Medicina natural, actualidad y economía

La venta de D&S, Líder, a capitales de EE UU y la prohibición por su Gobierno de vender productos de determinados orígenes

No debe dejar de preocuparnos un hecho, que si bien puede parecer de segunda importancia, para muchos, tiene un sensible significado.

Ha salido la noticia, no desmentida, de que la venta de la chilena empresa D&S,Líder, al capital extranjero, ha significado que la más importante cadena de supermercados de Chile no pueda vender productos que por su origen, el país más poderoso del mundo, EE UU, los prohibe, para sus empresas de todo el mundo.

Se ha informado que se está estudiando la legalidad de esta exigencia. También se ha anunciado que la empresa ha tenido que sacar a liquidación, a precios rebajados, stocks de estos productos, como sería del ron proveniente de Cuba. Así se ha contribuido a hacer pública esta determinación. Cabe la pregunta, sabía el Gobierno de Chile de esta exigencia.

Esto me trajo a mis recuerdos, que por allá de mediados de los años 70, el mundo enfrentó una seria crisis alimentarias. El país más poderoso del mundo disponía de grandes stocks de trigo e hizo una gran operación comercial vendiéndole la URSS, en plena Guerra Fría, grandes volúmenes del cereal, comprometiendo los abastecimientos alimentarios de muchos países neutrales o de la órbita occidental. Una alta autoridad del país del Norte declaró en esa época que «tener alimentos es tener poder político«.

La venta con esa obligación de no vender productos de origen prohibido para empresas extranjeras estodounidenses en todo el mundo, es una disposición que, a lo menos, debería calificarse de extraña. Da la impresión que esas exigencias no las conocían las autoridades chilenas.

Seguramente la mayoría de la representación del capital del Líder tiene que haber conocido esta disposición que obligaba a una fecha determinada a cumplir esta obligación. Si hubiera tomado una posición negativa a ella, la operación seguramente no se podría haber concretizado.

Hay bastante confianza en que el traspaso de la empresa Lider a la extranjera, ocasionará una posible baja de precios en el comercio al por menor, ya que ésa es la característica de esta gran empresa internacional, la de ampliar su mercado gracias a la venta a favorables precios para sus clientes en expansión.

No es fácil seguramente demostrar que esta exigencia sea ilegal dentro de la legislación chilena; al parecer no se le obliga a una empresa de una línea como la de un supermercado a vender de todos los productos y de todos los orígenes. Quizás alguna exigencia puedan tener las farmacias u otras actividades comerciales de tener a la venta a lo menos determinados productos.

Lo que puede parecer discutible es que una empresa limite su campo de adquisiciones, no por voluntad propia, sino por la exigencia del país de donde proviene la inversión. En mi opinión ésta es una medida que limita la sana competencia, el funcionamiento libre del mercado.

Entiendo que la compra de una empresa nacional por el capital extranjero requiere de alguna autorización de Gobierno. Si ha sido así, cabe preguntarse si el Gobierno tomó conocimiento de esta exigencia y conscientemente aceptó el ingreso de estos capitales amarrados a esas exigencias o, simplemente fue sorprendido. Lo que si ha quedado claro es que Hacienda ha manifestado públicamente la simpatía por esta operación, como se señala en un artículo que viene más adelante en que se expresa textualmente: el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, celebró esta operación y dijo sin pudor: «Chile va a recibir una inversión extranjera directa de aproximadamente ocho por ciento del PIB en 2008. Son sólo cuatro o cinco países del mundo que están en esta situación«. Y también agregó: «La inversión extranjera en Chile sigue adelante. Algunas de las principales empresas extranjeras del mundo en minería, en electricidad y ahora en el retail creen en el mercado chileno y van a participar en él«.

Queda claro que esta operación de alguna manera ha acrecentado el poder político del Gobierno de EE UU. Es de esperar que esta situación cambie, con el nuevo Presidente del país del Norte.

Llama la atención que se haya hecho pública esta exigencia, pues bien pudo procederse en forma distinta, como por ejemplo vender en privado sus stocks de los productos restringidos por su origen, o simplemente haber dejado que los stocks se agotaran, sin ser repuestos.

El hacerse pública esta exigencia, ya está siendo utilizada por la segunda en importancia cadena de supermercado, que se jacta de vender productos de cualquier origen, sin limitación alguna.

Me ha parecido interesante referirme a un artículo publicado el el Diario digital El Clarín. Escrito por Paul Walter el 31 de diciembre pasado. Su título es «Wal-Mart, la crisis, las oportunidades y el oportunismo». Al parecer su autor no conocía esta exigencia, ya que en caso de haber sabido su existencia, posiblemente hubiera hecho referencia a ella.

El artículo se inicia con el siguiente párrafo:

«La oferta pública de acciones hacia finales del 2008 de Wal-Mart, la principal cadena de supermercados del mundo, por D&S, el mayor operador chileno en este rubro, es una muestra más del proceso de concentración y acumulación del capital mundial. Un negocio que podría superar los dos mil millones de dólares –la oferta por el cien por ciento de D&S es por 2.600 millones- cuya única curiosidad es haberse consolidado durante el desarrollo de la crisis, a las puertas de una profunda recesión.»

Continúa así el artículo con información que contribuye a apreciar la importancia de esta empresa internacional.

«Wal-Mart no sólo es la primera cadena de supermercados de Estados Unidos. Es también la primera en el mundo y la principal empresa estadounidense. Detenta el primer lugar en el ranking de empresas, con una facturación anual de 375 mil millones de dólares, más de siete mil establecimientos y 2,1 millones de empleados. D&S, en tanto, aun cuando no es la principal firma chilena, es la mayor cadena de distribución minorista, con el 33 por ciento del mercado. Le sigue Cencosud con 31 por ciento y SMU (Unimarc y otras marcas), con un 15.«

Más adelante hace referencia a lo que ha declarado representación del Gobierno chileno sobre el tema:

«El 2008 terminó con un gran negocio. Y ese monto, incluso, ha sido registrado y ostentado como una cifra del retorno de la inversión extranjera en Chile. En un alarde sin sentido en medio de la crisis, el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, celebró esta operación y dijo sin pudor: «Chile va a recibir una inversión extranjera directa de aproximadamente ocho por ciento del PIB en 2008. Son sólo cuatro o cinco países del mundo que están en esta situación». Y también agregó: «La inversión extranjera en Chile sigue adelante. Algunas de las principales empresas extranjeras del mundo en minería, en electricidad y ahora en el retail creen en el mercado chileno y van a participar en él». El neoliberalismo, aquí, campea a sus anchas.

Pero mirar las cosas desde aquel punto de vista es inducir al engaño. Es un simple negocio entre gigantes, que se reparten la mejor tajada de un buen pastel. Lo que Wal-Mart ha venido a comprar a Chile es una actividad consolidada y altamente concentrada. Es un negocio seguro, en el cual D&S, con sus marcas Líder, puede determinar la evolución de los precios. De hecho, la Fiscalía Nacional Económica impidió el año 2007 la fusión entre D&S y Falabella no por la extrema concentración per se, sino por sus efectos sobre los precios: tantos los que cobra a los consumidores finales como los que paga a sus proveedores.

No se trata de crecimiento, sino de consolidación y concentración. Un proceso que generalmente conlleva todo tipo de adaptaciones internas, con efectos sobre los salarios y los empleos de los trabajadores. No hay sector de la economía que no haya sufrido este proceso –desde todos los servicios básicos, los financieros, la producción y la distribución-, el que también ha tenido fuertes efectos sobre las tarifas, los precios de los bienes y servicios, y sobre la economía en general. La crisis actual es en gran medida una consecuencia del poder casi ilimitado que han obtenido las grandes corporaciones, un efecto más de la desregulación total de los mercados. No cabe hoy duda que la crisis económica que padecemos ha surgido de la liberalización total, de la entrega de todo el poder a las grandes compañías.

Grandes negocios en tiempos de crisis. Hace unas semanas se detectó que parte de los dineros entregados como salvavidas a los bancos habían derivado a nuevos negocios, a fusiones y adquisiciones. Los bancos estaban comprando con el dinero público otros bancos para consolidar mejor sus propias posiciones. Tenían como condición la devolución de liquidez a los mercados, a las empresas, a los consumidores, pero optaron por otros negocios. En suma, se estaban beneficiando con la crisis, la que tendrán que pagar otros.

La compra de D&S por Wal-Mart no tiene relación alguna con los rescates. Pero sí la tiene con la crisis. Hay, y siempre ha sido así, algunos que se benefician. Y esos beneficios son a costa de los otros, a costa de la confusión y del desorden. Un claro ejemplo ha sucedido con los precios de los alimentos, objetos durante todo el año pasado de especuladores. Pudo observarse y padecerse un fuerte periodo de alzas durante los meses previos a la crisis, tendencia que se ha alterado radicalmente en el último tiempo: «En las dos primeras semanas de diciembre, los precios del trigo y los cereales secundarios se situaron en una media que fue respectivamente de 40 y 20 por ciento más baja que la media de diciembre del pasado año» informó la FAO hacia la segunda semana de diciembre. ¿Pero qué ha sucedido con los precios que llegan al público? Hace un par de meses, la multinacional Nestlé incrementó 4,4 por ciento los precios de sus productos en todo el mundo, y en América Latina 8 por ciento. En Chile, si revisamos los índices de precios, los alimentos subieron un 14,2 por ciento entre enero y noviembre del 2008. Para esto también sirve la concentración de los mercados.»

No se sabe todavía sobre reacciones de países como Cuba y Venezuela a estas exigencias; son países amigos del Chile de hoy.

Por de pronto, creo que no somos pocos los chilenos, a los que esta exigencia no nos gusta y a quienes se nos ha creado una imagen algo negativa hacia esta gran expresa norteamericana.

Pero, tengamos confianza en el nuevo Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

Esto debería cambiar.

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