Continúa el dólar con sus marcadas inestabilidades y a bajos niveles. Se ven especialmente afectados los sectores productivos que aportan más valor agregado, que generan más empleo.
Un interesante artículo fue publicado en la Revista del Campo de El Mercurio del 10 de agosto de 2009; su autor es Francisco Arroyo Schik, Director del Centro de Innovación y Desarrollo de la Facultad de Economía y Negocio de la Universidad de Chile, hace referencia al tema. Más adelante se presenta el artículo y se comenta.
Coincide este asunto con otro artículo que se titula. “DEL SECTOR FORESTAL. Las recetas para salir de la crisis. El cierre de 44 aserraderos fue la voz de alarma. Se suma el subsidio a la celulosa de EE.UU. y la baja del dólar”.
Por otra parte amplios sectores de la agricultura nacional enfrentan serios problemas de financiamiento, que se busca subsanar a base de crédito bancario más abundante y a bajo costo, lo que puede ser, de lograrlo, “pan para hoy y hambre para mañana”. Lo fundamental son los precios, los que están seriamente afectados por el valor de la divisa; gran parte de la agricultura nacional genera productos transables, cuyo precio es directamente proporcional al valor de la divisa.
El artículo de Arroyo Schick se titula:
“Dólar a $500 versus Dólar a $700”
Y dice así:
¿Será razonable que la competitividad de una industria dependa de variables que no controla?. En una economía de mercado los precios son señales cuya misión es garantizar la correcta asignación de recursos. Ello sustenta su superioridad por sobres las economías por sobre las economías planificadas centralmente y aquellas a medio camino, con prácticas intervencionistas. Pero los precios de mercado no son infalibles. También conducen a aberraciones capaces de generar crisis globales o quiebras de industrias, que pierden su competitividad por factores exógenos. ¿Qué estudio reconocido avala a autoridades que dicen defender intereses nacionales con intervenciones que tienen efectos redistributivos? .¿Por qué no se asocian quienes pierden sus ingresos, empleos, patrimonio?. Cuando las regulaciones que garantizan equidad no son el sello del quehacer de las autoridades, los ciudadanos deberían procurar corregir los errores que les afectan.Para la mayoría de los exportadores su competitividad depende más del valor que liquidan sus retornos. Este valor se determina en un mercado que depende del valor de las exportaciones totales, los flujos de capitales financieros que entran y salen según diferenciales de tasas de interés y riesgo país, la llegada o retirada de inversiones, la compra o venta de divisas por el fisco, la situación financiera de otros países.
¿Cómo podría el valor de “mercado” del tipo de cambio, en este expuesto país, ser sacrosanto y correcto para regir los destinos de las exportaciones?. No lo es. Es su enemigo letal, sólo prosperan actores consolidados, que pueden ganar en las crisis.
Ningún país con desempeño admirable expone a sus exportadores a estos avatares. Chile será desarrollado cuando exporte soluciones de alto valor, lograrlo requiere un dólar alto garantizado.
Consideremos el efecto en la industria frutícola de un dólar a $500 versus uno a $700. Con $500 la situación obliga a bajar sueldos, dejar de invertir, focalizarse en sobrevivir. Sólo existe el corto plazo. Con $700 se puede pagar bien, capacitar, invertir, innovar, el largo plazo existe y es promisorio. Los árboles, las prácticas y los mercados son los mismos. El escenario no. Para que vuelva la prosperidad es necesario un escenario adecuado para el desarrollo exportador. ¡Trabajemos en ello!
Comentarios:
- Es muy cierto que una industria o todo un gran sector económico no puede estar dependiendo de las variaciones del precio del dólar, sobre todo actividades que requieren de inversiones de relativamente lenta maduración como es la fruticultura. Ésta no es como un lavadero de oro que se puede paralizar y queda latente su despertar, o la recolección de la rosa mosqueta, que si es antieconómico se deja de hacer, o incluso un aserradero, que se paraliza junto al bosque que sigue creciendo o cuyas trozas pueden esperar. La fruticultura es distinta.
- Qué triste es que una actividad exportadora dependa casi exclusivamente del valor de la divisa. De nada sirve que su producción tenga mercados, que se haya hecho una acertada inversión y que la empresa trabaje con eficiencia.
- Es verdad que el valor de la divisa en el neoliberalismo extremo en el que nos encontramos dependa de tantos factores, como bien se enumeran en el artículo:
i) los valores de las exportaciones;
ii) los flujos de capitales financieros que entran y salen según diferenciales de tasas de interés y riesgo país – los a veces llamados “capitales golondrinas que se van donde el sol más calienta”, si cae la niebla arrancan;
iii) la llegada o retirada de inversiones;
iv) la compra o venta de divisas por el fisco, y
iv) la situación financiera de otros países. - Qué acertada interrogante: ¿Cómo podría el valor de “mercado” del tipo de cambio, en este expuesto país, ser sacrosanto y correcto para regir los destinos de las exportaciones?.
- Valiosa afirmación: Ningún país con desempeño admirable expone a sus exportadores a estos avatares. China con sus grandes excedentes de su balanza comercial y de su cuenta corriente, sostiene el valor de su divisa, acumula reservas, genera ahorros y su economía crece a tasas sorprendentes; ya llegó a ser la tercera potencia económica del mundo y próxima a alcanzar el segundo lugar. Dubai, con sus grandes excedentes del petróleo que se le ha ya agotado, qué sería ese país que pudo generar grandes ahorros y acertadas inversiones que lo hizo cambiar y ser una de las economías más extraordinarias del mundo, en un territorio de extrema aridez.
Qué sería de las grandes potencias europeas si ni hubieran protegido sus agriculturas y sus bosques. - No comparto del artículo la tan simple idea de defender un dólar a $700 para un buen desarrollo frutícola y de muchas otras actividades. Posiblemente con un dólar menor, pero firme y estable se pueden lograr resultados altamente positivos.
Sin dudas que una buena política cambiaria es muy importante para un país en que su economía está tan relacionada con el resto del mundo. Pero no sólo a través de eso solucionaríamos los grandes problemas económicos.
En mi opinión uno de los más importantes es el del desempleo y subempleo, como también el de la desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza. Con empleo pleno, es muy probable que pobreza y desigualdades se reduzcan sensiblemente, pero quizás lo más importante que lograríamos es una tranquilidad social, una sensible reducción de la delincuencia y la violencia. Dejaríamos de tener record en porcentaje de población en cárceles, de tener que usar las denominadas “puertas giratorias” y todo robo, por cualquier monto, podría llegar a ser considerado delito. Desaparecería la consideración ética de hoy, de que el robo muchas veces lo terminamos justificando, cuando no hay otra salida para cubrir las necesidades básicas de una familia o el hambre de los hijos. Junto a justificar o comprender tantas otras prácticas delictuales menores como las ventas callejeras o incluso el comercio de drogas en las poblaciones.