Medicina natural, actualidad y economía

Los acontecimientos nocturnos del último 11 de septiembre preocupan a la sociedad chilena. La violencia llega a límites extremos

Organizaciones sociales y partidos políticos de tendencias denominadas de izquierda rindieron homenaje al Presidente Salvador Allende en un aniversario más de su muerte y del golpe militar de 1973. En la noche del 11 se hizo sentir una violencia extrema en poblaciones pobres donde hay alta presencia de la droga. Se presenta y comenta artículo de José María Eyzaguirre publicado en El Mercurio y se agregan varios comentarios.

Las autoridades de Gobierno limitaron la concurrencia de la población a Morandé 80, la emblemática puerta de La Moneda, de la Casa de Gobierno chilena, por donde fue sacado el cadáver del Presidente Allende después de su suicidio y del bombardeo de esta centenaria construcción. La puerta fue eliminada por el Gobierno Militar después de una tardía reconstrucción de la casa de los presidente y reabierta al establecerse en Chile la nueva democracia.
Conviene no olvidar que La Moneda permaneció destruida por muchos años y otro edificio pasó a ser la Sede del Gobierno Militar, el llamado edificio Gabriela Mistral o Diego Portales.
Finalmente La Moneda fue reconstruida por el Gobierno Militar sin la Puerta de Morandé 80. En la antigua democracia por esta puerta entraban visitas privadas, políticos y funcionarios públicos; recuerdo haber pasado por ella varias veces cuando me correspondió asesorar al gobierno de Frei Montalva en materias de precios, especialmente de los agrícolas; eso fue principalmente en el año 1965 cuando me reunía todos los martes en la tarde en la oficina del economista, entonces demócratacristiano, Jorge Cauas que manejaba el modelo antiinflacionario. Eran otros tiempos sin duda, con otros valores y con políticas económicas muy distintas. Muchos precios estaban controlados y teníamos inflaciones del orden de un 20 a 30 por ciento anual.
Ya está siendo tradición en Chile que las manifestaciones masivas van acompañadas por grupos, con algunos miembros enmascarados, que originan violencia destructiva. El año pasado había sido lanzada al interior de La Moneda, por la calle Morandé, una bomba artesanal incendiaría, de las llamadas molotov. Esto motivó y justificó que el Gobierno tomase medidas que resguardara que actos similares se repitiesen
Pero lo más grave se produjo en la noche de este 11 de setiembre, en tradicionales poblaciones donde está presente la pobreza y la droga. Especialmente juventud bloquea las calles con fogatas, destruyen bienes públicos, saquean negocios y lo que es más grave destruyen construcciones y equipos de establecimientos de servicio público, especialmente destinados a atender a la población más necesitada. En esta ocasión se hizo sentir con mayor intensidad el uso de armas de fuego por los agitadores, algunas de ellas de alta potencia.
Es triste recordar que un suboficial de carabineros fue herido de muerte por el disparo de una pistola de alta potencia usada por un joven que atravesó su cráneo, después de hacerlo en su casco protector. Se vieron impresionantes intervenciones de jóvenes que disparaban contra carabineros; laudable el riesgoso trabajo periodístico de la televisión que trasmitió en directo y ayudó a conocer esa triste realidad. A tal extremo llegó la acción en una población, que autoridades de la policía debieron dar orden de retirarse, ordenes que fueron captadas en directo también por la televisión.
Se puede decir que la lucha fue desigual, ya que mientras los agitadores disparaban a matar, la fuerza pública sólo actuaba con otros medios persuasivos no mortales. De haber sido distinto, muchos civiles hubieran muerto. Sin duda que esto debe ser preocupante para nuestra sociedad.
No es la primera vez que se dan actos vandálicos de esta naturaleza, que no sólo destruyen señalizadores de calles, semáforos, luminarias, asientos y paraderos sino que también propiedades privadas y otras sociales como han sido escuelas fiscales, salas cunas, centros de salud, etc. Tiran cadenas sobre cables de alta tensión, quedando amplios sectores sin energía eléctrica. También, en algunas poblaciones las fuerza policiales uniformadas y civiles no pueden penetrar sino mediante fuertes operativos. Sectores poblacionales protegen a los delincuentes. Incluso se da que cuando deben actuar carros bombas para apagar incendios, éstos son atacados; debe tenerse presente que en Chile el Cuerpo de Bomberos es una organización centenaria de voluntarios; los bomberos que lo integran son habitualmente personas que residen en los mismos barrios que atienden. Estos voluntarios arriesgan sus vidas en su labor protectora y la organización tiene muchos mártires. El Cuerpo de Bomberos es un símbolo emblemático de la solidaridad chilena. Cabe preguntarse ¿por qué esa población de zonas de pobreza actúan de esta manera?
Los retenes, tenencias y comisarias policiales son atacadas a veces en las noches y los policías deben encerrarse en sus establecimientos y pedir apoyos de fuerza externas..¿Por qué hoy día esto sucede en Chile y antes no pasaba?. También debe plantearse la interrogante, hasta dónde se puede llegar en todo esto.

Algo sobre las posibles causas. Estos fenómenos sociales, como tales, son habitualmente consecuencia de muchas causas, algunas más inmediatas y otras posiblemente más remotas y profundas. Al considera causas e importancia de ellas, caemos fácilmente en juicios de valores, en enfoques en parte ideológicos.
No cabe duda que en Chile en algunos sectores hay resentimiento, amargura y desesperanza; la violencia se ha ido agudizando en diferentes accionares, dentro de esto en la delincuencia misma. Se habla de que ésta se amplia en cantidad, se agudiza en violencia y se reduces la edad promedia de los que delinquen; se dice a veces que en la delincuencia del pasado había ciertos valores, los que se estarían incluso deteriorando.
Cada uno puede plantearse posibles causas y darles a ellas distintas importancias. Posiblemente se pueda llegar a acuerdo en cuáles serían las causas, pero más difícil es concordar en la importancia de ellas
Hace años atrás escribí un documento en que planteo inquietudes sobre lo que estaba pasando en nuestra sociedad. Eso fue en torno a un tema que se me pidió que preparara sobre seguridad alimentaria. En fecha próxima pienso publicar en esta página web, ese documento en la versión de entonces; ahí destacaba algo que he repetido a menudo: el desarrollo socio económico estable requiere no sólo de los macroequilibrios económicos, sino que también de las estabilidades sociales y políticas y de las medioambientales. Cualquiera que falle puede afectar profundamente a la sociedad; nos hemos preocupado mucho del crecimeinto económico y de los equilibrios macroeconómicos, pero poco de lo social y lo medio ambiental.

He destacado cuatro puntos en mis planteamientos sobre desarrollo:
1. Crecimiento económico
2. Justa distribución de los beneficios de ese crecimiento
3. Estabilidad económica, social y política
4. Pleno empleo
Si uno analiza el cumplimiento de estos puntos, buena calificación le podríamos dar al
crecimiento económico y a su estabilidad, pero no así a la justa distribución de beneficios, a la estabilidad social y al pleno empleo. El desempleo juvenil sin duda se destaca como uno de los más serios problemas que enfrenta nuestra sociedad.

El 26 de setiembre aparece en El Mercurio un interesante artículo de un destacado abogado colaborador del sector de la gran empresa chilena, el prestigiado abogado José María Eyzaguirre. El artículo lo tituló «La violencia y sus causas». Acompaña al título la leyenda «La desigualdad efectivamente existe, pero no me parece que sea la causa del grado de violencia y desintegración social que se advierte».
Voy a presentar algunos de sus párrafos, a mi juicio más importantes; el texto del artículo se inicia así:
» El asesinato del cabo Cristián Vera y los graves desmanes ocurridos en la noche del pasado 11 de septiembre en diversas poblaciones de Santiago revelan un desquiciamiento, especialmente de los jóvenes. Es necesario precisar quiénes son y cuáles son las causas de su forma de actuar». Más adelante señala: «Se trata de personas chilenas, en su mayoría jóvenes, debidamente organizadas y concertadas para ejecutar actos de violencia armada en diversos puntos de la ciudad de Santiago. La causa de su actuar, según autoridades de gobierno, estaría en la desigualdad profunda que existe en nuestro país entre ricos y pobres. Esa desigualdad efectivamente existe, pero no me parece que sea la causa del grado de violencia y desintegración social que se advierte. A mi entender, las principales causas son:
«1. La sistemática destrucción y abandono de las familias de nuestro país. El matrimonio y el hogar bien constituido son instituciones que no merecen apoyo alguno en nuestra sociedad. Más del 50% de los niños nacen fuera del matrimonio y por tanto crecen y se desarrollan en medio de graves carencias».
«La familia bien constituida es el marco indispensable para la adecuada formación de nuestros jóvenes».
En un párrafo más extenso hace varias otras consideraciones sobre la familia, el emparejamiento transitorio, la familia llamada monoparenteral generalmente conducida por una madre abandonada y en condición misérrima, las uniones homosexuales que serían equiparadas por la Concertación gobernante a la verdadera familia, lo que han contribuido a agravar la crisis en que vive un sector cada vez más amplio de nuestra sociedad.
Estos juicios seguramente no son compartidos por muchos, especialmente si se plantea responsabilidad de la Concertación en esto; el tema de la crisis de la familia es sin duda una consecuencia de muchas causas, y causal de muchos graves problemas, en gran parte es consecuencia de un estilo de desarrollo que ha predominado en Chile en las últimas décadas.
Muchos somos culpables de lo que está lamentablemente pasando en nuestra sociedad en torno a la crisis de ese pilar social y cultural que debe ser la familia bien constituida.
«2. En segundo término, la falta absoluta de verdaderos valores en la educación que se imparte a la mayoría de la población. Los padres, que son los primeros llamados a educar a sus hijos, han sido privados de hecho de la autoridad que requieren para ello». Más adelante señala: «Son las propias políticas de gobierno las que han privado de la autoridad y respeto que requieren para el ejercicio de las altas funciones que les corresponden».
A continuación hace una afirmación que merecería más análisis y un mayor fundamento: «A sus hijos se les ha inculcado desde la escuela que deben actuar a espalda de sus padres, sin su consentimiento, e incluso contra su voluntad». Me cuesta pensar que eso sea así; sería importante presentar antecedentes que permitan justificar esta delicada afirmación, y, al menos, conocer la opinión de las organizaciones de profesores y de los representante de las escuelas religiosas.
«3. «En tercer lugar, la ausencia casi total de posibilidades de trabajo para nuestros jóvenes que desde temprana edad deambulan sin destino por nuestras poblaciones, lo que lleva a la formación de pandillas extremadamente violentas dedicadas a la droga y a la delincuencia y que actúan al margen de toda ley o estado de derecho». Comparto el juicio del autor, de ser ésta, una importante causa de conflicto y crisis de nuestra sociedad. El empleo pleno debiera ser un objetivo prioritario de las políticas de desarrollo y dar especialmente atención a la formación de la juventud y a la oportunidad de trabajo digno, con adecuadas remuneraciones y con perspectivas de progreso.
Desgraciadamente éste es un mal bastante generalizado en América Latina y que se presenta en la pobreza urbana, que cada día toma más importancia en nuestros países.
«4. Finalmente, el flagelo de la droga se ha enseñoreado en nuestras poblaciones y en los estamentos más modestos de la sociedad. Las políticas aplicadas han sido fundamentalmente represivas, con un resultado desastroso». No cabe duda que el tema de la droga es uno de los más importantes que enfrenta nuestra sociedad; es causa de generación de violencia y delincuencia, de daño profundo en la familia y desgraciadamente una fuente de generación de empleo y de ingresos, y también funte de corrupción a diferentes niveles; la droga no sólo se hace presente en los sectores de bajos ingresoso. Hay bastante consenso en la importancia de este problema, de su relación con la generación de delincuencia y que presenta una clara tendencia a ser cada vez mayor su gravedad.

El artículo presenta dos párrafos que a mi juicio deben destacarse:
i) » Los casos cada vez más graves y frecuentes de violencia intrafamiliar, la delincuencia juvenil, la utilización creciente de menores de edad como verdaderas milicias protectoras de los traficantes de drogas, son señales evidentes del desquiciamiento en que ha caído una parte importante de nuestra juventud».
ii) » Este conjunto de hechos y políticas está conduciendo a una degradación de una parte muy importante de nuestra sociedad irremediablemente dividida en dos estamentos separados por un abismo infranquiable».

Estamos en presencia de un interesante artículo que a mi juicio toma temas de importancia, como lo es el de la familia, que debe ser el pilar de toda sociedad, el de la droga y el del desempleo especialmente juvenil. Es sin duda de visión de un hombre de derecha y de derecho. Él reduce la importancia de las desigualdades; es un tema posiblemente menos compartido, hay realmente desigualdades tan profundas que tienen que ser causa importante de problemas sociales de violencia; ya lo hemos observados con los trabajadores subcontratados de muy bajas rentas, a lo menos relativas, en grandes empresas privadas y también en una pública, como es el caso de CODELCO.
Muchas otras causas estoy seguro que podrían identificarse desde posiciones políticas e ideológicas distintas, desde visiones diferentes de profesiones distintas. Seguramente sobre esto se seguirá escribiendo. Pero es importante que estas inquietudes se trasmitan como lo ha hecho José María Eyzaguirre.

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