Medicina natural, actualidad y economía

Nuevos estudios destacan la importancia de una mejor alimentación en la salud humana. Comer granos enteros reduce riesgos de enfermar y aporta varios otros beneficios

Qué importante es la existencia de políticas nacionales de alimentación para beneficio de la población de un país y que éstas se hagan llegar adecuadamente y por distintos canales a los diferentes estratos de la población.

Falta para ellos recursos financieros y me atrevo a decirlo que existe una débil voluntad de llegar a que ello se concrete.

La Universidad de Chile debiera más hacerlo, especialmente a través de su Escuela de Salud Pública y del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA).

Cada día van surgiendo nuevos antecedentes sobre los efectos de una mejor alimentación en la salud humana, no sólo por los temas de malnutrición (desnutrición, sobrepeso y obesidad) sino que sobre otras enfermedades y su mortalidad.

Sobrepeso y obesidad sin dudas que es un tema prioritario de políticas de salud pública; sus causas no son sólo la mala alimentación, sino que mucho se asocia a un sedentarismo que se agudiza.

Bastante se ha señalado este último tiempo la importancia de consumir derivados integrales de cereales y azúcares sin refinar, para prevenir e incluso para contribuir a la sanación de cánceres.

Harinas refinadas de cereales y azúcares refinados son alimentos extraordinarios para para las células cancerígenas. Además las fibras que aportan estos alimentos sin refinar contribuyen a prevenir el cáncer del sistema digestivo, especialmente de los intestinales.

Hoy publica El Mercurio de Santiago de Chile un interesante artículo titulado: “Comer granos enteros ayuda a reducir el riesgo de enfermar”.

Éste no permite captar los beneficios más amplios que estos consumos generan. Como subtítulo se amplían sus bondades; es así que se señala: “Ingerir productos tales como la quínoa, la avena y el salvado producen un efecto protector contra problemas crónicos de salud”.

No debe señalarse sólo a granos enteros, sino que también a sus derivados. Si bien es cierto algunos se pueden consumir enteros, la mayoría deben ser sometidos a algunas transformaciones, principalmente físicas.

En el artículo echo de menos mencionar dos granos importantes, la semilla de linaza y el alpiste. Sobre ellos tengo bastante escrito.

Es importante destacar que los efectos positivos son principalmente la prevención de enfermedades, la contribución a la sanación y asociado a todo ello la reducción de la mortalidad.

Qué importante sería destinar más recursos para políticas nacionales de alimentación, en que se divulguen recomendaciones amplias por canales eficaces  y por formas adecuadas.

Esas inversiones no sólo serían de alta rentabilidad social al reducir los costos nacionales en salud, sino que darían una contribución muy importante al bienestar de la población; prevenir enfermedades no sólo reduce costos, sino que también evita daños humanos.

Me permito felicitar a El Mercurio por las publicaciones que ha estado haciendo sobre estos temas, con contenidos de publicaciones muy actuales.

El artículo se basa en la revisión de 45 estudios sobre la materia.Recomiendo leer el artículo, el que presento completo a continuación

Revisión de 45 estudios sobre el tema:

«Comer granos enteros ayuda a reducir el riesgo de enfermar»

miércoles, 15 de junio de 2016
S. Urbina
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Ingerir productos tales como la quínoa, la avena y el salvado producen un efecto protector contra problemas crónicos de salud.

Una dieta alta en granos enteros como pan con semillas, cereales para el desayuno del tipo avena y salvado, o ensaladas que tengan quínoa, chía o amaranto, se asocian a una disminución importante de varias enfermedades, así como de la mortalidad por distintas causas.

Hasta ahora se ponía solo énfasis en la fibra, que sí tiene muchos beneficios, pero los granos enteros aportan además una serie de otros micronutrientes como vitaminas y minerales que los hacen más completos y saludables aún.

Para evaluar esto, un equipo de investigadores del Imperial College London revisó 45 estudios sobre el tema. En ellos se incluían más de 700 mil participantes y se vio una reducción del riesgo de enfermedad coronaria de 19% y de patología cardiovascular de 22%. También se observó una disminución de la mortalidad por ataque cerebral de 14%; por cáncer, 15%; por enfermedades respiratorias, 22%; por patologías infecciosas, 26%, y por diabetes, de 51%.

El trabajo realizado por un grupo de investigadores de la mencionada universidad británica se publicó ayer en la revista British Medical Journal (BMJ). El doctor Dagfinn Aune, quien dirigió el estudio, aseguró que «los resultados respaldan fuertemente las sugerencias dietéticas de aumentar la ingesta de estos alimentos por parte de la gente, para reducir el riesgo de enfermedades crónicas y de mortalidad prematura».

 

Cantidades necesarias

El consumo diario sugerido por los autores es de 90 gramos de granos enteros.

Algunas equivalencias orientadoras son: 30 gramos de avena o de chía son tres cucharadas soperas, 40 gramos de quínoa son ¼ de taza; 20 gramos de salvado, que es más liviano, son cuatro cucharadas soperas.

«Se trata de una cantidad fácil de cubrir», dice Bernardita Vignola, nutricionista de Clínica Santa María.

Según explica, los granos enteros no solo aportan fibra, también contienen carbohidratos complejos, proteínas y micronutrientes como el ácido fólico, hierro y otras vitaminas.

«En nuestro país hemos ido mejorando en este consumo, pero todavía es muy bajo», agrega la profesional. Esto se debería a que no existe una cultura de cocinar estos productos, ya que, en general, se demoran más que otros alimentos y muchas veces son más caros y de difícil acceso.

En un editorial escrito en BMJ acompañando esta investigación, las doctoras Cecilie Kyrø y Anne Tjønneland de la Sociedad Danesa del Cáncer, destacan el ejemplo de Dinamarca, que duplicó el consumo de granos enteros en 10 años, gracias al desarrollo de alimentos que los contienen y efectivas campañas para promoverlos.

«En Chile es importante también que las empresas de alimentos mejoren sus productos, como los cereales para el desayuno que, por ejemplo, deben reducir su contenido de azúcar», dice la nutricionista.

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