Medicina natural, actualidad y economía

«La autocrítica que falta». Palabras de Andrés Aylwin Azócar

“La autocrítica que falta”, carta publicada en septiembre pasado en el Diario El Chena de San Bernardo de la que es autor el abogado defensor de derechos humanos y laborales Andrés Aylwin Azócar, me es grato presentarla,en mi página, con su consentimiento. Contiene interesantes planteamientos, sugerencias e inquietudes, que en parte me he permitido brevemente comentarlos

 

Ésta es la carta

LA AUTOCRÍTICA QUE FALTA

Me han impresionado las palabras de autocrítica contenidas en el libro recientemente publicado «Después de la Quimera» de que son autores Ernesto Ottone y Sergio Muñoz Riveros. La autocrítica de ellos se refiere a su adhesión en el pasado a los «socialistas reales» y a su no claro compromiso con la democracia representativa. Al efecto expresan categóricamente: «hemos aprendido que cualquier fórmula política que avasalle a los seres humanos no vale como camino de redención social. Ningún tipo de autoritarismo o totalitarismo merece presentarse como alternativa progresista«.

Agregan clarificadoramente: «no hemos dejado de identificarnos con la búsqueda de la justicia social pero la entendemos hoy indisolublemente asociada a la defensa de la libertad, de todas las libertades, y a la batalla sin claudicaciones por la plena vigencia de los derechos humanos». Agrega Serio Muñoz: «me avergüenzo de haber defendido en 1968 la invasión de Checoslovaquía por las tropas soviéticas».

Pienso que esta significativa autocrítica contrasta absolutamente con la conducta que ha tenido nuestra Derecha, la que no obstante haber apoyado con cuerpo y alma la dictadura de Pinochet, jamás se ha hecho la mínima autocrítica desentendiéndose de que dicho régimen totalitario implicó varios miles de fusilados y detenidos desaparecidos, decenas de miles de torturados y cientos de miles de chilenos privados de sus derechos, bienes u organizaciones. Ignorando también que su apoyo fue decisivo para el triunfo y perpetuación de la dictadura.

Pienso que ya está bueno que los dirigentes de ese sector político dejen de ampararse en un supuesto «contexto histórico» para explicar su repudiable conducta frente a la dictadura. Y expresen de una vez por todas en forma clara y categórica «cometimos un grave e injustificable error al haber apoyado un régimen dictatorial; nos arrepentimos de haberlo hecho y pedimos disculpas por ello». Sólo un reconocimiento de este tipo es garantía real de sus conductas futuras y, por lo mismo, constituye a ese sector en una alternativa éticamente viable para el futuro. Aclaramos que hasta esta fecha la única persona de Derecha que ha hecho un reconocimiento de este tipo es la ex diputada y ex militante de Renovación Nacional Pía Guzmán.

Lo que expreso en cuanto a la conducta moralmente exigible a la Derecha tiene un simple fundamento: en materia de Derechos Humanos no puede existir ningún tipo de relativismos; jamás se puede asesinar o torturar a un ser humano por sus ideas o su forma de pensar. Y por lo mismo, frente a este imperativo ético insoslayable no caben las alegaciones que ayer se dieron, y que hoy se siguen dando, de supuestas exigencias de «tranquilidad» o «seguridad nacional» que habrían legitimado los abusos cometidos. En este aspecto son iluminadoras las expresiones del Papa Juan Pablo II que hablando en 1979 ante la Asamblea de las Naciones Unidas condenó categóricamente «cualquier tipo de tortura u opresión, conductas que son aún más dolorosas cuando se efectúan con el pretexto de seguridad interna o necesidad de conservar la paz».

Al hablar de estas cosas no me estoy refiriendo a asuntos del pasado. Al efecto pienso que es muy importante meditar sobre los resultados de una reciente encuesta hecha por el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Católica que ante la pregunta de si se está de acuerdo con la frase «puede que la Democracia tenga problemas pero es mejor que cualquiera otra forma de gobierno» sólo un 69.5 % ha respondido afirmativamente». No dudamos que detrás de esta cifra preocupante – más de un 30 % de los encuestados no cree firmemente en la democracia – está la influencia de los mismos que ayer apoyaron la dictadura. Los mismos que a través de la demagogia y el control monopólico de los medios de comunicación, procuran desestabilizar la democracia por todos los medios a su alcance, lícitos e ilícitos..

 Andrés Aylwin Azócar

 

Me he permitido referirme brevemente a algunos temas de su contenido.

Pienso que sería muy útil para la democracia chilena que la Derecha o grupos representativas de ella. reconocieran esos graves errores cometidos. Al hacerlo creo que muchos votarían por hombres de Derecha, que hoy no lo hacen y votan por partidos de la Concertación , o en blanco y anulan su voto.

No es fácil reconocer errores. La misma Iglesia Católica bastante demoró para pedir perdón por los abusos de la Inquisición.

No puedo dejar de recordar lo dicho antes del Golpe militar por un distinguido político de derecha, persona a quien mucho aprecié, hoy fallecido. “ No soy partidario que los militares lleguen al poder, porque uno sabe cuando llegan, pero no sabe cuando se van”. Por otra parte no fueron pocos los hombre de Derecha que lucharon por el pronto regreso a la Democracia; desgraciadamente también ha habido otros que han actuado en forma distinta y que han amparado por ejemplo durante mucho tiempo lo que sucedía en la Colonia Dignidad.

En Chile creo que muchos fuimos partidarios de que las Fuerzas Armadas tomaran el poder en 1973, estando seguro que aquello duraría pocos meses; destacados hombres de la Concertación así lo creyeron.

No creo que se pueda culpar sólo a la prensa monopólica de que un alto porcentaje de la población, casi un 30 % no crea que la democracia es la mejor forma de Gobierno; no debe olvidarse el alto porcentaje de la población que para el plebiscito votó por el no, como también tener presente que hoy en la democracia chilena pueden haber imperfecciones superiores a las que se presentan en otras democracias del mundo. Hay una lamentable pérdida de valores en la política chilena, como en muchas otras realidades de nuestra sociedad.

El país debiera hacer un esfuerzo mancomunado por mejorar su ética y recuperar altos valores que en el pasado tuvieron más presencia en nuestra sociedad y en nuestras organizaciones.

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