Me ha parecido conveniente escribir este artículo sobre esta materia dada su importancia y además a que en mi vida profesional me ha tocado desempeñarme tanto en actividades académicas como de extensión en temas de políticas nacionales de alimentación y nutrición.
Desgraciadamente con los cambios de cabeza presidencial se modifican los equipos profesionales en estas políticas, con cambios de matices y orientaciones. Estas políticas deberían ser políticas de Estado como fue en el pasado con la exitosa lucha contra la desnutrición infantil, donde se destacó el quehacer del doctor Fernando Moncheberg.
Además la mala política de quitar financiamiento a la Universidad de Chile que le permitía aumentar su financiamiento estatal al ritmo del crecimiento económico le ha limitado su contribución a la salud pública a través de su hospital universitario y posiblemente también a su Escuela de salid Pública u a su Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos(INTA).
En épocas pasadas el tema nutricional fue el de enfrentar la desnutrición, especialmente la infantil. Hoy muchos de esos problemas dejaron de existir en la mayoría de los países en desarrollo. Sigue siendo tema de preocupación en los países más pobres.
Aspectos generales sobre obesidad.
La obesidad es un trastorno que se caracteriza por niveles excesivos de grasa corporal que se puede hacer más intensiva en distintas parte del organismo. Ella habitualmente resulta de ingerir más calorías de las que se queman, especialmente por la actividad física.
La obesidad aumenta los riesgos de tener otros problemas de salud..
Por lo general no requiere tratamiento médico; además se puede autodiagnosticar y medir fácilmente su intensidad y su evolución. No requiere análisis de laboratorio o análisis de imágenes para diagnosticarla. Puede transformarse en crónica y perdurar toda la vida. Quien experimenta obesidad cuando niño, queda más propenso a que se le haga presente posteriormente en la vida adulta; hoy en Chile tenemos bastante obesidad en la niñez.
Su tratamiento debe basarse principalmente en seguir una dieta más saludable y hacer más actividad física.
La obesidad puede tener diferentes características y ello influye en la forma de apreciarla y de su tratamiento.
La grasa en el organismo se hace presente en mayor proporción como subcutánea, la constituye en aproximadamente un 80% del tejido adiposo total. La otra grasa es la visceral, que se deposita preferentemente en la cavidad abdominal; ésta genera mayor presencia de ácidos grasos libres que dan lugar a inflamación, aterogénesis y resistencia a la insulina.
La aterogénesis es el depósito e infiltración de sustancias lipídicas en las paredes de las arterias de mediano y grueso calibre. La resistencia a la insulina genera la diabetes.
Es muy importante cómo se distribuye la grasa en el organismo; ello depende de diferentes factores entre ellos la anatomía, raza, alimentación, actividad física y niveles hormonales de las personas.
Hay tres tipos de obesidad según la ubicación preponderante de la grasa, cada una tiene su forma de determinarla. Las tres son: la general, la abdominal o de manzana y la de pera que se localiza en la zona gluteofemoral (glúteos y caderas).
La más preocupante es la abdominal en que las grasas se acumulan en los órganos interiores del abdomen.
Otra publicación denomina en forma diferente a los dos tipos de obesidad localizadas: androide o central y ginoide o gluteofemoral. La obesidad androide se caracteriza por una concentración de la grasa en la zona abdominal, la de forma de manzana y la ginoide de concentración de grasa en la zona de caderas y glúteos del cuerpo, semejando la forma de una pera.
Cada una de ellas tiene un método especial para apreciar su presencia.
Los métodos más usados para la general es el llamado “Índice de masa corporal, IMC” y para la abdominal la medición del perímetro de la cintura(PC). Se considera presencia de obesidad abdominal o de manzana en la mujer cuando la medición supera los 88 cm y en el hombre, los 102 cm.
No tengo antecedentes para la obesidad de pera; posiblemente no se le da mayor importancia ya que sería la menos dañina.
Cómo se hacen estas mediciones.
El IMC se calcula midiendo la altura o talla y el peso. Su valor se determina dividiendo el peso en kilos por el cuadrado de la altura en metros.
Por ejemplo el IMC de una persona que mide 1,70 m y pesa 80 k. Su valor es igual a 80 dividido por 1,7 al cuadrado (2,89). Lo que da 34,6. Al ser superior 30 es indicador de obesidad.
El IMC permite determinar si se está en uno de 5 rangos: Peso insuficiente, peso normal, sobrepeso, obesidad y obesidad mórbida
Si el IMC es menos de 18.5, se encuentra dentro del rango de peso insuficiente. Si está entre 18.5 y 24.9, se encuentra dentro del rango de peso normal o saludable. Si es entre 25.0 y 29.9, se encuentra dentro del rango de sobrepeso. Si este es 30 o superior pero inferior a 40. se encuentra dentro del rango de obesidad. Si es 40 o más se trata de obesidad mórbida.
Algo más sobre la obesidad abdominal(OA)
Solo en las últimas décadas se le ha dado una atención especial a la obesidad abdominal (OA), la que constituye, junto con la resistencia insulínica, la base fisiopatológica del síndrome metabólico.
Reitero que se presenta esta obesidad cuando una mujer tiene una circunsferencia abdominal mayor a 88 cm y un hombre una superior a 102 cm.
Se denomina síndrome metabólico al conjunto de trastornos que aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, un derrame cerebral y diabetes. El síndrome metabólico incluye presión arterial.
Esta obesidad refleja la existencia de exceso de tejido adiposo visceral (TAV).
La esteatosis(1) multiorgánica promociona la resistencia insulínica, el estrés oxidativo y la inflamación, lo que da lugar a disfunción endotelial(2) y arteriosclerosis. Además azúcar en la sangre elevada, exceso de grasa corporal en la cintura y niveles anormales de colesterol.
1.Esteatosis o acumulación patológica de grasa intracelular en un órgano.
- La disfunción endotelial es una alteración en la relajación vascular inducida por la reducción de los factores de relajación derivados del endotelio, principalmente el óxido nítrico, que causa un aumento del estímulo vasoconstrictor con tendencia protrombótica de la vasculatura.(mayor riesgo de generar trombosis o coágulos en la sangre).
Con la obesidad abdominal también se incrementa el flujo de los ácidos grasos libres al hígado, lo que provoca esteatosis hepática (hígado graso) con las malas consecuencia orgánicas derivado de un hígado con esa característica.
Además de una circunferencia grande de la cintura, la mayoría de los trastornos asociados con el síndrome metabólico no presentan síntomas.
La pérdida de peso, el ejercicio, una dieta saludable y dejar de fumar pueden resultar de ayuda.
También pueden recetarse medicamentos.
Actualmente, con mucha razón, se recomienda para apreciar la obesidad presentar el IMC junto con el perímetro de cintura (PC). Toda persona debiera hacerse estas mediciones periódicamente.
La potencial capacidad patógena de la OA debe ser tenida en cuenta en la valoración de cualquier cuadro en que el riesgo cardiometabólico sea un objetivo de acción preventiva o terapéutica.
Otros factores que influirían sobre la presencia de obesidad
Se deben considerar también otros factores, como variantes genéticas, que podrían predisponer a las personas a una acumulación visceral de la grasa, así como la edad y el género. Por ejemplo, a mayor edad, la acumulación de grasa intraabdominal aumenta y el sexo masculino presenta mayor porcentaje de grasa visceral comparado con el femenino.
Hay condiciones propias de cada persona que pueden explicar que las respuestas individuales sean variables; sin embargo, el control del peso a través de una dieta saludable y la realización de ejercicio regular (aeróbico o aeróbico más resistencia) han conseguido reducir o controlar los niveles de grasa abdominal
Debe tenerse en cuenta que la grasa corporal cumple diversas funciones, todas esenciales para la sobrevivencia, por lo tanto su presencia hasta determinados límites es necesaria,
El tejido adiposo es un reservorio de energía y regula el equilibrio interno a través de funciones endocrinas que se relacionan con la alimentación, gasto energético, sensibilidad a la insulina e inflamación.
Cuando la grasa no se concentra en el abdomen ni en las caderas, se dice que es una obesidad difusa, es decir, el exceso de grasa se distribuye de manera homogénea por todo el cuerpo.
Cuál es la más peligrosa.
La obesidad androide o el cuerpo con forma de manzana es el tipo más peligroso de la enfermedad debido a que es en la zona abdominal donde se concentra la grasa metabólicamente activa, es decir, que la mayor cantidad de grasa ubicada en la zona central puede dar origen, con mayor probabilidad, a problemas metabólicos y con ellos a otras enfermedades crónicas como diabetes, dislipemias, hipertrigliceridemia, hipertensión, entre otras.
Por el contrario, la obesidad ginoide o el cuerpo con forma de pera, es una grasa más estable y por lo tanto no trae aparejados tantos riesgos para la salud, aunque no deja de ser riesgoso el exceso de grasa corporal. A su vez, al ser tejido graso menos activo, cuesta más removerlo. Este tipo de obesidad predomina en las mujeres.
Tener presente contra la obesidad tipo manzana, que es la más dañina, se pueden obtener buenos resultados, ya que la grasa abultada en el abdomen se moviliza rápidamente ante una reducción de consumo de calorías mediante una dieta saludable y ejercicio físico adecuado.
En un artículos próximo me referiré más a una dieta adecuada para enfrentar las obesidades. A continuación hare una breve referencia a la conveniencia del consumo de fibra dietaria.
Las acciones beneficiosas de la fibra la obesidad son tres: No aportan apenas calorías. Proporcionan una notable sensación de saciedad, por la reducción de la velocidad del vaciamiento gástrico y el aumento de volumen intestinal que provocan.
En este artículo en general he hecho mención a la obesidad. Desde luego sin duda es conveniente perseguir también al sobrepeso.
Me parece conveniente hacer una breve referencia a otro tema en parte relacionado con obesidad, sobrepeso y dieta. Se sabe que el azúcar refinado como también las harinas refinadas de cereales, son alimentos de las células cancerígenas, por ello es conveniente reducir su consumo. Desgraciadamente poco se da a conocer esta realidad.
Debería consumirse más las harinas integrales, las que al reemplazar a las refinadas de mayor costo, pudiera traducirse en la baja del precio por ejemplo del pan, al igual que de otros derivados. Igualmente la azúcar refinada debiera ser reemplazada en grado importante por la azúcar sin refinar que en tiempos ya remotos se usaba en Chile como denominada “azúcar sindicato”.
En varios países se comercia este derivado endulzante por un tipo de producto en gran parte generado por la agricultura campesina, con distintas denominaciones como “panela” en el caso especialmente de Colombia y “chancaca” en el de Perú.
A mi juicio lo anterior que pasa en Chile es un ejemplo de la carencia de políticas nacionales de alimentación y nutrición. A lo menos la Universidad de Chile debiera participar en estos temas tanto por su Escuela de Salud como del INTA
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