En artículos publicados anteriormente he hecho referencia a estos temas y he planteado la necesidad de que en Chile se haga un profundo diagnóstico de los problemas que enfrentamos, que tienden a agravarse ahora más que un poco antes.
A base de ese profundo análisis deben estudiarse cuáles serían las causas más inmediatas y cuáles a su vez las causas de estas causas. A su vez hacer una prognosis de lo que sucedería a futuro si no se toman medidas correctivas.
Pienso que el ideal sería que el país restableciera un sistema nacional de planificación como el que existió en el pasado y que mucho nos sirvió para poner en vigencia el primer plan decenal del desarrollo de Chile en el Gobierno de Jorge Alessandri, plan del decenio de los años sesenta, que mucho nos sirvió para recibir ayuda externa, para un país que había sido golpeado por los dos grandes terremotos en días seguidos, sismos del más alto grado registrado oficialmente en el mundo.
Mucho ayudó en eso la antigua Corporación de Fomento de la Producción (CORFO). Hoy reducida considerablemente en sus funciones y actividades.
La situación de Chile se ha agravado por problemas externos e internos. Uno de los importantes sin duda es la inflación nacional y mundial.
Se anuncia una recesión para el país, con serios problemas para el empleo formal.
Desde hace años se nos ha ido destruyendo la industria manufacturera, gran generadora de empleo formal. Consecuencia en mi opinión de malas políticas de comercio exterior y de la carencia de una política cambiaría. La divisa se viene a la baja cuando sube el precio internacional del cobre. Llegado a cierto valor de la divisa en el mercado cambiario, debiera el Banco Central sostenerlo en ese valor a través de la compra de divisas.
Hemos carecido de una política de empleo, lo que ha contribuido a una expansión de las actividades informales, como la venta callejera y es muy probable también ha contribuido a desarrollar la delincuencia y la presencia de las drogas, especialmente en poblaciones.
Ahora se presiente una crisis en la construcción, derivada de causas múltiples; lo que daría para un amplio análisis. Ello ocasionará un aumento del desempleo y además una reducción de la demanda de insumos materiales.
Dos noticias recientes me preocupan, una es el contenido de una breve carta a El Mercurio que pienso conveniente comentar su contenido y la otra sobre aspectos que se están analizando en la reforma previsional, a mi juicio negativos, que están siendo respaldados por prestigiados economistas.
Estimo que lo que está sucediendo tiene una causa importante, la de no haberse hecho ese profundo análisis de los problemas de Chile y de sus causas.
Veamos primero la carta a la que me refiero cuyo autor es Patricio Léniz M., publicada el domingo 23 de octubre. Su texto:
El MOP(1)y las quiebras
(1)Ministerio de Obras Públicas
Señor Director
Nos enteramos de quiebras y reorganizaciones de varias de las más importantes empresas constructoras del país. El MOP reacciona mal y tarde a la complejísima situación económica del país, las quiebras vienen igual. Las explicaciones del ministro agravan la falta.
El hecho es que el castillo de naipes de nuestra economía se cae a pedazos. La respuesta de la autoridad es al menos desconcertante: más impuestos, más trabas a nuevos proyectos, reducir la jornada laboral y continuar aumentando los costos de las alicaídas empresas.
Los sueños de igualdad mal llevados y gestionados paupérrimamente terminan en lo contrario: más pobreza, más desigualdad, frustración y cesantía. Se necesita bastante más que discursos para sacar adelante a un país.
Patricio Léniz M
Cabe destacar varias de las ideas deducidas de la carta:
- Crisis en empresas constructoras
- Reducción general de las jornadas de trabajo
- Trabas a nuevos proyectos
- Aumentos de costos a empresa debilitadas
- Mayor pobreza
- Mayor desigualdad
- Reducción del empleo formal
- Mayor cesantía
En cuanto a la reforma previsional. Se aumenta el costo de trabajo formal para las empresas en un 6% por aumento de imposiciones, recreando el aporte patronal. Se pretende que todo ese porcentaje o parte importante de él, vaya al fondo solidario, es decir al reparto; considero que el fondo solidario debería tener otros financiamiento como por ejemplo un aporte creciente proveniente del IVA. Ello obligaría a una reforma constitucional.
Me preocupa el título del artículo de El Mercurio del 22 de octubre. Éste es:
Ominami: “Es necesario que el 6% de cotización vaya a reparto”.
Se debe aclarar que ese 6% es aporte patronal, que ahora pretende establecerse, que encarece toda contratación formal. Ello sin duda origina un mayor costo para la empresa del contrato formal, lo que tiene a reducir este empleo. Al parecer a las pymes se pretende un tratamiento especial, lo que no es fácil de establecer.
Me llama la atención que economistas de prestigio defiendan este encarecimiento del costo empresarial del trabajador como el caso de Ominami que incluso defiende que el total del 6% vaya al reparto o a la solidaridad.
No debo de dejar de mencionar mi inquietud sobre el comercio establecido, el formal, que cada día se ve más afectado por la competencia de la venta callejera, imposible de controlar, que se ve alentada por el no pago del IVA y por ser una vía para vender productos importados ingresados por contrabando como también productos provenientes de saqueos y otros tipos de robos, como al igual por producciones clandestinas como son libros no provenientes de editoriales formales.
Preocupante es que cada día se observan más cierres en el comercio formal, seriamente además afectado por los saqueos y otros tipos de robos.
Tener en consideración por qué crece el comercio callejero, imposible de controlar. Cómo éste se expande en algunos sectores, como en el Centro de Santiago en que en algunos sectores genera una especie de asfixia al comercio establecido. Un caso que impresiona es el de la calle Puente.
No soy partidario del aporte patronal a la previsión. Es mejor que lo haga solo el trabajador o empleado, pero sí que los capte el empresario, quien deba entregarlo a quien lo indique su dependiente.
El aporte empresarial ha sido habitual que parte del empresariado no lo haga oportunamente, lo postergue o finalmente no lo efectúe, generando lagunas en los fondos previsionales de los trabajadores. Este delito es de menor gravedad que si el empleador se quedara con el dinero que le entregue el empleado para hacer el depósito previsional. Es apropiarse de un dinero ajeno.
Establecer el aporte patronal es más bien un tipo de populismo, que nos ha estado invadiendo al país.
Podría ser conveniente que el sector trabajo tenga derecho a un porcentaje de las utilidades que obtenga la empresa. Esa participación puede influir en una mayor eficiencia espontánea del desempeño del sector laboral. Y a una mayor armonía en la relación entre el capital y el trabajo.
En la situación en que estamos, se debiera establecer un programa nacional de empleo, que junto con crear patrimonio u otros efectos positivos, genere empleo e ingresos; además los efectos positivos en la salud del individuo al obtener ingresos merecidos y el sentirse útil para la sociedad. Ese empleo debiera ir acompañado de actividad de capacitación.
Para una mayor equidad en la distribución del ingreso, debiera recrearse la asignación familiar que no se financie con el aporte del empleador, sino por toda la sociedad en su conjunto. En la antigua democracia, la anterior a la dictadura se pretendía que cada nuevo año ella aumentara en su valor real. El neoliberalismo que se hizo presente a comienzos del Gobierno Militar, la castigó fuertemente y en la actualidad es casi insignificante. Solo se da a sectores de bajas remuneraciones.
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