Medicina natural, actualidad y economía

«Pensar en Chile». Presentación y comentarios a su Resumen Ejecutivo

Hace poco tiempo atrás hice una breve presentación del interesante documento titulado “Una invitación a Pensar Chile” respaldado por 50 organizaciones de productores y trabajadores de distintos sectores de la socioeconomía nacional y comenté en especial su prólogo. Ahora presentaré el Resumen Ejecutivo del documento y lo comentaré.

En los comentarios me refiero primero al llamado “Mal holandés” o “Enfermedad holandesa”, que se estaría dando en Chile especialmente por los altísimos niveles a los que ha llegado el precio del cobre que ha hecho caer el valor de la divisa.

Desgraciadamente esta situación se enfrenta con la pasividad del Banco Central que lo ve como mecanismo para evitar presiones inflacionarias.

Esta realidad ha generado grandes desigualdades entre sectores económicos y regiones.

El financiamiento fiscal agudiza la caída de la divisa, al tener que financiar moneda nacional con ingresos en dólares.

Plantea varias interrogantes y termina con una serie de recomendaciones.

Más adelante me extiendo en el análisis de este resumen ejecutivo y termino con la inclusión total y textual de él.

Este resumen plantea que estaríamos en presencia del llamado “mal holandés” o “enfermedad holandesa” que tiene como causa un exceso de ingreso de divisas  motivado por causas anormales, como es la elevación considerable de precios de algunos productos importantes de exportación, que hace caer el valor de la divisa; ello perjudica las exportaciones de otros rubros y estimula las importaciones competitivas de las producciones nacionales. Se dañan así los  procesos productivos más tradicionales y empleadores de mano de obra, y se estimulan los sectores financieros, comerciales y de la construcción, a los llamados productores de servicios no transables internacionalmente, El calificativo de holandés viene de que Holanda sufrió de este mal por el descubrimiento de yacimientos de gas natural que le significó al país un aumento extraordinarios de sus ingresos de divisas, que dejadas al mercado libre hizo caer el valor de ella, lo que equivale a lo llamado la apreciación de la moneda nacional. Esa apreciación de la moneda dañó a muchos sectores importantes de su economía y repercutió seriamente en la economía en su conjunto.

En el caso de Chile es especialmente el aumento del precio del cobre en los mercados externos, a lo que podría considerarse unas cuatro veces su nivel normal, lo que motivaría esta enfermedad.

Esto genera auge en algunos sectores de la economía y deterioro en otros, lo que se traduce también en desigualdades regionales. El auge minero favorece a regiones del norte en cambio las del sur, especialmente industriales y agrícolas se ven más perjudicadas, aunque los auges de los sectores financieros, comerciales y de la construcción ocultan en parte las contracciones de los sectores productores de bienes agrícolas e industriales. Las zonas más al sur, especialmente agrícolas, se presentan más perjudicadas.

Los auges financieros y las expansiones de las ventas de productos extranjeros en abundancia y baratos, estimulan al retail asociado en muchos casos al sistema bancario que alienta el endeudamiento con la atracción de productos de bajos precios especialmente importados y con el amplio ofrecimiento de créditos, cuyos intereses y comisiones pasan desapercibidas por los endeudados compradores. Se destaca la publicidad de las grandes tiendas asociadas a ofertas crediticias. Los valores bursátiles se elevan; las industrias se transforman en importadoras y comerciantes en los rubros que antes producían, reduciendo o eliminando sus empleos industriales. Mientras se refuerza el empleo en actividades financieras y comerciales especialmente de bienes importados, el industrial se debilita.

Bien destaca el resumen que los acuerdos comerciales que tenían por objetivo aumentar nuestras exportaciones de productos con mayor valor agregado y a diversificarlas, dejan de cumplir su misión y más bien los contenidos de estos acuerdos terminan favoreciendo las importaciones de bienes competitivos de producciones nacionales.

Las presiones inflacionarias creadas por la mayor demanda basada en endeudamientos, se ven neutralizadas por las caídas de los precios de productos importados a consecuencia de los menores valores de la divisa. Ello satisface al autónomo Banco Central en su política monetaria y antiinflacionaria.

Los aumentos de ingresos del fisco en divisas, presionan a que éste aumente más sus gastos lo que lo lleva a liquidar parte de ellas en el mercado financiero para la obtención de moneda nacional, lo que contribuye a reforzar la caída del valor de la divisa.

Más adelante este resumen nos presenta una serie de interrogantes que nos deben hacer pensar, entre éstas están las en torno a fuertes aumentos del precio futuro del cobre o ante marcadas caídas. Cómo estos cambios pueden afectar las desigualdades en Chile, Cuán conveniente es conocer cómo otros países se han defendido del mal holandés. Cuál es el modelo de desarrollo que queremos para Chile.

Termina este resumen ejecutivo con una serie de recomendaciones, que son posiblemente las más discutibles.

Para el corto plazo se plantea una serie de medidas sectoriales dirigidas a conseguir una mayor productividad en los sectores más afectados, lo que no parece nada fácil lograr aumentos de productividad que puedan neutralizar una caída tan marcada del valor de la divisa. A largo plazo se plantea la recomendación de elevar en forma significativa el nivel de ahorro en el exterior. Considero que ésta es una de las más importantes medidas, pero uno puede preguntarse por qué no se plantea como una medida de carácter más inmediato.

Se plantea crear un Fondo que se le denominaría “Fondo de Estabilización Competitiva por unos US$ 30.000 millones financiado por una nueva ley que se llamaría “Ley de Endeudamiento Contingente destinado  a elevar el ahorro en el exterior por encima del 40 % lo que elevaría el nivel al cual flote el valor del dólar. Se plantea que eso crearía expectativas de un crecimiento más armónico. Se atreve el resumen a mandar un mensaje basado en lo que ha expresado el Presidente del Banco Central de Israel: “La política cambiaria es un elemento crucial para un país pequeño y abierto al mundo”.

. En mi opinión plantear la importancia de la política cambiaria para un país pequeño  y abierto al mundo como Chile merece reconocimiento especial, pero lo que es más importante para un país como el nuestro en que sus exportaciones están tan fuertemente favorecidas por un precio altísimo del metal rojo. Pero también debe tenerse presente la importancia de la política cambiaria para países poderosos como China. Su crecimiento extraordinario, próximo a conducirla a ser la mayor potencia del mundo se ha debido en grado importante a su política cambiaria.

No comparto totalmente la idea de establecer montos limitados para sostener el valor de la divisa. Esto debe lograrse con una batería de medidas que permita que se establezca un piso para el valor del dólar. No sólo con recursos monetarios debe llevarse el valor de la divisa por encima de un nivel mínimo deseado.

Más adelante se plantea instalar una “agenda procompetividad permanente” con una serie de temas. Destaco el referente a la diversidad de la matriz energética. No cabe duda que la que tenemos genera dos grandes problemas, uno es la inseguridad del abastecimiento y el otro el elevado nivel de sus tarifas. No es fácil abordar esta materia como solución a corto plazo, por las características que fue tomando la privatización y extranjerización del sistema; la seguridad y la oferta futura depende fundamentalmente de la política de tarifas que estimulen la inversión privada.

Se plantean una serie de otros temas, entre éstos mayores créditos, pero de poco sirven si se producirá con rentabilidades inseguras y posiblemente incluso negativas. Las reconversiones productivas no son fáciles y tampoco aseguran que cuando éstas maduren no puedan haber cambiado las condiciones del mercado. Varias otras recomendaciones parecen sin duda convenientes, pero más aún lo serían si logramos una relativa estabilidad del valor de la divisa a un nivel adecuado, sensiblemente parecidos, estabilidad y nivel al ofrecido por el Presidente Piñera cuando era candidato y confirmado por el Ministro de Agricultura a los pocos meses de haber sumido la cartera. Desgraciadamente los ministerios de Hacienda y de Economía, al igual que el Banco Central no respaldan los contenidos de esos ofrecimientos, seguramente sinceros en su oportunidad. Qué diferente es nuestro Banco Central en sus planteamientos a los que tiene el Presidente del Banco Central de Israel.

Importante a mi juicio son los contenidos de uno de los últimos párrafos del resumen que dice así: Si Chile quiere ser un país desarrollado en el año 2020, debe serlo gracias a su competitividad y no gracias al alto precio del cobre, lo cual es intrínsicamente especulativo.

Termina este resumen ejecutivo señalando que quedan pendientes tres temas.

Estos son:

Uno, dilucidar la posible relación entre los indicios de la enfermedad holandesa, los bajos márgenes del sector transable, la baja inversión en I&D+i y el nulo aporte de la productividad total de factores al crecimiento económico.

Dos, alcanzar acuerdos que permitan darle mayor impulso a la productividad laboral, por medio de una combinación de mayor capacitación y menores rigideces.

En este punto se atreve a cuestionar el delicado tema del sistema de indemnizaciones por años de servicios apoyado en advertencias de la OECD. Se menciona de la importancia de las mesas de diálogos entre empresarios y trabajadores que puede conducir a positivos pactos. Sin duda que esto es muy positivo no sólo para enfrentar la adversidad actual  sino que especialmente para el futuro.

Desgraciadamente las experiencias del pasado no han sido favorables para estas nuevas iniciativas. El debilitamiento sindical y su paralelismo, muchas veces estimulado por el sector empresarial, han perjudicado una acción positiva de entendimientos entre el capital y el trabajo. Pienso importante en actividades productivas, especialmente de exportación, que se puedan acordar remuneraciones mínimas seguras y una importante participación  en las ganancias; posiblemente en torno a esto se darían esfuerzos conjuntos entre empresarios y trabajadores para resultados más positivos, mejorar calidad en los productos obtenidos y captar aportes positivos en sugerencias del sector laboral que pueden apreciar con otra visión el funcionamiento de la empresa. Acuerdos de esta naturaleza le permitiría enfrentar a la empresa y al empresario sin mayores conflictos, lo momentos económicos y financieros más difíciles, que a menudo pueden ser transitorio.

Y tres, construir una matriz energética que responda a las necesidades productivas y a las demanda sociales relacionadas con el medio ambiente y el costo de la energía

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Incluyo a continuación en esta presentación en forma textual, los dos últimos párrafos de este resumen ejecutivo. En el primero se refiere al importante tema de la matriz energética y el final, que merece ser leído con especial atención, en donde se menciona los cambios reciente adversos en nuestra economía, no captándose una voluntad de las autoridades para remediarlo. Se pide finalmente preocupación por el tema por parte de los sectores productivos, por las autoridades gubernamentales y por la academia, tanto en relación a un mejor conocimiento de esta triste realidad como a llegar a plantear un modelo económico de desarrollo con beneficios más compartidos y sin exclusiones.

Y tres, construir una matriz energética que responda –por una parte- a las necesidades productivas del país y –por otra- a las demandas sociales relativas a poder contar con energía amigable con el medio ambiente y de bajo costo para toda la población.

En síntesis, vastos sectores de la economía chilena, y por ende miles de trabajadores y sus familias, se han visto afectados por los recientes cambios en nuestra economía, no visualizándose una intencionalidad clara, por parte de las autoridades, en cuanto a revertir esta tendencia. Ello obliga a hacer un llamado a los sectores productivos, autoridades y academia, para que en conjunto seamos capaces de plantear nuestras aprensiones y de conformar una instancia de análisis que visualice el modelo económico que necesitamos para lograr un desarrollo armónico no excluyente y con oportunidades para todos.

Realmente en la actualidad se hace cada día más presente en pensar en Chile y en toda su sociedad.

A continuación presento in extenso el Resumen ejecutivo

Resumen Ejecutivo

La evidencia presentada avala la idea que producto del alza en el precio del cobre, desde mediados de la década pasada, se comienzan a observar en nuestra economía indicios de la denominada enfermedad holandesa.

Por una parte, hay un sector exportador favorecido (minería), que está invirtiendo constantemente y que con la entrada en operación de nuevos yacimientos a partir de este año va a aumentar su producción, elevando el predominio del cobre en la canasta exportadora, que ya alcanza al 60%. Por otra, desde el año 2006, se observa en Chile un sector exportador no favorecido (industria, agricultura y turismo) con tasas de crecimiento muy bajas y muy poca inversión. Incluso, este contraste se puede apreciar en las altas tasas de crecimiento de las regiones mineras del norte, con respecto al nulo crecimiento de las regiones de la zona centro-sur (medidas a través del INACER del INE).

El sector no transable, también favorecido por la enorme cantidad de recursos que ingresan al país (vía empresas mineras y el Fisco), que se instalan en el sistema financiero, catapultan los índices bursátiles, los precios de los inmuebles y en especial la oferta de créditos que tienta a los consumidores con préstamos de consumo, automotrices, hipotecarios, etc., y provocan una sensación de riqueza y bienestar completamente artificiales, propios de los países que se aprestan a albergar burbujas especulativas.

Estos cambios operan en contra de la estrategia que el país definió como su camino al desarrollo por medio de una política monetaria autónoma, una política fiscal con una regla de gasto responsable y una red de acuerdos de libre comercio tendientes a promover el desarrollo de nuestra canasta exportadora con mayor diversificación y valor agregado (en especial, en el sector alimenticio), diseñada específicamente para que Chile no se convirtiese en un país exportador principalmente de commodities.

El altísimo precio del cobre, rompe el balance basado en los pilares del modelo de desarrollo instalado en Chile a comienzos del Siglo XXI, porque nuestra economía tiende a ser monoexportadora y el Fisco comienza a elevar su gasto a un ritmo mayor al que recomienda la tendencia de la economía. Ello es agudizado por las restricciones en la cuenta financiera de la balanza de pagos, el déficit en moneda local que contiene el gasto fiscal y por el uso, por parte del Banco Central, del tipo de cambio como un importante amortiguador artificial de la inflación.

Esta situación abre una serie de interrogantes que vale la pena responder.

• ¿Qué pasa con el tipo de cambio si el cobre llega a US$ 6 la libra?

• ¿Qué le pasa a nuestra oferta exportadora no tradicional si la canasta exportadora del país se concentra un 80% en el cobre?

• ¿Cuál es el riesgo de elevar el financiamiento fiscal con cargo a los recursos provenientes del cobre?

• ¿Qué pasa si se descubre un sustituto del cobre y Chile vuelve a ver repetida la historia del salitre? ¿Cómo se va a financiar el Fisco si es que el precio del cobre cae abruptamente?

• ¿Se van a usar todos los recursos del Fondo de Estabilización Económica y Social, (FEES) en uno o dos años si cae el precio del cobre?

• Si el país persiste en la trayectoria de desarrollo actual ¿Qué tan grande será la brecha entre las regiones ricas y las regiones pobres en el año 2020?

¿Cuál es el modelo de desarrollo que queremos para Chile?

• ¿Qué podemos hacer para evitar los efectos perniciosos de la enfermedad holandesa?

• ¿Qué han hecho otros países en situaciones similares a las que enfrenta Chile hoy?

¿Existe una relación entre los síntomas de la enfermedad holandesa, los bajos márgenes del sector transable, el magro esfuerzo en Investigación y Desarrollo, y el estancamiento de la productividad total de factores?

¿Qué nivel de desigualdad estamos dispuesto a tolerar en lo regional y en general como país, en materias de desempleo e ingresos?


Creemos que ninguna de estas preguntas es trivial y que todas merecen la más alta atención por parte de autoridades y grupos de pensamiento organizados.

Como un avance a la discusión, este documento ofrece algunas recomendaciones.

Para el corto plazo, es necesario adoptar una serie de medidas sectoriales destinadas a proveer de una mayor productividad a los sectores más afectados. Mientras que para el largo plazo, la recomendación principal es elevar el nivel de ahorro en el exterior de manera significativa.

Respecto de este último acápite, se proponen dos líneas de acción:

1) Modificar la regla fiscal impidiendo el alza permanente en las estimaciones del precio del cobre de largo plazo, aumentando los aportes al Fondo de Estabilización Económica y Social, y reduciendo la porción del gasto fiscal que se financia en moneda extranjera. En mayo de 2010, el Ministerio de Hacienda constituyó un comité para que lo asesorara en el diseño de una política fiscal de balance estructural de segunda generación. Este comité emitió un primer informe en donde se declara que el informe final “será entregado en noviembre de 2010”. En marzo de 2011, éste aún no se había hecho público.

2) Crear un Fondo de Estabilización Competitiva por unos US$ 30.000 millones, financiado con una Ley de Endeudamiento Contingente destinada a elevar el ahorro en el exterior por encima del 40%. Lo anterior permitiría que el tipo de cambio flotase, pero en un nivel más alto. La importancia de este elemento es central para las expectativas de crecimiento armónico del país. Tal como lo indicase Stanley Fisher, Presidente del Banco Central de Israel: “La política cambiaria es un elemento crucial para un país pequeño y abierto al mundo”.

Asimismo, nuestro país debe instalar una agenda procompetitividad permanente, a partir de lo asumido por el Ministerio de Economía en su Agenda de Impulso Competitivo, pero que requiere un profundo análisis en temas de gran relevancia, tales como: la diversificación de la matriz energética, la adaptabilidad e inmigración laboral, la capacitación, investigación y desarrollo, innovación, la disponibilidad de recursos hídricos, más y mejor infraestructura logística, apoyo a la pequeña y mediana agricultura, créditos para la reconversión de frutales y aumento de la productividad, análisis de tarifas y nuevas formas de pago de servicios públicos, y pago de impuestos y tarifas en dólares, incrementar las acciones destinadas a la defensa y apertura de mercados, entre otros. Todos con metas claras y plazos definidos.

Igualmente, el país necesita de mayores recursos y una urgente reorientación de los esfuerzos de promoción de exportaciones y de imagen-país hacia las economías con mayor potencialidad exportadora.

Si Chile quiere ser un país desarrollado en el año 2020, debe serlo gracias a su competitividad y no gracias al alto precio del cobre, lo cual es intrínsicamente especulativo.

Al respecto, quedan pendientes tres temas.

Uno, dilucidar la posible relación entre los indicios de la enfermedad holandesa, los bajos márgenes del sector transable, la baja inversión en I&D+i y el nulo aporte de la productividad total de factores al crecimiento económico.

Dos, alcanzar acuerdos que permitan darle mayor impulso a la productividad laboral, por medio de una combinación de mayor capacitación y menores rigideces. De hecho, la inconveniencia de mantener un sistema de indemnizaciones por años de servicio en paralelo con un seguro de desempleo, ha sido advertida incluso por la OECD. En este sentido, la constitución de diferentes mesas de diálogo en los distintos sectores, tal como lo ha hecho en forma pionera el sector frutícola, podrían ampliar la representatividad y el grado de consenso en materia laboral, pudiendo así avanzar en forma más decidida sobre este tema, especialmente en materias relativas de pactos entre empresarios y trabajadores.

Y tres, construir una matriz energética que responda –por una parte- a las necesidades productivas del país y –por otra- a las demandas sociales relativas a poder contar con energía amigable con el medio ambiente y de bajo costo para toda la población.

En síntesis, vastos sectores de la economía chilena, y por ende miles de trabajadores y sus familias, se han visto afectados por los recientes cambios en nuestra economía, no visualizándose una intencionalidad clara, por parte de las autoridades, en cuanto a revertir esta tendencia. Ello obliga a hacer un llamado a los sectores productivos, autoridades y academia, para que en conjunto seamos capaces de plantear nuestras aprensiones y de conformar una instancia de análisis que visualice el modelo económico que necesitamos para lograr un desarrollo armónico no excluyente y con oportunidades para todos.

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