el mecanismo de mercado internacional, como se expresa socava el sistema comercial establecido después de la Segunda Guerra Mundial. Debe recordarse que tampoco en el pasado el sistema comercial operaba tan libremente; basta recordar el proteccionismo agrícola europeo y de América del Norte a sus agriculturas que generaban excedentes que eran lanzados subsidiados a los mercados externos y que ellos cerraban sus fronteras al ingreso de productos agrícola por ellos protegidos.
8. Interesante el calificativo de mercantilismo chino que ha llevado a ese país a acumular la enorme cifra de US$ 2,6 billones. Debe tenerse en cuanta que esta acumulación de reservas es en parte importante consecuencia de un apoyo a la producción nacional para exportaciones y para reducir la competencia de importaciones, más que la finalidad primaria de acumular reservas. Esta estrategia también permite que el país tenga una alta tasa de ahorro.
9. Se muestran las inquietudes de las transnacionales, pero ellas siguen en el país por la importancia de su mercado interno en fuerte expansión, frente a mercados saturados de países desarrollados.
10. El que en China el Estado está en ascenso, es sin duda un tema de interés. La liberalización ha perdido vigor, amplias porciones de la economía aún son controladas por empresas estatales y donde se restringe el acceso a las firmas extranjeras. Se destaca la presencia estatal en bancos, petroleras y telefónicas.
11. Llamativa las cifras que señalan que para el 2008 los activos de empresas estatales representaban el 133% del PIB de ese año, comparado con el 28% de Francia, una de las economías occidentales más estatizadas.
12. Dos problemas destacan para el futuro crecimiento de China. El envejecimiento de su población y el daño al medio ambiente consecuencia de su rápida industrialización.