El tema del valor del dólar vuelve a tomar actualidad, ahora es por su alza que lo ha llevado a los $ 550. Debe tenerse en cuenta que un valor adecuado para el país se estima que debiera ser superior a los $ 600.
Editorial principal de El Mercurio del 26 de enero de 2014 ha abordado parcialmente el tema. En él se analizan sus posibles causas y sus repercusiones. Más adelante se presenta este editorial in extenso
Entre las causas que señala el decano de la prensa, se dan principalmente:
– La recuperación de la economía de Estado Unidos y la incipiente mejoría de Europa que atraen capitales hacia el primer mundo.
– El buen negocio de invertir en dólares.
– Las dudas sobre el futuro de la economía de China.
– Las bajas perspectivas del precio del cobre.
– Desaceleración de la economía chilena.
– El clima político nacional.
– Temor a la agudización de los conflictos laborales.
Se olvidan otras causas, como el deterioro y la inestabilidad que experimentó la divisa por largo tiempo, que han perjudicado a importantes sectores de la economía nacional.
El país no ha llevado una política cambiaria como lo han hecho otras naciones, especialmente China. Éstas han tenido notable desarrollo.
El alza del dólar repercutirá en presiones inflacionarias y, en general, en crear incertidumbres.
No debiera olvidarse lo que nos sucedió a fines de los 70 y comienzos de los años 80, cuando se congeló el dólar en $ 39 por tres años. Política cambiaria nefasta. Primero se dañó notablemente las actividades industriales y agrícolas, para llegar a una crisis financiera interna e internacional; alcanzamos tasas de desempleo de las más alta históricas, sólo superada por la crisis de los comienzos de los años treinta. El endeudamiento interno y externo fue inmenso y debimos renegociar la deuda externa.
Recordemos cómo hemos destruido actividades económicas muy importantes, especialmente en la generación de empleo. Las áreas de la economía como las industriales: metalmecánica, textil y confección, cuero y calzado son ejemplos patéticos; durante muchos años fueron debilitándose hasta llegar hoy a reducirse a proporciones muy bajas del abastecimiento nacional. Estas áreas en el pasado se caracterizaron por sus importantes sindicatos y en general por positivas relaciones entre el capital y el trabajo.
Recientemente salió la noticia del cierre de la simbólica empresa Madeco, que paraliza por el bajo valor de la divisa y por la elevación del costo de la energía eléctrica; salió la noticias que las cañerías de cobre se traerían de Perú, país que tiene costos de la energía eléctrica notablemente menor que la chilena; se suma a lo anterior, la incertidumbre del abastecimiento eléctrico del país y de sus costos futuros. Cuánto se ha hablado de que debiéramos exportar el cobre con mayor valor agregado; que anhelo más utópico cuando no tenemos una política económica de desarrollo integral.
Recordemos que incluso las cerámicas en Chile son en alta proporción de origen extranjero, en circunstancias de sus relativamente altos costos de transportes; recordemos el cierre años atrás de Cerámica Cordillera, empresa que producía con renovadas tecnologías.
Sin duda que muy culpable de este proceso han sido los altos precios del cobre y sus aumentos de producción frente a la despreocupación de Chile de una política cambiaria.
Recordemos una vez más que el presidente Piñera ofreció como candidato un dólar firme y estable; su primer ministro de Agricultura a poco de asumir confirmó esa intención. De todo ello, todo se olvidó.
No se tiene la visión de que exportamos en alta proporción bienes agotables, recursos no renovables como los mineros, con grandes inestabilidades de precios internacionales.
Se han dañado rubros basados en recursos renovables, los que contribuyen a una mejor distribución de ingresos y de empleos regionales. Chile tiene ventajas comparativas y competitivas en una serie de producciones agrícolas que no se pueden aprovechar adecuadamente. Un ejemplo de ello es especialmente el de la leche y sus derivados.
A continuación va el editorial anunciado:
Domingo 26 de enero de 2014
El salto del dólar
El fenómeno es en parte mundial y también se observa en Brasil y en Colombia. La recuperación de la salud económica de Estados Unidos y la incipiente mejoría de Europa han vuelto a atraer los capitales hacia el primer mundo…
No ha tomado vacaciones el mercado cambiario. Habiendo subido casi 10% en los últimos tres meses, el dólar ha superado los $550, alcanzando su valor más alto desde julio de 2010. Este salto parece reflejar un preocupante deterioro de las perspectivas que hoy ofrece la economía nacional a los inversionistas locales y extranjeros.
El fenómeno es en parte mundial y también se observa en Brasil y en Colombia. La recuperación de la salud económica de Estados Unidos y la incipiente mejoría de Europa han vuelto a atraer los capitales hacia el primer mundo. Las inversiones en dólares comienzan a redituar más. Mientras tanto, cunden las dudas sobre el futuro de China y tiemblan los mercados de productos primarios, como el cobre, cuya larga bonanza muchos prevén ha entrado en fase menguante. Una reciente nota en el prestigioso periódico inglés The Financial Times sindicó a Chile entre las ocho economías hoy más vulnerables, algo que disgustó a nuestras autoridades.
Pero hay también factores internos. La desaceleración que ha experimentado la actividad económica -con un crecimiento interanual de tan solo 3% en el último trimestre- está siendo enfrentada por el Banco Central con rebajas en los intereses. Hace poco, este organismo ha dejado entrever que a futuro vendrían recortes adicionales y ha interrumpido su colocación de bonos de largo plazo en el mercado, todo lo cual se ha traducido en una significativa reducción de las tasas de interés de mediano plazo. En presencia de la incertidumbre externa que señalábamos, no sería de extrañar que la estrategia monetaria que se está siguiendo en Chile estuviese impulsando el alza del dólar.
El clima político nacional también milita hoy a favor del dólar y en contra del peso. Hay incertidumbre sobre las políticas del nuevo gobierno, cuya propuesta de cambios constitucionales podría debilitar la protección de la propiedad privada y de la estabilidad económica, y cuya reforma tributaria desalentaría la inversión. Hay temor a la agudización de los conflictos laborales, como ya se observa en un paro portuario que empieza a hacer gran daño a los exportadores y sus trabajadores.
El alza del dólar es oportuna porque apuntala la capacidad competitiva de esos exportadores, lo que puede ayudarnos a encarar mejor un escenario externo e interno que parece volverse adverso. Pero si llega muy alto, terminará causando un dañino brote inflacionario. El Banco Central debe mantenerse atento a ese riesgo y disponerse a dar las señales monetarias apropiadas.