Varias veces me he referido a este mal, a los sufrimientos de tantas mujeres durante largos años de su vida y cómo muchas se han sanado, iniciando un vivir totalmente diferente, un vivir normal.
Una exalumna mía universitaria, años atrás, me informó de lo que ella había sufrido por tantos años por este mal y cómo la vida le cambió totalmente. Fueron como 10 años perdidos de vida.
Me impresiona que no pocos médicos con los que he conversado sobre el tema, desconocen este tratamiento. Recientemente conversé con una alumna de medicina de la Universidad de Chile, de cursos avanzados. Nada de eso se le ha mencionado en su carrera.
Más adelante presento un nuevo impresionante testimonio.
Me preguntó, por qué materias tan importantes se desconocen.
Vuelvo a mencionar otra experiencia personal, estando en una misión por Naciones Unidas en Salta, norte de Argentina, tuve la oportunidad de conversar en la Universidad de Salta con un distinguido médico de la Organización Mundial de la Salud que durante años estaba investigando en esa sede universitaria sobre el Mal de Chagas. Toqué al pasar lo importante que era la producción de cuyes y su consumo; me señala de inmediato el riesgo de contraer este mal al comer su carne no bien cocida.
Mi reacción fue inmediata.
Pregunté, pero cómo si esta enfermedad sólo se trasmite por la vinchuca cuando pica al ser humano, excrementa y deposita sus huevos sobre la piel. Al rascarse la persona penetra en los tejidos el tripanosoma que lo genera. Él me señala, el Mal de Chagas se trasmite también por los alimentos.
Prontamente conversé con académicas de nutrición de esa universidad y no sabían esto. Nos reunimos con este médico y así todos quedamos informados. Llegando a Chile informé de esta forma de trasmisión a varias unidades de la Universidad de Chile; lo hice por Internet. De ninguna de ellas recibí respuesta. Reuní más material y observé que hay varios ejemplos de enfermar de este mal al ingerir alimentos contaminados. Escribí un artículo sobre esto en mi página web.
En repetidas oportunidades he conversado el tema con profesionales de la salud, y para todos es una sorpresa esta forma de contagio. Donde puedo lo trasmito.
Uno se pregunta por qué los medios universitarios y los organismos de salud no se informan y no difunden esta realidad.
Estoy informado también de muchos exitosos tratamientos contra el cáncer a través de la medicina natural. Poco de ello se trasmite; cabe destacar el uso de la aloe vera, del Galium aparine, del aranto o auluga y de muchos más.
Reitero que algo parecido sucede con el tratamiento contra el Síndrome Premenstrual Severo del doctor Jorge Lolas, que tan extraordinarios efectos produce en la mujer atacada por este mal.
He recibido recientemente un nuevo testimonio que impacta; me llegó con los nombres de las personas que participan, pero creo prudente usar sólo iniciales, que incluso no correspondan a las de los protagonistas.
A continuación va el testimonio
Mi nombre es H.N.N.B.G., cedula de identidad 98………, casado con Q.F.V.I y padre de X. O.N.V.
A través de esta breve reseña deseo relatar acerca de la experiencia con el padecimiento de mi única hija X.
Debo reconocer que me percaté muy tarde de lo que realmente le sucedía, ya que, como suele suceder, los papás somos un poco torpes respecto a los cambios que se producen en una hija, especialmente considerando el tema de la adolescencia, su periodo menstrual y todo lo que ello conlleva.
X comenzó a demostrar fuertes rasgos de alteración en su comportamiento durante los días previos a la llegada de su periodo menstrual, como indiqué anteriormente, me dí cuenta tarde de esto, a la edad de veintidós años. Paulatinamente estos comportamientos fueron creciendo en intensidad, incluso hasta el punto de llegar al desequilibrio emocional.
Como padre me cuestioné muchas veces el no ser capaz de encontrar, para ella, el remedio a lo que le sucedía. Su madre la llevó a distintos lugares, sicólogo, consultas con médicos generales, ginecólogo…y no hubo forma de, por último, calmar sus reacciones. Aparte de esto, ella se negaba a seguir consultando acerca de lo que le sucedía.
Esto comprensiblemente afecta también a la relación familiar, es decir, con mi esposa comenzaron también los cuestionamientos, y, las discusiones.
A la edad de veintitrés años, X sufrió graves desequilibrios emocionales, dolores físicos muy intensos, los cuales también le afectaban días antes, y, después de su periodo. Esos días eran de tensión en la casa, había algunas discusiones, altercados y reacciones, incluso en varias ocasiones su reacción fue irse de la casa, salir y decirnos que no quería volver a vernos ni estar con nosotros.
Esto comprensiblemente me traía dolores y preocupaciones, que solo un padre puede dimensionar. Ver a tu hija en mal estado emocional, con tremendos e inaguantables dolores físicos, con un periodo largo de desequilibrios, sin tener certeza de cuando todo eso pasará o se podrá curar, no es tan simple como suena.
Los hombres generalmente no recordamos con certeza las fechas, yo no soy la excepción, lo indico por el tema de las consultas que ella visitó, solo sé con certeza absoluta, que no se logró nada respecto a controlar lo que sucedía.
Dentro de sus reacciones estaba la falta de apetito, el desgano permanente, desanimo, cambios bruscos de comportamiento, cierto grado de agresividad, primero al responder y luego al actuar, por momentos el descontrol llegaba a que mi hija salía y decía que no quería estar en casa, quería irse lejos, no hablar con nadie, se molestaba por todo, si le consultaba, si la invitaba, si le pedía que comiera, etc., etc.
Al día siguiente de la última crisis, me puse a buscar en Internet acerca del Síndrome PRE Menstrual, recordé que en alguna oportunidad vi en televisión (canal Megavisión) a un doctor hablar acerca del tema y de sus síntomas, además que él presentaba una solución a esto. Busqué y encontré la dirección de su consulta. Leí completa su biografía.
Recuerdo que un día domingo en la mañana estaba sentado en la mesa con mi hija y le conté acerca de lo que había encontrado, le pregunté si quería ir a ver a este doctor, ella me dijo que sí, pero que yo viera la hora y todo lo demás…aquí fue donde mi esposa (como toda buena madre), se encargó de todo, pidió una hora, y nos atendieron a los pocos días.
Lo primero que llamó poderosamente mi atención, fue que en la consulta estuvimos considerados todos (papá, mamá e hija). Luego el gran conocimiento del tema que tenía el doctor al escucharlo, y, las experiencias de otras mujeres que habían vivido lo mismo que mi hija. Nos vimos reflejados en lo que vivieron esas personas antes de llegar a la consulta del doctor Jorge Lolas. En esos momentos, al escuchar los padecimientos que mi hija vivía, relatados por ella misma, causó en mí un gran sentido de culpabilidad, más que nada por mi gran ignorancia respecto al tema.
Ese día incluso, el doctor le realizó exámenes, pude ver una imagen de su útero, completamente inflamado, y, enrojecido, es algo difícil de olvidar, cada vez que miro a mi hija, me dan deseos de abrazarla y pedirle perdón por no entender lo que le sucedía. Cabe mencionar que ella misma fue quien solicito que yo viera la imagen.
Comenzamos con el tratamiento, que según mi limitado entendimiento, consistía en colocar unas inyecciones y luego de ello se realizaría una criocirugía. Debo señalar que desde la primera inyección, mi hija comenzó a demostrar cambios, tanto físicos, como también emocionales. A medida que ella recibía las inyecciones, nos contaba que se sentía cada vez mejor, está demás decir, que todo lo que nos narraba, nosotros como padres nos dábamos cuenta claramente.
Se completó el periodo de las inyecciones y se procedió con la criocirugía. Vino el periodo de reposo, y, hasta este momento el tratamiento ha sido un éxito.
Debo decir que X ha pasado por problemas, dificultades y complicaciones personales en su diario vivir, como toda jovencita, pero que si todo esto lo hubiera vivido antes del tratamiento, lo más probable es que hubiera reaccionado de otra forma, considerando lo progresivo de cada una de sus reacciones, no me atrevo a pensar qué hubiera pasado con ella. Sin embargo hoy, X se toma cada situación con normalidad, obviamente disfruta de lo hermoso de la vida, y cuando le toca vivir el lado amargo, es capaz de soportarlo, se preocupa, sufre, piensa, pero no presenta las reacciones ni los comportamientos que la dominaban hasta antes del tratamiento. Sin duda mi hija ha crecido como mujer y como persona, ha aprendido a conocer su cuerpo.
Importantísimo también, es mencionar que X se ha visto rodeada de mucho cariño de parte de la Señora Nidia (quien trabaja con el doctor), ella ha estado constantemente apoyándola, conversando, escribiendo y preguntándole acerca de su estado de salud, le ha demostrado una preocupación real.
Como padre de X, y, en nombre también de mi esposa, quiero agradecer por todo lo que ha significado la mejoría de X.
Doctor Jorge Lolas…MUCHAS GRACIAS…QUE DIOS EN SU INMENSO AMOR LO BENDIGA Y LE GUARDE…Y LE REGALE MUCHOS AÑOS MÁS DE VIDA.
Agradecido.
H.N.N.B.G.
98…..-.
Santiago 23.12.2014